El universo virtual de Facebook

Mirador Europeo

Mariano Cebrián Herreros

Facebook  es  un  universo  virtual  de  más  de  500  millones de  habitantes.  Transcurridos  unos  seis  años  desde  su  nacimiento  se  ha  instalado  en  Internet  como  la  red  social  de  mayor  número  de  usuarios.  Sólo  durante  el  último  año  ha  duplicado  su  crecimiento.  Su  objetivo  futuro  es  llegar  a  los  1000  millones,  es  decir,  a  una  por  cada  siete  personas  del  mundo.

Fotografía: "Facebook" por Ray-Franco Bouly @ Flickr

Si fuera un universo real sería el tercer megapaís más poblado después de China e India con la diferencia de la eliminación de las distancias físicas, ya que mediante un clic puede entablarse relación con cualquier otro perfil que se halle en la red.  Se ha extendido por todas partes del mundo, aunque todavía le falta adentrarse en Rusia y Japón donde triunfan otras redes sociales propias y, sobre todo, en China donde todavía existen resistencias por la censura para su penetración.

En Estados Unidos y en Europa ya ha alcanzado a las dos terceras partes de la población. No obstante, no debe olvidarse que todavía son muchos más los que no tienen presencia en esta red y que sus comunicaciones se expanden por otras vías.

Dentro de Europa hay unos países con gran penetración y otros en los que se aprecia una duplicación o triplicación anual. En el Reino Unido alcanza casi los 18 millones de usuarios únicos, con una subida durante el último año de casi 75%. En Francia se aproxima a los 14 millones con un ascenso del 518% respecto del año anterior. En Italia supera los 10 millones de usuarios. En otros países en los que ha triunfado alguna red social propia también está logrando superar las cifras de ésta. En España, por ejemplo, se había impuesto la red Local Tuenti con unos 6,8 millones de usuarios en mayo de 2010. En esa misma fecha Facebook superaba ya los 15 millones; sólo durante un año ha crecido casi 50% en usuarios únicos y activos, no simplemente registrados.

Son datos que se van incrementando día a día y que para disponer de estadísticas más precisas habrá que acudir continuamente a comScore, la empresa medidora con los datos más actualizados, por muy discutibles que sean ante la competitividad entre las redes sociales para exagerar sus cifras con objeto de atraer más publicidad y ampliar los negocios.

Por encima de los datos hay que resaltar la función de Facebook de facilitar encuentros entre las personas amigas, compañeros de estudio, de trabajo o de país y localidad, grupos de aficionados a un tema o a ciertos estilos de vida. Tales encuentros comunicativos se bifurcan en multitud de idiomas para que ningún internauta quede excluido y se da entrada a la escritura, a las fotografías, a los vídeos y a los documentos sonoros, es decir, a todo tipo de sistemas expresivos y diversas formas de comunicación desde los blogs e intercambio de experiencias y conocimientos, hasta las conversaciones anodinas o trascendentales según cada caso particular y con todas sus variantes culturales y sociales.

Estar en Facebook, lo mismo que en otras redes sociales virtuales, es implicarse en un mundo de interrelaciones humanas y sociales. Es llevar al espacio virtual lo que es corriente en las calles, plazas y lugares de encuentros grupales (por profesiones, por aficiones, por intereses), interpersonales, familiares, amistosos o entre desconocidos. El muro o tablón de registro de los mensajes es la plasmación comunicativa de lo comentarios que uno efectúa o de la recepción de los que aportan los demás intervinientes.

Estas relaciones establecen nuevas configuraciones de comunicación. El reto actual para la teoría de la comunicación es concretar las diversas modalizaciones que se van produciendo, la complejidad con la que se estructuran y los cambios tan radicales que se establecen respecto de los paradigmas de las comunicaciones anteriores, tanto de la vida real como de los medios de comunicación tradicionales. Las comunicaciones horizontales propiciadas por las redes sociales y enriquecidas directamente por la sociedad civil, impulsan un nuevo paradigma que desborda los enfoques unidireccionales e impostores de los medios y profesionales clásicos y que se fundamenta en la participación e interactividad de los usuarios.

Se ha abierto el debate en torno a sus aportaciones al periodismo, pero el análisis se efectúa en general desde la perspectiva del pensamiento periodístico tradicional tanto de temas de selección, valoración y tratamiento como de configuración de otros campos descartados en algunos casos de los medios de comunicación. Por ejemplo, los criterios de selección de las noticias han pasado por la medición del interés general que despertaban. En las nuevas plataformas como la de Facebook, este planteamiento varía bruscamente. Se pasa de los contenidos de interés general de los medios masivos a los de intereses especializados, según los diversos grupos coincidentes en un tema o en otro hasta los de intereses personales que se concitan en las redes sociales. El grado de aportación periodística hay que examinarlo desde la perspectiva de las dimensiones de toda persona como individuo, como miembro de una comunidad social más o menos amplia, como perteneciente a un grupo de trabajo, de estudio o de afinidades o como ciudadano de una localidad, región, país o del mundo, e incluso como una parte de la globalidad en la que se ha convertido la vida pública.

Las redes sociales, y Facebook con más razón al haberse instituido en la de mayor congregación de internautas, integran todo ello en una plataforma en la que cada habitante de la misma puede saltar de una a otra esfera. El periodismo concebido como respuesta a las múltiples necesidades del ser humano en todas estas dimensiones, amplía su campo de atención temática, se diversifica en la elección expresiva multimedia, se expande por conexiones entre los usuarios y enlaces con otros asuntos y fomenta una interactividad con lo expuesto en el muro general o en las relaciones comunicativas privadas de unos con otros.

La información será lo que cada usuario necesite y quiera y no lo que un mediador proponga o imponga conforme a los intereses de su empresa, a los propios o a los que piensa que importan a los destinatarios.

Con Facebook y otras redes virtuales cada ciudadano elige y proyecta sus intereses como quiere en las diversas opciones de navegación y de relaciones con los demás. El periodismo interactivo propiciado por las redes sociales ya no es cuestión de un emisor omnisciente y seleccionador de lo que mejor vende según las expectativas de sus clientes, sino una cuestión de todos los participantes que, independientemente de que sea negocio o no, tratan de intercambiarse informaciones de interés común o individual.

La verdad ya no está sólo en los medios como ha tratado de imponerse, sino que aparece con la multiplicación de puntos de vista, con un pluralismo que vaya más allá de la diversidad de medios y que acoja también las informaciones auténticas de los propios usuarios y ciudadanos. De ahí que los medios de comunicación, las empresas y las instituciones empleen las herramientas de Facebook, Twitter o de otras redes para detectar estos intereses, fomentar sus aportaciones, comentarios, sugerencias y propuestas de temas informativos y de debate.

Desde la experimentación que emprendió Obama en las últimas elecciones a Presidente de Estados Unidos, en la actualidad gran parte de los partidos políticos y candidatos electorales se abren paso en sus webs y en estas redes para elaborar sus programas con las contribuciones de los ciudadanos. Los medios de comunicación, por su parte, cada vez cubren más sus espacios y tiempos con las aportaciones de sus seguidores. Los lectores, oyentes y telespectadores quieren apreciar lo que les proponen los productores del medio, pero también los comentarios y aportaciones de otros usuarios como ellos, e incluso con la propia colaboración.

Se parte siempre de la estimación de las opciones que se ofrecen a cada usuario, pero lo que hace falta es examinar el alcance y la eficacia real, así como sus derivaciones en la representación de personas auténticas, falsas o simuladoras de otras vidas con sus secuelas de fraudes, engaños y perversiones.

La película documental Catfish de los directores Ariel Schulman y Henry Joost es una buena concreción de estas posibles y auténticas relaciones reales y virtuales entre las personas en Facebook y hasta dónde pueden llegar las representaciones de diferentes perfiles (chica joven, madre, amigos de la madre, hermana) por una misma persona en la comunicación engañosa con otra. Todo cuanto aparece en Facebook se convierte en encrucijada de idas y venidas, de mensajes de todo ámbito y con los diversos enfoques, intenciones e incluso abusos hasta llegar a la propalación de informaciones totalmente falsas, de medias verdades y de intereses ocultos e incluso aberrantes.

Se ha criticado la intervención de estas redes por eliminar determinados contenidos o dar de baja a usuarios delincuentes o nada respetuosos con normas de conducta fundamentadas en los derechos humanos universales, pero no debe olvidarse que el mundo virtual es también un espacio público, aunque con sus apartados privados en los que siempre existe la posibilidad de entrada de otras personas dominadoras de las recursos informáticos de Internet. Los organizadores de las redes también contraen sus responsabilidades públicas y de las que tienen que dar cuenta, si los casos así lo requieren, ante los jueces nacionales o internacionales. Las redes virtuales, por más garantías que ofrezcan a la privacidad de los usuarios, siempre son susceptibles de intromisiones por parte de quienes desean indagar en los secretos de otras personas o entidades. Es algo frecuente en los comportamientos de la vida real y, por tanto, no hay que extrañarse de que se reiteren en el universo virtual. Lo importante en un caso y en otro será intensificar la educación en responsabilidad individual y social para mejorar la convivencia dentro de los derechos y valores comunes de la sociedad.

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Correo electrónico: marceb@ccinf.ucm.es

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