Los cárteles del narcotráfico según Trump:

Sin lugar para los rubios, solo mexicanos

Donald Trump revive la historia del narcotráfico para recordarle al mundo que los rubios de Estados Unidos son líderes en todo, menos en el tráfico de estupefacientes. Ahí no hay lugar para los rubios, son inmunes, son demanda, pero no se reconocen como parte de la estructura criminal de la geopolítica del narcotráfico.

FOTO: ARMANDO MONROY / CUARTOSCURO

FOTO: ARMANDO MONROY / CUARTOSCURO

Por: Yuriria Rodríguez Castro

Si el muro de Trump logra aislar el mercado de las drogas, la demanda va a permanecer dentro. Así es más probable que, además de brokers y dealers, en Estados Unidos surjan grupos poderosos y visibles de narcotraficantes anglosajones en la producción de drogas como anfetaminas de diseño, cuya manufactura solo los mexicanos estaban dispuestos a realizar.

Pero según la leyenda que se ha convertido en historia oficial del narcotráfico en Estados Unidos, son los cárteles mexicanos los jefes del negocio, los culpables de involucrar a mujeres y niños anglosajones en el negocio de la transportación. La del narcotráfico es la historia que hoy revive Donald Trump para recordarle al mundo que los rubios de Estados Unidos son líderes en todo, menos en el tráfico de estupefacientes. Ahí no hay lugar para los rubios, son inmunes, son demanda, pero no se reconocen como parte de la estructura criminal de la geopolítica del narcotráfico.

Presuntos delincuentes y adictos a las drogas indocumentados son los primeros en llegar según advierte Trump, lo que significa que la intención es quedarse solo con sus delincuentes y adictos nacionales, pero sin golpear a ningún grupo criminal del narcotráfico en Estados Unidos. El panorama delictivo que llegará son solo chicanos, algunos narcomenudistas, drogadictos, personas marcadas con tatuajes que viven al margen de la ley, pero que no por ello son delincuentes, pues ser ilegal no es sinónimo de criminal, pero para Donald Trump simplificar el odio es la mejor sinonimia.

Si fuera totalmente cierto que regresan a México tanto los clientes de la droga como los distribuidores, ¿no será momento de revisar la propuesta mexicana de la legalización del consumo de drogas para uso recreativo? La economía no luce bien, y la inseguridad podría lucir peor, pero las demandas hay que satisfacerlas para que no se conviertan en delitos.

El narcotráfico es un negocio y las deportaciones, así como el muro, significan pérdidas económicas para los grupos criminales en ambos países. A ningún narcotraficante mexicano le conviene no poder llevar la droga a la Unión Americana, pues las ganancias en dólares son mucho más representativas, mientras que podría ampliarse el mercado interno de narcóticos o ser exportado a otras regiones de América Latina, con mayor riesgo y competencia.

Donald Trump sostiene un mito que consiste en hacerle creer al dominio público que en Estados Unidos no hay organizaciones criminales ligadas al narcotráfico cuyo origen sea anglosajón, por lo que la perspectiva del etiquetamiento criminal está en íntima relación con el racismo. Incluso los llamados brokers anglosajones que se encargan de recibir la droga, que se ha sostenido solamente se produce y trafica desde México, no pueden operar de manera aislada siempre y casi doméstica como sostienen no solo especialistas estadunidenses en materia de seguridad, sino también los mexicanos.

¿Por qué en toda la historia de las organizaciones criminales de los Estados Unidos no se ha detenido a ningún líder del narcotráfico de origen anglosajón?, cuando es evidente que la distribución interna en los barrios norteamericanos requiere un nivel de organización delictiva; aquellos llamados dealers, así como los brokers, le rinden cuentas a un jefe de grupo, pero las únicas detenciones son en contra de la comunidad afroamericana, chicana y musulmana. Se trata de toda una estrategia de seguridad dirigida a la persecución y expulsión masiva de migrantes.

Es de llamar la atención que en Estados Unidos el negocio de las drogas pareciera no tener nexos directivos con los traficantes mexicanos; es como si los grupos criminales mexicanos fueran tan perfectos en la distribución que de repente la droga apareciera en manos del consumidor final. Nada más absurdo.

Pero solo en México se habla de “cárteles” con nombres muy regionalistas y pintorescos para reforzar la idea de una criminalidad estrictamente nacional con negocios más allá de la frontera. Mientras en Estados Unidos los brokers que reciben las grandes cantidades de droga para que después sea distribuida por los dealers, utilizan toda una infraestructura de transporte que nadie ve, que es como si se tratara de eventos y no de estructuras criminales.

Narcotraficantes mexicanos en Latinoamérica, la disputa que viene

En Argentina se habla de la presencia de narcotraficantes ligados al Chapo Guzmán desde hace años. En el diario El Clarín se publicó que el cártel de Sinaloa intentó ingresar en Formosa, cerca de la frontera paraguaya, a través de una mujer, María López Madrid, que instaló tres templos de la Iglesia Evangélica del Nuevo Milenio. Desde ahí presuntamente se organizaba el ingreso de cocaína y marihuana por Paraguay, en lanchones de carga a través del Paraná.

El narcotráfico mexicano operante en Argentina, ha servido a una campaña de desprestigio que en parte imposibilitó la continuidad de la izquierda en el gobierno y facilitó la victoria derechista con la presidencia de Mauricio Macri.

El gobierno de Estados Unidos involucró en un cable filtrado por Wikileaks a quien en 2007 era ministro de Justicia, Aníbal Fernández, con narcotraficantes mexicanos de efedrina. Cuando el escándalo mediático estalló, Aníbal fungía como jefe del gabinete de la presidenta Cristina Fernández, poco antes de la elección presidencial de finales de 2015. Entonces Mauricio Macri aprovechó para incorporar a su discurso la corrupción y la lucha contra el narcotráfico.

Una posibilidad es que el narcotráfico mexicano se repliega hacia nuevos mercados en Latinoamérica y abra nuevas rutas para llevar droga a Europa por la vía marítima o aérea, para luego de obtener ganancias en euros, triangular la venta con redes de traficantes europeos que tengan menos impedimentos para ingresar narcóticos a los Estados Unidos. Ello generaría una elevación en los precios de los estupefacientes para los adictos y consumidores de los Estados Unidos.

La balcanización de los Estados Unidos separados

El mejor camino a que Estados Unidos vea su fin como potencia, la forma más rápida para dejar de ser el imperio americano, es la resistencia a Donald Trump con ciudades santuario reproduciéndose como células.

La historia legal de los Estados Unidos se funda en el respeto a cualquier división, por eso cada Estado que integra la unión tiene su propia constitución política y leyes muy diferenciadas, autónomas. Así que Estados Unidos siempre estuvo algo desunido y preparado para desunirse legalmente, algo que no podrá evitar Trump. Es el futuro próximo, de su política Go home.

Repulsión nacionalista en EU

Si había ciudadanos muy orgullosos de su origen, esos eran los estadounidenses, pero gracias a Trump, el efecto que está consiguiendo es el contrario. Nada más apocalíptico que ver a estos ciudadanos antes felices de ejercer su forma de vida americana, ahora tan arrepentidos y queriendo liberarse asta de la bandera del consumo, agitados en sus tradicionales disputas por las ofertas del Black Friday, de sus comidas rápidas y café personalizado, de su cultura pop, de su arma en casa.

El gran banquete de Trump dice “coman todo lo que puedan por tres dólares”, ¿será la última comida sin límites?, pues en eso consiste su generosidad de ofrecer a los nacionales lo que con mucho esfuerzo bélico y de explotación, tantos gobiernos americanos le arrebataron al resto del mundo.

Pero no querer ser nacional es algo poco común y solo una repulsión muy fuerte es capaz de inspirar tanto rechazo al propio origen. Ahí están los catalanes y los vascos que no han querido ser españoles gracias a Franco y a quienes lo votaron, ahí está la región de los Balcanes por la que Europa sentía asco y a cuyos ciudadanos no reconocía como europeos, relación que terminó por ser un asco compartido.

En el caso de los Balcanes, Estados Unidos fue participativo y sabe cómo armarla en grande, hasta favoreció que los mercenarios se convirtieran en un capital humano para la economía de estos países arruinados.

Lo primero con lo que acabará Trump es con la reserva política del Partido Republicano. Las ciudades que eran “santuarios del conservadurismo” comienzan a rebelarse como ciudades santuario en defensa de los migrantes indocumentados. Tan conservador es Trump y sus seguidores que hasta los neoconservadores lucen liberales en comparación. Basta con revisar la historia neoconservadora de los Estados Unidos para darse cuenta que muchos de ellos eran incluso afines al comunismo, hasta que la figura de Stalin los llevó a rechazar sus orígenes de izquierda y definirse ambiguos, neoconservadores intelectuales al estilo de Daniel Bell.

Pero además de la predecible separación de Los Ángeles como estrella solitaria que se irá de los Estados Unidos, ciudades más republicanas como Austin son santuarios migratorios que se apagan para los neoconservadores. En cuanto a Miami, Trump le ordenó al alcalde que deje de proteger migrantes y éste obedeció, pero los ciudadanos viven y hacen valer la ley más allá de sus gobernantes; así que no todo está dicho en Florida.

¿Hasta dónde llegará el americano a representar la escena de Bastardos sin gloria de Quentin Tarantino, donde una familia francesa esconde a una familia judía en el sótano y el escuadrón nazi se encarga de eliminar a todos, tanto a los protegidos como a quienes los protegían?

A estas alturas de la más absurda balcanización política americana, me imagino una escena cotidiana en Estados Unidos en la que una sirvienta mexicana le dice a su patrona: “¿Qué haré si llega la policía migratoria de Trump?”, y la patrona americana le contesta al más puro estilo liberal: “Yo te defenderé desde mi derecho, porque Trump no podrá invadir mi propiedad privada”. Quizá llegó la hora de preparar los sótanos para ocultar mexicanos, o de alistar las constituciones de cada Estado para declararse orgullosamente no americanos y forzar la renuncia de Donald Trump.

 

Yuriria Rodríguez Castro: es Maestra en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Cursa el doctorado en el Inacipe. Colaboradora en revistas como Variopinto y Etcétera y en Radio Fórmula.

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