Concurso de microficción y minicuento: “Cuéntame uno de periodistas” – Convocatoria: Enero 2012

Imagen: JRGMontero @ Flickr

Cada mes, la Revista Mexicana de Comunicación convocará a su concurso de creación literaria sobre periodismo y medios de comunicación.

Tema del mes – Enero de 2012:

La televisión mexicana

Nota:

A la brevedad se anunciará el ganador del concurso de diciembre de 2011. El proceso de deliberación se alargó debido al receso vacacional. Gracias por su comprensión.

Procedimiento

 

1)    Revisar la convocatoria del mes con el tema de ese concurso. Será una frase, una idea o un personaje relacionado al mundo del periodismo y los medios.

2)    Utilizar el tema o el personaje como punto de partida para escribir una microficción de máximo 140 caracteres o un minicuento de máximo una cuartilla (Consultar las definiciones anexas).

3)    Escribir el minicuento en los comentarios de la convocatoria del mes o la minificción a través de Twitter con el hashtag #ConcursoRMC

 

Jurado

El jurado estará compuesto por miembros del Consejo Editorial de la RMC, los Editores, así como un escritor invitado.

 

Premiación

Habrá un solo ganador mensual.

Su cuento será publicado en una sección especial de la edición en línea de la RMC. Además del reconocimiento, el premio consistirá en un paquete de libros editados por la Fundación Manuel Buendía y ejemplares de la RMC.

El ganador deberá recoger su premio en las oficinas de la RMC/FMB ubicadas en Guaymas 8-408, Col. Roma, México, D.F.

 

Publicación de resultados

La convocatoria se publicará el primer día de cada mes.

Se recibirán trabajos hasta el día 25 de cada mes y sólo se aceptarán los que hayan sido publicados en los comentarios o a través del hashtag #ConcursoRMC. No se aceptarán propuestas vía correo electrónico o impresas.

Los resultados se darán a conocer en la convocatoria del mes siguiente.

Las mejores microficciones y minicuentos serán antologados para su posterior publicación en la edición impresa de la RMC.

 

Diferencia entre microficción y minicuento

“¿Cómo podría diferenciarse el micro-relato del minicuento?

En el minicuento los hechos narrados, más o menos realistas, llegan a una situación que se resuelve por medio de un acontecimiento o acción concreta.

Por el contrario, el verdadero desenlace del micro-relato no se basa en una acción sino en una idea, un pensamiento. Esto es, el desenlace de un minicuento depende de algo que ocurre en el mundo narrativo, mientras que en el micro-relato el desenlace depende de algo que se le ocurre al autor.

Esta distinción no es siempre fácil. Otra característica esencial del micro-relato es la fusión de géneros. Algunos elementos narrativos lo acercan al cuento convencional, pero el micro-relato se aleja de los parámetros del cuento y del minicuento porque participa de algunas de las características del ensayo y del poema en prosa.”

 

Dolores M. Kock en Diez recursos para lograr la brevedad en el micro-relato. Recuperado de Ciudad Seva: http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/tecni/10recur.htm


4 comentarios a este texto
  1. Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Imagen: JRGMontero @ Flickr Cada mes, la Revista Mexicana de Comunicación convocará a su concurso de creación literaria sobre periodismo y medios de comunicación. Tema del mes – Enero de 2012: La televisión mexicana ……

  2. Sueños diversos.

    El último momento agradable (¿recuerdas?),
    era estar plácidamente en tu cama, en ese estado en que no se está dormido pero
    tampoco despierto; como un hermoso cuento de un libro viejo y con un final
    absurdo como los libros infantiles leídos hace mucho, en su pueblo.

    Tan hermosa visión  caía y se troncaba en horrenda pesadilla: hombres
    encapuchados  armados irrumpían en la
    recámara de su casa con gritos y disparos de alto calibre.

    Más recuerdos o versiones: escopeta en la
    cabeza,  gritan tu nombre, las manos en
    la espalda, luces de lámparas blancas apuntando al rostro – no te muevas cabrón
    que te carga la chingada-, llanto de esposa, dolor en las articulaciones de las
    muñecas y  tratas de alcanzar los  anteojos ahora rendidos al suelo de la mesa
    de noche.

    –         
    -Ya está, lo tenemos, vámonos chingada madre..!!!!

    –         

            Te lo advertimos cabrón ¿Creías que no era cierto? ¿Qué solo espantábamos?

    Golpes en la cabeza que te sumergen en ese
    sueño extraño donde saltas de un risco y vuelas, te elevas y flotas entre nubes
    de algodón; caes y centímetros antes de tocar el suelo con el rostro, alzas el
    vuelo de nueva cuenta hacía ese cielo limpio azul.

    -No por favor ya quiero despertar (hablas
    para ti mismo en el silencio de tu cerebro) y tratas de recordar ese sueño para
    quizás escribirlo mañana en el diario donde trabajas, como una anécdota que se
    repite.

    Crees que vas caminando sin tocar el suelo,
    pero no caminas en el aire; te arrastras ¿O te arrastran? pero te mueves, los
    pies son de plomo y no responden, vuelves a dormir.

    Ves la claridad e imaginas la ventana que da
    al lugar por donde sale el sol y tus ojos están sellados por su propio peso,
    pero alcanzas a querer parpadear y tu ojo derecho se abre lo suficiente para
    ver la luz que se  abre, de una puerta
    enfrente de ti.

    Tu cuerpo está frío y empiezas a sentir molestias
    en la parte media del tórax, intentas jalar aire como quien respira la vida que
    se sale por cada poro del cuerpo y la quiere volver a recuperar.
    -Así que aquí está, ese gran periodista que se esconde bajo sus “fuentes”
    inconfesables ¿Cierto?, Nos vas a decir quiénes son, quien nos delato; por las
    buenas te será mejor.

    Tratas de pronunciar palabra, tu boca sabe a
    hierro, duermes y vuelves a soñar ahora con agua, donde todo pasa muy
    lentamente.

    – 
    Ya tenemos al otro. (segunda voz del día).- 
    Bien, ya no nos sirve este. (la primera voz).

    Ruidos metálicos diversos; la silla se cae,
    posición de tortuga inmóvil boca arriba, amarrado.

    Sabes bien que solo es un sueño, estás cosas
    no ocurren en este país donde “la libertad de expresión está en su mejor
    momento” (según tus gobernantes); así que solo es cuestión de concentrarte, ya
    va a amanecer y tienes que esforzarte en 
    poder despertar.

  3. Creí, como siempre, que se me había hecho tarde. No me despertó el sonido ni la luz de los colores, no oí las noticias, no supe en qué quedó aquello de la difamación, qué no pudo ser otra cosa sino envidia, y de la buena.  La gente no soporta la existencia de personas felices, bellas, exitosas.  Si son un modelo a seguir.  Si todos quieren ser como ellas.  Ah, pero como no pueden, tienen que burlarse, criticar, juzgar, difamar…. ni siquiera han de conocer el significado de esa palabra, que implica envidia, celos, rencor, impotencia al reconocerse incapaz de ser como ellos….Sí, ellos también son humanos. Diosito y la Virgencita de Guadalupe los quieren igual.  O tanto como a mi..  pero no más, eso nunca.  ¿Cómo lo habrán logrado?  Elegidos por la suerte, la fortuna, la inteligencia, la belleza…  No como uno, que es mediocre,  inadaptado, no le echa ganas, no ha logrado entrar en «ese mundo» el de a «de veras»; uno que se contenta con admirarlo, con reconocer su grandeza, con aprender, con intentar parecerse, aunque sea un poquito, a ellos.  Esos escenarios, esos muebles, esos vestuarios, esos alimentos, esas bebidas, esos cigarros, ese estilo, ese glamour, esa promiscuidad socialmente aceptada y apreciada…. Si hasta fumando hierba les va rete bien. Personas así, lugares así, vidas así, son las que rifan, son las que enseñan, son las que todos deberíamos tener…. aún cuando por querer parecerse a nosotros, hablen vulgarmente y digan muchas groserías… ay, pero si son de ellos de quienes las aprendemos, y las decimos para vernos bien, para que nos acepten, para hacernos a la idea de que somos como ellos, o que nos parecemos aunque sea un poquito. Y ellos que quieren quesque hacernos sentir bien con novelas de pobreza e injusticia, según ellos de «el mundo real»… ni queriendo pueden, todo es puro actuado,  los pobres…  quieren bajarse a nuestro nivel y que nos sintamos identificados. Quieren parecerse a nosotros, pero no pueden.  No podrían nunca.  El mundo de «a de veras» es el de ellos. Por eso son amigos.  Por eso son los indicados para ser los reyes ó regidores de la nación.  Por eso les toca tenerlo todo, manejarlo todo, por eso quisiera entrar en su mundo, aunque sea de su sirviente, de su achichincle de su mozo….pero entrar.   Bueno, y si de «el secreto» se trata, puedo empezar, como todos los días, a creer que estoy dentro de ese mundo.  Bendito sea Dios que la tengo en mi cuarto.  Mi puerta a ese mundo, mi entrada, mi permanencia, mi sueño guajiro hecho realidad, mi día feliz…… afortunadamente estoy a tiempo, aunque ya sé por qué no responde el control: estaba desconectada.

  4. Nota #1

    Arturo García

    Julieta
    salió de la casa un martes. No era miércoles, porque yo esos días me siento con
    calma a tomar un café y prendo la tele, es el día que tengo libre y ese no lo
    tuve. Más bien la vi poco, se despidió rápido y salió a trabajar, o a la
    escuela, o a cualquier lugar, hace ya tanto que ni lo recuerdo bien.

     

    Pero
    sí me acuerdo que yo estaba ocupado, entre los libros que eché al morral medio
    roído y las tarjetas perdidas, las credenciales, mi desorden y la tetera
    ruidosa que usaba ella en las mañanas. Solía desayunarse un té con leche y nada
    más, y yo le decía, cada que podía, que eso no era desayuno.

     

    De
    ahí me fui a la universidad, a los salones a dar clase, como hacía los martes
    en la mañana, hasta el mediodía, cuando volvía a casa y comíamos juntos. Pero
    ya no regresó, la llamé mil veces, la busqué por todos lados. Se había llevado
    con ella la bolsa negra que siempre traía en el hombro, su teléfono y un suéter
    medio grueso encima, porque hacía frío (y es que de eso sí que me acuerdo).

     

    Desde
    ese momento prendía la tele cada que podía para ver su cara en la foto borrosa
    que yo había mandado, aunque no fuera un miércoles. Ella, perdida desde hacía
    no sé cuánto. La única forma de verla era a través de la pantalla polvosa del
    televisor viejo de la cocina, cuando de vez en vez pasaban los datos de la
    gente desaparecida. Y así se me fueron los días. Perdí sus fotos, se fueron
    probablemente entre las cajas que tiré un tiempo después.

     

    Entonces
    fue que me agarré a la costumbre de desayunarme un café y prender la tele, de
    tomarme mi tiempo, así fuera un martes, como el día en que desapareció Julieta. 

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