¿Adiós a la televisión?

  • «Las apps son el futuro de la televisión», según un texto de Reed Hastings, presidente de Netflix.
  • «Aún le queda un largo camino a la televisión si sabe presentarse rejuvenecida y moderna y si sabe comportarse acorde con la convergencia mediática», dice Esquivel.
Fotografía: "Netflix; class action settlement" por Laura Fríes @ Flickr

Fotografía: «Netflix; class action settlement» por Laura Fríes @ Flickr

Por José Luis Esquivel Hernández

La noticia ha sido difundida por el diario USA Today el martes 30 de abril de este 2013: «Las apps son el futuro de la televisión… Ésa es la visión de Reed Hastings, presidente y cofundador de Netflix».

De acuerdo con un ensayo de la compañía en su sitio de la red,

«en las próximas décadas y en todo el mundo, la televisión por internet reemplazará a la televisiónlineal (programada), pues las apps sustituirán a los canales, los controles remotos desaparecerán y las pantallas proliferarán. Al tiempo que la TV por internet crece de millones a miles de millones, Netflix, HBO y ESPN están marcando el camino».

El ensayo con la visión de la compañía fue presentado después de que Netflix anunció que ha conseguido más de dos millones de nuevos clientes en Estados Unidos en el primer trimestre del 2013. A nivel mundial, Netflix dice tener 36.3 millones de clientes, de ellos 29.2 millones en la Unión Americana.

El paso de la TV lineal (la que se sintoniza de acuerdo con la programación de la compañía) a las apps ya ha empezado, afirma Betflix, señalando que los prestadores de servicio de Tv tradicional de paga ya están ofreciendo apps a sus suscriptores para ver suprogramación en todas partes, igual como lo han hecho canales individuales y servicios como Netflix y HBO.

«Las cadenas existentes, como ESPN y HBO, que ofrecen asombrosas apps, tendrán más televidentes que en el pasado, y tendrán más valor. Las cadenas existentes que no desarrollen apps de primer clase perderán auditorio e ingresos», señala el ensayo, que no ha hecho más que coincidir en el debate que sostienen grupos de académicos y estudiosos de todo el mundo acerca del futuro de la TV que conocemos hasta hoy.

Tanto importa a las audiencias el futuro del medio más dominante desde el año 1950 del siglo pasado, que ha puesto en órbita a los expertos e investigadores con dos preguntas: ¿Es el fin de una era de la TV con su consecuente transformación o es el fin de la TV y ya?

Alvin Toffler había pronosticado en 1981 la decadencia de los medios masivos al incluir en «La Tercera Ola» el capítulo «Desmasificando los medios de comunicación». Hasta ahí parece ensato lo que escribió: «A medida que avanza la tercera ola, los medios de comunicación, lejos de extender su influencia, se ven de pronto obligadosa a compartirla. Están siendo derrotados en muchos frentes a la vez, por lo que yo llamo los medios de comunicación desmasificados«.

Hasta ahí no parece haber dudas de que internet, y concretamente las redes sociales, hayan vuelto realidad el vaticinio de Toffler. Pero lo que sí parece increíble es creer ahora mismo que se acaba o de transforma radicalmente la TV, cuando vemos que de los 68,860 millones de pesos de inversión publicitaria en México la TV abierta se lleva el 52.44 por ciento (es decir, 36 mil 45 millones de pesos), cifra muy superior a la que obtiene la radio, con un 9.39 por ciento (6,466 millones de pesos); las revistas, con 7.82 por ciento (5,388) y la TV de paga, con 7.38 por ciento (5,083).

La inversión publicitaria en México apenas reparte el 6.84 por ciento a los medios digitales (4,707 millones de pesos) y el 6.66 por ciento a los periódicos tradicionales (4,587), mientras que los panorámicos exteriores alcanzan el 5.86 por ciento (4,030), los directorios el 2.99 por ciento (1,579) y el cine el 1.32 por ciento (908).

Por otra parte, las encuestas también son reveladores de la influencia actual de la TV abierta al reportar que más del 62 por ciento de la población mexicana se entera de las noticias por este medio, lo que confirma por qué los políticos destinan gran parte de su prespuesto propagandístico a este rubro, sobre todo en épocas electorales.

Así es que puede parecer un contrasentido cuestionar si estamos ante el fin de una era de la TV tradicional y veremos su transformación, o si asistimos desde ahora a las exequias de este popular medio. Y, sin embargo, Steve Johnson inició desde el 2005 la alharaca al respecto al publicar el 24 de abril de dicho año (2005) en el New Yprk Times un texto que fue tradicido al español con el título «Cultura basura, ceberos privilegiados».

Johnson no ha dejado de mover el aspisero al grado de conseguir que Giovanni Sartori sea cuestionado por su propuesta en el libro «Homo Videns»  del año 2000 y Karl Popper no pasa el filtro de sus críticos por sus asertos en 1998 en torno al mismo tema, pues ambos no han tomado en cuenta que la cultura televisiva cada vez se está volviendo más exigente desde el punto de vista cognitivo, según Alejandro Piscitelli, uno de los intelectuales argentinos que más luz aportan al asunto.

Carlos A. Scolari y Mario Carlón están de acuerdo en «El fin de los medos masivos. El comienzo de un debate» (2009) en que asistimos al nacimiento de una nueva era, en consonancia con el prestigioso investigador norteamericano Eliuh Katz quien ha sentado cátedra sobre el tema con sus escritos como «The end of Television» (2009).

La televisión que conocimos entre las décadas de los sesenta y los setenta está muriendo, dice Katz, en cita de Mario Carlon, pues esa televisión está dejándole espacio a otra de cientos de canales, que transmite a «nichos», portable, que es parte de un sistema integrado a internet y otros nuevos medios.

Y además de Carlón y de Scolari, forman parte de esta postura Damon Lindolf, creador de Lost (La TV agoniza), Eliseo Verón y Alejandro Piscitelli, opuestos a la creencia de que la TV no está muerta ni muriendo sostenida por los norteamericanos John Ellis (2004), Verizon (2008) y Toby Miller (2009), defensores estos últimos de la permanencia de la pantalla casera si se toma en cuenta que sigue siendo el más confiable escenario para los anunciantes, además de «ser más diversa, más difusa, más popular, más poderosa y más innovadora que nunca».

Para Miller «la gente que ve TV en distintos dispositivos y en diferentes servicios está viendo más, no menos TV (…) Y ésta aún domina como modelo de producción, distribución y recepción».

Total que estas posiciones enfrentadas nos recuerdan las charlas de los contemporáneos de nuestros abuelos respecto a la desaparición de los periódicos al aparecer la radio a finales de la década de 1920, y luego las discusiones de nuestros padres y sus amigos sobre si había llegado el momento de decir adiós, ahora sí, a los medios impresos porque la TV llegó arrasando con las audiencias a mitad de siglo.

Igual que cuando surgió el cine en la agonía del siglo XIX sobraron voces presagiando la desaparición del teatro, del mismo modo que décadas antes se pensó que con la llegada de la fotografía, la pintura ya no tenía nada que hacer en el mundo del arte.

¿Y quién no recuerda a los catastrofistas que en los años 1970 y 1980 se empeñaron en sostener a voz en cuello que el videotape y la videocasetera le iban a dar en la torre al cine y que muchas salas cerrarían por la comodidad de ver películas en la propia casa a bajo precio, merced a la descarada piratería?

Ahora escuchamos y leemos los mismos exabruptos de quienes viven apantallados con las  tecnologías de punta en el siglo XXI y sostienen que la prensa de Gutenberg producirá sus últimos ejemplares de un momento a otro porque el papel pasará a la historia y las herramientas electrónicas se ensoñearán de todo entre las nuevas generaciones acostumbradas a los sistemas digitales.

Por tanto, no es extraño plantearse si es verdad que la TV tradicional llegará pronto a su fin o si se aguantará las presiones que le llegan de todas partes y se valdrá de aquello que ls sirva para asumir una nueva forma de entretenimiento de las masas sin importar la plataforma o vehículo por el cual transite.

Como la prensa se ha adaptado para sobrevivir ante la avalancha de  nuevos medios informativos y los tristes presagios acerca de su extinción, es posible que la TV tradicional simplemente evolucione y no deje el gran mercado que le representa producir y distribuir materiales a diestra y siniestra, quizá con la ayuda, algún día, de los propios consumidores que ya han practicado a destajo con you tube, el cual hoy día recibe más de 60 horas de video cada minuto.

Aún le queda un largo camino a la televisión si sabe presentarse rejuvenecida y moderna y si sabe comportarse acorde con la convergencia mediática como suma de las funciones de los medios en una sola y de los tiempos de la hipertextualidad e interactividad además del descenso de  su etapa hegemónica por el «empoderamiento» de las audiencias.

Lo creemos por las noticias que nos llegan, por ejemplo, de Amazon, el participantes más reciente en la programación original de TV, que el 29 de abril de 2013 ha pedido a los televidentes que lo ayuden a decidir los programas piloto que deben convertirse en series.

A partir de la primera semana de mayo de 2013, Amazon Studios empezó a postear 14 programas piloto –seis infantiles y ocho comedias– para el servicio en línea gratuito en Amazon Instant Video o a través de cualquier app Amazon Instant Video. La retroalimentación y comentarios de los espectadores serán un factor para determinar cuáles son elegidos como series.

Riy Price, director de Amazon Studios, aceptó que toman en cuenta a los clientes que ven un piloto a través de una encuesta que deben contestar o consultando sus reseñas tradicionales en un sitio en la red, porque son ellos los que esperan un programa pulido y de alta calidad, lo que está obligado a ofrecer Amazon.

Así es que no imaginamos siquiera cuántas nuevas iniciativas conoceremos como parte de la  vieja televisión que «no acaba de morir y la nueva que no acaba de nacer», como dijera algún día el italiano Gramsci respecto al sistema económico.

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