Dame un beso como en las películas

¿Las historias románticas distorsionan nuestras relaciones amorosas?

 

Foto: "Beso" por Carlos Allevato @Flickr

Foto: «Beso» por Carlos Allevato @Flickr

¿Alguna vez se ha preguntado en qué grado nuestros comportamientos y expectativas afectivo-amorosas son producto de una construcción social filtrada por los medios de comunicación en telenovelas, películas, libros, publicidad, revistas, música y diversos contenidos mediáticos que nos muestran un modelo de historias románticas transformadas en ideales amorosos que esperamos ocurran en nuestras vidas? Lo anterior resulta en una serie de «expectativas irreales» sobre el amor, el romance y el sexo, que generan insatisfacciones entre las parejas, tanto heterosexuales como homosexuales. A medida que la cultura homosexual tiene mayor presencia mediática, principalmente en películas y series de televisión, también se han generado estereotipos de cómo debería ser el amor entre parejas del mismo sexo.

 

Por Raúl López Parra

Publicado en RMC #137

Antes de avanzar en el análisis, le invito a responder el siguiente test, contenido en el libro Sex, Love and Romance in the Mass Media (2004), de Mary-Lou Galician, investigadora de la Universidad de Arizona,  quien se ha dedicado a indagar cómo los medios influyen en nuestras concepciones amorosas. La traducción al español fue realizada por el autor para fines de divulgación de este artículo:

Tu pareja perfecta esta cósmicamente predestinada, así que nada ni nadie puede separarlos.

_ Falso _ Verdadero

El amor a primera vista existe.

_ Falso _ Verdadero

Tu verdadera alma gemela debería saber lo que tú estás pensando o sintiendo sin que tengas que decírselo.

_ Falso _ Verdadero

Si tu pareja está realmente hecha para para ti, sus relaciones sexuales serán maravillosas y fáciles.

_ Falso _ Verdadero

Para atraer y mantener a un hombre, una mujer debe verse como una modelo.

_ Falso _ Verdadero

El hombre no debe ser más bajo de estatura, ni más débil, ni más joven, ni más pobre, o menos exitoso que la mujer.

_ Falso _ Verdadero

El amor verdadero de una mujer buena y fiel puede cambiar a un hombre de ser una «bestia» a convertirse en un «príncipe».

_ Falso _ Verdadero

Las disputas y peleas constantes en la pareja muestran que se aman apasionadamente.

_ Falso _ Verdadero

Todo lo que necesitas es amor, por ello no importa si tú y tu pareja tienen diferentes valores y creencias.

_ Falso _ Verdadero

Tu alma gemela te complementa, cubre tus necesidades y hace que tus sueños se hagan realidad.

_ Falso _ Verdadero

En la vida real, los actores y actrices son a menudo muy parecidos a los personajes románticos que representan.

_ Falso _ Verdadero

Dado que las representaciones de amor y romance en los medios de comunicación no son «reales», no tienen influencia en mí.

_ Falso _ Verdadero

Si usted contestó falso a las 12 afirmaciones, entonces puede considerarse que está libre de la influencia de los mitos y estereotipos que los medios difunden sobre las relaciones amorosas. Pero si respondió verdadero en al menos una afirmación, usted forma parte de las mujeres, hombres, niños, ancianos, solteros y comprometidos que creemos, o quisiéramos creer, que es real el ideal amoroso que nos presentan las narrativas mediáticas.

Mary-Lou Galician, quien además de académica es activista en favor de la alfabetización mediática de las audiencias, para enseñarles a discernir y consumir críticamente los contenidos, nos expone:

«Los medios son poderosos agentes de socialización que confían en la simplificación, distorsión de la realidad, y la dramatización de los símbolos y esterotipos para comunicar sus mensajes, por ello no deberíamos sentirnos tan mal si terminamos con algunas expectativas irreales» (Galician, 2004).

Estas narrativas mediáticas sobre el amor han sido catalogadas como «pornografía emocional». Al igual que la pornografía nos muestra fantasías sobre el sexo, la «pornografía emocional» (telenovelas, melodramas hollywoodenses, coreanos, etcétera) presenta fantasías sobre el amor y el romance.

Si se tomasen estos contenidos como lo que son, productos culturales de entretenimiento, todo marcharía bien. El problema radica cuando estas ilusorias imágenes del amor o aspiraciones del mismo se convierten en un motivo de presión personal e interpersonal. Cuando las fantasías se llevan al terreno de la realidad, las personas pueden pasarlo muy mal al no encontrar el «ideal amoroso de película» con el que han soñado toda su vida.

El resultado: mujeres que tienen una gran lista de requisitos para sus eventuales parejas y esperan la llegada del príncipe azul; hombres que buscan modelos de belleza, comprensión y humildad, al grado de la sumisión. Lo anterior resulta en el aumento de la soltería, en un sentimiento de soledad y al mismo tiempo en la incapacidad de comprometerse con el otro.

En términos del aprendizaje amoroso, los latinoamericanos han sido moldeados por los melodramas televisivos. Sin embargo, el crecimiento de la clase media, el acceso a mayores niveles educativos y la interconectividad en internet han propiciado una mayor diversidad en las formas de consumo mediático y, por ende, el acceso a otros modelos de representación amorosa.

A fin de conocer los tipos de consumos de historias románticas y entender el grado de influencia en las personas, deben considerarse los niveles socioeconómicos, culturales, educativos, las edades, el género, las preferencias sexuales y la religión. Los modelos amorosos no son los mismos para un adolescente que vive el proceso de construcción de su identidad, que para un hombre de 50 años, quien ya ha encontrado su espacio en la sociedad. Tampoco para una joven de clase media urbana que para una hija de campesinos, ni para un católico que para un ateo.

Si bien en el Siglo XXI se ha democratizado el consumo mediático: las audiencias tienen la posibilidad de ver una telenovela latinoamericana lo mismo que una coreana (la popularidad de estos programas ha crecido gracias a Internet); sigue siendo la industria cultural de Estados Unidos la de mayor consumo global. Poco pueden tener en común una chica mexicana y una singapurense, salvo que ambas conocen la serie Sexo en la Ciudad (Sex and The City). El modelo del amor romántico moderno que hoy conocemos comenzó desde el Siglo XVIII y tuvo su representación mediática en el Siglo XIX, cuando el consumo de las novelas románticas comenzó a popularizarse entre la burguesía.

El sociólogo Anthony Giddens en su libro La transformación de la intimidad: Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas (1992) refiere que el amor romántico debe separarse del amor pasional, el cual tiene una categoría universal y se caracteriza por su conexión entre la atracción sexual y el amor. En cambio, el amor romántico tiene un carácter cultural, menos instintivo, que se aprende según las convenciones de cada sociedad.

En la etapa pre moderna de las sociedades, las relaciones de pareja eran arreglos y acuerdos entre familias, en los cuales los protagonistas tenían poco qué decir. Por tanto, los hombres no se veían en la necesidad de aprender los cortejos amorosos y las muestras de afecto eran casi nulas. La sexualidad era vista con fines meramente reproductivos, dado que no existían los métodos anticonceptivos para desligar la reproducción del placer, además de que durante el parto se registraba una alta tasa de mortalidad.

«Los ideales del amor romántico han influido más, durante mucho tiempo, en las relaciones de las mujeres que en las de los hombres; aunque éstos, desde luego, también hayan sido condicionados por ellos. El ethos del amor romántico tiene un doble impacto sobre la situación de las mujeres. Por un lado, ha contribuido a poner a la mujer ‘en su sitio’, que es la casa. Por otro lado, en cambio, el amor romántico puede ser visto como un compromiso activo y radical contra el ‘machismo’ de la sociedad moderna» (Giddens, 1992).

En la medida en que se desarrollaron los métodos anticonceptivos, el sexo como acto de reproducción se transformó en un concepto más amplio de la sexualidad, como una definición de la libertad personal respecto al sexo. Cuando el modelo de los matrimonios arreglados por los padres cede a la libertad de los hijos para elegir a sus parejas, entonces se desencadena un crecimiento del concepto romántico del amor y ello se ve reforzado por la aparición de literatura romántica.

En este contexto, los hombres deben aprender a seducir a las mujeres, a conquistarlas, mientras que ellas deben aprender a escoger al pretendiente que ofrezca las mejores condiciones amorosas y materiales para el matrimonio. Los métodos anticonceptivos propician un mayor desarrollo para el placer sexual. Así, las mujeres están en las misma condiciones que los hombres para explorar su sexualidad y la virginidad ya no es vista como el única virtud. Sin embargo, en la modernidad se gesta una doble moral. Los hombres que tienen varias relaciones siguen siendo vistos con admiración, mientras que las mujeres con amplia experiencia sexual son vistas como poco deseables.

Ello no quiere decir que en la modernidad las mujeres hayan renunciado a explorar su sexualidad, ocurre que han aprendido a ser discretas respecto a sus experiencias sexuales o comentarlas sólo con sus círculos de confianza, mientras que en público y con la familia muestran una imagen de mayor fidelidad y recato. En los medios de comunicación los hombres siguen protagonizando los roles de infidelidad, pero los personajes femeninos son presentados con más frecuencia como susceptibles de ser infieles y estar al mismo nivel de la seducción varonil.

«El amor rompe con la sexualidad a la vez que la incluye. La ‘virtud’ asume un nuevo sentido para ambos sexos, y ya no significa sólo inocencia, sino cualidades de carácter que seleccionan a la otra persona como ‘especial'», explica Giddens (1992).

En la actualidad, más que modernidad o pre modernidad, las sociedades se catalogan entre desarrolladas, en desarrollo y subdesarrolladas. Liberales o conservadoras. En este contexto, los contenidos mediáticos de cada país están ligados con el grado de libertad de expresión, más que con  el nivel de desarrollo económico. En sintonía, el amor romántico representado en los medios sigue los valores dominantes de cada sociedad.

Como ejemplo, en China los padres influyen en alto grado en las relaciones amorosas de sus hijos, aunque cada vez existen menos matrimonios arreglados. Las historias amorosas presentadas en las telenovelas chinas definen muy bien que el rol de los hijos es atender las indicaciones de sus progenitores, haciendo honor a la tradición confucionista.

En cambio, Estados Unidos, representado ante el mundo como una de las sociedades más liberales -no olvidemos que la principal industria de la pornografía se encuentra en Los Ángeles- en las series televisivas y películas los personajes tienen sexo en la primera cita y ello no implica un mayor compromiso.

Si miramos hacia Latinoamérica vemos que en las telenovelas los padres no tienen un peso determinante en las relaciones amorosas, no obstante los personajes son apegados a la familia.

¿Cómo podrían estos programas tener un impacto en la forma en que concebidos el amor? Una clave está en el tiempo que hemos estado expuestos al consumo de estas historias.

De acuerdo con la Teoría del Cultivo, desarrollada en 1969 por George Gerbner y Larry Gross, investigadores de la Universidad de Pensilvania, se establece que un consumo prolongando de televisión produce que las audiencias desarrollen creencias e ideas derivadas de los programas que consumen, los cuales distorsionan su perspectiva de la realidad. Bajo esta teoría se han realizado diversos estudios para identificar cómo el consumo de historias románticas puede distorsionar nuestros ideales de amor. En opinión de Albert Bandura, investigador de Sociología Cognitiva, la teoría corrobora que no es sólo a través de la experiencia como las personas aprenden, también lo hacen mediante el aprendizaje vicario, esto es mediante la observación del comportamiento de otros. (Banaag, Rayos, Aquino-Malabanan, & Lopez, 2014).

Ello explica por qué es más susceptible que las historias románticas tengan un mayor impacto entre los jóvenes y por qué este segmento social es el que está en mayor disposición de dar por reales los estereotipos de amor que ven en telenovelas y películas. En consecuencia, los jóvenes suelen demandar más de sus parejas con acciones o pruebas de amor tal cual son representadas en los contenidos mediáticos.

Si bien no existen estudios concluyentes, los datos empíricos refieren que los condicionamientos de las representaciones amorosas están ligadas a las características socioeconómicas de las audiencias, sexo, edad, creencias, posición económica. Además, también deben considerarse las experiencias personales en torno a las relaciones amorosas. La mejor forma de descubrir nuestros condicionamientos producto de los consumos mediáticos es un examen autocrítico de qué expectativas se tienen sobre la pareja ideal y el contexto social en el cual nos desarrollamos. Lo mejor es observar a las personas como son, y no las ideas que tenemos sobre cómo deberían ser las personas a las cuales amamos o quisiéramos amar.

 

Bibliografía

  • Banaag, M. G., Rayos, K. P., Aquino-Malabanan, M., & Lopez, E. R. (Julio de 2014). The Influence of Media on Young People’s Attitudes towards their Love and Beliefs on Romantic and Realistic Relationships. International Journal of Academic Research in Psychology .
  • Galician, M.-L. (2004). Sex, Love & romance in the mass media : analysis & criticism of unrealistic portrayals & their influence. Londres, Reino Unido: Lawrence Erlbaum Associates.
  • Giddens, A. (1992). La transformación de la intimidad Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. Madrid, Madrid, España: Cátedra.

 

 

1 comentario a este texto
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