Los gigantes de los medios

Global Media Giants

Global Media Giants

Por Jorge Bravo*

La economía política de la comunicación y la cultura (EPCC) vive un nuevo momento de esplendor. Los más recientes procesos de consolidación de empresas de comunicación e información alertan sobre posibles afectaciones a la competencia, el libre flujo, la pluralidad, la diversidad y el ejercicio pleno de la libertad de expresión y el derecho a la información. La forma como las empresas de comunicación ejercen el poder y se vinculan con los consumidores, las instituciones públicas y el mercado en el siglo 21 merece reflexiones más amplias para comprender las profundas transformaciones que están experimentando las estructuras de las grandes corporaciones de medios.

Un total de 28 de los más destacados investigadores de la Sección de Economía Política de la International Association of Communication Research (IAMCR) se han dado a la tarea de reunir estudios de caso de las corporaciones de medios con más poder a nivel global, regional y nacional en función de sus ingresos.

Los autores siguen una misma matriz metodológica: antecedentes históricos, perfil económico (datos financieros, estructura corporativa, estrategias corporativas y nuevos desarrollos), perspectiva política (propiedad, consejo de administración, trabajo, relaciones con gobierno, responsabilidad corporativa), consideraciones culturales (simbólicas, ideológicas, productos y servicios) y conclusiones. Destaca el apartado de “nuevos desarrollos” porque se enfoca en los movimientos corporativos y estratégicos que en el futuro podrían convertirse en nuevas divisiones de negocio tan o más rentables que el oficio base de las empresas.

Emulando un señero artículo de Robert McChesney publicado en Extra! (“The Global Media Giants”, 1 de noviembre de 1997), en Global Media Giants (Routledge, 2016) se propone una clasificación de estos titanes de la comunicación con base en la variable “territorio”. Así, la primera parte reúne a los gigantes globales: Walt Disney (analizado por Janet Wasko), National Amusements Incorporated (Eileen R. Meehan), Time Warner (Scott Fitzgerald), Comcast (Lee McGuillan y Victor Picard) y News Corporation (Graham Murdoch). Todos estos corporativos están asentados en Estados Unidos pero sus divisiones operan globalmente y han estado presentes desde hace décadas en el imaginario colectivo y las prácticas de consumo de la población. Son marcas conocidas y tradicionalmente han dominado el flujo de información y contenidos EUA-resto del mundo.

En la segunda parte encontramos a los gigantes regionales y geolingísticos (una nueva variable se incorpora para definir el criterio de clasificación: el idioma). Televisa (Rodrigo Gómez), América Móvil (Gabriel Sosa Plata), Bertelsman (Jörg Becker), Vivendi (Philippe Bouquillion), Mediaset (Benedetta Brevini y Lucasz Swiatek), Telefónica (Gabriela Martínez), Grupo Prisa (Luis Albornoz), Globo (Joe Straubhaab) y Sony (Wiliam Kunz) son los emporios mencionados.

En este “agrupamiento” de consorcios se identifican algunos problemas pero sobre todo dinámicas interesantes que ya no pueden desvincularse del análisis crítico de la estructura de medios. La digitalización y convergencia han transformado los procesos de producción, distribución y consumo de los bienes y servicios infocomunicacionales y culturales. Los gigantes han diversificado aún más sus negocios pero cada vez es más difícil diferenciar entre sus ramas y segmentos, pues están plenamente integradas y buscan adaptarse a las condiciones del consumo digital multiplataforma.

En esta segunda parte de Global Media Giants encontramos a empresas tradicionales de medios (Televisa, Globo, Vivendi o Mediaset) que durante décadas han dominado en sus respectivos territorios la producción televisiva, radial, musical y editorial, pero que comienzan a tener una presencia cada vez más destacada en redes de telecomunicaciones, sobre todo de televisión de paga (Televisa, Prisa) pero también inalámbricas y de banda ancha (Vivendi). Se trata de enormes empresas de medios nacionales que se consolidan vertical y horizontalmente y que eventualmente se expanden a otros territorios. Bertelsman siempre ha sido un caso aparte; el conglomerado alemán es uno de los más importantes en la producción editorial y sus sellos se encuentran en las librerías físicas y digitales del orbe.

La primera novedad de este compendio de investigación (editado por los investigadores Benjamin J. Binkinbine, Rodrigo Gómez y Janet Wasko) es que retoma para su análisis a los operadores de telecomunicaciones con una sólida presencia regional (América Móvil y Telefónica). Sin duda, se trata de conglomerados de una enorme talla y beneficios en términos de ingresos y suscriptores. Sin embargo, los dos casos que se analizan no son los únicos ni los más importantes.

La publicación no menciona a AT&T que, exclusivamente asentada en Estados Unidos, es por mucho el operador de telecomunicaciones con mayores ingresos en el mundo; recientemente consolidó las operaciones regionales de DirecTV, por lo que también distribuye señales de televisión. El libro tampoco hace referencia a los gigantes chinos de telecomunicaciones que dominan en términos de suscriptores y conexiones. Otras empresas regionales de telecomunicaciones como Vodafone, Millicom, Liberty Global, Deutsche Telekom o las poderosas NTT Docomo de Japón, Airtel de India o Etisalat en el mundo árabe tampoco son referidas.

Es decir, la selección de empresas vinculadas a la industria de las telecomunicaciones es débil; no obstante, resulta relevante que hayan sido tomadas en cuenta las empresas de redes, hasta hace poco ignoradas porque no representaban un riesgo en términos de competencia, pluralidad, diversidad, derecho a Internet y de acceso a las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Queda claro que hoy en día las telecomunicaciones tienen un papel destacado como proveedores de acceso al Internet fijo y móvil, y que a través de las redes de banda ancha circula un tráfico creciente de datos, contenidos e información.

Sony es un caso paradigmático en la organización de la obra porque fue insertado como gigante regional cuando en realidad es global, y la variable lingüística no es relevante como sí lo es para el caso de Televisa y Globo (principales productores de contenidos en español y portugués en el mundo). Si se observan los ingresos por segmento de Sony, los dispositivos móviles representan 19.8 por ciento; sin embargo, el autor se enfoca en los contenidos tradicionales como señales de televisión, películas o música que en conjunto representan 30.4 por ciento del total de ingresos de Sony. Es decir, en general se aprecia un sesgo hacia privilegiar el análisis hacia las industrias de medios tradicionales, cuando ya existe una plena convergencia de redes, medios, contenidos, plataformas y estrategias. ¿Podemos desvincular la fabricación de smartphones de los contenidos de Sony? Claramente no. En las películas de James Bond se publicitan teléfonos Sony Xperia. Algunas de estas interfaces móviles se diseñan y fabrican específicamente para soportar los gráficos y videojuegos de la empresa japonesa. Lo anterior equivaldría a desvincular Android de Google, aunque el sistema operativo móvil no le genere ingresos al principal buscador de Internet. Es evidente la necesidad de analizar todos y cada uno de los segmentos y las conexiones estratégicas y corporativas entre ellos, las cadenas de valor a la manera de las industrias culturales y la integración conglomeral de los grupos.

La tercera parte reúne revisiones regionales; nuevamente la variable “territorio” vuelve a ser central: Suramérica (Guillermo Mastrini y Martín Becerra), Medio Oriente (Gholam Khiabany), África Subsahariana (Téwodros Workneh), Europa del Este (Sandra Basi Hrvatin y Brankika Setkovik), Sur de Asia (Pradip Thomas), Este de Asia y China (Yu Hong) y Australia y Nueva Zelanda (Martin Hirst, Wayne Hope y Peter Thompson). Los autores ofrecen una radiografía de las corporaciones y grupos de medios y (en algunas regiones) telecomunicaciones más importantes.

La cuarta parte es quizá la más novedosa de la publicación por la “temprana” existencia de las empresas de Internet. Apple (Toby Miller y Richard Mazwell), Microsoft (Benjamin Birkinbine), Google (Micky Lee), Amazon (Andrew Calabrese y Tyler Robins) y Facebook (Christian Fucks) son las empresas analizadas. Como en el caso de los conglomerados de medios globales, su sede se ubica en la Unión Americana. ¿Internet está replicando la preponderancia y desequilibrio de las compañías, flujos, contenidos y tecnologías de Estados Unidos por sobre el resto del mundo? Sin duda, esas empresas son centrales dentro del nuevo ecosistema digital que ellas mismas están contribuyendo a configurar; sin embargo, llama la atención la ausencia de empresas como la surcoreana Samsung (que rivaliza en tamaño con Apple e incluso vende más teléfonos que su competidora de Cupertino), la china Alibaba (cuyas operaciones de comercio electrónico superan a Amazon), Netflix en el video por streaming (con más suscriptores que Comcast) e incluso Huawei (también en la fabricación de dispositivos móviles).

Aunque la presencia de marca de los cinco gigantes de Internet analizados en el libro es innegable, la selección es arbitraria: Apple obtiene la mayor parte de sus ingresos de la fabricación de equipos tecnológicos, siendo el iPhone el principal; Microsoft centra su negocio en la venta de licencias de software; la mayor proporción de los ingresos de Google proviene de su buscador; Amazon es un portal de comercio electrónico, en tanto que Facebook obtiene sus ingresos de los anunciantes. Es decir, en estricto sentido, ninguno de los gigantes de Internet es un “medio”, pero todos son plataformas, un nuevo modelo de distribución y consumo que difiere de los tradicionales de flujo o edición.

La quinta y última parte analiza los gigantes globales de la medición de audiencias y la publicidad: Nielsen (Daniel Biltereyst) e Interpublic Group of Companies (Christopher Chávez).

La obra concluye con una reflexión de los editores Binkinbine, Gómez y Wasko, quienes hacen un llamado a poner atención –desde una persectiva crítica– en cómo los medios ejercen el poder (media power) económico, político y cultural, y cómo distribuyen de forma inequitativa los recursos comunicacionales.

Con base en esa misma mirada crítica, un concepto que merece ser repensado y redefinido es precisamente el de “medios”, que además intitula el libro y enfoca la reflexión de los autores hacia las empresas de medios tradicionales. No obstante, no todas las empresas seleccionadas en el compendio son medios; algunas siguen operando primordialmente como redes de telecomunicaciones, otras más son empresas de software y unas más son plataformas intermediarias entre los usuarios o consumidores y los fabricantes de bienes o productores de contenidos. Lo anterior evidencia la pertinencia de la obra y pone sobre relieve las continuidades pero tambien los cambios que se han producido en el sector infocomunicacional a nivel global, regional y local en un momento de enormes incertidumbres, riesgos y transformaciones.   

Como se aprecia en el texto de 1997 de Robert McChesney publicado en Extra!, todavía hoy permanecen los gigantes globales de medios, pero a lado de ellos se encuentran los grandes operadores de telecomunicaciones y los fabricantes de dispositivos tecnológicos, cuyos ingresos e inversiones hacen palidecer los datos financieros de los conglomerados de medios históricos. Asimismo, emerge el concepto de “economía de plataforma”, que tranforma los productos y bienes infocomunicacionales en servicios, cuyo consumo se realiza –precisamente– a través de múltiples plataformas.

Se trata de una obra para conocer a algunas de las más importantes empresas de comunicación e información, para compararlas y contrastarlas, y para corroborar que los paradigmas, los conceptos y las metodologías también se están transformando.

* Facultad de Ciencias Políticas y Sociales – Universidad Nacional Autónoma de México

Birkinbine, Benjamin; Gómez, Rodrigo & Janet Wasko. Global Media Giants. New York: Routledge, 2016, 496pp.

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