¡Qué cosas suceden con el apagón!

  • Las cero horas del martes 28 de mayo marcaron el inicio del apagón analógico en Tijuana.
Foto: "El apagón analógico" por Mavi Villatoro @ Flickr

Foto: «El apagón analógico» por Mavi Villatoro @ Flickr

Por Claudia Benassini

Las cero horas del martes 28 de mayo marcaron el inicio del apagón analógico en Tijuana. Desde meses atrás, la prensa se ocupaba esporádicamente del tema. El trayecto para la instalación de los decodificadores; el costo de la migración; los preparativos de los sistemas de televisión de paga para digitalizar sus señales y las posiciones sobre el proceso por parte de los consejeros de la Comisión Federal sobre Telecomunicaciones (Cofete). De hecho, a principios de marzo la prensa dio cuenta del cambio de fecha del apagón, prevista para el 16 de abril, a falta de evidencias de que el 90% de los hogares tijuanenses contaran con decodificadores para recibir la señal digital.

Unas semanas más tarde, nos enteramos de que un grupo de televidentes había iniciado un proceso de amparo contra el apagón: dos semanas antes de la suspensión de la señal analógica el despacho Krasovsky y Asociados informaba que un aproximado de 130 mil televidentes no contaban con el decodificador para recibir la señal digital. Cabe añadir que toda esta información se publicaba en las secciones financieras de los periódicos que cuentan con un número limitado de lectores dados los temas que incluye. Asimismo, radio y televisión conferían pequeños espacios dedicados al tema en secciones similares a las de la prensa. En suma,  entre principios de enero y el 28 de mayo la información sobre el apagón analógico fue muy limitada.

Unas horas después de iniciado comenzaron también las quejas, la mayoría apoyadas en los imprevistos no contemplados para acordar la fecha del inicio. La más sonada provino de diversos actores que recordaron que Baja California está ahora en campañas electorales y que un número importante de televidentes podría quedarse sin acceder a los spots de los diferentes partidos. Como si los spots fueran el elemento determinante en la decisión del voto, Gerardo Ruiz Esparza –secretario de Comunicaciones y Transportes- transmitió a la Cofetel la petición de postergar el apagón analógico hasta que concluyeran las elecciones en Baja California. Los consejeros del Instituto Federal Electoral se asomaron tímidamente a los medios para esgrimir argumentos similares al ya descrito. Y el presidente Peña Nieto ordenó la instalación de una mesa para atender las quejas, sin que hasta ahora conozcamos sus resultados.

Pero también se alzaron los detractores de los poderes fácticos. Detrás de esta solicitud estaba la mano de Televisa. En tanto que la medida era contraria a sus intereses, tras el argumento de las elecciones estaba la mano del consorcio, al que –al menos en este momento- no convenía la entrada de la televisión digital. En este sentido, el viernes 31 de mayo, una nota publicada en La Crónica de hoy daba cuenta de las declaraciones de Javier Tejado Dondé, director de información de Televisa. De acuerdo con sus declaraciones, la Cofetel –particularmente el consejero presidente Mony de Swann- era el único causante de que el apagón no se hubiera llevado a cabo. Televisa, añade Tejado, está lista desde hace tres años para el apagón analógico.

El mismo 31 por la tarde el pleno de la Cofetel acordó posponer el apagón analógico en Tijuana hasta después de los comicios del 7 de julio. Los críticos de siempre no aplaudieron la decisión en el contexto electoral: más bien se confirmó el triunfo de Televisa que, retrasando la llegada de la televisión digital, ganaba tiempo además de que los televidentes tijuanenses continuarían accediendo a su oferta programática. Desde luego, llamó la atención el acuerdo del pleno de la Cofetel, toda vez que desde que se iniciaron las protestas Mony de Swann había mantenido una posición: “El apagón va, sí o sí”. Cabe añadir que durante el fin de semana, a través de su cuenta de Twitter el titular de la Cofetel sostuvo largas conversaciones con sus seguidores. A través de esta red social mantuvo su posición favorable al apagón y reconoció que los argumentos del IFE serían los únicos obstáculos aparentes.

En este contexto, el lunes 7 de julio Reforma publicó una nota firmada por Carla Martínez, que presenta las opiniones de Aleida Calleja, presidenta de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información, y Gabriel Sosa Plata, académico de la UAM y experto en el tema. Ambos tienen dos argumentos en común. Primero, las televisoras –sobre todo Televisa- se oponen al apagón analógico porque la transición a la señal digital supondrá más competencia: recordemos que la recién aprobada Ley Federal de Telecomunicaciones autoriza la licitación a particulares de dos cadenas nacionales de televisión digital. Segundo, tendrán que devolver las frecuencias designadas para transmisiones analógicas y les permitirá retener menos espectro. “La retención del espectro se convierte en algo estratégico por que lo tienen los actuales operadores y en la medida en que no lo tengan los otros, se limita la posibilidad de que haya mayor competencia”, sostiene Sosa Plata. El mismo lunes la columna Telecomunicando de Irene Levy –presidenta de Observatel- publicada en El Universal abona en el mismo sentido. Además de que a la competencia de las nuevas cadenas de televisión digital añade el importante flujo de televisión a través de Internet, que día con día amplía sus redes y sus ofertas programáticas.

En resumidas cuentas, dos son los principales argumentos sobre el atraso del apagón analógico. El primero se relaciona con la importancia de la televisión en las campañas electorales que en este momento se llevan a cabo en Baja California. El segundo –con más seguidores- se apoya en las estrategias dilatorias de las televisoras para retrasar la medida buscando su beneficio. Una mirada reflexiva a todos los argumentos muestra que, a pesar de no estar relacionadas, ambas posiciones sostienen argumentos razonables. Mucho más razonables que las declaraciones de Tejado Dondé ya comentadas. Sin embargo, hay un tercer aspecto en el que se han detenido muy poco los analistas: la posición del televidente. El miércoles 29 de mayo, a través de su corresponsal en Tijuana, El Universal ofreció a sus lectores algunos testimonios de quienes se quedaron sin señal a partir de las primeras horas del 28 de mayo. Algunos corrieron a comprar decodificadores en tianguis sobre ruedas y tiendas de aparatos electrónicos. Otros, los de menos recursos, lamentaron la medida: únicamente tenían acceso al canal 3 de México cuando sus programas favoritos se transmiten por canales locales.

En este contexto, se mantienen los amparos contra el apagón analógico cuya meta es revertir la propuesta. Pero esta decisión tiene más que ver con los derechos del televidente a acceder a la programación de su preferencia, o a contar con un decodificador cuando no se tienen los recursos para adquirirlo. Dicho de otra manera, las medidas para aplazar el apagón analógico tendrían un sustento electoral, además del beneficio que representa para las televisoras. ¿Y el televidente? Pocos analistas se ocupan de él –entre ellos Sosa Plata- y menos aún lo incorporan como un importante eslabón en la cadena de producción-transmisión de televisión. Cierto que, como argumenta Levy, la llegada de la televisión digital multiplicará la oferta programática por este medio y/o por Internet. ¿Serán de su interés los nuevos contenidos o continuarán los viejos hábitos de la programación de siempre ahora transmitida a través de señales digitales? En otras palabras, en las largas discusiones sobre el aplazamiento del apagón analógico se presentan argumentos que favorecen la situación actual de las televisoras, sobre todo Televisa. Al menos una parte de estos análisis corre por cuenta de quienes –por distintas razones- tienen una mínima o nula exposición al medio. Quizá por ello no reflexionan sobre lo que significa quedarse sin señal para una persona que encuentra en la televisión una fuente de entretenimiento en casa o en algunas actividades laborales.

Sin duda alguna es inevitable que México entre a la televisión digital con todas sus implicaciones. Desde las tecnológicas como no contar con los dispositivos para acceder a sus señales hasta el incremento de la oferta programática vía las televisoras actuales, el incremento de la competencia y el crecimiento de la televisión por Internet. Seguramente habrá mejoría en la calidad de los contenidos, en la variedad de esta oferta e incluso veremos nuevos géneros televisivos. Pero no será fácil para el televidente adaptarse a los cambios de un momento a otro. Argumentos que no están presentes en los análisis sobre la migración digital y que cobran dimensión cuando los contextualizamos en los televidentes promedio. Después de todo, sigue siendo válido el argumento del sociólogo británico Roger Silversone: los medios no son aceptados de manera inmediata y espontánea; es necesario domesticarlos. Y siempre son los medios los que se adaptan a las audiencias, no al revés.

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