Albert Camus, aniversario, ciclos…

RMC: Una ventana al estudio de la Comunicación

 

Foto: "Albert Camus" por Henri Cartier-Bresson./flickr, Mitmensch0812.

Foto: «Albert Camus» por Henri Cartier-Bresson./flickr, Mitmensch0812.

Por: Omar  Raúl  Martínez

 

En  noviembre  7  de  2013  se  cumple  un  siglo  del  natalicio  de  Albert  Camus,  notable  escritor,  filósofo  y  periodista  cuya fortaleza  de  convicciones  y  lejanía  de  sectas,  fanatismos  e  ideologías,  le  hicieron  ganar  adversarios  de  tintes  diversos.  Las  ideas  extraídas  de  un  librito  recientemente  descubierto,  titulado  Moral  y  política  (Editorial  de  la  Universidad  Juárez  del  Estado  de  Durango,  2009),  que  reúne  una  selección  de  artículos  publicados  en  el  periódico  Combat  entre  1946  y  1948,  dibujan  al  escritor  de  cuerpo  entero  en  su  mirada  ética  de  la  vida  política  y, aunque  de  manera  sesgada,  del  quehacer  periodístico.  Sirvan,  pues,  las  siguientes  palabras  textuales  para  recordar  a  Albert  Camus  que,  más  allá  de  reflejar  circunstancias  propias  de  su  tiempo,  aguijonean  nuestro  entorno  por  su  vigorosa  actualidad.

 

1. Por querer lo mejor, se dedica uno a juzgar lo peor y también a veces lo que sólo está menos bien. En una palabra, se puede adoptar la actitud sistemática del juez, del maestro de escuela o del profesor de moral. Desde esta profesión [de periodista], para llegar a la jactancia o a la tontería no hay más que un paso. Esperemos no haberlo dado. Pero no estamos seguros de haber escapado siempre al peligro de dar a entender que creemos tener el privilegio de la clarividencia y la superioridad de los que no se equivocan jamás.

2. El periodismo no es escuela de perfección: son necesarios cien números de un periódico para precisar una sola idea. Pero esta idea puede ayudar a precisar otras, con la condición de que se tenga, al examinarla, la misma objetividad que se tuvo al formularla. Puede ser también que nos equivoquemos y que nuestro método sea utópico o imposible. Pero pensemos que no podemos afirmarlo antes de haberlo intentado.

3. Hay que curar esos corazones envenenados. Y mañana lograremos sobre el enemigo la victoria más difícil, al entablar la lucha en nosotros mismos con ese esfuerzo superior que transforme nuestra sed de odio en deseo de justicia. No ceder al odio, no hacer ninguna concesión a la violencia, no consentir que nuestras pasiones nos cieguen, esto es lo que todavía podemos hacer por la amistad y contra el hitlerismo. Aún hoy, algunos periódicos se entregan a la violencia y al insulto. De ese modo, estamos cediendo ante el enemigo. Por el contrario, se trata para nosotros de no permitir jamás que la crítica se mezcle con el insulto, se trata de admitir que nuestro oponente puede tener razón y que, en todo caso sus razones, aunque sean malas, pueden ser desinteresadas. Se trata, en fin, de rehacer nuestra mentalidad política. ¿Qué significa todo esto? Si reflexionamos sobre ello, significa que debemos preservar la inteligencia.

4. Para nuevos tiempos son necesarias, si no palabras nuevas, al menos un nuevo ordenamiento de palabras. Sólo el corazón y el respeto que inspira el verdadero amor pueden dictar este nuevo enfoque.

5. Aun ahora se maltrata a la inteligencia. Eso solo prueba que el enemigo no ha sido aún vencido. Basta con que hagamos el esfuerzo de comprender sin ideas preconcebidas.

6. Hay en toda amargura un juicio sobre el mundo. La decepción lleva a generalizar.

7. La amistad es la ciencia de los hombres libres. Y no hay libertad sin inteligencia y sin comprensión recíprocas.

8. Quisiera que no cediesen cuando se les diga que la inteligencia está siempre de más, cuando se les pretenda probar que es lícito mentir para triunfar más fácilmente. Quisiera que no cediesen ante la astucia, ni ante la violencia, ni ante la abulia.

9. Felizmente, cuando conservamos esperanzas razonables, nos sentimos más fuertes.

10. Demócrata, en definitiva, es aquel que admite que el adversario puede tener razón, que permite, por consiguiente, expresarse y aceptar reflexionar sobre sus argumentos. Cuando los partidos o los hombres están demasiado persuadidos de sus razones como para cerrar la boca de sus oponentes por la violencia, la democracia deja de existir.

11. No quisiera que nadie creyera que el futuro del mundo puede prescindir de nuestras fuerzas de indignación y de amor.

12. Lo que hay que combatir hoy son el miedo y el silencio, y con ellos la separación de los espíritus y de las almas que ese miedo y ese silencio producen. Lo que hay que defender es el diálogo y la comunicación universal entre los hombres. La servidumbre, la injusticia, la mentira son las plagas que rompen esa comunicación e impiden el diálogo. Por eso debemos rechazarlas.

13. Los griegos sabían que hay una parte de sombra y otra de luz. Hoy sólo vemos la sombra y la tarea de quienes no quieren desesperarse es recordar la luz, los mediodías de la vida. Pero es una cuestión de estrategia. En todo caso, a lo que hay que tender no es al aniquilamiento, sino al equilibrio y al dominio de sí mismo.

14. Si bien los hombres no son inocentes, son culpables tan solo de ignorancia.

15. No hay vida sin diálogo. Y en la mayor parte del mundo, el diálogo se sustituye hoy por la polémica. […] Pero, ¿cuál es el mecanismo de la polémica? Consiste en considerar al adversario como enemigo, en simplificarlo, en consecuencia, y en negarse a verlo.

16. El objetivo que debemos perseguir es que la vida sea libre para cada uno y justa para todos.

17. No hay vida sin persuasión. Y la historia de hoy sólo conoce la intimidación. Los hombres viven, y solamente pueden vivir, con la idea de que tienen algo en común, que les permitirá volver a encontrarse.

18. La astucia, la violencia y el sacrificio ciego de los hombres son medios que se probaron durante siglos. Esa prueba fue amarga. Sólo queda por intentar la vía normal y simple de una honestidad sin ilusiones, de la prudente lealtad y de la obstinación para, únicamente, fortalecer la dignidad humana.

19. El camino de la simple justicia no es fácil de encontrar entre los clamores del odio, por una parte, y los alegatos del remordimiento, por la otra.

20. Saber decir no, esforzarse cada uno desde su puesto en crear los valores vitales de los que ninguna renovación podrá prescindir, mantener lo que vale, preparar lo que merece vivirse, y practicar la felicidad para que se dulcifique el terrible sabor de la justicia, son motivos de renovación y de esperanza.

 

Aniversario de RMC

En septiembre pasado, la Revista Mexicana de Comunicación (RMC) cumplió sus primeros 25 años de vida. En uno de los tres actos organizados para celebrar dicho aniversario, tuve la oportunidad de compartir algunas ideas y anuncios que enseguida transcribo. Se trata de cinco reflexiones, una por cada lustro de vida de RMC:

1. En el periodo que va de 1988 a 2013 ocurrieron los sucesos políticos, sociales y comunicacionales que han perfilado un nuevo rostro a nuestro mundo y a México: la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la URSS, la guerra del Golfo Pérsico, el atentado y desplome de las torres gemelas, la guerra de EU contra Irak y el terrorismo, y la asunción de un Presidente de raza negra en Estados Unidos; también la irrupción globalizadora de las nuevas tecnologías asociadas al mercado, el levantamiento zapatista que descompuso los frágiles lazos de control a la prensa mexicana, el inicio de un periodismo menos acrítico en nuestro país, el despegue de la mercadotecnia política y la disputa electoral, el arribo del PAN a Los Pinos, el impulso de la transparencia de la información pública, el aparente sometimiento del poder público al duopolio televisivo, la incipiente  recomposición mediática generada por la Internet y las redes sociales, y el reciente guiño esperanzador de una reforma legislativa en materia de telecomunicaciones y radiodifusión… Veinticinco años que, sin duda, han cambiado a la humanidad y a nuestro país. Y en materia de comunicación, por fortuna, todo ello ha quedado registrado en las páginas de Revista Mexicana de Comunicación.

2. Desde un principio nos propusimos consignar, analizar y escrutar los fenómenos comunicativos desde el abordaje de la divulgación, pero también hacer de RMC un espacio de encuentro, un apoyo o un referente para el ámbito académico y profesional, sin soslayar la vinculación con la sociedad civil organizada.

A lo largo de cinco lustros, estos afanes han estado acompañados de cuatro búsquedas permanentes: a) la concatenación del ensayo con trabajos periodísticos; b) la apertura para publicar a nuevos exponentes de la investigación y el periodismo; c) la variedad o pluralidad de autores procedentes de un sinnúmero de universidades; d) el impulso de RMC con el concepto de Revista-Libro cuyos contenidos tiendan a significar un referente continuo.

Al mirar en retrospectiva las 135 ediciones, destacan temas tales como el análisis del quehacer mediático, la libertad de expresión, la comunicación política, el derecho de la información, el periodismo mexicano e internacional, las telecomunicaciones y la internet, el curso de la radio, la TV, la prensa y el cine nacionales; la ética informativa, entre tantos otros tópicos.

3. Detrás de este foro de divulgación, de esta ventana al estudio y al quehacer de la comunicación, ha habido personas comprometidas sin cuya voluntad, entrega y entusiasmo habría sido imposible lograr 25 años de vida interrumpida, aunque no exenta de tolvaneras.

El hecho de alcanzar cinco lustros ha sido posible gracias a un trabajo colectivo, a una convicción por aportar contenidos valiosos, a una indiscutible dosis de idealismo, a un afán por cambiar las circunstancias y generar masa crítica…

Por ello no quiero dejar pasar la oportunidad para reconocer al actual equipo editorial que ha entregado alma, tiempo y vida para mantener este proyecto social y académico. Asimismo agradecemos infinitamente su tiempo y su respaldo a nuestros amigos investigadores, periodistas, estudiantes y anunciantes.

4. Durante por lo menos su primera docena de vida, la RMC caminó prácticamente sola en el terreno de las publicaciones divulgativas especializadas. Con el tiempo, por fortuna se abrieron nuevos espacios que hoy airean y estimulan el análisis, la reflexión y el debate.

Esta nueva realidad, aunada al desarrollo de internet, nos convoca a redefinir nuestra dinámica interna, nuestros formatos, nuestra relación con los públicos, pero siempre manteniendo vigentes nuestros propósitos primigenios de vinculación al terreno académico y profesional.

En este sentido se inscribe hoy la renovada faceta digital de Revista Mexicana de Comunicación cuyo joven editor en línea, Jorge Tirzo, ha reactivado su presencia para ponernos a la altura de las nuevas exigencias y necesidades tecnológicas, sociales y académicas. Con tal propósito, habremos de  fortalecer RMC on line desarrollando y ofreciendo nuevos contenidos y servicios: blogs, suplementos especiales, secciones especializadas, videos, entre otros. En esa tesitura, los convocamos a seguir cerca de nosotros en este nuevo trayecto.

5. Por último, les quiero compartir una revisión personal y profesional: hace justamente cinco lustros me incorporé a la Fundación Manuel Buendía (FMB) que, en ese entonces, cocinaba la aparición de la Revista Mexicana de Comunicación, proyecto al que me sumé de inmediato de la mano de Miguel Ángel Sánchez de Armas.

Pocos años después, en septiembre de 1992, recibí y acepté la estafeta para dirigir esta publicación que hoy celebra sus 25 años de vida.

Hacía septiembre del año 2000, asumí la presidencia de la FMB  –en realidad, la madre de la RMC–  desde la cual hemos tratado de contribuir a la reflexión, el estudio y la profesionalización de los medios informativos a través de la edición de libros, la realización de cursos y talleres, el impulso de estudios en materia de libertad de expresión, entre otros quehaceres.

Luego de 13 años al frente de la Fundación, considero indispensable concluir este ciclo como su presidente a partir de noviembre próximo. Se ha creado una comisión directiva, encabezada por Gabriela Buendía Ávalos, que habrá de encauzar las tareas subsiguientes de esta asociación civil, siempre con el respaldo de quienes hemos contribuido a su construcción.

Por mi parte, seguiré contribuyendo de manera incondicional y entusiasta como director de Revista Mexicana de Comunicación, hasta que la Fundación Manuel Buendía y el cuerpo me lo permitan.

Para concluir, como hace 10 años, rescato lo que Saint Exupery, autor de El Principito, escribió alguna vez:

Si quieres construir un barco, no reclutes hombres para que recojan madera, ni dividas el trabajo, ni des órdenes. En lugar de ello, mejor enséñales a anhelar el inmenso e infinito mar.

Estoy convencido de que la RMC hoy celebra 25 años de vida porque, junto con todos ustedes  –lectores, colaboradores, amigos, compañeros–, seguimos aprendiendo a amar ese inmenso e infinito mar…

 

 

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