Scherer y Leñero: Unidos por la prensa

Su huella en el periodismo mexicano es imborrable

El primero, ícono del «mejor oficio del mundo», es el mejor reportero de todos los tiempos. El otro, dramaturgo y cronista sin igual, es ahora guía de las nuevas generaciones.

Vicente Leñero y Julio Scherer - Foto: Benjamin Flores / Proceso

Vicente Leñero y Julio Scherer – Foto: Benjamin Flores / Proceso

Por José Luis Esquivel Hernández

Publicado originalmente en RMC #137

Julio Scherer García vino al mundo el 7 de abril de 1926 en la Ciudad de México. Cuando estaba dando sus primeros pasos en la escuela nació en Guadalajara Vicente Leñero Otero el 9 de junio de 1933, pero muy pronto sus padres dejaron la Perla Tapatía y regresaron a la capital de la república. Ambos se encontrarían después en la senda de las letras y forjarían una sólida amistad: el primero soñaba desde niño con ser escritor, y Leñero puso sus aspiraciones infantiles en el teatro. Sin embargo, «el mejor oficio del mundo» (García Márquez dixit) terminó por unirlos irremediablemente.

Fue hijo de Pablo Scherer y Scherer, un  alemán que vino económicamente a menos con toda su familia heredera de la Casa Scherer, existente desde el porfiriato. Julio se regodeaba también del origen de su madre Paz García Gómez, hija de don Julio (su tocayo) García López Portillo, afamado jurista de Guanajuato en los años porfirianos, y presidente de la Suprema Corte de Justicia durante largo tiempo. Por tanto, algún día le pareció pesado su parentesco con el que fuera presidente de México de 1976 a 1982, José López Portillo y con Margarita, la todopoderosa funcionaria de Radio y Televisión en ese mismo sexenio.

Leñero, en cambio, fue heredero directo del teatro que llevaba en las venas su padre, un hombre extrovertido que por razones de su trabajo fue de pisa y corre a trabajar a Guadalajara llevando a su familia por poco tiempo fuera de la ciudad de México, donde la mamá de Vicente, que nació con el siglo, nadaba a sus anchas en su fe católica y era ferviente admiradora de León Toral y la Madre Conchita, involucrados en el asesinato de Álvaro Obregón en julio de 1928.

Scherer bebió también en familia la formación católica –para él lo cristiano era un principio de liberación–, y su educación con los jesuitas y sus amistades con curas, lo llevaron a estudiar derecho, literatura y filosofía que, si bien no le permitieron triunfar con un título profesional, marcaron el paso de sus primeras aventuras en el periodismo, al que llegó antes de cumplir los 22 años, en el segundo semestre de 1947.

Leñero estudió en la década de 1940 primaria y secundaria en el colegio Cristóbal Colón, de los lasallistas, donde fue colaborador de La Fragua, el periodiquito preparatoriano que dirigía Carlos Chanfón. Aunque su motivación seria lo orientaba al teatro, gracias a que desde niño con su hermano Luis,  construyeron un foro para títeres de alambre y fueron muy alentados por su padre, quien les enseñaba a los hermanitos a improvisar un escenario maravilloso y a realizar obras propias sobre la cama matrimonial, amontonando almohadas y cojines.

Julio Scherer García llegó en 1947 como reportero a la segunda edición de Últimas Noticias, de Excélsior, donde coincidió con su entonces gran amigo Manuel Becerra Acosta (1932-2000). Y éste, a pesar de que partió a París dos años después, mantuvo una franca comunicación a la distancia y lo alentó para que en 1950 apretara el paso a fin de hacer méritos que lo llevaran a formar parte de la redacción de “El veriódico de la vida nacional”. Ahí, el padre de aquél, del mismo nombre, ganó gran respeto y, a una edad avanzada, llegó a ser subdirector y director del diario en 1963. Fue la misma época en la que el pundonoroso Scherer cumplió su sueño de meterse en 1961 a las primeras planas del prestigiado medio que dominaba la prensa en México en ese tiempo.

Vicente Leñero Otero, a su vez, creyó que el teatro sería su fuente de vida al crear con su hermano mayor Armando y su primo Héctor un mejor escenario, el Teatro de la mariposa como le llamaron. Fue creado para que Luis y él entretuvieran a la familia, especialmente a su hermana Esperanza, cada tarde de sábado, en temporadas que duraban dos o tres meses a lo largo de algunos años. Sin embargo el futuro dramaturgo fue a dar a la facultad de Ingeniería de la UNAM en 1953 sin dejar su sueños de niño al mismo tiempo en que se inscribió en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la que se tituló en 1956.

 

Dos mujeres, un camino

Julio Scherer García, a los 28 años, ya era el gran reportero metódico, redactor sensible y brillante, así como disciplinado y muy culto cuando decidió unir su vida a la de doña Susana Ibarra. Esta mujer, de 26 años, sería su inspiración hasta que falleció el 11 de junio de 1989 y en su honor el gran periodista no dejaba de hacer fiesta en casa cada 24 de mayo por ser el día del santo de su esposa. Fue su apoyo en los momentos difíciles y lo enseñó a cumplir con sus deberes de padre de nueve hijos (Pablo, Regina, Ana, Gabriela, Julio, Adriana, Susana, Pedro y María) en forma ejemplar sin descuidar jamás su carrera de periodista de Excélsior y luego del semanario Proceso. Por eso el ser humano que latía en la piel del reportero se deshizo en lágrimas como nunca al verla en el féretro.

 

Vicente Leñero Otero, por su parte, aspiraba a escribir obras como las de Héctor Mendoza, Carballido, Magaña, Luisa Josefina Hernández, Héctor Azar y Juan García Ponce, pero lo más que se le había dado en 1958 era ganar un concurso universitario de cuento con el seudónimo de Gregorio. Así es que la necesidad económica lo llevó por el camino de la literatura al contraer matrimonio con la psicóloga Estela Franco y ser padre de su primera hija, Estela, en 1960, refugiándose en el taller literario de Juan José Arreola, después de haber frecuentado a Juan Rulfo y Arturo Souto.

Al periodista de cepa pura y al escritor en ciernes, parecía impredecible que el destino los uniría algún día en el campo fértil de la información noticiosa y de la interpretación de hechos y personajes trascendentes. Scherer ya vivía con pasión los acontecimientos fragorosos de la inestabilidad social de 1958-59 cuando estalló la huelga ferrocarrilera que tuvo como protagonista a Demetrio Vallejo, así como la agitación de maestros, petroleros, electricistas, telegrafistas y telefonistas que exhibieron la represión del régimen y la falta de libertad de prensa. Mientras tanto, Leñero aprendía a trabajar un texto hasta el detalle hasta que en 1961 el Centro Mexicano de Escritores le concedió una beca que aprovechó para dar forma a la novela Los Albañiles, que concluyó en 1962 en el monasterio benedictino de Santa María de la Resurrección, en Cuernavaca. Un año después, en 1963, recibió el premio Seix Barral.

En otro frente, el de una lucha sin cuartel por la apertura gubernamental a la libertad de prensa, Scherer no midió riesgos e inclusive fue tachado de comunista por haber firmado en 1960 un desplegado periodístico a favor de la excarcelación de los presos del movimiento obrero, entre quienes se hallaban figuras relevantes de la izquierda. Luego también por llevar más allá su adhesión al triunfo de Fidel Castro en Cuba en enero de 1959, pues el 17 de abril de 1961 aplaudió el triunfo de los isleños  en Bahía de Cochinos sobre el gobierno de John Kennedy. Y, para rematar, Julio publicó en 1963 varias entrevistas con el «rojillo» David Alfaro Siqueiros durante su cautiverio en Lecumberri, que fueron un libro de éxito en 1965.

Sin poder vivir exclusivamente como escritor, al modo como lo hacía José Emilio Pachecho, Leñero buscó en 1963-64 un sueldo como autor, increíblemente, de telenovelas para el canal 2 de Telesistema Mexicano, a las órdenes de Ernesto Alonso y Luis de Llano. En 1965 cayó, junto con su gran amigo José Agustín, en la revista Claudia, dirigida por Ernesto Spota, primo del novelista Luis Spota. El periodismo, por la vía de entrevistas y reportajes, comenzó a atrapar a Vicente al grado de que esos trabajos en la revista mensual los reprodujo después en su libro Talacha Periodística, en 1989.

 

Al periodista consagrado, Julio Scherer García, esos mismos años le servirían para proyectarse a grandes alturas, al fallecer en noviembre de 1962 el Gerente General de Excélsior, Gilberto Figueroa, y luego el director del diario, Rodrigo de Llano, el 31 de enero de 1963. Los reportajes y la fama de las entrevistas con el pintor Siqueiros, lo incrustaron en los movimientos internos en la Cooperativa que llevaron al cargo de director a Manuel Becerra Acosta señor, quien nombró a Julio como sub-director en esos años de febril actividad en el medio, líder de la prensa nacional.

Entretanto, Leñero Otero pasó de Claudia al semanario Siempre!, de José Pagés Llergo, y ya con cuatro hijas (Estela, Mariana, Eugenia e Isabel, apenas nacida en 1970) no podía desprenderse de las labores periodísticas que le aseguraban un sueldo, aunque se dio tiempo para escribir otras dos novelas: Estudio Q (1965) y El Garabato (1967).

 

Unidos por la prensa

Julio Scherer García siguió su camino en Excélsior hasta llegar a ser electo director en agosto de 1968. Mientras, Vicente Leñero Otero dio a conocer también en 1968 con gran aceptación su primera obra teatral, Pueblo Rechazado, iniciadora del «teatro de testimonio» y que determinó para siempre su carrera como dramaturgo. Se animó de inmediato a adaptar Los Albañiles para un buen montaje que el director Ignacio Retes convirtió en éxito sinigual en 1971 y en 1974.

 

Pero sería en 1972 que el destino enlazaría a Scherer y a Leñero con los nudos de la prensa pues en ese 1972 el gran periodista de México invitó al dramaturgo a colaborar en Excélsior, y le encargó la conducción de Revista de Revistas. Fue el mismo año en que se estrenó la desafortunada y truculenta versión cinematográfica de Pueblo Rechazado con el título de El monasterio de los buitres, y justo cuando Leñero acabó de escribir la novela Redil de Ovejas y la obra de teatro El Juicio (a León Toral y la Madre Conchita).

A partir de entonces establecieron una estrecha relación profesional y amistosa. Y así como Leñero tributó enorme gratitud a Juan José Arreola, por lo que hizo por él en la literatura; a Ignacio Retes, por lo que hizo por él en el teatro, y a Joaquín Díez-Canedo, por lo que hizo por él al publicar sus libros, también mantuvo siempre franco reconocimiento a Scherer por quien aprendió todo lo que sabía de periodismo, y en textos conmovedores dejó plasmado su crédito hacia su gran maestro.

«Reportero, siempre reportero», llama Vicente a Scherer en la contraportada del libro de éste, Cárceles, y en el perfil que de él traza en Lotería: Retratos de compinches, ensalzándolo hasta la glorificación. «El único sustantivo que sirve para definir a Julio es el de reportero. Como reportero vive, como reportero trabaja tiempo completo, como reportero hace y pierde amigos».

Y continúa sus elogios: «Pocos reporteros son, en México, tan reporteros como este Julio Scherer de corazón abierto a la curiosidad (…) Quienes durante años hemos trabajado al lado de Julio aprendimos que el periodismo sólo puede ejercerse plenamente cuando se trabaja con independencia y al servicio de la curiosidad».

 

En otro apartado de su encomioso texto afirma: «Con la ferocidad de un reportero joven, pero con la malicia y el tino de quien ha exudado periodismo durante cincuenta años, Scherer García indaga, registra, mira pero sobre todo pregunta. Pregunta. Pregunta siempre, impertinente, firme, con urgencia por saber. Y es el lector el que termina sabiendo, agradecido».

 

«A Julio se le mira mal por ese afán machacón, pero por eso mismo se le admira. Lo admiramos por muchas cualidades más sus amigos: porque nos ha enseñado a lanzar preguntas a la realidad y a vivir, con pasión, el trabajo que hacemos».

Julio Scherer, a su vez, siempre destacó la lealtad de Leñero, probada en circunstancias de todo orden, empezando por la solidaridad que le manifestó durante el llamado «Golpe a Excélsior» asestado por el Presidente Luis Echeverría en julio de 1976 y la mano firme demostrada a la hora de fundar y conducir el semanario Proceso a partir de noviembre de ese mismo año.

Unidos por las exigencias de la prensa, Scherer y Leñero siguieron el mismo camino de la búsqueda de la verdad y de la crítica en otro espacio propio, dándose tiempo Vicente para escribir en 1978 Los Periodistas, con el fin de novelar los hechos de aquel fatídico julio de 1976 y hacer pasar a la historia a Julio como protagonista de aquel suceso histórico que contribuyó a roturar la vía de la democracia y de la libertad de prensa en México.

Unidos por los afanes de la prensa, Scherer y Leñero dejaron en manos jóvenes el destino de Proceso en 1996, para dar curso a su vocación de escritor, el primero, y de dramaturgo y guionista el otro, pero sin desentenderse del todo de la conducción del semanario.

Y, unidos por siempre en la amistad, uno se fue de este mundo detrás del otro. Leñero falleció en diciembre de 2014, y Scherer lo siguió en enero de 2015. Dos baluartes de la cultura en México terminaron también unidos por el adiós terreno en fechas muy cercanas.

El periodismo curador (de contenidos)

Filtrar más y producir menos

Internet y las TIC han sacado a flote al pequeño mediador que todos llevamos dentro. Foto: Diego Simón Sánchez / Agencia Cuartoscuro.

Internet y las TIC han sacado a flote al pequeño mediador que todos llevamos dentro. Foto: Diego Simón Sánchez / Agencia Cuartoscuro.

Hacer periodismo no puede seguir siendo solamente producir contenidos. En una era donde lo que más abunda es la información, el periodista debe asumirse cada vez más como un filtro en vez de ser una fuente más de ruido. El concepto de la curaduría de contenidos es valioso porque nos permite revalorar nuestro oficio como un servicio público donde el lector está en el centro. El periodista ya no es el del megáfono, ni el que “da voz a los sin voz”. Más bien debemos apostar por un periodismo que ordene, jerarquice, filtre y, sobre todo, cure.

Por Jorge Tirzo

Publicado originalmente en RMC #137

La dinámica tradicional de los medios tenía principalmente una visión del periodista como productor (de textos, contenidos, programas, revistas). En esa lógica tenía sentido porque el sistema de medios masivos estaba basado en que solo unos pocos tenían acceso a los carísimos medios de producción (la imprenta, las salas de redacción, el papel, los satélites, las cámaras fotográficas). Actualmente, aunque la brecha digital sigue siendo importante en regiones como Latinoamérica, el costo de producir contenidos es infinitamente más bajo que antes. Tal vez emprender un periódico digital -como Animal Político o Sin Embargo– sigue siendo muy costoso. Sin embargo, cada vez surgen más proyectos de producción de contenidos a muy bajos costos y que a veces ni siquiera siguen la lógica del periodismo tradicional.

No hay que confundirse. No todos los medios digitales son periodísticos y eso se debe a que muchos ni siquiera se lo ponen como propósito. ¿Por qué habría de buscar hacer periodismo un booktuber que prende su cámara para decir lo que le gustó de un libro? ¿Por qué habría de ser periodista un ciudadano que presenció un acontecimiento, le tomó una foto y la subió a Twitter? Muchos periodistas se quejan de la falta de rigor y objetividad de ese tipo de contenidos. Hay que entender que publican lo que publican porque quieren y pueden. Algunos por placer, otros por ayudar al prójimo y por supuesto que otros por dinero. Los que nos tenemos que acostumbrar al cambio somos los periodistas. Nosotros somos los que se supone que creemos en principios como la objetividad, la verificación y el fair play, no ellos. Antes éramos los únicos en el edificio de la comunicación, con esta nueva dinámica llegaron vecinos (y muchos), así que no nos queda más que convivir con ellos.

El cambio para el periodismo de la era digital va mucho más allá de los soportes y los formatos. No es solo dejar de escribir en papel y hacerlo en un archivo HTML. Eso es solo lo exterior. Una de las transformaciones más esenciales está en el nuevo rol del periodismo.

 

Cuando el periódico era un producto atractivo

Por siglos el periodista fue uno de los mediadores por excelencia entre las élites y los individuos. Por ejemplo, para el periodismo político -el famoso «cuarto poder»- su proceso fundamental era la mediación entre el gobierno, la sociedad y los grupos de presión. La forma de conocer lo que decía el presidente o un grupo social pasaba necesariamente por los periódicos. De ahí que el término de «medios» y «periódicos» se confundiera a menudo. Lo mismo pasaba con las «revistas» o los «noticiarios» televisivos y radiales. Se tratan todos de productos propios de la «era Gutenberg», la cultura libresca: paquetes informativos con un principio y un final ordenado por los periodistas-productores que servían como artefactos de mediación.

Pensemos, por ejemplo, en el caso de Excélsior. Cuando el grupo de periodistas-productores encabezados por Julio Scherer se quedó sin los medios de producción (la rotativa, la redacción); tuvieron que hacerse de unos nuevos (Proceso) para reanudar la producción del artefacto-mediador. Ese artefacto (las páginas impresas) era importante porque servía como mediación. En las páginas del Excélsior de Scherer estaban plasmadas declaraciones e informaciones de más actores de los que el gobierno hubiera querido. En cierta forma, bajo la lógica del periodismo-productor, el mejor periodismo es el que elabora un producto rico en variedad de mediaciones. En cambio, el periodismo de baja calidad (el vendido, el que más bien es propaganda) solo es una mediación pobre, más parecida a la oficina de comunicación social que al verdadero periodismo. Por eso era tan importante controlar los medios de producción como el papel o el control de la cooperativa, pues al tenerlos cooptados podían controlarse las mediaciones plasmadas en el producto.

El periódico como artefacto-mediador era atractivo para muchos sectores porque ahí estaban concentradas dichas mediaciones. A los políticos les interesaba plasmar ahí sus puntos de vista por objetivos casi propagandísticos. El mismo caso aplicaba para las empresas. Otros sectores como los intelectuales y los creativos hallaban ahí también una forma tanto de difusión como de debate. Y por último, pero no menos importante, el lector encontraba en el periódico información útil, toda reunida en un solo lugar, para enterarse de lo que había pasado en el mundo, de la cartelera del cine, de las novedades editoriales y hasta del horóscopo. El periódico era el río al que había que acercarse para beber y ser bebido. El periodismo como producción tenía sentido.

 

La crisis de los medios o la era de los mediadores

Entonces llegó Internet. Esta red física puso en evidencia un proceso mucho más complejo y ancestral: la dinámica social entendida como una red (Castells, 2005). Internet y las TIC transformaron nuestro entorno comunicativo porque han sacado a flote al pequeño mediador que todos llevamos dentro.

Pasamos de tener nuestras mediaciones concentradas en un solo lugar con contenidos fijos y finitos (el periódico, el noticiario, la revista) a desconcentrarlas y desperdigarlas por todo tipo de medios, aparatos, sitios web y un largo etcétera. Pasamos de la galaxia Gutenberg de los productos terminados a la galaxia Internet de los flujos sociales, los contenidos dinámicos y las plataformas de información infinita (Castells, 2001). Siguiendo el ejemplo del periódico: Donde antes un lector tenía que esperar el periódico para ver la cartelera del cine; ahora puede abrir una aplicación elaborada por la cadena de cines para consultarla, apartar, comprar boletos y hasta las palomitas; o puede abrir el portal web de la compañía para hacer lo mismo; o puede preguntarle a Siri qué películas dan hoy; o incluso puede comprar el periódico de papel…

El periodismo perdió el monopolio de la concentración de la información y de las mediaciones. ¿Quieres enterarte de lo último de tu artista favorito? Abre tú mismo su propio perfil de Twitter. ¿Quieres saber qué piensa un escritor sobre cierto tema? Puedes preguntarle directamente en su Facebook. ¿Eres una empresa y quieres llegar a tus consumidores? No necesitas periódicos, puedes abrir un blog corporativo. ¿Eres un político ansioso de mandar un mensaje? Publícalo en las redes, que a los cinco minutos puedes ser trending topic (y si te ayudan algunos bots, en menos tiempo).

Tampoco hay que ser demasiado optimistas. Algunos ven en esto un entorno utópico y más democrático. Yo creo que sí existen esas posibilidades de horizontalización, pero lograrlo es más difícil que nunca. Si antes teníamos un río a donde todos iban a beber o a ser bebidos, ahora tenemos millones de ríos, en una inmensa red de diferentes tamaños, importancias, sabores y olores. La cosa se puso mucho, mucho, más compleja. Ahí está el área de oportunidad del periodismo contemporáneo.

Si bien es cierto que el periodismo-productor sigue siendo un negocio importante, también es innegable que ahora es mucho más prescindible que antes. Pregúntenle a las generaciones más jóvenes cuántas veces compran el periódico o ven el noticiario de las 10 de la noche. Luego pregúntenles dónde se informan y en quién confían más. Cada vez es más frecuente que se informen en plataformas como Facebook o Twitter (esas mediaciones de mediaciones de mediaciones de…). Cada vez se confía más en la recomendación directa (de amigos, expertos, artistas, etc). Los periódicos de la mañana son, si bien les va, periódicos del día anterior. A la dinámica de producción se le escapan muchas otras mediaciones dinámicas que van más allá de las fuentes informativas tradicionales. El periodismo tradicional, entendido como productor de información, cada vez será más prescindible para los nuevos lectores. No lo digo como ofensa, sino como aspiración: El periodismo debe aspirar a volver a ser imprescindible.

 

El periodismo curador (de contenidos)

¿Y cómo volver a ser imprescindible? Nadie tiene la respuesta, pero no está de más hacer una propuesta. Mi apuesta está en el periodismo entendido como curaduría de contenidos más que como producción. Me explico a través de mi experiencia personal:

Hace tiempo asistí al Congreso Iberoamericano de Cultura en Zaragoza, que llevaba como eje central a la «Cultura digital». Hubo mesas de todo tipo de disciplinas: ciencias sociales, ciencias naturales, emprendedurismo, innovación tecnológica, etc, etc. Yo participé desde la trinchera del periodismo cultural, pero me sorprendí con que las conclusiones eran bastante comunes para todas las disciplinas (Varios autores, 2014). La cultura digital es más caótica que nunca antes, pero también ha generado más herramientas útiles para ordenarla. Existen más productos chatarra que nunca (desde los papers académicos autoplagiados hasta las noticias frívolas, pasando por las empresas patito); pero al mismo tiempo también existen más productos notables que nunca antes. Todas las disciplinas, y entre ellas destaca el periodismo, necesitamos la capacidad de filtro, ordenamiento, selección, decantación, curaduría…

Me gusta el término «curaduría» por la feliz polisemia que tiene en el español. La propuesta es que el periodismo sea un «curador» de la realidad social. Uso el término siguiendo la lógica de la curaduría de arte. Pensemos por ejemplo en una exposición de un artista. El curador de la misma no pintó los cuadros, pero sí los seleccionó, los ordenó, les dio sentido y encontró una manera lógica de presentarlos al público objetivo. El curador de arte debe conocer de historia del arte, de la obra del artista, de museografía, de comunicación, etc. Habrá curadores que incluso sean al mismo tiempo creadores. Habrá creadores que incluso sean sus propios curadores. Pero nunca hay que perder de vista que se «cura» pensando en quién va a leer esa curaduría. Se cura para que el lector entienda mejor lo que está presenciando.

En el fondo, el periodismo siempre ha servido como curaduría de contenidos. Al menos el buen periodismo. Pensemos en la crónica (ornitorrinco de la prosa) o en el reportaje (género rey). Ese tipo de textos lo que hacen es curar toda la información disponible sobre un tema específico, o al menos eso pretenden. El objetivo es explicarle al lector un tema a profundidad (no solo el qué, sino también en el cómo y el por qué). Los grandes textos periodísticos pueden entenderse como una curaduría de datos duros, entrevistas, descripciones, narraciones, prospectivas, etc.

El problema es que este tipo de periodismo ha sido tradicionalmente escaso y actualmente casi marginal. Ábrase un periódico cualquiera en una página al azar y lo más probable es estar ante una información fragmentaria y carente de contexto. El periodismo más industrial sigue apostando por ser un productor de contenidos casi siempre chatarra. El diarismo más frugal solo colabora a que la cultura digital de por sí caótica se vuelva todavía más fragmentaria y difícil de entender.

Tampoco debe entenderse entonces que el diarismo es malo y solo la crónica o el reportaje tiene futuro. Más bien hay que entender que esos y los otros géneros periodísticos propios del periodismo industrial, deben hibridarse bajo el modelo de curaduría de contenidos para generar valor basado en la contextualización y la interpretación. O sea que seguiremos necesitando reporteros que recopilen información en el lugar de los hechos, las conferencias de prensa, las entrevistas directas… y de hecho los necesitaremos todavía mucho más. El cambio fundamental está en el tipo de productos que va a generar el periodismo. Siguiendo la línea de Jean Francois Fogel en La prensa sin Gutenberg (2007), habrá que dejar la cultura del producto acabado (el libro, la nota informativa, el periódico) y pensar en función de proyectos en perpetua construcción donde el usuario encuentre sus propias respuestas. Periodismo centrado en el usuario. No solo producir un paquete informativo, sino curar los paquetes ya existentes, enriquecerlos con interpretación y ordenarlos pensando en el lector que también es productor en el nuevo entorno comunicativo. Claro que también es un tipo de producción periodística, pero distinta a la anterior. Los productos ya son son objetos terminados, sino procesos en construcción.

Vuelvo a la analogía de la exposición artística. ¿Qué pasa si en vez de una exposición el lector se encuentra con una obra aislada? Probablemente quede descontextualizado, no sepa nada sobre el autor, llegue a interpretaciones inexactas y demás imprecisiones. Lo mismo pasa en el periodismo de la nota informativa, la última hora y el «minuto por minuto».

 

Curar el periodismo noticioso

Para el periodismo de interpretación la cosa queda más o menos clara. Nociones como la crónica digital y el reportaje multimedia son proto-curadurías en sí mismas. Sin embargo la cosa se pone más complicada al pensar en el periodismo más inmediato, como es la nota informativa, el diarismo, las breaking news. ¿Cómo brindar contexto y curar contenidos cuando el tiempo apremia y la presión aumenta cada segundo?

Ideas como las del live blogging temático pueden ser una forma de procesar la actualidad mediante la contextualización. Un ejemplo puede verse en el extinto Soitu y su experimento Utoi, que luego transmutó en El País que dirigió Gumersindo Lafuente e implementó Eskup (Varela, 2012). En dichos experimentos, los reporteros publicaban información en tiempo real en una plataforma similar a Twitter (por la brevedad y la instantaneidad), pero no se quedaba en el mero titular. Los editores en la redacción luego curan tales notificaciones en canales temáticos que es posible seguir en tiempo real. Así, en vez de ver un solo «minuto por minuto» donde se mezclan todos los temas, uno puede ver solamente el flujo en tiempo real sobre temas como la independencia de Cataluña, o la agenda del presidente de gobierno. Eso es solo el primer paso. Luego sería deseable que esos reportes parciales se integraran a través de curadurías como en líneas del tiempo, Storify, reportajes multimedia, etc.

Sin embargo, lo que pasó en El País es muestra de cómo la tendencia tradicional sigue imponiéndose sobre modelos innovadores de curaduría (El Confidencial, 2012). Tras la salida de Sindo Lafuente y Borja Echeverría al mando de la estrategia digital, el periódico relegó Eskup a una sección minoritaria y escondida. De ser parte prioritaria del home ahora sus actualizaciones son escasas. La estrategia de canales temáticos en vez de secciones fue dejada de lado para volver a una idea más tradicional.

En México, el periodismo deportivo y el de espectáculos ha hecho sus experimentos al respecto de forma esporádica. Así, es posible ver liveblogs donde comentaristas deportivos analizan el partido de futbol brindando contexto a lo que pasa en vivo. O los liveblogs de las entregas de premios y alfombras rojas, donde la actualidad se procesa mediante comentarios de expertos en moda, críticos de cine, etc. El periodismo político aún no se ha acercado mucho al tema, y siguen dando el énfasis a la lógica de la nota informativa y las columnas de trascendidos. Pero es muy rescatable el ejercicio de Animal Político de hacer un fact checking en vivo en su ejercicio de El Sabueso para verificar en tiempo real el tercer informe de gobierno de Enrique Peña Nieto (Redacción Animal Político, 2015). Hacen falta más ejercicios como estos y que además sean sistemáticos, de todos los días.

 

Formar curadores

Una propuesta fundamental es la incorporación de la noción de curaduría de contenidos en la enseñanza del periodismo. Muchos profesores y periodistas trabajan bajo el prejuicio de que «lo que se publica en redes sociales» es falso, malo, inútil y/o desechable. Lo mismo pasa con los académicos que satanizan la Wikipedia a priori en vez de preparar a sus alumnos a criticar, verificar y corregir los artículos que lo necesiten.

Lo que provoca esa actitud es que los futuros periodistas tengan pocas herramientas críticas ante lo que se publica en Internet. Si se sataniza toda publicación digital, se estará desperdiciando una cantidad impresionante de contenido valioso que se encuentra desperdigado en la red. Si se acepta todo lo publicado en línea como verdadero, se cae en el riesgo de publicar información falsa o propagandística. Sí, encontrar información valiosa en Internet es como buscar una aguja en un pajar. Por eso es importante formar alumnos entrenados para encontrar esas agujas y desechar la paja.

Además de enseñar géneros periodísticos tradicionales, considero importante incorporar el entrenamiento en coberturas. Ya el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo de la FNPI ha dejado de lado la idea tradicional de premiar al género de la «noticia» (FNPI, 2015). En vez de eso se premian coberturas sostenidas sobre temas. Se trata de entrenar periodistas que no piensen que la noticia termina en el punto final de la nota. Hay que formar comunicadores capaces de seguir el rastro de un tema de principio a fin, en distintas plataformas y con diferentes herramientas.

Storify es una gran herramienta tanto para periodistas en activo como para estudiantes. En vez de redactar una nota en Storify, esta plataforma sirve para generar curadurías multimedia ya sea en tiempo real o después de que aconteció un suceso. Periodistas como Silvia Cobo incluso lo han usado no para publicar sino para planear, ordenar y verificar su información (Cobo, 2013). Considero que aprender a usar este tipo de herramientas es tan importante como antes lo fue saber usar una máquina de escribir o una cámara fotográfica.

 

Curar el periodismo

En suma, los cambios comunicativos de la era digital hacen necesario que el periodismo cambie sus paradigmas. No se trata solo de usar nuevos formatos o recopilar la misma información con nuevos aparatos. No basta con publicar una nota (idéntica al modelo Gutenberg) pero con una foto tomada con un iPhone. Es necesario cambiar el rol del periodista para volverlo realmente valioso.

El periodismo debe dejar de asumirse como un productor y pasar a ser un curador de los mismos, un filtro, un ordenador, un verdadero interprete de la realidad social. Para lograrlo es necesario utilizar las herramientas tecnológicas que permiten curar contenidos. Pero también es fundamental entender las dinámicas comunicativas de los usuarios de las TIC y las comunidades que van creando.

No solo es aprender a usar la tecnología, sino también aprehender los usos sociales de quienes las emplean. Pasar del modelo en el que el periodista era el poseedor de la verdad y construir una dinámica donde el periodista es un mediador entre los contenidos, los lectores, la verificación, la contextualización. Pasar del periodismo como productor de mercancía informativa, al periodismo como mediador de procesos complejos. El periodista como filtro, como nodo de información, como facilitador, como curador del propio periodismo.

 

Bibliografía

Castells, M. (2001). La galaxia Internet. Madrid, Madrid, España: Plaza & Janés.

Castells, M. (2005). La sociedad red. Alianza Editorial.

Cobo, S. (19 de Febrero de 2013). Storify: lo mejor está en su interior. Recuperado el 17 de Octubre de 2015, de SilviaCobo.com: http://silviacobo.com/storify-y-periodismo-lo-mejor-esta-en-su-interior/

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Redacción Animal Político. (2 de Septiembre de 2015). El Sabueso En Vivo: hoy evaluamos el tercer informe de Peña Nieto. Recuperado el 17 de Octubre de 2015, de Animal Político: http://www.animalpolitico.com/2015/09/el-sabueso-en-vivo-hoy-evaluamos-el-tercer-informe-de-pena-nieto/

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Varios autores. (2014). V Congreso Iberoamericano de Cultura: Cultura digital. Cultura en Red. Recuperado el 17 de Octubre de 2015, de Ministerio de Educación, Cultura y Deporte – España: https://sede.educacion.gob.es/publiventa/detalle.action?cod=14587C

 

Prensa no lucrativa

Nueva figura jurídica y mercantil

Reconocer jurídicamente a la prensa no lucrativa como sujeto de interés público es una idea original de Miguel Ángel Granados Chapa. Se abre paso desde septiembre de 1985 y podría ser la respuesta del Estado mexicano para disminuir la contradicción principal del modelo de comunicación social que permitió la concentración de la propiedad, el acaparamiento del gasto publicitario y la mercantilización de las noticias. El nuevo actor legal lo conformarían los medios públicos, los medios sociales y comunitarios, los periódicos digitales e impresos producidos por asociaciones no lucrativas de periodistas.

No más sangre de periodistas - Foto: Rubén Espinosa / Cuartoscuro

No más sangre de periodistas – Foto: Rubén Espinosa / Cuartoscuro

Por Rogelio Hernández López

Publicado originalmente en RMC #137

Esta novedosa figura jurídica sobre la prensa no lucrativa podría sentar las bases para redistribuir la propiedad, la oferta informativa del mercado y el gasto publicitario, ordenar el abigarramiento legislativo, estimular el nuevo modelo de relación prensa-Estado que se abriría paso y, esencialmente, llegar a pluralizar un poco más la información periodística.

Hace unas semanas se me confío que la Revista Mexicana de la Comunicación pasaría a ser responsabilidad de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa y que en la primera edición de esta época habría un espacio relevante dedicado a Miguel Ángel Granados Chapa. Propuse entonces reivindicar una idea original que el columnista presentó desde 1985 y reconfiguró en 2009, idea que algunos creemos cardinal para tratar de dar una respuesta a varios problemas estructurales del ejercicio del periodismo en el México de 2015.

– ¿Cuál es la idea?—se me inquirió.

– Lograr el reconocimiento jurídico para el periodismo no lucrativo, en contraposición al periodismo mercantil—respondí de botepronto.

– ¿Qué medios abarcaría esa figura del periodismo no lucrativo?

– Miguel Ángel Granados, hace ya 30 años, hizo un ensayo jurídico-político para modificar el esquema legal de propiedad de los medios de comunicación masiva. Propuso ampliar el régimen jurídico para agregar, además de los medios de prensa mercantiles, a los medios no lucrativos, a los que no movería el interés de la ganancia. El objetivo medular sería ampliar la pluralidad de la información de prensa y enriquecer el ejercicio más informado de la libertad de expresión.

– ¿Sólo los medios públicos entrarían a ese concepto?

– No. Trataré de explicar las intenciones de Granados. En esa nueva figura jurídica que exponía Miguel Ángel entrarían los medios oficiales o de gobierno, así como los medios comunitarios, los de instituciones autónomas, como las universidades, y también los de asociaciones de periodistas.

Yo agrego ahora: habría que reconocer al nuevo sujeto del periodismo mexicano en la era de Internet: los periódicos digitales que, para agosto de 2015 ya podrían ser más de 2 mil 500 en todo el país. Estos han sido creados a partir de medios impresos pequeños, de grupos de periodistas despedidos, de periodistas veteranos y otros recién egresados que coinciden en el propósito de hacer investigación; los que, en la mayoría de los casos, supusieron que la web sería alternativa para permanecer en el periodismo y su maná financiero, pero que ya se dieron cuenta que no fue así y padecen para subsistir (Hernández López, 2014). Lo común es que los produzcan pocas personas, con poca inversión.

En México, son tantos los periódicos digitales que ya perturban las agendas temáticas y los alcances de los medios industriales; provocan dolores de cabeza a los jefes de prensa de municipios y estados que no saben cómo estirar sus presupuestos para gasto publicitario. En la teoría del caos, son el factor que más desestabiliza el modelo de conveniencias anterior. Y ni unos ni otros (los medios públicos, los mismos medios privados no lucrativos, ni los políticos, ni los corporativos) vislumbran cuál sería el nuevo orden del futuro inmediato.

Frente a todo eso, resalta la idea original de Granados Chapa. Una idea cardinal, como se sabe, es una elaboración verdaderamente fundacional para el futuro[1].

He visto esa preocupación en los cuatro años más recientes entre decenas de colegas que se mudaron a medios digitales, en jefes de prensa, en legisladores locales, en investigadores académicos y profesores de universidades estatales. Desde 2011 he tenido que viajar a más de 20 entidades por mis actividades de protección y capacitación de la Casa de los Derechos de Periodistas A.C. He tenido contacto con más de mil hombres y mujeres que ejercen, gozan y padecen el periodismo. Ellos son mis fuentes empíricas. Para ellos produzco semanalmente una columna (Miradas de reportero) y tengo algunos reportajes tipo ensayo sobre los nuevos fenómenos en el ejercicio del periodismo y la búsqueda de soluciones.

La idea de Miguel Ángel

El concepto de periodismo no lucrativo lo escuché en México en voz de Miguel Ángel Granados Chapa, desde que era presidente de la Unión de Periodistas Democráticos (UPD) allá por 1982. Este reportero era parte de su Comité Directivo. El columnista decía desde entonces que este modelo podría ser una alternativa a los males que entonces padecía la prensa mexicana. He recuperado mis notas de la época y he actualizado los datos.

Sobre el concepto de periodismo no lucrativo de Miguel Ángel hilvanó a su vez, hace tres años, el reconocido investigador de los medios de difusión masiva Raúl Trejo Delarbre y reiteró que:

“El Esquema comercial –el que impone el mercado– no es el único camino para la prensa en México.

Si se recuperasen los principios y fines deseables para la comunicación y se antepusieran los compromisos sociales de las empresas dedicadas a esa tarea, podría pensarse en medios de comunicación que, estando en manos de particulares, fueran reconocidos como asociaciones sin fines de lucro.

Conviene establecer, legislativa o administrativamente, dos categorías de medios impresos: los lucrativos y los no lucrativos.

Los primeros, que se identifican con la mayor parte de las publicaciones actualmente en circulación, serían considerados como productos de empresas sujetas a la regulación mercantil general.

Los no lucrativos, que serían una figura de nueva creación en el régimen legal de la prensa en México, disfrutarían de privilegios que son comunes en países de Europa Occidental y son recomendados por la UNESCO”.

Esta es la argumentación de Miguel Ángel Granados Chapa a finales de 2009, según lo cita Raúl Trejo (Prensa no lucrativa, propuesta de Granados Chapa, 2012). Continúa diciendo:

“Medios no lucrativos. En esta definición caben los que ahora son medios oficiales o de gobierno, así como los medios comunitarios y los de instituciones autónomas, como las universidades”… También los que sean propiedad de asociaciones de periodistas.

Esa prensa, que no buscaría como objetivo esencial el beneficio financiero –según el texto de Miguel Ángel-, tendría entre otras las siguientes facilidades: el otorgamiento de créditos blandos para la instalación de esos medios; subsidios en la importación de sus equipos y materiales; crédito para la adquisición de papel; tarifas postales y de transportación aérea y terrestre preferenciales; régimen tributario especial, etcétera.

El elemento común es que si bien no persiguen ni obtienen ganancias, quedarían autorizados para generar ingresos propios, incluso por publicidad, amén de patrocinios y los presupuestos que les correspondan por su pertenencia a instancias gubernamentales.

Los ingresos han de servir para su funcionamiento, no para generar utilidades. Su régimen fiscal, por lo tanto, eximiría a estos medios del impuesto sobre la renta.

Para ello existía entonces y ahora también “la necesidad de reformar la legislación destinada a la prensa. Allí deberían incluirse normas referidas a las empresas de prensa, a los periodistas y a sus agrupaciones”. Recomendaba crear un registro nacional de prensa en donde cualquier interesado pudiera conocer cómo se integran las empresas que editan diarios y revistas.

“A cambio de ello, el compromiso de los medios no lucrativos consistiría en ejercer la responsabilidad social de la prensa, al margen de las utilidades, que sólo le serían permitidas a condición de reinvertirlas. Las reglas destinadas a la prensa no lucrativa podrían establecer un límite (tentativamente del 30 por ciento) del espacio destinado a publicidad, o mayor tratándose de anuncios no comerciales”.

Hasta ahí la cita de párrafos textuales de la propuesta de Miguel Ángel de 1985, ampliada en 2009 y recreada en 2012 por Raúl Trejo Delarbre.

Cabe ubicar que en los años 80 no estaba tan desarrollado el principio jurídico de Interés Público (Fuentes Berain & Juárez Gámiz, 2008). Tampoco estaba normado el derecho de acceso a la información, era incipiente el desarrollo de los medios del Estado en algunas universidades, en algunas entidades y unos cuántos medios electrónicos seguían bajo el control del gobierno federal con la agencia Notimex. Ya eran predominantes las grandes empresas de la comunicación y el periodismo.

 

Los nuevos fenómenos

Durante estos 30 años hemos visto llegar fenómenos que ya no corresponden totalmente al modelo del periodismo político dependiente y de mutuas conveniencias con los gobiernos. Hoy quiere enraizarse otro modelo, de mayor autonomía, más tecnología, más profesionalismo, más investigación, más leyes. Algunos cambios han sido demasiado vertiginosos.

Entre los nuevos fenómenos que se registran en 2015 destacan el desarrollo intenso y complejo del andamiaje jurídico para las comunicaciones y el periodismo; la academización acelerada de los trabajadores de la información; la aparición vertiginosa de miles de periódicos digitales.

Pero, en lo estructural, el modelo económico cambió poco esencialmente y se intensificó la contradicción principal. La mayor concentración de capital y de propiedad de los medios mercantiles significó más libertad para las grandes empresas de la prensa, más acaparamiento del gasto publicitario, más incautación de la información de interés público, la híper mercantilización de las noticias, mayor control de la agenda de comunicación social del gobierno federal y de los gobiernos estatales.

Ese modelo vulnerabilizó al máximo a miles de medios y periodistas marginados del gran mercado; en ellos, por añadidura, se concentró una década de agresiones y asesinatos; trastocó las relaciones de conveniencia entre los periodistas y los medios domeñados con los políticos en general, los que no encuentran otras medidas más que continuar con malas prácticas de manejo arbitrario del gasto publicitario, corrupción o sometimientos bajo presión (Ver Hernández López, Prontuario para fortalecer a periodistas vulnerables de México, 2014).

 

Corregiría el mercado publicitario

Un indicador para evaluar la contradicción mayor del sistema de información masiva es la participación del sector público en la erogación total en publicidad. La desagregación permitirá observar que el sector público sí puede imponer correcciones en el mercado de la publicidad por el peso específico que tiene su gasto, aproximadamente del 20 por ciento.

Para esto se toma como base 2013, cuando el gasto publicitario total fue alrededor de 72 mil millones de pesos y el gasto de los gobiernos de los tres niveles (federal, estatal y municipal) fue de al menos 14 mil 400 millones de pesos, que significan el 20 por ciento del total. Sobre este gasto son conocidos los trabajos de Fundar Centro de Análisis e Investigación y Artículo 19 (Fundar; Article 19, 2014).

El gobierno federal de Enrique Peña Nieto erogó en 2013, su primer año de gobierno, unos 6 mil 691 millones de pesos en Publicidad oficial, 2 mil 496 millones más de lo presupuestado. (En 2014 la erogación federal fue de casi 8 mil millones).

Por lo que hace a los gobiernos de los estados de la república, en otra investigación también en línea, las mismas organizaciones aseguran que “26 entidades gastaron 5 mil 377 millones de pesos en publicidad oficial durante  2012”. Con ese total se puede inferir conservadoramente que en 2013 el gasto en todas las entidades fue de unos 6 mil millones de pesos en 2013 (Ruelas Serna & Dupuy, 2014).

Del gasto público para publicidad en los municipios, muy pocas personas conocen o logran tener datos confiables. Pero no sería muy aventurado inducir que el gasto total en los municipios, para 2013, fue de un mil 700 millones de pesos (Hernández López, 2014).

Es ampliamente conocido que los grandes corporativos siguen llevándose las mayores tajadas del llamado pastel publicitario (Huerta Wong & Gómez García, 2014). En promedio para 2013 y 2014 el 62 por ciento se destinó a  la televisión, 11 por ciento para la radio, 13 por ciento para la prensa escrita, 7 por ciento para Internet que sigue a la alza. El resto fue para Otros,  rubro en lo que no entran los medios públicos, ni comunitarios y solamente unos cuantos de los miles de periódicos digitales que tristemente se disputan las migajas que quedan de ese gasto de gobiernos locales y más escasamente de empresas privadas anunciantes (Observatorio de las industrias, las políticas y los consumos culturales, 2014).

Se estima que al cerrar 2015 el monto global será mayor a los 90 mil millones de pesos[2], y de acuerdo a los cálculos expuestos el gasto público total sería de 18 mil millones.

La propuesta de crear un nuevo sujeto económico con los medios de prensa no lucrativos, implicaría que se debe destinar a ellos el 20 por ciento de tal gasto público. Por ejemplo en 2015 esta canalización habría representado unos 3 mil 600 millones de pesos, cantidad que haría mucho más competitivos a todos los medios públicos, comunitarios, de asociaciones de periodistas y otros que, por operar sin fines de lucro, tendrían que reinvertir en equipos y capacitación los ingresos sobrantes de sus gastos operativos. Y al año siguiente incrementarían sus capacidades y participación y así sucesivamente.

Habría miles de nuevos competidores

El desarrollo tecnológico creó un nuevo actor en el mercado de la prensa mexicano. Más de 2 mil 500 periódicos digitales que conforman un sistema nervioso paralelo y que disputa en redes sociales la difusión de noticias más libremente y comienza a presionar para ser tomado en cuenta como otro sujeto jurídico.

Un ejercicio empírico basado en muestreos informales en 12 entidades en 2014, arrojó la posible presencia de 2 mil 575 medios digitales independientes respecto de los sitios web de los medios industriales. La proyección produjo una cifra que podría ser conservadora: cinco estados con 50 periódicos digitales, cuatro entidades con un promedio de 150 y veintitrés estados con un promedio de 75: (250+600+1,725=2,575). No se suman los sitios hechos por empresas publicitarias, de aficionados o los portales de los medios de prensa industriales que se desdoblaron hacia la Web.

¿Qué provoca esta mudanza o mutación? Como reportero pregunté y busqué respuestas entre las entidades académicas o expertos. Hay muy pocos estudios que estudien lo general y reciente de esta mutación. Únicamente encontré tres recientes que permiten hacer algunas deducciones[3]:

A reserva de estudios académicos confirmatorios, una primera inducción es que en México se rompió en 2 mil 575 pedazos, por lo menos, el viejo sistema imperante de medios de prensa impresos y está trastocando los alcances de los medios electrónicos.

Otra conclusión es que el concepto de periodismo no lucrativo, que hace 30 años comenzó a expresar Miguel Ángel, comenzó a usarse prolíficamente en Europa y en Estados Unidos hace poco más de una década pero con una variable: a los medios públicos se agregan los nuevos periódicos impresos y digitales que llegaron por oleadas tras las crisis editoriales de la última década.

Sobre esta tendencia, hay ensayos que refieren al periodismo no lucrativo para referir a los medios de prensa no industrializados que se enfocan, esencialmente en atender necesidades de información local investigada (hiperlocales, les llaman); es decir, son medios digitales e impresos en los que se privilegian los criterios de investigación y de cercanía del periodismo profesional, son medios no lucrativos porque tienen poco capital de inversión, poca venta, poca publicidad por lo que sus ingresos apenas alcanzan para sueldos decorosos de algunas personas y el mantenimiento a sus modestos equipos e instalaciones.

Como esos ahora hay miles en México. Esto es como si al sistema nervioso central se le hubiera desarrollado un sistema nervioso periférico que realiza sus tareas con mayor libertad y velocidad, pero que a la vista pocos saben cuál será su evolución. Declarar de interés público a estos medios para que incursionen en el mercado sin fines lucrativos sería parte de la alternativa que vislumbró Miguel Ángel.

Más soporte con los medios públicos

A fines del siglo XX, el Estado, administrado por el PRI, perdió deliberadamente los medios de difusión masiva y de prensa que tenía para equilibrar a los medios privados, pero ha sido forzado por la sociedad civil en organizaciones autónomas para generar un incipiente sistema de medios públicos, que ya demuestra presencia y desarrollo pero al que aún le falta apoyo financiero y un techo legal que lo proteja y promueva. Permitirles acceder al mercado publicitario también seria fortalecer a otro competidor que actuaría bajo criterios no lucrativos ni de mercantilización de la información.

En un foro sobre Medios Públicos en el Senado de la República el 26 de noviembre de 2014 se informó que los medios sociales todavía no significan competencia preocupante en el mercado de la publicidad, y que los medios públicos no sólo seguirán impedidos para tener suficientes ingresos por venta de publicidad o la venta de servicios, sino que operarían en 2015 con menos recursos. Prácticamente han tenido que mendigar, en palabras del senador Javier Corral Jurado.

En 2012 los medios públicos eran unas 450 estaciones de radio y canales de televisión (Gómez & Sosa Plata, 2013). De ellas, a fines de 2014, la mayoría estaban en 56 sistemas de radio y televisión pública en  la Red Nacional de Radiodifusoras y Televisión Educativas y Culturales.

Los medios públicos tienen como debilidad principal la imposibilidad de acceder a recursos autogenerados, por la vía de la publicidad o de patrocinios. Son medios no lucrativos que si fuesen declarados de interés público (como lo que son) y, además del presupuesto para operación se les asignara un porcentaje del gasto público en publicidad, tendrían más garantías para su funcionamiento y desarrollo para el bien de la pluralidad de la información de interés público (Medina).

Reordenar el marco jurídico

Para los medios públicos y los periódicos digitales, como nuevos actores en el sistema de información masiva, hace falta legislar y, de paso, reordenar un abigarrado andamiaje  jurídico que ha crecido sin orden ni concierto en los últimos 10 años.

Desde 2008 los especialistas ya observaban que “una característica de la normatividad jurídica de la comunicación de México es la dispersión y multiplicidad de normas sobre este tema, lo cual origina problemas de orden práctico. El más grave es que dicha dispersión crea incertidumbre jurídica entre la ciudadanía, especialmente en los individuos que ejercen la comunicación en sus diversas modalidades como son: diseñadores, cineastas, periodistas, locutores, fotógrafos y publicistas, quienes están directamente obligados a observar estos preceptos” (Berrueco García, 2008).

Para 2015 el andamiaje jurídico relacionado con los medios había crecido más y con menos coherencia. Desde 2010, fueron surgiendo aceleradamente otros ordenamientos en dos tendencias muy claras: una para proteger el ejercicio del periodismo y la otra, mucho más frondosa, para restringir a los medios (Hernández López, Es hora de entender e impulsar a la prensa no lucrativa en México, 2014).

De presunta protección, a septiembre de 2015 ya se registraban en todo el país una ley federal y 20 leyes estatales de protección a periodistas aprobadas por los congresos, unas de mera protección cautelar, otras de fomento únicamente, otras mixtas de protección, fomento y reconocimiento de derechos para ejercer el periodismo; 29 iniciativas parecidas esperaban en los estados para ser dictaminadas. En el mismo sentido se comenzaron a tipificar los delitos contra el periodismo en el Código Penal Federal y en 4 códigos penales de los estados.

Por el otro lado, se ha legislado para ir acotando tangencialmente la libertad plena de informar y la de expresión. Se reformaron los artículos 1° , 6°, 28°, 33, 130 y 134 de la Constitución y se crearon o actualizaron al menos 20 leyes secundarias de carácter federal y general: la de Imprenta, de Asociaciones Religiosas, Contra la Discriminación, la  Electoral, de Transparencia, de Telecomunicaciones, de Protección de niñas y niños, de la Propiedad Industrial; de Protección al Consumidor; del Derecho de Autor; de Información Estadística y Geografía; igual se modernizaron los códigos: Civil federal; Penal Federal, el Nacional de Procedimientos penales; el de Comercio; el Federal de Procedimientos Civiles; el Fiscal de la Federación. Varias de estas reformas o nuevos ordenamientos tuvieron su correlato lógico en las entidades del país. Y ese es un cómputo aún pendiente por realizar.

Todo junto indica, al menos tres certezas: el periodismo ya no es intocable en el reordenamiento jurídico del Estado; que se han creado más obligaciones que derechos para ejercer el periodismo y que se hace necesario reagrupar mucho de lo legislado en una sola ley para los medios.

Quizá convenga pensar en una ley de medios de difusión donde se clasifique a los de interés público[4], ley que debiera ser general para todo el país, que norme y transparente el gasto público publicitario, que especifique derechos y obligaciones para los medios no lucrativos (medios públicos y sociales, comunitarios, medios impresos o digitales, propiedad de asociaciones civiles de periodistas (sin fines de lucro) con plantilla de personal no mayor de 20 personas que tendrían preferencia presupuestal y publicitaria si cuentan con una propuesta editorial profesional, de cercanía con sus poblaciones o coberturas especializadas, como ocurre con publicaciones culturales y que, además, cuenten con códigos de ética y defensores de la información y de los públicos.

La idea original de Miguel Ángel Granados Chapa sobre los medios no lucrativos, con estos y otros argumentos, podría sentar bases para redistribuir la propiedad de los medios y el mercado de la publicidad, reordenar la ineficaz dispersión legislativa, estimular el nuevo modelo de relación prensa-Estado que se abre paso y pluralizar un poco más la información periodística.

Bibliografía

  • Berrueco García, A. (2008). Sistematización del disperso marco jurídico de la comunicación en México. Recuperado el 2015 de Octubre de 2015, de Biblioteca Jurídica Virtual: http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/decoin/cont/11/art/art2.htm
  • Fuentes Berain, R., & Juárez Gámiz, J. (2008). Medios e interés público. (Auditoría Superior de la Federación) Recuperado el 26 de Octubre de 2015, de Auditoría Superior de la Federación: http://www.asf.gob.mx/uploads/63_Serie_de_Rendicion_de_Cuentas/Rc11.pdf
  • Fundar; Article 19. (2014). Publicidad Oficial: Recursos públicos ejercidos por el Poder Ejecutivo Federal en 2013, primer año del presidente Enrique Peña Nieto. Recuperado el 27 de Octubre de 2015, de Fundar: http://www.fundar.org.mx/mexico/pdf/documentogastosPOEPN_VF.pdf
  • Gómez, R., & Sosa Plata, G. (2013). Medios digitales en México. México, D.F., México: Open Society.
  • Hernández López, R. (4 de Agosto de 2014). Los municipios también gastan al año 1,500 millones de pesos en publicidad. La Jornada San Luis .
  • Hernández López, R. (2014). Es hora de entender e impulsar a la prensa no lucrativa en México. México.
  • Hernández López, R. (Diciembre de 2014). Prontuario para fortalecer a periodistas vulnerables de México. (Casa de los Derechos de Periodistas; Freedom House) Recuperado el 27 de Octubre de 2015, de Freedom House: https://freedomhouse.org/sites/default/files/Prontuario%20para%20fortalecer%20a%20periodistas%20vulnerables%20de%20M%C3%A9xico.pdf
  • Hernández López, R. (1 de Septiembre de 2014). Ya son más de 2 mil 500 periódicos digitales en México. Chiapas paralelo .
  • Huerta Wong, J. E., & Gómez García, R. (2014). Valor del Mercado de Medios. México: Asociación de Agencias de Medios.
  • Medina, L. (s.f.). Medios públicos. (UNAM) Recuperado el 27 de Octubre de 2015, de Biblioteca Jurídica Virtual: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/5/2404/19.pdf
  • Observatorio de las industrias, las políticas y los consumos culturales. (2014).
  • Ruelas Serna, A. C., & Dupuy, J. (Abril de 2014). Índice de acceso al gasto en publicidad oficial en las entidades federativas, 2013. Recuperado el 27 de Octubre de 2015, de Fundar: http://www.fundar.org.mx/mexico/pdf/Informe_PublicidadOficial2013.pdf
  • Trejo Delarbre, R. (20 de Agosto de 2012). Prensa no lucrativa, propuesta de Granados Chapa. Revista Zócalo .

 

Notas

[1] Acerca de la esencia de las ideas fundacionales, por ejemplo, en 1996 el filósofo estadounidense Daniel Dennet seguía aún describiendo el concepto darwinista de evolución como «la idea más grande que ha existido nunca”. Watson, Peter. Historia intelectual del siglo XX. Página 14. Edit. Crítica, Barcelona.

[2] Se esperaba que el gasto llegaría a los 5.150 millones de dólares al finalizar el año 2014 (84 mil  975 millones de pesos a a 16.50 por dólar) www.marketingdirecto.com/especiales/latinoamerica-especiales/aumenta-el-gasto-en-inversion-publicitaria-en-mexico/#sthash.SrNtQutQ.dpuf.

[4] El más completo se llama Medios digitales en México, elaborado bajo la conducción de Rodrigo Gómez y Gabriel Sosa-Plata para Open Society Fundations, pero fue presentado hace más de 3 años, en febrero de 2011.

8 fotoperiodistas de guerra imprescindibles

  • Periodistas gráficos más destacados que han dedicado su vida a retratar la violencia y conflictos armados.
  • La fotografía de guerra nos ha dejado imágenes emblemáticas e impactantes de la historia moderna.
Foto: Operativo Federal Troncoso Zacatecas-1 por Cuartoscuro.com

Foto: Operativo Federal Troncoso Zacatecas-1 por Cuartoscuro.com

Por Elthon García

A continuación te presentamos algunos de los periodistas gráficos más destacados que han dedicado su vida a retratar la violencia y conflictos armados. La fotografía de guerra nos ha dejado algunas de las imágenes más emblemáticas e impactantes de la historia moderna.

1.- Robert CapaEs el fotoperiodista por antonomasia. Nació a principios del siglo XX en Budapest con el nombre de Endre Ernö Friedmann. Suya es una de las fotos más míticas de la historia: la polémica “Muerte de un miliciano”, hecha durante la Guerra Civil española. También cubrió la Segunda Guerra Mundial. El 25 de mayo de 1954 muere al pisar una mina durante una expedición en Indochina, como parte de su trabajo en la revista Life.

2.-Gerda Taro. Compañera sentimental y de oficio de Robert Capa. Nació el 1 de agosto de 1910 en Stuttgart y fue registrada con el nombre de Gerta Pohorylle. En 1937 esta jovencísima fotógrafa se encontraba cubriendo el frente de la batalla de Brunete, en plena Guerra Civil española. Taro está considerada como la primera mujer fotoperiodista en cubrir el frente de una zona de conflicto.

3.-David Seymour. También conocido con el seudónimo de Chim, David Seymour fue junto a Robert Capa y Henri Cartier-Bresson -entre otros- uno de los fundadores de la agencia Magnum Photos. Nació el 20 de noviembre de 1911 en Polonia, y al igual que Capa algunas de sus fotografías más apreciadas las hizo durante la Guerra Civil española. Trabajó para Life, Paris-Match y Regards. Muere el 10 de noviembre de 1956 ametrallado mientras realizaba un reportaje en el Canal de Suez.

4.-Larry Burrows. Fotógrafo profesional para Life, cubrió la violencia en Oriente Medio y las luchas entre las tribus del Congo. Burrows es uno de los fotógrafos más importantes de la guerra del Vietnam, y su colección “One Ride With Yankee Papa 13” está considerada como uno de los mayores ensayos jamás creados sobre esta guerra.Muere el 10 de febrero de 1971 cuando un helicóptero en el que viajaba fue derribado en Laos.

5.-Sean Leslie Flynn. Nació el 31 de mayo de 1941. Llegó a Vietnam en 1966 para trabajar como fotoperiodista free lance. Lo hizo inicialmente para la revista Paris-Match, después para Time y Life, y finalmente para United Press InternationalEn 1970 fue capturado por los jemeres rojos (en Camboya) y nunca más se supo de él. Fue declarado oficialmente muerto en 1984.

6.-Tim Hetherington. Trabajó como fotoperiodista para distintos medios internacionales y se ganó a pulso una buena lista de galardones, entre los que se incluye un primer premio World Press Photo en 2007. Aquel mismo año, el 20 de abril, Hetherington murió mientras cubría la rebelión en Libia.

7.-Chris HondrosNacido el 14 de marzo de 1970 en Nueva York, Chris Hondros falleció el mismo día y bajo las mismas circunstancias que Tim Hetherington. Se ganó la admiración y el respeto del fotoperiodismo de guerra en 2005 cuando capturó el ataque de unos soldados estadounidenses que habían confundido a una familia iraquí con un terrorista suicida. Trabajó para Newsweek, The Economist, The New York Times y The Washington Post. En 2004 fue nominado a un premio Pulitzer, y en 2005 ganó un segundo premio World Press Photo.

8.-Rémi Ochlik. Pese a su juventud, en 2004 fue testigo de los disturbios, durante las elecciones, en Haití, publicó para los medios más importantes y cubrió las revoluciones árabes de 2011 y 2012. Incluso ganó un World Press Photo. Murió el 22 de febrero de 2013 durante un bombardeo sobre la ciudad siria de Homs.

 

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¿Nueva? crónica latinoamericana

Foto: “Gabriel Garcia Marquez suffering from dementia, says brother”, theseoduke@Flickr.

Foto: “Gabriel Garcia Marquez suffering from dementia, says brother”, theseoduke@Flickr.

Por: Jorge Tirzo

No importa si existe un boom, lo innegable es que el género  –igual que el periodismo en general–  tiene ganas de vivir a pesar de sus condiciones precarias. Probablemente le corresponda al lector decidir si un boom puede serlo sin compensación económica de por medio ni éxito en la lectura a nivel masivo. En el anterior boom, el de Gabo y Vargas Llosa, los protagonistas se volvieron ricos a base de regalías; se volvieron rockstars gracias a la lectura de miles de jóvenes; y se volvieron líderes de opinión debido a su abierta militancia política. Eran otros tiempos. Los cronistas boomers al parecer ni se están volviendo ricos, ni son leídos masivamente, ni son líderes de opinión. Y tal vez, sólo tal vez, así está mejor.

Cuentan historias en una época en la que todos contamos historias. Aportan su mirada personal, en una época en la que todos tenemos perfiles personales para contar lo que nos interesa. Narran –casi siempre–  con miles de caracteres, en una época en la que subimos a Internet fotos, videos, audios e incluso textos escritos. Apuestan por textos extensos que requieren de meses de preparación, en tiempos en que los diarios adelgazan y apremian a sus reporteros. Protagonizan un boom de la no-ficción, en una época donde triunfan en ventas los libros de vampiros enamorados y magos adolescentes.

Son cronistas. Whatever it means, if it means something.

Pero no nos equivoquemos. No son cronistas como los de Indias, con un pie en la historia y otro en la propaganda colonial. Tampoco son cronistas modernistas, con un pie en la imprenta y otro en la torre de marfil. Algo tienen de Wolfe y Capote, pero también mucho de García Márquez y Monsiváis. Escriben en un tiempo de crisis profunda para los medios y de cambios totales para el oficio periodístico. Son algo así como Ulises amarrado a su propio barco mientras dura la tormenta y pasan las sirenas.

No son un grupo homogéneo, ni se atienen a manifiesto alguno, ni hay temas recurrentes. Bajo la óptica del análisis literario, son más bien neo-realistas: diálogo directo, descripción detallada, narración polifónica, tutela de los narradores omniscientes. Pero en esa descripción tan simplista cabrían lo mismo Balzac o Bukowski. Algunos escriben sobre los suicidas del fin del mundo, otros sobre los grandes capos del narcotráfico. Unos prefieren retratar a las personas, otros contar la vida de los lugares. Diversidad hay.

 

El nuevo boom de Gabo

Si tuviera que nombrar una recurrencia entre ellos, cabría en un diminutivo: Gabo. Muchos de ellos han sido alumnos y/o maestros de la ahora llamada Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI). Se han leído bien a los new journalists, pero también Relato de un náufrago  y Crónica de una muerte anunciada, sin olvidar Cien años de soledad, por supuesto. Esto no quiere decir que Gabo sea un ídolo monolítico, pero si hay que nombrar jerarquías en el pequeño Olimpo de la crónica latinoamericana, el Premio Nobel colombiano ocupa un lugar privilegiado. Pionero, fundador, inspiración, antagonista, padre al que hay que matar, presidente de la FNPI. Todo en uno. Más o menos lo mismo que ocurre en la literatura de ficción. Sin importar si se ama o se odia a Gabo, nadie puede negar su importancia.

Al igual que en la literatura de ficción, Gabo ha colaborado a propiciar un boom. Desde mediados de los noventa, la FNPI ha organizado dos encuentros de Nuevos Cronistas de Indias con periodistas de todos los países de habla hispana. Además, su infinidad de talleres ha propiciado que cada vez más periodistas practiquen el oficio. Si en los años sesenta Gabo ganó la copa del mundo literario como principal goleador, hoy está de vuelta en la cancha como director técnico. O algo así. Pero la historia se repite. Quizás nadie le hubiera llamado boom al boom si antes no hubiera habido publicaciones en España.

Mejor que ficción (Anagrama, 2012) y Antología de crónica latinoamericana actual (Alfaguara, 2012) sembraron la duda: ¿Estamos viviendo un boom de la crónica latinoamericana? A mí, por ejemplo, John Lee Anderson me dijo que sí, que ese boom existe y que quien lo dude puede ir a buscar algo similar a cualquier otra región y no lo encontrará:

No sé quién lo dijo primero, pero yo lo dije sin saber que otro lo había dicho. No es que yo sea un abanderado tratando de vender un producto. Yo sí lo comparo con el boom de la ficción. Estamos frente a un nuevo boom latinoamericano. Lo digo porque yo no sólo me paso la vida aquí. Viajo por América del Norte, Europa donde vivo, África, Medio Oriente, ando en muchas partes del mundo todo el tiempo y no veo un boom parecido.

Sergio González Rodríguez, por el contrario, contestó lo contrario:

No creo que un par de antologías de cronistas publicadas en tiempos recientes configuren un boom:  la crónica ha estado y estará vigente al margen de la atención de una o dos editoriales españolas o de los encuentros de auto-validación gremial de grupos de periodistas.

Leila Guerriero salió a buscar la misma respuesta a inicios de 2012 para su reportaje “La verdad y el estilo” publicado en el suplemento Babelia de El País. Algunos le dijeron que sí, que había un boom porque el género nunca atrajo tanto interés. Otros que no, que hasta que no hubiera solvencia económica y un público equiparable al de la ficción, no se podría hablar de un boom. Pasó el año, pasó el encuentro de Nuevos Cronistas de octubre de 2012 en México, y a inicios de 2013, Leila volvió sobre el tema en un artículo llamado “El Periodismo” publicado también en El País:

Creo que no sería aventurado decir que la mayor parte de quienes se reunieron en México tiene más de un trabajo y que, durante los últimos años, han hecho lo que hicieron  –dirigir revistas de crónicas, escribir crónicas–  con lo único que tenían a mano: la tozudez y la convicción de que valía la pena, con la complicidad de sus editores y a pesar de ellos, con la complicidad de los grandes medios y a pesar de ellos, con buenas compensaciones económicas y a pesar de sus cuentas bancarias. Y todo indica que lo seguirán haciendo a pesar de modas, indiferencias, crisis.

En otras palabras: no importa si ese boom existe, lo innegable es que el género  –igual que el periodismo en general–  tiene ganas de vivir a pesar de sus condiciones precarias. Probablemente le corresponda al lector decidir si un boom puede serlo sin compensación económica de por medio ni éxito en la lectura a nivel masivo. En el anterior boom, el de Gabo y Vargas Llosa, los protagonistas se volvieron ricos a base de regalías; se volvieron rockstars  gracias a la lectura de miles de jóvenes; y se volvieron líderes de opinión debido a su abierta militancia política. Eran otros tiempos. Los cronistas boomers al parecer ni se están volviendo ricos, ni son leídos masivamente, ni son líderes de opinión. Y tal vez, sólo tal vez, así está mejor.

 

Los nuevos boomers

Leila Guerriero y Martín Caparrós bien podrían encabezar la lista desde el equipo argentino. Por México alinearían Juan Villoro y Fabricio Mejía Madrid. Alberto Salcedo Ramos seguro iría por Colombia y Julio Villanueva Chang por el Perú. Los estadunidenses serían representados por John Lee Anderson y Alma Guillermoprieto como su refuerzo mexico-americano. Me detengo aquí por temor a comenzar a ser prescriptivo.

Los arriba mencionados son los cronistas ya consagrados. Tienen más de dos décadas trabajando en el oficio y publican en los medios más prestigiosos: El País, Gatopardo, The New Yorker, The New York Times  o donde se les pegue la gana. Varios de ellos incluso tienen libros enteros de crónica, ya sean relatos extensos o compilaciones.

Les siguen una serie de cronistas cuya trayectoria es sólida y va en ascenso. Marcela Turati se ha ido ganando su lugar gracias a sus crónicas sobre las víctimas de la violencia en México. Lo mismo pasa con Daniela Rea, quien incluso en un medio tradicional como el diario Reforma  ha podido posicionar crónicas extensas sobre el mismo tema. El peruano Marco Avilés ha sido editor en Etiqueta Negra y ahora desde Cometa se posiciona como un referente de la crónica. Diego Enrique Osorno y Emiliano Ruiz Parra, colaboradores habituales de Gatopardo, también son cronistas de tiempo completo. Lo mismo ocurre con Federico Bianchini, subeditor de Anfibia, quien incluso fue ganador del premio Las Nuevas Plumas, el primero en su tipo en Iberoamérica.

Pero no son los únicos. Los nombres son múltiples e insuficientes para cualquier espacio. Una buena referencia es la sección “Autores e impulsores de la crónica” del sitio Nuevos Cronistas de Indias publicado por la FNPI. Algunos de ellos son: Joseph Zárate, Gabriela Wiener, Daniel Titinger, Graciela Mochkofsky, Albinson Linares, Ana Teresa Toro, Carlos Salinas Maldonado, Diego Fonseca, Sebastián Hacher, Wilbert Torre, Rocío Montes, Pablo de Llano, Daniel Alarcón, Carlos Dada, Patricio Fernández, Camilo Jiménez, Daniel Hernández y un largo
–larguísimo– etcétera.

 

Medios donde caben las crónicas

Los medios que publican crónica merecen una mención aparte. Hace unos años, un lugar común era decir que los diarios ya no publican crónicas ni reportajes, por lo que el periodismo narrativo era prácticamente inexistente. No sé si porque la cosa haya cambiado en unos cuantos años o por desconocimiento de quien me lo dijo, pero ese lugar común es falso.

Sin ir más lejos, en la colonia Condesa se edita Gatopardo, una revista a medio camino entre las publicaciones de estilo (tipo GQ y Open) y aquellas donde nació el nuevo periodismo de los años setenta (The New Yorker y la Rolling Stone). Gatopardo, publicada por editorial Mapas, tiene como una de sus editoras a la propia Leila Guerriero y ha publicado a grandes periodistas narrativos como Diego Enrique Osorno y Emiliano Ruiz Parra. Ni siquiera es una revista marginal, como a veces se supone que debiera ser el periodismo narrativo, pues fácilmente se le puede comprar en casi cualquier puesto de periódicos, en los Sanborn’s o en formato digital en la tienda iTunes.

También en el DF se edita Emeequis, encabezada por Ignacio Rodríguez Reyna. Esta revista editada catorcenalmente ha destacado en los galardones periodísticos en México y a nivel internacional. Entre ellos ha ganado el Premio Nacional de Periodismo, el Premio Rostros de la Discriminación, el Premio de Periodismo Rey de España, entre otros. Especializada en temas de política y sociedad, ha impulsado a autores como Humberto Padgett y Alejandro Almazán.

Otra historia sucede con Soho, dirigida por Daniel Samper en Colombia. Si Gatopardo es un híbrido de The New Yorker y Esquire; Soho sería el resultado de fusionar Playboy con una revista de sátira periodística. O quizás sólo se trate de volver a los buenos tiempos de la revista del conejito. Cada mes hay una mujer desnuda en la portada. A veces una mujer desnuda con causa (como una reciente edición sobre el cáncer de mama) y a veces una mujer desnuda simplemente desnuda. Para ellos, el humor es un componente integral del periodismo narrativo, pues sin importar el tema del texto (la discriminación racial, los gustos masculinos por distintos tamaños de senos femeninos o políticos colombianos controversiales, por nombrar alguno), siempre se puede esperar soltar una buena carcajada seguida de datos duros –a veces durísimos–.

Etiqueta Negra se gana una mención especial por lo icónica que ha resultado ser para el auge de la crónica. Dirigida por Julio Villanueva Chang, esta revista ha formado como cronistas y editores a un buen número de periodistas. Marco Avilés, Camilo Jiménez y Francisco Goldman (por nombrar algunos) han pasado por sus páginas. Ha publicado algunos textos ahora de referencia como “El imperio de la Inca Kola”, sobre la bebida gaseosa de dicho nombre que supera en ventas a la Coca Cola  al menos en el Perú.

Y si hemos de nombrar un proyecto híbrido y atípico dentro de las revistas impresas, Orsái se gana un lugar por autonomasia. Es una revista hispano-argentina iniciada por Hernán Casciari, quien un día decidió convocar desde su blog a autores para que colaboraran en la fundación de una revista-libro y a lectores que la financiaran. Desde ese entonces, Orsái primero busca los fondos y hasta que está cubierto cierto tiraje, la imprime y la distribuye por toda Hispanoamerica. Luego, ya que todo está pagado, libera sus contenidos en PDF para que cualquier persona pueda leerla aunque no haya pagado. Ahora, además, se ha embarcado en la creación de una pizzería-redacción que lo mismo vende la revista o pizzas de pepperoni.

 

Internet: el paraíso de la crónica

La red ha sido, al mismo tiempo, el refugio de las publicaciones que ya no pueden pagar la impresión y el nido de proyectos periodísticos que jamás pasaron por una rotativa. Replicante, por ejemplo, solía imprimirse hasta que la crisis económica lo impidió. Actualmente sólo se publica de manera digital a través de su página web. Del otro lado, El puercoespín, Anfibia, Prodavinci y eCícero son ejemplos de medios especializados en crónica que nacieron en Internet y no pretenden pasar por el papel. Eso sin contar que los sitios web de revistas impresas como Gatopardo, Soho, Etiqueta Negra y Orsái  a menudo publican versiones más extensas, o crónicas exclusivas para el medio digital. Lo mismo pasa en diarios como El País que a través de sus blogs y sus exclusivas en web ha publicado un buen número de crónicas que jamás han pasado por la imprenta.

Anfibia es un ejemplo destacable debido a su concepto investigativo. Como su nombre lo indica, pretende promover crónicas que hayan sido elaboradas de una manera anfibia: entre un reportero y un científico social; entre un cronista y un artista; entre un activista y un periodista; etcétera; es decir, combinar el relato periodístico con otras disciplinas que aportan enfoques distintos a la narrativa informativa. Ejemplo de ello es el texto “#YoSoy132: La primavera mexicana” escrito por la reportera Daniela Rea en conjunto con Rossana Reguillo, doctora en Ciencias Sociales.

eCícero, por su parte, es una editorial digital de libros de no ficción. En vez de publicar crónicas breves o medianas, como lo hacen los portales estilo revista, eCícero hace lo suyo con crónicas extensas pensadas para leerse en libros electrónicos y tabletas. Por menos de tres euros (algo así como 45 pesos mexicanos), uno puede leer a autores como Diego Fonseca o John Lee Anderson en crónicas largas que no cabrían en ningún impreso y que, al estar formateadas en archivos ePub o Mobi, son idóneas para disfrutar en la tinta electrónica del Kindle o en la portabilidad de un iPad mini.

Con una propuesta totalmente distinta, la Escuela de Periodismo Portatil dirigida por Juan Pablo Meneses es tanto un medio como un centro de capacitación. A través de cursos en línea sobre crónica y géneros afines, Meneses ha promovido la escritura de periodismo narrativo. Después publica muchos de los textos producidos por los participantes. Es un modelo interesante y digno de tener en cuenta para las nuevas dinámicas informativas de Internet.

Sin embargo, al menos hasta inicios de 2013, la publicación digital de crónicas parece seguir una máxima: publicar lo que no cabría en papel o lo que saldría demasiado caro si fuera impreso. Las técnicas narrativas siguen siendo más o menos las mismas del realismo literario, o si buscamos ancestros dentro del periodismo, las del new journalism. Las narrativas multimedia que posibilita la red parecen estar exiliadas del reino de la crónica. Para que una crónica sea crónica, al menos por el momento, tiene que tener como protagonista al lenguaje escrito. Las infografías, los interactivos, el reporteo móvil y los flujos en tiempo real, aún no son partícipes del boom.

 

Hacia la crónica 2.0

Digámoslo con todas sus letras: el formato de la crónica  –al menos como se le entiende comúnmente–  es propio de la era de papel. Cuando los periodistas decimos crónica, se entiende que hablamos de algo así como 20 mil caracteres (por lo menos) de texto escrito con herramientas que son comunes a los textos literarios. Las fotos son una especie de bonus track, como un valor agregado que casi siempre elabora una tercera persona. Un cronista es, ante todo, un escritor de textos escritos, no un productor de relatos. ¿Qué pasa en un contexto multimediático como lo posibilita Internet y las nuevas tecnologías de la información?

Hace tiempo circuló en redes sociales un video con un título revelador: “Una revista es un iPad que no funciona”. En él, una bebé juega con su tableta haciendo uso de los comandos gestuales para pasar páginas, agrandar objetos, subrayar, etc. Luego, con un magazine  impreso intenta hacer lo mismo. No funciona. Al hacer clic sobre una imagen, ésta no se abre. Al hacer pinch, el tamaño del texto no aumenta. Algo así puede pasarle a la crónica si se queda como está.

La gente está muy acostumbrada a una manera de hacer crónica y en ese sentido hay una especie de nostalgia por las maneras en las que se hacía antes. Lo que ahora llamamos “tiempo real” yo lo entiendo como un camino a construir crónicas de seguimiento que de verdad construyan una narrativa que tenga sentido. El tiempo real va a cambiar las reglas del juego pero le va a permitir al género seguir vivo permanentemente  y crecer como una crónica inagotable.

Son las palabras de Olga Lucía Lozano, periodista colombiana, directora Creativa de La silla vacía, uno de los sitios latinoamericanos más innovadores en materia de narrativas y formatos digitales. Para contar los nexos en las cúpulas empresariales, publicaron una especie de Facebook donde uno puede ver quienes son los amigos de los empresarios y los políticos. Para contar la lucha de las víctimas de la violencia en Colombia, montaron el Proyecto Rosa, un documental multimedia que permite seguir a la activista Rosa Amelia Hernández a través de blogs, videos, actualizaciones en tiempo real, infografías, etcétera.

Otro experimento es Radio Ambulante, dirigida por Daniel Alarcón. Su apuesta es por la crónica sonora. En cierto sentido retoma el origen primigenio del género: aquellos relatos que contaban los antiguos hombres alrededor del fuego de forma oral. Pero también hace uso de la portabilidad del podcast y de los dispositivos móviles que permiten capturar audio en casi todo momento.

Los formatos de microblogging y liveblogging surgen también como una alternativa para cronicar sucesos en tiempo real apoyándose en la curaduría de contenidos, las aportaciones de los lectores y la construcción dinámica de la narrativa. Basta mirar el Eskup de El País o los Liveblogs de The Guardian para darse cuenta de que en tales formatos hay un potencial narrativo enorme aún por explorar.

Todos estos ejemplos son la prueba de que cronicar haciendo uso del lenguaje multimediático hipertextual es posible. E incluso imprescindible para los nuevos tiempos.

Lo que la red está planteando es que hay otras maneras de narrar que no son menos ni más profundas que las tradicionales. Nunca fue tan fácil circular la información y tampoco nunca fue tan difícil sobresalir sobre tanta información que se publica diariamente. Hay periodistas que siguen pensando que el periodismo tiene una profundidad que Twitter nunca tendrá. Yo discrepo de eso. Twitter tiene una profundidad que está dada por la posibilidad de asistir a la construcción de una narración sin que nadie te la explique. Twitter, Facebook, los blogs y las páginas refuerzan la idea de que el periodismo puede ser un trabajo individual. Me parece que es una idea linda, que no sólo es un trabajo en equipo, sino también un trabajo que se puede hacer como individuo. El periodismo no está en crisis, ni los periodistas. Están en crisis los medios. Los periodistas están en una fase que debería ser altamente productiva y con muchas facilidades para circular lo que producen.

En el mismo sentido, aunque un poco más severo, Pablo Mancini –periodista argentino autor de Cryptoperiodismo–  recomienda a los cronistas “mirar el calendario y descubrir que el siglo XX ya terminó”, y añade:

Actualizar los referentes, ídolos y criterios de calidad. El mayor desafío es construir una narrativa que esté sintonizada con la época en la cual vivimos. Ese fue el acierto de la crónica del siglo pasado. Buena parte del trabajo actual entorno a la crónica está relacionado a la conservación del género. Desde mi punto de vista es más interesante trabajar sobre la experimentación.

Su diagnóstico sobre los cambios que ha sufrido la crónica lo deja claro:

Ha cambiado todo, menos los cronistas. Lo peor que tiene la crónica hoy son los cronistas. Por suerte, los lectores se están haciendo cargo de dar cuenta de los acontecimientos.

Claro que es difícil. Hasta ahora, para ser cronista había que comenzar leyendo. Lo que sea, pero leer. Actualmente eso no basta. Para ser un cronista multimedia habría que navegar infinidad de sitios, los que sean, pero navegar. También haría falta ver miles de películas, leer comics, mirar fotorreportajes, tuitear, gestionar comunidades, conocer los fundamentos de la edición audiovisual y un larguísimo etcétera. Lo de siempre. A nadie debiera sorprenderle que un periodista deba estar en mil cosas al mismo tiempo. Cómo hacer rentable dicho tipo de crónica y cómo organizar equipos de trabajo efectivos es otra historia que está por escribirse. Tampoco es que la crónica 1.0 haya sido especialmente propicia para volverse millonario…

 

¿Hay nueva crónica?

Tal vez decir boom nos sigue imponiendo porque aún tenemos demasiado cerca el anterior. Tal vez no son dos diferentes, sino dos etapas del mismo. Lo que nadie puede poner en duda es que hay un interés creciente en la literatura de no ficción y/o en el periodismo que usa técnicas de la literatura. Eso siempre es bueno. Pero podría ser ficción.

Si algo cambió en los últimos años, fue todo lo que rodea a la crónica. Hace un par de décadas no había Twitter, ni iPads, ni Skype, ni 4G, ni WiFi, ni YouTube. Las fronteras entre la crónica y el resto del mundo aún están por escribirse. Es un gran momento para que los periodistas  –si es que aún queremos llamarnos así–  reevaluemos qué técnicas y qué disciplinas queremos incorporar a nuestros textos. Nos queda claro  –clarísimo–  que el reino de la crónica lo queremos cerca –cerquísima– del hermano reino de la literatura. Perfecto. Pero no se nos vaya olvidar acercarnos a los reinos del cine, la fotografía, las redes sociales, la hiperficción, etcétera. Siempre es bueno ser ciudadano del mundo. O de muchos mundos, en este caso.

En su texto “Tan fantástico como la ficción”, Leila Guerriero termina reflexionando sobre el diálogo que guarda la crónica con la literatura. Yo suscribo ese mismo final y se lo tomo prestado para hacerle un par de modificaciones:

Claro que, si vamos a ser sinceros, no suele haber, en los grandes escritores de ficción, ecos de cronistas majestuosos. Pero hay que ser pacientes. Porque tiempos vendrán en que eso también suceda.

Lo mismo sucederá eventualmente con los grandes directores de cine, los grandes pintores, los grandes artistas digitales, las grandes empresas, etcétera. De nosotros dependerá que la crónica deje de ser un montón de caracteres y vuelva a su principio de relato sobre el mundo.

 

Liberación: Nuevo impreso

  • Surge una nueva publicación mensual mexicana.
  • Dirigido por Óscar Camacho y teniendo como segunda de a bordo a Lilia Silvia Hernández, la mancuerna ha conformado una plantilla no muy grande pero eficaz.
Foto: “Diarios”, por Edupss! @Flickr.

Foto: “Diarios”, por Edupss! @Flickr.

Por: Jorge Meléndez Preciado

En  momentos que el periodismo mexicano está en una grave encrucijada: crece a manos de los reporteros o se supedita con los empresarios, amén de que nuestro país es donde más informadores se asesinan impunemente, hay un viento fresco con la aparición del mensuario Liberación.

Dirigido por Óscar Camacho y teniendo como segunda de a bordo a Lilia Silvia Hernández, famosa por sus programas radiofónicos y televisivos, la mancuerna ha conformado una plantilla no muy grande pero eficaz, demostrando que los mensuarios pueden sacudir  a este país donde cada vez menos encontramos historias amplias de periodismo.

El reportaje central está dedicado a ellas, la mayoría de la población, y el título es: “Así matan a las mujeres en México”, con la explicación terrible de que: “En las últimas 3 décadas más de 40 mil mujeres han sido asesinadas con violencia extrema en nuestro país, entre la indiferencia y la impunidad”. El reportaje, intenso, dramático y conmovedor es de Daniela Rea y Lidiette Carrión.

Mariana Lima,   dice: “El enemigo está en casa”. Bárbara Reyes (16 años)  habla acerca del “Secuestro, violencia y muerte” de las féminas. Y un apartado nos recuerda: “Ayer fue Juárez; hoy es todo México”, evocando  que hace 20 años se hablaba de las muertas en aquel lugar fronterizo y actualmente  tenemos su réplica en toda la geografía nacional. Y se nos advierte: “Los asesinos, reflejo de una sociedad”.

No podía faltar: “La rebelión tarasca” o “Un año de autodefensas en Michoacán”. Y a propósito de esto, hay un artículo de la gran reportera Fátima Monterrosa que se titula: “Los dilemas de Mireles”.

En la sección Crónicas, encontramos una acerca de “El ladrón que cuidaba a Messi” de Bruno Larocca, quien  relata las travesuras  de Daniel Rojo, sus negocios ilícitos, su derroche de pesos (argentinos),  las orgias que vivió y los robos que efectuó, aparte de cuidar en las noches al futbolista más conocido y mimado del orbe, cuyo padre está acusado de evadir impuestos en España.

Óscar y Lilia Silvia, quienes viajaron a otra tierra santa,  comentan algo que muchas veces se olvida o se calla: “Hay historias que son una infamia. Hay historias que Dios no hubiera escrito. Lo que ocurre en hoy en Palestina es una de ellas. La invasión de Israel a Palestina es una historia de oprobio que el mundo tolera y le perdona al pueblo judío. En Palestina, los judíos reproducen hoy lo que buscaba el holocausto con ellos en Europa: el exterminio. La invasión de Israel le ha quitado a los palestinos casi todo, menos la dignidad y la esperanza de volver a ser un pueblo libre”; las fotos son reveladoras y espléndidas.

Otra crónica nos habla no de lo insólito, sino de algo  que ocurre pero escasas veces se plantea: “¡Mi esposo usa mi lencería!”. Una hija descubre a su padre, antes de irse a Europa, que no sólo es Manuel Furlong, sino en realidad Gina. Algo de lo que nos mostraba  hace años Woody Allen, en aquella película: Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo pero temió preguntar.

¿Quién es el Komander? Un músico que tocó en Michoacán en un acto multitudinario de loas a los narcos antes de la llegada de Peña Nieto. Se trata de Alfredo Ríos (nada que ver con el del mismo nombre y apellido cuya madre era  Galeana y fue considerado el peligro de México durante años). Tiene 43 años y cobra 300 mil pesos por una hora de actuación. ¿Alguien quiere estudiar física cuántica o modelos matemáticos?

El siempre certero Diego Osorno  platica acerca de su viaje a Colombia y el fenómeno de Pablo Escobar, más venerado que muchos santos o profetas, el narcotraficante  que  ayudaba con mayor eficacia  que el programa Solidaridad de Carlos  Salinas a la fecha. El multipremiado Alejandro Almazán evoca al Canguro, un personaje  del popolo, como muchos, que olvidamos. Gerardo Albarrán analiza la violencia.

En la entrevista con Marcelo Ebrard, el ex jefe de gobierno, dice éste  que podría hacer muchas cosas con los 300 mil millones de pesos  extras que tendrá a la mano Luis Videgaray para erogar este año, entre ellas becas para la educación superior con el objeto de empezar a competir  con Corea,  y plantea que si la izquierda va a las elecciones  de 2015 y 2018 dividida,  será el desastre.

Liberación, un mensuario que recuerda a Jean Paul Satre y el mejor periodismo español de vanguardia, donde los cronopios de Julio Cortázar retaban  a  las tradiciones.

Bienvenido en estos momentos de crisis periodística.

jamelendez44@gmail.com

@jamelendez44

Universidades en el 2013: ¿Cuáles son las mejores?

Foto: "Estudiantes UTPL Roma" por Universidad Técnica @Flickr.

Foto: «Estudiantes UTPL Roma» por Universidad Técnica @Flickr.

Por: José Luis Esquivel Hernández

En el 2013, una mujer china fue víctima del terrorismo en la famosa prueba de maratón en Boston, y entre sus datos biográficos destaca que habría sido alumna de una de las universidades de Estados Unidos por su deseo ferviente de dominar el inglés y concluir una carrera de prestigio con sello internacional. Pero el dato no es intrascendente y nos lleva a considerar la numerosa matrícula de jóvenes extranjeros que llegan a las instituciones de educación superior en la Unión Americana, no solamente porque una gran mayoría de ellas se colocan entre las mejores del mundo, sino también porque significa una oportunidad de contratación profesional inmediata en sus países de origen e inclusive en la misma ciudad sede de la universidad.

Según estudios constantes en torno al ranking de las 200 mejores universidades del mundo, los primeros tres lugares los acaparan Harvard (100 puntos),  Massachusetts Institute (88 puntos) y Cambridge, del Reino Unido (85.8 puntos). Y esta última se ha posicionado entre las preferidas en el mundo porque supo a tiempo, desde 1995, incentivar los acuerdos comerciales y la colaboración con la industria, algo considerado antes como tabú, y por eso en 2002 impulsó 25 nuevas empresas de alta tecnología. Pero no dejan de colarse en los sitios privilegiados la Universidad de California, en Berkley; la de Yale y la de Stanford, las cuales comenzaron a desplazar de las posiciones de privilegio a las 68 alemanas y otras europeas al integrar con estupendos resultados la enseñanza y la investigación, además de optar por la admisión selectiva y el pago de matrícula, tratando de no convertir sus espacios en monstruos de masividad y deserción escolar por un mal entendido populismo oficial.

Los profesores perciben una remuneración de acuerdo con su mérito de aprovechamiento entre los alumnos y no por sus gruesos legajos de diplomas o documentos de postgrado que en las universidades del tercer mundo muchas veces se obtienen esos papeles mediante sobornos y sin mayor esfuerzo de asistencia a los cursos ni de trabajos realizados con asesoría especial.

 

Para periodistas y literatos

Cuando a mí me preguntan a qué institución debe ser canalizado un buen alumno de Periodismo que desea continuar sus estudios profesionales en Estados Unidos, sin dudarlo señalo la Columbia University, por cuyas aulas han pasado grandes personalidades como el presidente Barack Obama, el poeta Federico García Lorca y el magnate Warren Buffet.

Pero si bien es cierto en sus instalaciones se han gestado descubrimientos como la radio FM y el láser además de contar en sus bibliotecas monumentales con más de 10 millones de volúmenes impresos, la razón fundamental es que se trata de la universidad que eligió Joseph Pulitzer en 1912 para fundar su escuela de periodismo, misma que administra los premios que anualmente se otorgan con el nombre del dueño del diario The World, de Nueva York.

Los periodistas y los literatos, así como los poetas y otros especialistas de la palabra oral o escrita, y no se diga los amantes del arte, egresan con el aval de una formación de primera línea por la alta calidad y trayectoria académico-profesional de sus docentes que le hacen pertenecer a la selecta Ivy League. Columbia Univerity tiene orígenes centenarios si tomamos en cuenta que nació como King`s College según concesión del Rey Jorge II de Inglaterra, por lo cual desde 1754 ha ganado enorme prestigio y presume como uno de sus más grandes logros el haber sido, en 1767, la primera escuela de medicina de América en otorgar un título profesional que avalaba el grado de sus egresados (M.D.) y que es una certificación que no ha perdido vigencia.

Los descubrimientos sobre la cura del glaucoma y el cáncer forman parte también de su tarjeta de presentación, pero en lo referente a Periodismo ostenta el orgullo de ver desfilar por sus aulas a estudiosos de los sistemas informativos que tienen el ejemplo de grandes profesionales de los medios de todo el mundo, pues la selectividad de los alumnos se hace con toda intención de dar el ingreso a los más aplicados y con vocación bien definida.

Columbia University en sus 260 años de existencia ha actualizado su nombre en tres ocasiones y ha cambiado de sede cuatro veces. Hoy su campus principal se localiza en Manhattan y en general recibe alrededor de 25 mil aplicaciones de ingreso por semestre pero sólo son admitidos mil 500 alumnos en todos los grados académicos y facultades en cada período.

Otra buena opción para los que vivimos en el norte de México es la también famosa Universidad de Texas, con sede en Austin, que yo recomiendo no sólo por la cercanía geográfica sino por su proyección en el campo de las Ciencias de la Comunicación y del Periodismo en particular, según dan testimonio de ellos muchos egresados que han llegado de Centro y Sudamérica. El programa PALS los conecta con estudiantes norteamericanos, y un departamento completo ayuda a sus familias a establecerse.

Investigación y colegiaturas muy altas

The Times de Londres realiza con frecuencia estudios que demuestran, por mucho, que de las 20 mejores universidades del mundo, once son de Estados Unidos, seguidas por algunas de Europa, Australia, Japón China e Israel en que el inglés cuenta para su inclusión en el ranking, pues éste se basa en cinco criterios, destacando el número de citas en publicaciones académicas y la relación numérica entre profesores y estudiantes.

Jeffrey Puryear, un experto en educación en América Latina del Diálogo Interamericano, un centro de estudios de Washington, D. C., le dijo en 2005 al periodista Andrés Oppenheimer que «los sondeos dejan fuera a  las universidades latinoamericanas y no es de extrañar por sus pobres resultados, pues son públicas y los gobiernos no tienen muchas exigencias enmateria de control de calidad, a las que éstas se resisten».

Sin embargo, también es de tomarse en cuenta que las buenas universidades de Estados Unidos, Europa y Asia fomentan la investigación científica con gran acierto y tienen más dinero porque tienen más aportes estatales y privados además de lo que pagan los propios estudiantes. Por eso en Estados Unidos, Inglaterra y cada vez más ciertos países de Europa y Asia cobran colegiaturas muy altas a sus alumnos, y al mismo tiempo se benefician de regímenes fiscales que fomentan las donaciones privadas, de acuerdo con Andrés Oppenheimer.

Una investigación del Centro Nacional para Estadísticas de la Educación en Estados Unidos ha revelado que aquí la universidad es cara, ya que del año 2000 al 2011 las colegiaturas aumentaron en un 42 por ciento (más de 25 mil dólares al año), a pesar de que sigue habiendo quejas de empresarios que reclaman a muchas instituciones de educación superior el hecho de no enseñar el tipo de habilidades técnicas que requieren que posean los recién contratados.

Un hecho paradójico es que si se revisa el caso de la mejor universidad de América Latina que figura entre las 500 mejores del mundo, la UNAM, destaca por su investigación en algunas áreas pero no por sus colegiaturas ya que es prácticamente gratuita en su totalidad y sus más de 300 mil alumnos son medidos con el mismo rasero social para este beneficio, no obstante que hay jóvenes con mucha solvencia económica para pagar, en contraste con la segunda institución destacada, el TEC de Monterrey, considerado «de ricos» y pudientes pero con algunos de clase baja becados por sus méritos académicos, tal como ocurre en otra gran universidad de Sudamérica, como lo es la Católica de Perú. «En lugar de darle el dinero a las universidades a manos llenas, los gobiernos de América Latina deberían darle el dinero a los estudiantes para que ellos elijan a qué institución ir, y eso crearía una competencia entre las universidades para atraer alumnos, pues ahora esa competencia está afectando la calidad educativa en el nivel superior», recalcó Puyear, del Diálogo Interamericano, en la entrevista con Oppenheimer.

 

La tierra prometida

Ante estas circunstancias, no es de extrañar que muchos jóvenes de la clase alta de América Latina y principalmente de México opten por el sueño americano  en cuanto a sus universidades, y no solamente los estudiantes que desean un postgrado con el fin de quedarse a trabajar en el extranjero, sino inclusive los más talentosos profesores busquen una oportunidad al ofrecer sus servicios como investigadores o docentes. Pero curiosamente el número mayor de los 700 mil universitarios extranjeros que hoy por hoy van a estudiar a Estados Unidos provienen de China e India, así como de Corea del Sur, Japón y Taiwan, superando a los canadienses.

Pero aún se espera una mayor avalancha de chinos pues entre los 16 millones de alumnos en esa poderosa nación, muchos tienen la mira puesta en lo que consideran la tierra prometida de la educación, no obstante el florecimiento de sus campus universitarios en su extensísima región y no obstante su avance económico que tanto preocupa al Tío Sam. Lo que buscan quienes llegar a las universidades norteamericanas desde China son los circuitos de comunicación entre profesores y alumnos así como los aires de libertad para el debate, pues la rigidez académica desalienta a los mejores estudiantes de ese país oriental, que desconocen en la escuela la experimentación intelectual. Allan Goodman, presidente del Instituto para la Educación Internacional, con sede en Nueva York, aclaró un día a Newsweek en español que «son bienvenidos los estudiantes internacionales que ven a Estados Unidos como ejemplo, pero esa migración no hace sino aumentar la brecha entre Estados Unidos y el resto del mundo». Por su parte, Kim Ho Gi, sociólogo de la Universidad de Yonsei en Corea del Sur, sostiene que «se ha puesto de moda, entre las familias adineradas de Seúl, enviar a los chicos y chicas a estudiar fuera y aprender inglés… Todo en aras de un mejor futuro para su vida».

Pero a veces el fuerte choque cultural y la barrera del idioma no son superados tan fácilmente por los estudiantes y caen en conductas inapropiadas por estar lejos de sus padres. Sin embargo, ahora que la educación superior se ha transformado en un producto básico global, algunos países han decidido enviar grupos de profesores y funcionarios de sus universidades a estudiar qué están haciendo bien en este campo los profesores y funcionarios de las universidades estadounidenses para aplicar el modelo localmente, como en Japón.

Y también algunas universidades de prestigio de Estados Unidos han estado expandiendo sus marcas en el extranjero y estableciendo unidades de sus escuelas a lo largo de China en particular, e igualmente en la India, o han firmado convenios como la Universidad de Wellesley y la Universidad de Pekín, entre otras. A fines de 2013, sin embargo, este acuerdo se tambaleó feamente porque el gobierno chino despidió al profesor Xia Yeliang, severo crítico del sistema de su país, y lo hizo después de que el economista visitó en el verano pasado la universidad norteamericana, cuyo cuerpo académico reaccionó con firmeza ante semejante atropello a las ideas políticas de un disidente. Por eso 130 miembros del cuerpo docente de Wellesley enviaron una carta abierta al presidente de la Universidad de Pekín exigiendo la cancelación del convenio, que finalmente siguió su curso original.

Por su parte la Universidad de Stanford abrió en el 2012 un centro de siete millones de dólares también en la Universidad de Pekín, «porque tender lazos es una mejor estrategia que adoptar una actitud moralista tal que no podamos interactuar con algunas de estas universidades», sostiene Richard Saller, director de la facultad de Ciencias y Humanidades, en entrevista con Tamar Lewin, de The New York Times, dentro del reportaje del 28 de diciembre de 2013. Otra universidad, la de Ciencias Políticas y Derecho de China Oriental, en Shanghai, tiene muchos convenios, incluyendo un programa de intercambio con la facultad de leyes de la Universidad de Williamete, en Orange, y hace poco, asimismo, se fracturó la relación porque el profesor Zhang Xuezhong perdió su empleo por escribir que el Partido Comunista es hostil al estado de derecho. La Universidad de Nueva York abrió su campus en Shanghai en el 2013 y en el 2014 lo abrirá en Kunshan la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, pero al mismo tiempo que otras instituciones buscan posicionarse en China también crece la preocupación por el historial de censura en ese país y que contrasta con la amplia libertad en que operan en suelo norteamericano.

Pero en otras partes surgen inconvenientes de la misma naturaleza. Por ejemplo, la Universidad de Yale abrió en 2012 una escuela de humanidades en asociación con la Universidad Nacional de Singapur y pronto se agrió todo al tocar el tema de la historia reciente de Singapur de falta de respeto por los derechos civiles y políticos. Como quiera, la carrera no termina. Y Estados Unidos va a la cabeza en el plan de seguir siendo líder en la calidad de sus universidades y expandirlas de mil formas por el mundo, como un estrategia para difundir los valores liberales.

José Pagés Llergo: Figura del periodismo mexicano

 

Foto: "José Pagés Llergo" por www.siempre.com.mx

Foto: «José Pagés Llergo» por www.siempre.com.mx

 

Por: José Luis Esquivel Hernández

Hay seres humanos que a su paso por la tierra dejan una estela de luz que difícilmente puede opacarla el paso del tiempo, y que, por gratitud de la sociedad, debe hacerse irradiar a las nuevas generaciones, a veces tan ajenas a la historia y al reconocimiento de quienes nos antecedieron en un oficio sin el cual el mundo viviría en el aislamiento.

José Pagés Llergo mismo, emocionado por su carrera, casi al final de sus días definió al periodismo como «un oficio mesiánico que, por lo amargo e ingrato, debió haberlo inventado Jesucristo como otra de sus misiones en la tierra». (Discurso con motivo del premio que le otorgó en 1986 La Unión de Periodistas Democráticos).

Con motivo del 25 aniversario de su fallecimiento el 21 de diciembre de 1989 y los 104 años de su nacimiento en Tabasco, debía proponerse todo el 2014 como ocasión de frecuentes homenajes a quien enarboló «la libertad como destino» y que por eso lo grabó bien claramente en el título del editorial del primer número de la revista Siempre!  el 25 de junio de 1953.

Y cuando hablamos de ese máximo ideal del periodismo lo hacemos con todo el énfasis que le puso Pagés Llergo pero, sobre todo, para subrayar la difícil época en que ese ideal era respetado por los gobernícolas de entonces en todo México, por lo cual sólo unos cuantos se atrevían a desafiar al poder del PRI y de sus corifeos.

El tabasqueño, nacido en septiembre de 1910 y avecindado en México desde 1923, fue un defensor de ese máximo ideal del periodismo, y no tenía empacho en señalar a grito abierto: «Entendemos que tanto o más importante que el respeto gubernamental, para que exista verdadera libertad de prensa es necesario que la prensa quiera ser libre y no busque por la vía del halago servil, la esclavitud de cadenas de oro».

Él practicó obsesivamente este principio e hizo de la libertad su forma de vida, aunque, paradójicamente, a últimas fechas su hija mayor Beatriz Pagés Rebollar optó por un periodismo militante al afiliarse al PRI y convertirse en diputada federal, con la consecuente sospecha de poner al servicio del partido la revista Siempre!

Tres pruebas de la enorme pasión por la libertad las dejó Pagés Llergo en tres sucesos históricos de nuestro periodismo mexicano:

1.- La pluralidad ferviente en las páginas de los medios que promovió y la pluralidad de las corrientes ideológicas de sus amigos, cuando esta palabra no era tan común en nuestro lenguaje político y artístico.

2.- El valor y la gracia para llevar a Rotofoto, en apenas once números, a bajar monos de sus frívolos pedestales cuando no se podía llegar entonces con la crítica política a los deliciosos límites del sarcasmo y la desmitificación de las figuras públicas.

3.- La solidaridad con quienes necesitaban su apoyo para seguir dentro del periodismo al perder sus medios por atropellos del poder.

Este gran periodista comenzó como mensajero de El Demócrata y compaginador del semanario El Heraldo de México, para luego marchar a Los Ángeles y ser corrector de pruebas, redactor, jefe de información y jefe de redacción de La Opinión, de acuerdo con el Diccionario Enciclopédico de México, de Humberto Musacchio.

Ya en México a partir de 1937 es cofundador de la revista Hoy junto con su primo Regino Hernández Llergo, constituido como director, y donde traba amistad con el cronista Salvador Novo y el político e intelectual José Vasconcelos, colaboradores habituales del semanario político, igual que Xavier Villaurrutia.

Ese mismo año Pagés Llergo dirige la revista Todo y funda Cine, además de Rotofoto que en sus únicos once números dio muestra de su vocación crítica a través de la gráfica con un estilo provocador y divertido, que no gustó un día al todopoderoso líder sindical Vicente Lombardo Toledano, quien al sentirse ultrajado exigió la desaparición de la revista o su descrédito a través de una huelga hasta que ocurrió el asalto a la publicación y el incendio de sus instalaciones.

En 1939, como jefe de redacción de Hoy, Pagés se lanza a Europa y se constituye en un auténtico corresponsal de guerra realizando sonadas entrevistas al presidente de Checoslovaquia, Emil Hacha, así como al Papa Pío XII, a Benito Mussolini y a Adolfo Hitler.

En 1942 se hace cargo brevemente de El Occidental de Guadalajara, pero regresa a la Ciudad de México a acompañar a su primo Regino Hernández Llergo en la fundación de Mañana, hasta que en 1948 es director general de Hoy, en tiempos en que el gobierno aprieta el control sobre la prensa en general, lo cual verdaderamente «le vale» a Pagés Llergo, pues publica una fotografía de la hija del ex presidente Miguel Alemán Valdés observando a su esposo, quien se halla en éxtasis ante una corista semidesnuda que en esos años se consideraba pornografía.

No le queda otro camino más que abandonar Mañana  con sus más fieles colaboradores para dar forma a Siempre!, que aparece por vez primera en junio de 1953 con una buena dosis de periodismo de opinión que distingue a la revista a pesar del menoscabo del reportaje.

Abrigo al desvalido

La primera ocasión que se le presentó a José Pagés Llergo de tenderle la mano a un colega en desgracia llegó en 1961 cuando, en respuesta a algunas críticas al sexenio de Miguel Alemán Valdés, el dueño de Novedades  debió obedecer y echó a la calle a Fernando Benítez, director de México en la Cultura, el primer suplemento cultural aparecido desde 1949 en dicho diario capitalino.

Apoyado también por el presidente Adolfo López Mateos, quien le entrega 500 mil pesos, Fernando Benítez encontró cobijo en Siempre!  pues Pagés Llergo lo invita a su revista y en 1962 se inicia el suplemento La Cultura en México, en donde Carlos Monsiváis, ese año de 1962, empieza a conocer al gran tabasqueño.

Años después, en julio de 1976, el entonces presidente Luis Echeverría le asestó un duro golpe a Excélsior al orquestar la expulsión de la cooperativa del director Julio Scherer García, a quien siguieron en su camino al destierro periodístico sus más leales colaboradores, como el dramaturgo y novelista Vicente Leñero.

¿Y quién rompió el silencio cómplice de la llamada Gran Prensa ante este hecho ignominioso, dando cabida a la denuncia en su revista? ¿Y quién facilitó sus nuevas oficinas todavía no estrenadas, en la avenida Chapultepec, a Julio Scherer para que echara a volar el semanario Proceso en noviembre de 1976?

Por eso, si los literatos festejan a sus literatos en sus aniversarios, y si los artistas plásticos o musicales festejan a los suyos por cualquier motivo, hoy los periodistas debemos honrar a nuestros mejores periodistas como José Pagés Llergo a pesar de haber sido él tan renuente a reconocimientos y homenajes. Y no sólo hay que hacerlo por el 25 aniversario de su fallecimiento en este 2014, sino porque fue periodista hasta sus últimas consecuencias y sigue siendo y su nombre sigue sacudiendo conciencia entre los de su gremio.

Los jóvenes actualmente están embelesados con las nuevas tecnologías como recurso invaluable en el desarrollo de su oficio periodístico en los medios masivos, pero no les estorba también ver la estela luminosa que han dejado otros para que la aplicación de esas nuevas tecnologías tengan sentido en la transmisión de las noticias y el análisis informativo en un México que necesita seguir luchando por los más altos valores de la justicia y la libertad en todas las tribunas que tenga a su alcance, como lo hizo don José Pagés Llergo.

 

La aventura errante de Rafael Cardona en el periodismo

  • “El principal enemigo del periodismo mexicano es la incultura”, sentencia en entrevista con RMC.
  • “Un periodista debe tener como cualidades: capacidad de provocación y mala leche”.
  • “Los columnistas deberían tener código de ética… y los alacranes deberían tener alas y los pescados deberían tener patas”.
  • “Yo soy mi trabajo, soy lo que hago, lo que escribo, lo que digo, lo que pienso en radio o televisión”.
Foto: “Rafael Cardona, otro talentoso periodista mexicano.” por gacetapoliticas @Flickr.

Foto: “Rafael Cardona, otro talentoso periodista mexicano.” por gacetapoliticas @Flickr.

Por Abraham Gorostieta

Rafael Cardona es un periodista que se formó en las redacciones. Conoció a periodistas que marcaron con su trabajo el quehacer periodístico en México, para bien o para mal: Manuel Buendía, Julio Scherer García, Jacobo Zabludowsky.

Su trayectoria en el diarismo ha dejado huellas que se quedaron archivadas en las hemerotecas y bibliotecas. El periodismo mexicano es no sólo la historia de los diarios, o de sus grandes exponentes, y sus relaciones con el poder político, es también la historia de sus reporteros, de las imprentas, de las redacciones.

Nieto, hijo, sobrino de periodistas

Rafael Cardona proviene de una familia donde todos han sido periodistas: su abuelo, Rafael Cardona; su padre, Rafael Cardona; él mismo, Rafael Cardona. El rastro de los Cardona se puede registrar en la Hemeroteca. La obra periodística de este reportero abarca nueve lustros, huella indeleble en las páginas de los diarios mexicanos. Su transitar en los medios le ha ganado adeptos y rivales. Pocos son los periodistas que trascienden su trabajo. Cardona lo ha hecho, su quehacer periodístico es parte de la Historia del periodismo mexicano. Libros lo mencionan y le echan una mirada a su trabajo: Prensa vendida, de Rafael Rodríguez Castañeda; Los periodistas, de Vicente Leñero; La terca memoria, de Julio Scherer; La prensa de los jardines, de Raymundo Riva Palacio, entre otros.

Rafael Cardona es un hombre culto, de vocabulario amplio, palabras exactas y muchas veces jocosas. Llega en su elegante, lujoso e impecable automóvil, impecable su traje, impecable su reloj, impecables sus anteojos. Su padre trabajó en la XEQ y en la XEW. Trabajó para Emilio Azcárraga Vidaurreta. En la radio su padre era una especie de productor. Don Rafael cuenta sobre su padre:

Mi padre fue una persona de medios. Trabajó en dos áreas de la radiodifusión: En la primera, como director artístico cuando en México la radio musical se hacia en los estudios de radio. Le tocó la época de Agustín Lara grabando en vivo con todo y su piano. Estaban también las radionovelas, verdaderos culebrones que las señoras oían en sus radios mientras lavaban y planchaban o cuidaban a los niños. Mi padre era director artístico. Él  decidía quién cantaba y quién no. O qué canción se cantaba. Se llama Rafael Cardona. Y la segunda, se dedicó después a la producción radiofónica en general haciendo noticiarios, programas especiales, deportivos, etcétera. Trabajó en la XEQ y luego en la XEW, en el IMER. Trabajó 60 años en eso.

“Vivir el periodismo es vivir con los ojos abiertos, vivir con intensidad, claridad e inteligencia” ha dicho el veterano periodista en distintas entrevistas; más aún: explica que “un periodista no se aburre nunca de nada y eso está a toda madre”. Su primer trabajo fue en el diario La Prensa, cuyo director general era Mario Santaella y en donde trabajó el periodista Manuel Buendía. Rafael Cardona en distintas entrevistas ha reconocido que el destino lo hizo periodista y nuevamente lo reafirma en esta entrevista:

Yo no decido ser periodista. El periodismo decide por mí. Tenía la influencia de mi padre, por supuesto, pero yo no vivía con él, sino con mi abuelo que era periodista. Trabajó en el periódico El Nacional, en Excélsior y al final de su carrera en La Prensa. Yo traía una crisis vocacional tremenda. Me aburrí de la carrera y me salí de la universidad. Estudiaba Sociología, Antropología, Administración Pública y Arquitectura, en la Universidad Iberoamericana. Mi abuelo, para que yo no estuviera de ocioso, me llevó al periódico La Prensa y me dijo “Ahí te estás y haber que se te ocurre hacer”. Así empecé, comprando tortas y refrescos, haciendo “la guardia”, yendo a la Cruz Roja en las noches.

Así se incursionaba en el periodismo a mediados de los años cincuenta, y así empezó Rafael Cardona. Las escuelas de periodismo no existían o eran muy recientes. Ni siquiera estaban formadas todas las facultades en la Universidad Nacional Autónoma de México. Quien aspiraba ser periodista tenía que llegar a las redacciones de los periódicos y aprender desde abajo. En el argot periodístico se decía que era empezar de “hueso”: el mandadero.

Cardona se reconoce en ese pasado tan común de los periodistas de la vieja guardia. Explica: “De hueso, hueso, hueso realmente debí haber estado dos semanas. Me ascendieron a ayudante del reportero de guardia. Luego ascendí a reportero de la patrulla nocturna, lo cual me permitió salir a la calle. Reporteaba choques, incendios, balaceras”, narra mientras sonríe un poco. El siguiente nivel jerárquico después de ser hueso  es ser cartílago: el ayudante de reportero.

Me caigo muy bien y  soy muy chingón

–Don Rafael, con 44 años dándole a la tecla, seguro usted tiene una definición propia sobre lo que es el periodismo. ¿Me puede decir que es el periodismo para usted?

–El periodismo es un oficio cuyo ejercicio permanente se convierte en una forma de vida. Lo interesante del periodismo es la manera como uno vive. De lo que uno vive se van derivando las cosas que uno percibe o la forma como uno percibe las cosas.  Eso te lleva a varios caminos: te puede llevar a una actitud totalmente romántica; te puede llevar a una actitud revolucionaria; a una actitud meramente profesional o te puede llevar a una actitud lúdica en la cual tu vida se convierte en una aventura personal llena de matices, personajes, escenarios, diversiones; te puede convertir en un desencantado de la vida o, también, en un hombre que vive la vida con gusto, con alegría, que conoce lo de arriba, lo de abajo y lo de enmedio. Puedes lograr un sano escepticismo y a veces un honesto cinismo en la vida.

–Usted ha sido jefe de información en la revista Proceso, jefe de redacción en el Unomásuno de Becerra Acosta y tiempo después director del diario, director de la revista Época; es decir, tiene bastante experiencia. Para usted, ¿cuáles son los vicios del periodista a la hora de hacer su chamba?

–Depende de cada periodista. Hay algunos que no tienen vicios, simplemente son pendejos.

El principal enemigo del periodismo mexicano es la incultura. Los periodistas no leen, no se informan, no les gusta saber ni buscar conocimientos. Mientras más auge tienen los medios electrónicos, más inculto es el medio.

Hay unos que no saben escribir, está bien, se aprende, pero hay otros que no saben ni hablar, entonces ni preguntar saben.

Los periodistas no crecen porque no se cultivan. El 90 por ciento de los periodistas que conozco son unos asnos. Los jóvenes reporteros no se hacen responsables de su propia formación profesional, cultural, educativa. Lo que da la Universidad es sólo una decima parte de lo que necesitas, pero a los jóvenes no les interesa eso.

Hace años que no guardo un recorte de periódicos o una columna. ¡Años! Los mexicanos nunca han tenido buenos medios de información, porque la información es una superestructura. ¿Cómo quieres tener buena información en un país que tiene vocación por el analfabetismo? Si yo ahorita junto a diez compañeros de tu generación y los pongo a escribir no pasa ni uno solo. ¡Ni uno!, en serio. Cuando yo era director de Unomásuno  a mi llegaban tus compañeros de la UNAM, de la UAM, de la Ibero  con su currículum a pedir chamba. Los ponía a escribir, ya no me importaba lo que escribieran, si había sintaxis o concordancia, no me fijaba en eso sino simplemente en la ortografía. ¡Eran peor que mis nietos!, que son pequeños.

–Usted mantiene una columna desde hace varios años, en el diario Impacto, de Juan Bustillos y en La Crónica de Hoy, de Jorge Kahwagi Gastine, su nombre es El cristalazo, un poco violento el nombre me parece. ¿Qué le quiere decir al lector con un nombre como el de su columna?

–El nombre de mi columna se lo puso Pepe Cárdenas, así me anunciaba en su programa de radio. Luego ya se convirtió en una marca. El nombre es sonoro, hace ruido, es una violación de la intimidad.

Mi columna se llamaba originalmente El zoológico de cristal. Yo decía que los políticos son como los animales: la grilla, los búfalos, la caballada flaca y un día dije algo en radio que a Pepe le pareció muy agresivo y dijo que eso era un cristalazo. Aparte, él iba en su coche para llegar a Radio Fórmula y mientras estaba un semáforo en alto unos bandidos le dieron un chingadazo a la ventana del auto de Pepe y le robaron su reloj. Entonces traía el cristalazo aquí en la cabeza y de ahí el nombre que a mi me pareció atractivo: El cristalazo.

–Y para usted, ¿Qué significa ser columnista en México?

–Pues mira, por una parte significa una gran autonomía editorial porque el columnista escribe lo que quiere, de quién quiere y cómo quiere y puede ir construyendo su propio mundo de relaciones personales sin que nadie lo llame a cuentas; es decir, no tiene que escribir lo que le encargan –un editorialista tiene que escribir lo que la compañía en donde trabaja le pida–. En cambio el autor de la columna escribe de lo que quiere, puede hacer sus propias defensas, sus propios impactos, sus propias campañas.

–¿Todo mundo puede ser columnista o nada más los reporteros?

–Para ser periodista hay que ser reportero. El que no es reportero no pertenece a este oficio. Y reportero no es solamente trabajar como tal, sino pensar como reportero.

¿Cómo piensa un reportero? Pues un reportero debe tener un detector de mierda. Manuel Buendía  –que fue mi padrino de bodas y era mi amigo– decía que una buena columna se hace después de mil reportajes. Solamente un buen reportero puede hacer una buena columna porque tiene una visión muy amplia del país, porque lo conoció a pie. Ya lo conoció, ya hizo reportajes de los indígenas, de los tarahumaras, de los tzotziles, de todos. Ya cubrió varias giras presidenciales. Varias caídas sindicales, huelgas. Ya entrevisto a una cantidad generosa de intelectuales, escritores, pintores, poetas, etcétera. Un reportero ya salió del país a hacer esto o aquello, es decir: un columnista primero debe ser un reportero y después de mucho trabajo ya está completo.

–Hábleme sobre el detector de mierda, ¿Qué son las noticias para usted?

–Las noticias son… sólo es noticia aquello que transgrede la normalidad. Un niño sano, con dos ojos, dos rejas, una boquita muy linda, un niño que camina, en fin todo eso, pues ese niño no es noticia.

Un niño monstruoso con cuatro ojos, eso si es noticia. Un periodista debe tener como cualidades: capacidad de provocación y mala leche. Si no-es-mala-leche no puede ser periodista. No puede. Porque no vería las cosas malas de la vida y las cosas malas de la vida son las noticias.

Un puente que no se cae no se publica. Un puente que si se cae, si se publica. Bueno, cayó el puente y se murieron cuarenta personas. Muy bien, ahora vamos averiguar por qué se cayó ese puente. Los puentes no se caen solos. Se cayó porque estaba mal construido. Vamos a ver quién fue el constructor. Y siempre vas a terminar con un negocio chueco. El compadre del gobernador, dueño de la compañía propiedad del hijo del gobernador fue quien la construyó. Lo hizo inflando los precios del material y ocupó los más baratos. Siempre es así. El periodista debe tener un detector de mierda en la nariz.

–Don Rafael, ¿Los columnistas escriben para el poder o para sus lectores?

–Mira, en general los medios de comunicación no son medios de información social. Los medios de comunicación son herramientas de información entre diferentes grupos de poder. El público, los lectores, los televidentes y los radioescuchas son en términos generales, personas que en el nombre de las cuales se hacen cosas que a ellos ni les importa pero como se las ponen en los periódicos o en la televisión, pues termina por importarles.

Ahora, todo el periodismo financiero que hay en este país y que deja mucho dinero, ¿a quién chingaos le importa? ¿A quién le importa fundamentalmente si el señor Autrey ganó o no la licitación de Satmex? ¿A quien le importa? Le importa a él: es su negocio. Y si él esta enviando notas a los columnistas financieros para que se sepa que tiene mucha lana y que va a comprar o ganar la licitación, pues lo está haciendo para avisar, o fintar, y entonces el señor Alemán –que también quiere comprar Satmex–  lee la columna y dice: “ah, Autrey le va a meter lana a esto”, entonces levanta el teléfono y dice a algún columnista financiero: “oye, yo le voy a meter el doble, ¡eh!”

Donde se dirimen las pugnas de los negocios es en las columnas financieras, y lo mismo pasa con las columnas políticas.

–Entonces, ¿cómo debería ser una columna periodística?

–En términos generales, una buena columna periodística debe tener una buena dosis de investigación. Una columna no es únicamente una opinión. Una columna debería ser el tratamiento crítico de hechos que  puedes contrastar a partir de tus hallazgos profesionales.

Una columna debe mostrar algo, no debe de ser el terreno para que tú opines de lo que quieras, para eso está el artículo de opinión, cosa muy distinta a la columna. Una columna debe tener cierta dosis de nota informativa, más que opinión, capacidad de abstracción:  cómo comparas determinado hecho con otro. Una columna debe vincular asuntos que aparentemente no están conectados: es una gran labor de ingeniería de datos, y esto es, por lo general, lo que no hacen los columnistas. Hay columnas que están llenas de confeti, que sirven para anunciar, avisar, decir, proponer, hacer campaña…

–¿Los columnistas deberían tener código de ética?

–Pues sí, los columnistas deberían tener código de ética… y los alacranes deberían tener alas y los pescados deberían tener patas.

–¿Usted tiene código de ética?

–No, yo no tengo código de ética. Yo actúo en mi trabajo de acuerdo con mi conciencia, y el tamaño de mi conciencia es algo que sólo yo conozco. Yo creo mucho en los diez mandamientos. Yo no le robo nada a nadie. No publico mentiras ni ataques racistas.

Yo no le rindo cuentas a nadie. Yo me expongo al desmentido. Yo me expongo a que un señor me diga: “eso que tú publicaste es falso”. Si me dice que es falso, yo le doy el espacio para que lo demuestre. Pero yo no escribo falsedades o al menos en los 44 años que tengo de escribir y decir lo que yo creo, nunca nadie me ha dicho que yo he mentido. Nadie me ha desmentido en toda mi vida. Nunca.

–Dígame que piensa: ¿Los códigos de ética deben ser personales o es el medio el que lo debe imponer?

–¿Cuál medio? El medio no existe. No hay, no es cierto. ¿Cuál es el código de ética de El Universal?, ¿el que tienen publicado? También tienen un águila cargando al mundo y eso no quiere decir que eso sea cierto. ¿Cuál es el código de ética de La Crónica, o de Televisa? El código de ética de los dueños de los medios es ganar dinero, punto.

–¿Y de los periodistas?

–Ver si les toca algo. De ahí perciben su salario.

Scherer fue un autócrata

Sus inicios en el periodismo se registran en La Prensa. El joven reportero de 19 años, Rafael Cardona, entrevista al Nobel de Literatura Octavio Paz. Frescos los acontecimientos del 2 de octubre de 1968. Fresca la renuncia del poeta a su cargo de embajador en la India, a manera de protesta. La entrevista no fue publicada. El director argumentaba frente al reportero: “No se publica. Ese señor (Octavio Paz) está meado de zorrillo. No se puede hablar mal del Presidente. Además, el Presidente viene a despedirse de esta casa editorial. No podemos hacerle una majadería de ese tamaño. ¿Entiende?”. El joven Cardona aceptó.

Su propia juventud lo hacia rebelarse, como fuera. El día que Gustavo Díaz Ordaz fue a despedirse de la redacción de La Prensa, el joven Cardona, al darle la mano, no le diría “señor presidente”, sino licenciado. Iría de corbata negra. El día llegó, Díaz Ordaz se despidió de mano de cada uno de los reporteros y redactores, incluido el jovencito de corbata negra. Paso de largo. Ni lo escucho. “Ahí aprendí que los periodistas no le importamos al poder, ni lo que digas, ni lo que escribas, porque el gobierno no censura periodistas; el gobierno desprecia a  medios”.

De La Prensa se traslada a Excélsior, “Catedral de la información”, le decían. El periodista narra:

A Excélsior me invita Enrique Loubet. A él lo conocí donde los periodistas se conocían antes: en la cantina. Me dijo: “vente a trabajar acá” y fui. Fue y le dijo a Scherer y Scherer pidió conocerme y después de entrevistarme me quedé en Excélsior. Llegué en 1970. El mundial de futbol lo cubrí para La Prensa, al igual que el festival de Avándaro y el último Grand Prix que hubo en México. En Excélsior cubrí el terremoto de Nicaragua, así empecé a trabajar ahí.

Y en Excélsior  se distingue como reportero. De aquellos años, el periodista reconoce el impacto que tenía el periódico en la vida nacional. Pero no está del todo de acuerdo con quienes sostienen que el diario cambia de viraje, se torna más crítico, bajo la dirección de Julio Scherer. Pronto aclara: “Excélsior cambia y no cambia. Mira: antes de Scherer, Excélsior era el mejor periódico de México; después con Julio Scherer, Excélsior siguió siendo el mejor periódico de México. La potencia de Excélsior en los medios no se le debe a Julio Scherer, de ninguna manera”.

Abunda sobre el diario “de la vida nacional”, antes de la llegada de Scherer a la dirección del diario: “Don Manuel Becerra padre llega a la dirección de Excélsior por las luchas intestinas de los cooperativistas, que siempre fueron conflictivas en esa casa, como toda institución donde se administra la cercanía con el poder y el poder mismo. Rodrigo de Llano ya no puede seguir y comienza un jaloneo y Becerra Acosta llega al poder y enseguida muere. Es entonces cuando  Julio Scherer asciende a la dirección”.

Rafael Cardona ha escrito que Julio Scherer es un hombre de La Historia. No hay duda de ello. Lo es. Ahora hace un acercamiento sobre el Julio Scherer, director de Excélsior:

Julio Scherer es un periodista que entendía muy bien su profesión, pero entendía muy mal su papel como director de una empresa. Excélsior no era un periódico nada más. Era una sociedad cooperativa. Era una gran unidad de producción cuya finalidad era generar dinero para repartirse entre los cooperativistas. A Julio Scherer se le olvidó eso. Él sólo pensaba en las noticias, en el periodismo, en las páginas editoriales y en la preservación de sus ideas. En ese sentido Scherer fue un autócrata que no entendió a la Cooperativa y la Cooperativa lo echó.

De aquellos años hay varios testimonios de sus propios protagonistas. A la renuncia de Eduardo Deschamps a Excélsior, Julio Scherer buscó quien se encargará de las páginas de Espectáculos del periódico. Mandó a llamar a Rafael Cardona.

En el libro Los periodistas, testimonio de Vicente Leñero sobre el golpe a Excélsior, el escritor narra: “Cardona era de aquellos reporteros de la nueva hornada a quienes Manuel Mejido ponía como ejemplo de las injustas preferencias del director general a favor de los jóvenes y en demerito de los experimentados. Sin embargo Cardona había dado muestras de ser un buen periodista. Le interesaban además los espectáculos. Lo haría bien”.

En los días álgidos antes del “golpe” a Excélsior, Scherer y Hero Rodríguez fueron llamados a una sesión –otra más–  del consejo de administración de la Cooperativa. Cuenta Leñero: “Los consejeros y comisionados saltaron como fieras a la agresión directa contra el director y el gerente. En base a un memorándum turnado al consejo de vigilancia por Ricardo Perete y Raúl Vieyra donde acusaban al director de haber impuesto al reportero Rafael Cardona como coordinador de las páginas de espectáculos (…), los consejeros y comisionados aprovecharon la ocasión para llamar dictador a Julio Scherer, para gritarle déspota, injusto, arbitrario”, refiere el escritor.

Rafael Cardona abunda sobre este hecho en el suplemento cultural Confabulario, de El Universal, en agosto de 2007. Testigo privilegiado de su propia vida, el periodista narra:

Entré a la oficina del director general como reportero y salí como coordinador de las páginas de Radio, Cine y Televisión. Tenía la encomienda, entre otras cosas, de parar todas las fotos y notas de discos y actricitas y actores balines “chayoteadas” en beneficio de los jefes de esas planas. Por una parte, la caída hacia arriba me hacia sentir bien. El día que cumplí 26 años recibí de regalo un cargo de responsabilidad en el diario, pero por la otra: “¡Ah! Como será usted pendejo, pajón”, me dijo Manuel Mejido tiempo después. “No se dio cuenta: lo sacaron de la redacción, lo arrinconaron para sacrificarlo”.

Rafael Cardona mostraba sus dotes como periodista. Prueba de ello es la siguiente anécdota en donde, como dice Guillermo Ochoa: “Scherer estaba en todo”. El 12 de febrero de 1976, Mario Vargas Llosa derriba de un puñetazo a Gabriel García Márquez durante una exhibición privada para algunos periodistas de la cinta La Odisea de los Andes en la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica. Vargas Losa reclamaba furioso al escritor colombiano: “¡Cómo te atreves a querer abrazarme después de lo que hiciste a Patricia en Barcelona! ¡No quiero volver a saludarte siquiera, porque no es bien nacido aquel que trata como tú lo hiciste a la esposa de un amigo…! ¡Y sobre todo en la situación en que Patricia y yo nos encontrábamos en Barcelona!”

García Márquez no respondió. Vargas Llosa decía al editor Guillermo Mendizábal: “¡Saquen de aquí a este majadero!” Y nuevamente al escritor: “Y ni siquiera le has dado disculpas todavía”.

Testigo de esto fue Rafael Cardona quien cuenta:

Vargas Llosa me habló con voz de jefe:

–Tú te encargas de que esto no se publique.

–Mario, eso es imposible. Ven, si quieres te pongo en el teléfono a Julio Scherer y se lo pides tú. Yo no me atrevo.

Enmedio del barullo salimos enfrente, a la esquina de Sinaloa y Oaxaca, a un restaurante alemán con duendes de cerámica pintados como enanos de Walt Disney y lamparitas verdes en la entrada.

–Don Julio, mire, déjeme decirle  –y le conté todo a gran velocidad.

–¿Y qué espera para escribirlo, don Rafael?

–Bueno, mire, aquí está Vargas Losa y quiere decirle algo.

El célebre autor de Conversación en la Catedral comenzó otra conversación. Apenas murmuraba un “bueno, Julio, sí, pero … sí, no me digas”. Terminaron de hablar.

–¿Qué pasó, Mario?

–Me jodió… Me dijo: “Cuando no quiera que las cosas se publiquen, don Mario, no las haga en público”. Eso fue todo.

En el libro La terca memoria, el periodista Julio Scherer escribe: “Tuve presente que para mí no habría más tema Echeverría. Fue el protagonista del atentado contra el periódico 30 años atrás, mató, traicionó, fue hombre vil”. En efecto, Luis Echeverría ha sido el tema inagotable del octagenario periodista. Rafael Cardona cuenta un “chiste”: Julio Scherer nunca se va a morir sin ver morir antes a Luis Echeverría y Echeverría no le va a dar gusto a Scherer.

Hay estampas sobre lo sucedido en ese episodio de la historia del periodismo contemporáneo. Cardona ha aportado una pincelada más que completa el cuadro que aún no se termina de pintar:

Abril de 1976.

–“Don Julio”  –le dije a Scherer en la oficina del tercer piso de Excélsior–, vengo a decirle algo importante.

–Dígame, dígame, don Rafael, dígame…

–Anoche nos reunimos un grupo de reporteros y pensamos…

–¿Quiénes, don Rafael, quiénes?

–Pues estábamos Reveles, Andrade, Mora, Carballo, Elías… y bueno, me eligieron para que yo le comente lo que hablamos; es decir, que sabemos lo que está pasando aquí, que se está preparando un golpe de Estado y queremos ayudarle, queremos que nos diga qué debemos hacer; estamos de su lado; sería bueno que nos imponga tareas políticas en la cooperativa. No sé…

–Don Rafael, mire… –me detuvo secamente, como si la confesada actitud solidaria e incondicional de los reporteros jóvenes le molestara–: los tiempos en que podían echar un paracaidista aquí y empapelar con billetes las paredes del periódico, ya pasaron, don Rafael…

Mientras hablaba se iba acercando al escritorio. A media frase final marcó y habló rápido:

–Ven por favor, ordenó secamente.

Los nudillos golpean. El picaporte cede. Por la puerta aparece un hombre rollizo, sanguíneo; en mangas de camisa y con la corbata floja: Regino Díaz Redondo.

–Regino, hermano, casi gritó Scherer. Ambos me miran.

–Aquí don Rafael dice que me quieres dar un golpe de Estado, ¿verdad que no, hermanito?, dile, dile.

El recién llegado me miró con una mezcla de sorpresa y furia. Se contuvo y sin alterarse explicó que estaba por cerrar la edición de La Extra, que no tenía tiempo para perderlo con esas cosas:

–Si no tienes nada más que tratar, Julio, te dejo, con permiso –ojos de lumbre.

–¿Ya ve don Rafael? ¿Vio cómo Regino me obedece?

El 8 de julio de 1976 Rafael Cardona no aparece en la famosa foto de Juan Miranda. No aparece atrás de Julio Scherer, ni junto a Abel Quezada ni junto a Gastón García Cantú. “No aparezco porque mientras ellos andaban en el desfile yo estaba renunciando”, acota el periodista quien narra:

La tarde del 8 de julio es como una película de Kurosawa. Es el Rashomon de todos. Ahí íbamos en una bola heróica cuyo movimiento anticlimático se dio al llegar afuera del Hotel Francis, en la esquina de Morelos. En ese lugar nos arracimamos y de ahí salimos a distintos lugares.

La vida es un carrusel

Al salir de Excélsior, Rafael Cardona busca trabajo como todos los periodistas que apoyaban a Scherer. Días, semanas después se irán perfilando dos proyectos: El periódico Unomásuno que encabezaría Manuel Becerra Acosta y, la revista Proceso que dirigiría Julio Scherer. Cardona trabaja en las dos.

Lo primero que hizo Scherer y su grupo fue crear una agencia de noticias. Cuenta Leñero sobre esos días:

A las plazas que Julio Scherer consiguió para sus reporteros en la UNAM, en la Secretaría de Educación Pública, en el Instituto Mexicano del Seguro Social, se agregaron trabajos redentores –conseguidos también por conducto de Julio Scherer– en la elaboración de la Enciclopedia de México o en algunas otras dependencias. Con esos trabajos y con la puesta en marcha al fin de la agencia noticiosa, una vez obtenidas dos máquinas de télex y los respectivos contratos de una docena de periódicos de provincia, se consolidó un grupo de reporteros entre quienes destacaron, desde el principio: José Reveles, Carlos Marín, Rodolfo Guzmán, Federico Gómez Pombo, Roberto Vizcaíno, Miguel Ángel Rivera, Elías Chávez, Rafael Cardona…

–No, Rafael Cardona se quiere ir  –dijo José Reveles a Julio Scherer en la terraza.

–No deje que se vaya, don Pepe.

–Se quiere ir.

–Ofrézcale la jefatura de información de la agencia, don Pepe.

José Reveles y otros reporteros ofrecieron a Rafael Cardona la jefatura de información de la agencia de noticias.

–¿Pero cuánto me pueden pagar a mí?  –alardeó Rafael Cardona sujetándose con las manos las solapas del saco, a la altura de las clavículas- -¿Cuánto?

–Poco, lo que a todos –dijo Carlos Marín–.Cinco mil pesos.

–¿Cinco mil pesos?  –Rafael Cardona hizo un gesto de asco.

Julio Scherer organizó un desayuno con los reporteros y convenció a Rafael Cardona de que aceptara el puesto. No resistió mucho tiempo. Una semana después ya estaba trabajando con Jacobo Zabludowsky en 24 horas: ¿lo ven? Pero tampoco ahí se mantuvo. Lo relegaron. Tronó. Renunció.

–Merecido se lo tiene, dijo Rodolfo Guzmán.

El periodista tiene su propia versión:

La agencia es en esos días un desorden. El amateurismo del asunto no permite hacer muchas cosas. Los reporteros hemos sido casi excluidos del proyecto de la revista. Los “intelectuales” secuestran a Julio. Yo me harto y un día tiro el instrumento. Tanta santidad me agobia.

Así se lo digo a Scherer. Ahí está el arpa, ya no toco. Me voy. Jacobo me rescata.

Rafael Cardona agrega sobre su salida de Proceso: “A mi Jacobo Zabludowsky me llamó a trabajar la primera vez en 1969. Era y es amigo de mi padre. Me invita a trabajar en la televisión. Yo estaba muy chavo y trabajaba en La Prensa. El director de La Prensa me dijo que no podía estar en la televisión y en el periódico. Me tenía que decidir por una u otro. Fui con Jacobo y le expliqué que estaba en la disyuntiva obligatoria de decidirme y él me dijo: ‘por lo pronto quédate en el periódico pues aquí ahora no hay nada interesante que pueda ofrecerte, pero te prometo que cuando haya algo que valga la pena te voy a llamar’”.

El veterano periodista sigue narrando: “Salí de Proceso siendo Jefe de Información, y lo hice porque no estaba de acuerdo con el proyecto ni hacia donde iba ni como lo manejaban. Simplemente me fui. No tenía trabajo. Un día de esos llegó la llamada que Jacobo me debía desde hace mucho tiempo y me dijo: ´Ahora sí te puedo ayudar, vente a trabajar acá o ¿tienes otra chamba?`, Entré a trabajar a Televisa. Estuve tres o cuatro meses con Jacobo porque me aburrí; no me gustó y me salí”.

En su texto publicado en Confabulario, Rafael Cardona nos regala otra estampa:

Muchos años después bebo café con Scherer. Suena mi celular y hablo unos minutos.

–Adiós, Jacobo –digo.

–¿Era Zabludowsky? –Sí, respondo.

–Es un hijo de la chingada, don Rafael.

–Él no opina eso de usted.

–¿Y qué opina?

–Nada.

Al salir de 24 Horas, el periodista Manuel Buendía lo llamó. Rafael recuerda: “Buendía me llevó a trabajar a El Sol de México con Benjamín Wong a quien, sin embargo, corren al mes de que yo llegué y me salgó con él. Así que en menos de un año había renunciado a Proceso, Televisa y El Sol”.

Sin chamba en un periódico, el reportero Rafael Cardona consigue trabajo en una Agencia de Publicidad. Es en ese momento cuando lo busca el periodista Manuel Becerra Acosta hijo, director del innovador Unomásuno. Cardona relata:

“Becerra Acosta me habla por teléfono y me invita a Unomásuno. Yo trabajaba en la agencia de publicidad y le entro al proyecto. De la agencia de publicidad me jalo a una amiga que salió conmigo de El Sol y la invito al Unomásuno: Carmen Lira, ahora directora de La Jornada. En  Unomásuno fui subjefe de información. Tenía una columna sobre temas de la ciudad. Estuve bien un rato. Después, el proyecto se empezó a mover para ciertas áreas que a mí no me gustaban. Como Manuel Becerra Acosta era mi compadre y entre compadres siempre termina uno a mentadas de madre, así terminamos: el se fue por su lado y yo me fui por el mío”.

Rafael Cardona describe al periodista Manuel Becerra Acosta, su compadre:

Era un tipo talentoso, explosivo, un poco autodestructivo. En ese sentido se parecía un poco a Carlos Denegri, pero no hay duda de algo: era un talento, un absoluto talento. Escribía muy bien, entendía muy bien la información. El arranque de Unomásuno estoy seguro de que nadie lo esperaba. Sin Unomásuno no se podría entender hoy lo que es el periodismo en México. Se dice fácil, pero no lo fue. Becerra Acosta sí innovo el periodismo mexicano. Logró reunir una gran cantidad de talento, no sólo editorialistas o escritores, sino reporteros buenísimos que empezaban o que ya tenían unos añitos, pero talentosos todos ellos.

Una enorme capacidad de innovación significó Unomásuno. Sin ese periódico, tan abierto a la pluralidad y sin su criterio abierto, en este país la mitad de los derechos civiles y sociales que se han ganado, no habrían sido posibles.  Estos derechos se tardaron 20 años en llegar y lucharse por ellos, pero sin ese periódico hubieran tardado 30 o más años. Las libertades sexuales, los derechos a decidir, todo, se empezó a discutir en serio en ese periódico, y nos adelantamos a muchos acontecimientos. Yo me adelante 14 años al levantamiento zapatista en Chiapas, por ejemplo. 

Nuevamente, errante consumado, Rafael Cardona sale del diario. Él lo explica así: “Salgo de Unomásuno porque me bronqueo con Becerra Acosta y me vuelvo a quedar sin nada. Pero entonces sucede el milagro: la Revolución Mexicana se da cuenta que uno de sus hijos está desvalido y me voy a trabajar con el Presidente de la República, Miguel de la Madrid, todo un sexenio. De ahí me voy un año y medio con Manuel Camacho al gobierno de la Ciudad de México”.

Antes de ser funcionario, Rafael Cardona se aventuró en un proyecto llamado Centenario. Al comenzar la década de los ochenta, nacieron dos publicaciones: El Financiero y Centenario. Este último apareció primero en 1981, cuyo director era el periodista Antonio Andrade y en su cuadro directivo figuraban Marco Aurelio Carballo, Rafael Cardona y Guillermo Mora Tavares, los cuatro, estrellas emergentes en el Excélsior de Scherer. Cuenta Raymundo Riva Palacio que “malos manejos administrativos hicieron de Centenario un fracaso antes de tres meses”.

El propio Cardona enfatiza: “Centenario fue una aventura de un amigo mío que se llamaba Antonio Andrade, quien quiso hacer un periódico financiero sin que ninguno de nosotros supiera de finanzas. El periódico duró un año y murió. Y después de que murió el periódico, murió el que era el subdirector y luego el director y ya. Fue un periódico divertido. Yo era el subdirector editorial. Hicimos algunas cosas que funcionaron y otras que no”.

Rafael Cardona trabajó bajo las órdenes de Manuel Alonso, director de Comunicación Social en el sexenio de Miguel de la Madrid. Cardona era Director de Información. Los periodistas que entran a ser funcionarios gubernamentales no son bien vistos por sus pares en los diarios. Los testimonios, en este caso, así lo reflejan.

En el libro Prensa vendida, de Rafael Rodríguez Castañeda se consigna: “Desde 1983, en las páginas editoriales de Excélsior aparecía la firma de Pedro Baroja, en artículos que semanalmente se dedicaban a la defensa de la persona y de la política del presidente De la Madrid. En los medios periodísticos y políticos nadie sabía ofrecer datos acerca del autor. A fines de 1985 se empezó a develar el misterio: se trataba de un seudónimo que ocultaba al verdadero articulista, Rafael Cardona, director de Información de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia y atrás de él, por supuesto, Manuel Alonso”.

En la columna Plaza Pública de Miguel Ángel Granados Chapa, el 30 de diciembre de 1984, el periodista escribió: “Hace dos semanas, la periodista Isabel Arvide presentó un libro firmado por ella, en ceremonia presidida por Rafael Cardona, empleado de la oficina de Alonso, y a quien se reputa como el autor de la mayor parte de columnas escritas bajo el nombre de Pedro Baroja, un seudónimo con el que la oficina de prensa de la Presidencia rebaja el nivel de ésta agraviando a los contradictores de las políticas presidenciales”.

En el propio Excélsior, la poetiza Margarita Michelena aportó: “El señor Rafael Cardona, que firma en estas páginas con el seudónimo de Pedro Baroja y escribe por encargo del Gobierno (…) Obras son amores y no buenas razones, así sean las del señor Cardona o Baroja, a quien probablemente le den por allá arriba, donde presta sus servicios, auto, chofer, y, claro, gasolina”.

Manuel Alonso, al terminar el sexenio de De la Madrid, fue nombrado director de la Lotería Nacional y después de un tiempo fue designado cónsul general de México en Nueva York, todo durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. También Alonso compró lo que fue uno de los grandes diarios de México: el Unomásuno. Becerra Acosta exiliado en España. Rafael Cardona fue director del periódico hasta que nuevamente fue vendido. Manuel Alonso llegó a ser vicepresidente de Televisa.

En el periodismo hay que divertirse y vivirlo

Al concluir el sexenio de Miguel de la Madrid, Rafael Cardona continúa su carrera como funcionario, esta vez en el gobierno de Manuel Camacho Solís, regente de la Ciudad de México. Pero un periodista no puede estar por mucho tiempo en una oficina. Cada quien decide sus propios juegos, ha sentenciado el propio Cardona a lo largo de la entrevista.

Alternando sus ocupaciones como funcionario, Rafael Cardona encuentra espacio en Radio Trece con el apoyo de su amigo José Cárdenas. Ahí también mantiene la amistad de largos años con el periodista Abraham Zabludowsky. Cardona relata: “Con mi amigo Abraham fundamos una empresa y hacemos una revista que dura 11 años y que dirijo todo ese tiempo”. La empresa fue la revista Época.

El 10 de junio de 1991 salió el primer número del semanario Época, precedido de una gran campaña de difusión en Televisa. Su presidente era Abraham Zabludowsky, y su director general, Rafael Cardona Sandoval. En el primer número su editorial explica su inicio en el “transito por los caminos del periodismo nacional”, Época  razonaba así su existencia:

Fuera de interpretaciones académicas o economicistas, Época buscará explicar con sencillez, sensatez y claridad el porqué de muchos de los aparentemente incompresibles fenómenos de la economía, sus repercusiones en la vida doméstica y en el entorno social de la población del país (…)  Época establece las líneas generales de su oferta y compromiso, con respeto a la dignidad de los sujetos de la información, con una clara afinidad con quienes buscan cotidianamente el progreso y la libertad; sin ataduras ni tutelas, con simpatías, pero sin odios, con una conciencia clara. Una publicación para la nueva Época de México.

La revista tuvo once años de vida. Al salir de la revista Rafael Cardona dirige el diario Unomásuno, y al ser vendido el periódico Cardona nuevamente comienza su aventura errante: “Salgo de Unomásuno y veo que estoy sin medios y que tengo que hacer los propios”, explica.

Rafael Cardona seguía con su programa de radio. Es ahí donde conoce al comediante Víctor Trujillo, que trabajaba en Canal 40 y que destacaba por su actitud contestataria frente al poder y, desde luego, frente al monopolio de Televisa.

Narra el propio Cardona: “A mí me parecía que Víctor Trujillo era un tipo muy talentoso. Me interesó conocerlo y lo invité a mi programa que se transmitía a las 9 de la noche. Justo cuando ya entrabamos al ‘aire’ me habla Víctor y me dice ‘Estoy atorado en el periférico y no voy a poder llegar a tu programa’. A mi me vale madres si podía llegar o no. Le dije: ‘hagamos una cosa: simulamos dos llamadas telefónicas, y vas a llamar primero como Brozo y luego como la Beba Galván, y vas a decir que si llega esta señora, tú –Brozo– no vas y simulamos eso y hacemos tiempo para que llegues. Mientras hablamos con la Beba y cuando llegues, entras ruidosamente y simulamos que Brozo saca a patadas y cachetadas a la Beba y te entrevisto’ y así le hicimos. Salió un muy buen programa”.

Siendo director de Unomásuno, Rafael Cardona invitó a Víctor a colaborar: “Me dijo que no podía porque tenía un contrato con Reforma”, describe el periodista y prosigue: “Le dije: ‘Pero ellos son ojetes y yo soy tu cuate’. ‘Sí, son ojetes, pero  tengo un contrato con ellos; te prometo que algún día tú yo vamos a hacer cosas chingonas juntos’. Pasaron los años y cuando él ya estaba en Televisa haciendo un programa, me invito a dar mi opinión, y a partir de ese día se le ocurrió que hiciéramos una mesa de análisis. Al tiempo se hizo Foro tv y me invito”.

Y sin dudarlo sentencia: “El programa más serio en el que yo he colaborado es el de Víctor Trujillo. Si a ese programa le quitas la imagen del payaso, o sea, lo oyes en radio, es un programa serio. Es el único programa de Foro tv en el que medio se dicen cosas. Y no porque no se quieran decir completas, sino porque los espacios de televisión son eso, de televisión. No son la Cámara de Diputados, ni del Senado ni la Santa Inquisición, no es el Tribunal Superior de Justicia ni el IFE, es un programa de televisión en donde se alternan las nalgas de la reata con la opinión de senadores, diputados, periodistas”, explica.

Sólo un huevón no escribe bien

–¿Don Rafael, me podría regalar una estampa sobre Carlos Denegri?

–Carlos Denegri era un hombre muy talentoso, culto, sin escrúpulos que vivió siempre haciendo la comparsa del poder. Denegri no era el hombre que escribía todo el contenido de sus columnas. Su paso por el columnismo mexicano  –él fue el primer gran columnista, en el sentido de anticipar movimientos políticos, presentar madruguetes, de decir quiénes subían y quiénes bajaban–  no se debía a su talento ni a su cultura, que las tenía, se debía a que era un empleado del poder, un vocero. Su línea de conducción era Francisco Galindo Ochoa quien fue el hombre que manejó la grilla periodística y política en México de los tiempos de Ruiz Cortínes a López Portillo.

–¿Cómo se ve usted? ¿Qué percepción tiene de si mismo?

–Yo me veo muy bien, me caigo muy bien. Soy muy chingón, me caigo a toda madre. Soy muy buen amigo mío, soy mi mejor amigo.

–Enrique Loubet y José Alvarado escribían y mostraban su talento: ganas de escribir bien. Usted continúa la tradición que comenzó José Alvarado de escribir sus textos sin la conjunción “que”…

–Todos los días escribo mi columna sin la conjunción “que” como lo hacía Pepe Alvarado y Enrique Loubet, es muy fácil. Pepe personalmente me enseñó y es tan fácil que solo un huevón no lo hace.

–Hábleme sobre Enrique Loubet.

–Enrique Loubet fue mi amigo. Era un hombre que tenía interés por la excelencia. Cuando se lo proponía era muy divertido, mundano, y cuando se lo proponía era insoportable, su carácter no le ayudaba. Debería tener un mejor lugar en el panteón de los periodistas, debería estar mejor catalogado y valorado. Tiene un par de libros que recogen sus entrevistas y textos, ambos editados por el Fondo de Cultura Económica y ahí hay ejemplos de lo que ya no se hace: periodismo. Alguien tuvo la mala ocurrencia de inventar las grabadoras y ese día se acabaron las entrevistas. Se acabaron. Como el día que se inventó el matrimonio, se acabo el amor. Se acabó.

–¿Le gusta su trabajo?

–Me encanta mi trabajo. Miguel Unamuno decía “Yo soy mi lengua”. Era un escritor. Yo soy mi trabajo, soy lo que hago, lo que escribo, lo que digo, lo que pienso en radio o televisión. Es lo que me permite saber lo que sé y lo sé por esto. Conocer a quien conozco. Mis amigos que he tenido, los que voy a tener, las experiencias que ya tuve, las que me faltan. Las ciudades del mundo que he conocido. El dinero que he ganado y que me falta por ganar. Todo lo he hecho porque me gusta mi oficio, porque lo hago todo el día, porque a los 63 años trabajo con la misma intensidad que cuando empecé a los 19.

–¿Le gusta trabajar con Raymundo Riva Palacio?

–Me gusta trabajar con Raymundo Riva Palacio, escribo en su diario.

–¿En La Crónica de hoy?

–Con Guillermo Ortega también. Yo no mezclo la personalidad ni los compromisos de los demás con mi trabajo. Yo hago lo mío y mientras yo pueda hacer lo que yo quiera, no tengo por qué sudar calenturas ajenas. Si fulano o sutano anda metido en negocios así o asado, no me interesa. A mi no me llamaron a una cofradía ni a una mafia, y si me llaman, ya veré sí me convence y si me conviene le entro y si no, pues no.

¿Por qué México debería mirar más hacia Indonesia? (II)

  • Dos países bañados por las mismas aguas
  • En esta segunda entrega del reportaje sobre Indonesia, el editor de RMC  conversó con la embajadora mexicana adscrita en este país, quien refiere que pese a la distancia geográfica, ambas  naciones tienen similitudes que las acercan más de lo que se piensa.

Por Raúl López Parra

YAKARTA-Indonesia.- Si tomáramos un vuelo directo de la Ciudad de México a Yakarta, la capital de Indonesia, en el avión comercial más grande del mundo, el Airbus A380, a una velocidad de 945 Km/h tardaríamos 17 horas y 49 minutos en llegar. Pero tal ruta no existe.  El tiempo promedio de vuelo actual es de 25 horas, volando sobre el Océano Pacífico, haciendo escalas en Europa o Estados Unidos.

Distancia entre Indonesia y México.

Indonesia y México forman parte de la región de países de Asía-Pacífico.

La conectividad es uno de los factores determinantes que propician el mayor intercambio comercial, cultural y turístico entre las naciones, por ello, México busca acortar las distancias con Indonesia.

“Me sorprende que la gente siempre hable de la distancia. Sí, en efecto, vivimos del otro lado del mundo. Es real, tenemos doce horas de diferencia o trece. Pero la gente va a Los Ángeles y no le parece lejos. De México a Los Ángeles se puede caminar.

Se llama Los Ángeles, no The Angels. Fue México. Entonces, una de las barreras, más de ánimo mental, es que la gente deje de decir que estamos lejos.

Es real, las 25 horas de vuelo no te las quita nadie, no importa si te vas por Europa o te vas por Asia. Son 25 horas de vuelo y 36 horas de casa a casa. Como sea que sumes, eso es real, pero el mundo es cada vez más pequeño”.

Son las palabras de la Embajadora de México en Indonesia, Melba Pría, quien desde su nombramiento, en 2007, ha sido la encargada de trabajar para que las distancias entre ambos países se acorten.

En octubre de 2013 se dio un paso importante con la firma de un acuerdo aéreo entre los gobiernos, el cual fue atestiguado por el presidente Enrique Peña Nieto, en su visita a Bali, junto con su homólogo Susilo Bambang.

De este modo, Aeroméxico y Garuda, las aerolíneas insignia de cada país, pueden compartir códigos de operación para, eventualmente, ofrecer un vuelo de conectividad Ciudad de México-Yakarta, con escala en Tokio, Japón, donde ambas compañías tienen presencia.

Aeroméxico y Garuda podrían establecer un vuelo de conexión Cd. México-Yakarta.

Aeroméxico y Garuda podrían establecer un vuelo de conexión Cd. México-Yakarta. Imagen Capa Centre for Aviation

Este acuerdo se concretaría en 2014 y sería el primer código compartido entre aerolíneas del Sudeste Asiático y de Latinoamérica, un reflejo del dinamismo económico que viven las regiones.

En la actualidad, las aerolíneas que utilizan la ruta del Golfo y Europa son las ganadoras en uno de los mercados aéreos con el mayor crecimiento del tráfico de pasajeros en el mundo: Latinoamérica.

De hecho, Aeroméxico es la única aerolínea latinoamericana con presencia en Asia, y la única que conecta de forma directa a China con esta región. El eventual código compartido con Garuda es sólo un ejemplo de cómo México comienza a fijarse más en el Sudeste Asiático y, de forma más amplia, en la región Asia Pacífico.

En este sentido, qué papel juega Indonesia. Si miramos los números la respuesta es obvia. Es el cuarto país más poblado del mundo, con 251 millones de personas. Es el Estado laico que tiene la mayor población musulmana del orbe, cerca del 86% profesa esta religión, el resto se divide entre hindúes, budistas y cristianos.

Se habla poco de Indonesia en las noticias internacionales, porque China e India acaparan los reflectores, pero esta nación ha sido una de las contadas que ha mantenido tasas de crecimiento por arriba del 5 % de su PIB, incluso en los momentos más álgidos de la crisis financiera global de 2008. Ello gracias a que el 60 % de su crecimiento económico depende de su consumo interno, lo que hace que el archipiélago más grande del planeta,  con sus 17, 508 islas, (de las cuales 6 mil están deshabitadas) sea un destino atractivo para la inversión.

Si bien al cierre del 2013 el valor de su moneda, la rupia, se devaluó, y tuvo el peor desempeño entre las divisas asiáticas, los analistas financieros prevén que para 2020 Indonesia estará entre las 10 economías más grandes del globo, y por ello hay que seguir de cerca lo que pasa en este país.

“Los mexicanos estamos más acostumbrados a mirar al norte de Asia, principalmente China, Japón, Corea (del Sur).  Tenemos una relación muy intensa.

En el caso de Japón, son nuestros socios comerciales más importantes en Asia, con una relación muy vieja y madura. Son relaciones muy atrayentes para México, y tienen un importante elemento económico, además de lo cultural y de lo político y de lo estratégico de esas relaciones.

En el caso del sudeste asiático, no solamente Indonesia, la presencia de México no es poca: tenemos seis embajadas en los diez países de ASEAN”, comenta la embajadora mexicana.

Y es justo Indonesia el país que, por su tamaño, juega un rol de liderazgo en la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ANSEA).

La visita del presidente mexicano a este país, en el marco de la reunión de líderes de la APEC, ha servido para relanzar esta relación. Fue el único mandatario que sostuvo un encuentro bilateral oficial con el presidente indonesio, y fue la primera vez, desde hace 41 años, que un presidente mexicano pisa estas tierras. Por su parte, el presidente indonesio, Susilo Bambang, realizó una visita de Estado a México durante el mandato de Felipe Calderón.

Pese a la distancia geográfica, Indonesia y México tienen muchos temas en común que los acercan en sus destinos. Ambos son candidatos permanentes a formar parte del grupo de los países emergentes industrializados que integran el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Ambos necesitan avanzar en las reformas estructurales para garantizar un mayor crecimiento económico.

Los dos padecen problemas de corrupción en un alto grado. También coinciden en el combate a la violencia criminal, aunque de diferente naturaleza. México concentra sus esfuerzos contra el narcotráfico mientras que Indonesia hace lo propio para erradicar el terrorismo islamista.

Otra similitud es que los dos tienen como vecinos a naciones desarrolladas cuya relación es problemática, que va de la cooperación a la disputa por la intromisión en asuntos internos. México comparte frontera con Estados Unidos, la nación más poderosa del planeta, e Indonesia es una de las naciones más cercanas geográficamente a Australia, país catalogado como una potencia mediana.

Pero no todo el panorama es negativo. Ambas naciones tienen la ventaja de contar con una población joven, un bono demográfico que puede ser la fuerza que impulse el desarrollo.

Cuentan con gran diversidad de recursos naturales y son destinos atractivos para el turismo, campo en el que los países firmaron un memorando de entendimiento en el que México puede mostrar cómo promueve la marca país en el extranjero, mientras que Indonesia enseñará cómo promover el turismo en el mercado asiático. En el Índice de Competitividad Turística 2013 del Foro Económico Mundial, México ocupa la posición 44, un puesto arriba que China, mientras que Indonesia está en el lugar 70.

Borobudur es el templo budista más grande del mundo y uno de los destinos más visitados en Indonesia.

Borobudur es el templo budista más grande del mundo y uno de los destinos más visitados en Indonesia. Imagen/Portal Oficial de Turismo de Indonesia

El potencial de cooperación entre ambas naciones es amplio. México e Indonesia son miembros del G20, de la APEC, entre otros organismos multilaterales.

Los dos países han votado de igual forma en más del 88 % de las veces en la Asamblea General de las Naciones Unidas. ¿Mera coincidencia?  En opinión de la embajadora no es así y se ha trabajado muy de cerca con Indonesia:

“Por qué no dos países que están geográficamente distantes pueden tener visiones estratégicas de sí mismos y del otro que ayuden.

Con todos los países tenemos una buena relación, pero hay países con los que tenemos que tener una relación estratégica y éste es uno de ellos.”

En este contexto, la embajadora detalla lo que implicó la visita del presidente mexicano a Indonesia, que coincidió con el 60 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas.

“La presencia de un jefe de Estado que le interesa a la región y que impulsa a la región nos ayuda muchísimo. La estrategia que se estableció en la relación con Indonesia fue que nosotros debemos tener un marco jurídico que cada vez que Indonesia piense en América Latina, piense en nosotros”.

Durante el encuentro oficial entre ambos gobiernos se firmaron cuatro acuerdos en distintos campos como el aéreo, mencionado arriba, en turismo, salud y en materia de impuestos, los cuales se suman a los que se han signado con anterioridad.

Encuentro entre los presidentes de México, Enrique Peña Nieto e Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono en octubre.

Encuentro entre los presidentes de México, Enrique Peña Nieto e Indonesia, Susilo Bambang Yudhoyono en octubre pasado./Imagen Presidencia de México.

“El tamaño de la cooperación es muy grande y los temas son muy grandes”, indica la embajadora .

“Firmar es lo fácil”, pero se requiere dar seguimiento a los acuerdos, por lo cual se diseñaron programas de trabajo en cada uno de ellos para realizar al menos una actividad mexicana y una indonesia al año, indica Melba Pría.

“No pretender que vamos a hacer 10 actividades con diez acuerdos. (hacer) una que le interesa a México y otra a Indonesia”.

Desde esta mirada estratégica, México e Indonesia también forman parte del bloque económico conocido como el MIKTA, el cual nació en octubre de este año, donde también participan Corea del Sur, Australia y Turquía. Éste último país fue visitado por el mandatario mexicano como parte de su estrategia para apuntalar la integración del bloque.

El MIKTA  esta integrado por naciones consideradas como medianas potencias  y en desarrollo, que buscan integrarse económicamente e influir en el contexto internacional.

Para ello se debe elevar el intercambio económico entre estas naciones. En la actualidad, la relación de México con Indonesia en este terreno es desequilibrada, según explica la embajadora.

“Tenemos un comercio muy desigual con los indonesios. Los indonesios nos venden mucho de pocas cosas. Nos venden hule, aceite de palma, ropa, muebles, pero las cantidades son muchas. Cuando nos venden hule, caucho, con dos contenedores es un mundo, son toneladas. Cuando nos venden ropa. No es tanta, pero nos venden bastante ropa.

“Los mexicanos les vendemos muchas cosas pero poca cantidad. Los que más vendemos aquí es tubo sin costura, para el extraer el petróleo. México le vende a Indonesia prácticamente hecho (el tubo) y en el país lo terminan. Les vendemos desperdicio de aluminio.”

El valor del comercio bilateral sumó 1.3 billones de dólares en 2012, el triple de lo registrado en la década pasada, pero una cifra aún muy alejada de lo que representa el tamaño de ambas economías.  Al respecto la embajadora mexicana comentó:

“Los productos mexicanos empiezan a entrar a Indonesia. Es un mercado difícil de entrar porque hay muchos actores para poder importar. Es un mercado muy cuidado. Hablan de libre comercio pero es muy acotado, pero cuando uno entra, el tamaño del mercado es tan grande que las posibilidades son inmensas”.

La diplomática comenta que la empresa mexicana de salsas La Costeña tardó cuatro años en concretar su entrada al mercado, pero ha tenido un buen recibimiento entre los consumidores indonesios, ya que también consumen picante como los mexicanos.

“Tuvimos un bazar al que invitamos a La Costeña a participar y el primer día vendieron todos los productos”, indica.

Entre otras compañías mexicanas con presencia en Indonesia, se encuentra Tenaris, fabricantes de tubos. Corona, que es la cerveza importada de mayor venta en este país.

Un caso peculiar es Kidzania, empresa mejor conocida como La Ciudad de los Niños. Abrió sus puertas en 2007, en Yakarta, y a la fecha es uno de los lugares favoritos por los niños indonesios.

Xavier López Ancona, el creador del concepto, dijo en una entrevista para CNN-Expansión que fueron los empresarios indonesios los que propusieron llevar la franquicia a su país, tras ver el éxito de la que operaba en Japón.  Una muestra de que el empresario mexicano no suele contemplar a Indonesia dentro de su cartera de inversiones.  Kidzania ha resultado una sorpresa incluso para los propios empresarios mexicanos

Promocional de Kidzania en Yakarta

Promocional de Kidzania en Yakarta, el cual inició operaciones en 2007.

Al respecto la embajadora nos comentó:

“Los mexicanos vendemos mucho en Malasia pero no en Indonesia. Ahora estamos enamorando a la Chata (empresa de alimentos típicos, con sede en Sinaloa) porque aquí hay una comida indonesia que se llama randam, que es muy parecida al chilorio. Entonces hay gusto para la comida mexicana porque les gusta la comida con sabor, no necesariamente picante”.

La embajadora considera que existen oportunidades de negocio para los empresarios mexicanos pero éstos no miran con más detalle hacia el Sudeste Asiático.

“(En México) tenemos inversión de indonesios en una mina de plata, pero los mexicanos todavía no acaban de salirse de la zona de confort que significa Estados Unidos. Nuestro comercio con Japón es muy importante, con China también empieza a crecer”.

La  diplomática mexicana refiere que las embajadas pueden ayudar a hasta cierto punto, pero está en las manos de los emprendedores concretar los negocios.

 “Yo tengo un desayuno al mes con empresarios de diversos sectores: este es el momento de hacer negocios con Asia”.

La embajadora detalla las oportunidades para acrecentar el comercio entre ambas naciones:

«En economías tan grandes como la indonesia y la mexicana siempre se quiere crecer más, porque un punto de crecimiento significa mucho dinero, no solamente para la economía macro, sino lo que significa para el día a día de las personas.

«Indonesia necesita crecer mucho porque tiene 250 millones de personas y de esa población más de la mitad son jóvenes. Ahí esta su gran bono demográfico.

«Para México es importante tener un socio que crece tanto, y meterse en su mercado. Tú quieres estar en un mercado que crece, porque tú capacidad de crecimiento es mayor. Es un ganar-ganar. Si me asocio con mercados en creimiento la capacidad de crecer de mi economía es mucho mayor».

Para concretar las inversiones ya se cuenta con un marco jurídico y el siguiente paso es «promover y vender y vender y promover», señala Pría.

¿Debe ser México un puente entre Indonesia y Latinoamérica?

«Yo no sé si México debe ser el puente con América Latina. Si yo fuera chileño, no entendería que México pueda ser puente. Pero Indonesia está muy interesada en la Alianza del Pacífico. Entonces como  América Latina puede ser que los países se pongan de acuerdo y digan nosotros vamos para allá (Asia).

«El primer presidente de Indonesia decía: ‘no somos vecinos distantes porque nos baña el mismo mar´. Yo creo que México tiene que ser parte de América Latina no representante de América Latina».

“Los indonesios sienten que México no es tan lejos, pero los mexicanos sentimos que (ellos) están lejos. Pues ¿cómo? si viajamos lo mismo”, indica Melba Pría.

En cierto modo, el soft power mexicano ha contribuido para acortar las distancias entre estos países bañados por el mar Pacífico.

¿En qué consiste este soft power? La respuesta en la siguiente entrega.