¿Qué tipo de prensa?

Ernesto Villanueva

El proceso de reforma política que vive el país no ha implicado un cambio de los propios medios de comunicación, para el efecto de aprovechar la creciente libertad hacia el contagio de prácticas democráticas.

En otras palabras: la libertad es un requisito del ejercicio periodístico de calidad, pero no garantiza por sí misma la reproducción de este modelo de informar. El sistema legal de la comunicación ha sido un costo para el periodismo ético, más que un incentivo.

En una democracia deben coexistir reglas jurídicas mínimas con estándares éticos amplios en el quehacer periodístico. No ha sido el caso mexicano. Hay faltas de un lado, pero también del otro.

Por el lado de la prensa, las cosas no están del todo claras. Hay problemas, por lo menos, de información sobre la actuación de los medios que tienen una vertiente de naturaleza ética. En este sentido, cabría identificar al menos dos insuficiencias:

Primero. La prensa mexicana no habla sobre cuestiones básicas de sí misma. Hay tres razones por las cuales la prensa debería informar: a) para honrar el derecho a la información de la ciudadanía con datos claros, precisos y verificables; b) para normar la toma de decisiones de las agencias de publicidad al definir población objetivo e impacto real desglosado; y c) para coadyuvar a la credibilidad mediática a través de la transparencia informativa.

En muchos países han sido las propias publicaciones periódicas, los anunciantes y las agencias de publicidad los que han dado vida a organismos privados, sin fines de lucro, que se encargan de auditar de manera aséptica los tirajes reales: desde el número de ejemplares efectivamente vendidos hasta las estadísticas de venta por estado, región y municipio de modo periódico.

En muchos casos, el seguimiento cuantitativo va aunado a ejercicios cualitativos con los denominados Publisher´s statement o informes de editores. La primera entidad de este tipo fue creada en 1914, en Estados Unidos, con el nombre de Audit Bureau of Circulations, que en la actualidad aglutina a más de 95% de la prensa estadounidense. Y en 1926, bajo el mismo esquema estadounidense, en Francia se creó la Office de Justification de la Diffusion des Supports de Publicité.

El hecho de que los organismos observen una metodología única de medición permite elaborar estudios a profundidad sobre credibilidad, impacto y transparencia de la empresa informativa; en suma, es posible aproximarse a tipologías de desarrollo periodístico.

Segundo. ¿Bajo qué criterios se desarrolla la cobertura mediática? No hay reglas claras, previsibles, que indiquen qué motiva la cobertura informativa. Es lógico que no todo hecho de interés público (dando por sentado que hubiera un criterio universal sobre el concepto de interés público relacionado con aquello que a la persona le permite ejercer un derecho o cumplir alguna obligación en el más amplio sentido de la expresión) tiene cabida en un medio. Por necesidades de espacio, deben tomarse decisiones para dar prioridad a una nota sobre otra. Ello es entendible y no hay duda.

La cuestión, empero, es cómo el editor ejerce ese proceso de selección, bajo qué criterios se califican los hechos que tienen espacio y mayor o menor relevancia en el medio. Este aspecto es poco abordado y no se trata de una cuestión menor; antes bien, es importante para el público saber cómo se procesa la toma de decisiones para informar.

¿Qué tipo de periodismo se requiere y para qué? Son interrogantes fundamentales que no se deberían obviar. Una democracia informativa requiere cambios del marco jurídico al mismo tiempo que de la propia prensa. Por lo que se refiere al aspecto legal, baste decir que es necesario reformar todo aquello que hoy en día inhibe el ejercicio de las libertades informativas y, particularmente, el periodismo de calidad: reglamentar la publicidad oficial, despenalizar los delitos de prensa, normar claramente que por la vía civil las reparaciones del honor y/o la vida privada no se traduzcan en pesos y centavos, sino en resarcimientos a través del propio medio.

Por cuanto hace al periodismo, habría que decir que el medio no tiene como finalidad última que el periodista ejerza la libertad de expresión y/o la libertad de información, sino satisfacer un derecho superior, el de la persona a estar informada de hechos de interés público.

Por esta razón, los retos del periodismo pasan, entre otros, por los siguientes desafíos:

a) Traducir en acto los compromisos de la ética relacionados con la información básica que el receptor puede esperar del medio. Los compromisos del medio con su público no deben presumirse, sino clarificarse, de suerte que el receptor esté en posibilidades de confrontar los compromisos con el producto diario.

b) El periodismo debe pasar de la declaración como fuente prioritaria de información a los datos duros, aprovechando las ventajas que las leyes de acceso a la información pública otorgan para dar vida al periodismo de investigación, que debe ser entendido no como una cuestión «de asuntos especiales», sino como una tarea cotidiana donde la investigación propia debe ser la regla y la declaración o el boletín un complemento o referente.

c) Debe darse vida a programas de formación pensando en receptores críticos de los medios, que permitan generar incentivos para un periodismo basado no en satisfacer los sentidos primarios del ser humano, el sexo, la violencia, el morbo o la curiosidad, sino apelando a la razón.
Esta es la agenda de nuestro tiempo.

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Puede citar este artículo de esta forma

Villanueva, Ernesto, «¿Qué tipo de prensa?» en El Universal ,
6 –V– 2006, México, Opinión.

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