El Caribe y Latinoamérica, unidad en la diversidad

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No. 155 / enero-junio 2025 / ensayo
colaboración invitada

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Jaime A. Preciado Coronado

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
CENTRO MARIA SIBYLLA MERIAN DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS AVANZADOS


La subversión significa revelar las contradicciones sobre las cuales se edifican las certezas de los órdenes sociales.

Fals-Borda, Orlando (1986)

La horizontalidad, como perspectiva metodológica, se pregunta sobre las epistemologías que nos acercan a un conocimiento coproducido, situado, en diálogo constante entre las voces científicas y las “no académicas” de modo que igualen los términos de diálogo entre investigadores/as e investigados/as en un orden de igualdad discursiva para producir conocimiento conjunto.

¿Cómo se logra esta unidad de lo diverso desde América Latina y sus particularidades caribeñas? Hay que (re)pensar los procesos de producción de conocimiento en las ciencias sociales, los estudios culturales y las humanidades, enfatizando el diálogo en la investigación y la horizontalidad como perspectiva epistemológica.

Este ensayo precisamente busca contribuir al diálogo entre el ser-pensar-hacer-sentir juntos y el pensamiento crítico latinoamericano que se posiciona desde una relación de compromiso con las y los sujetos de estudio en América Latina y desde América Latina.

Producción Horizontal del Conocimiento (PHC) en y desde El Caribe y Latinoamérica

Entre 1960 y 1970, en América Latina comenzó a gestarse una corriente de pensamiento amplia y transformadora en la que se entrelazaron diversas áreas como la Educación Popular, notablemente Paulo Freire y su Pedagogía del oprimido, la Teología de la Liberación, con exponentes como el peruano Gustavo Gutiérrez, la Comunicación Alternativa, uno de cuyos autores clave es Jesús Martín Barbero, la Investigación Acción Participativa con los trabajos inspiradores de Orlando Fals Borda, y la Filosofía de la Liberación, con Enrique Dussel, quien amplió la reflexión hacia la Política de la Liberación.

Desde estos enfoques, que se enriquecieron mutuamente, se buscaba generar saberes capaces de ayudar a los sectores subalternos de la sociedad latinoamericana a comprender su compleja realidad, con el fin de transformarla (Ortiz y Borjas, 2008). La horizontalidad se erigió como una perspectiva metodológica prometedora para alcanzar la transformación social. Esta corriente estaba orientada por lo que hoy conocemos como el “paradigma emancipatorio”, del cual se derivan las actuales perspectivas epistemológicas y metodológicas críticas latinoamericanas (Palumbo y Vacca, 2020). Sus prácticas, profundamente políticas, tenían la intención explícita de fortalecer las capacidades de los grupos sociales, con el fin de generar los cambios necesarios en la estructura sociopolítica (Ortiz y Borjas, 2008).

En la actualidad, América Latina, como contexto y escenario de reflexión, con su vasta extensión y complejidad, ofrece la oportunidad de continuar cuestionando determinados roles, posicionamientos y enfoques metodológicos en el proceso de investigación. Sentipensar lo latinoamericano desde las propias tierras, sus voces, relatos, narrativas, tiene un enfoque situado (auto-eco-organizativo, de acuerdo con Edgar Morin), con un valor ético colectivo que está comprometido con el valor de la palabra. Este enfoque horizontal, parte de la escucha y el respeto por los saberes de les otres. A través de metodologías participativas, colaborativas y decoloniales desde una perspectiva intercultural, que permiten entretejer las metodologías disciplinarias en la transdisciplina, y en una recuperación de la horizontalidad como alternativa para la construcción de nuevos significantes, de una nueva semántica de la democracia en la horizontalidad.

Los pensamientos sociales críticos latinoamericanos, unidos en su diversidad, ofrecen claves de comprensión sobre el heterogéneo sistema de actores sociales, sin despegarlos de su ‘ecología humana’ localizada, sin restarles sus territorios de cultura, ni las relaciones de poder que encuadran su dimensión política y, por lo tanto, de su subalternidad basada sobre la colonialidad del poder y la b|úsqueda de contrahegemonía. Hay un desafío para tender puentes entre la rica temática de investigación en ciencias sociales, en sus expresiones temáticas, de clase, por ámbito urbano o rural, y por las escalas políticas de la acción colectiva. Actualmente, es paradigmático el estudio de movimientos indígenas y feministas, pues en y desde ellos, se impugnan desde otras memorias aquellos dispositivos estatales coercitivos y hegemónicos que subalternizaron y continúan subalternizando a las mujeres y a los pueblos originarios, incluso afrodescendientes, en América Latina.

En la perspectiva de Orlando Fals Borda (1991), las metas de la combinación entre conocimiento liberador y poder político, en un proceso continuo de vida y trabajo, son las siguientes: 1) capacitar a los grupos y clases oprimidas para que adquieran la creatividad y la fuerza transformadora necesarias, en consonancia con la pedagogía del oprimido de Paulo Freire (1969), lo cual se manifiesta a través de proyectos, acciones y luchas específicas; 2) generar y desarrollar un proceso de pensamiento sociopolítico con el que las bases populares puedan identificarse. De manera complementaria, en el texto Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Edgar Morin nos invita a reflexionar en torno a la promoción de un conocimiento “capaz de abordar los problemas globales y fundamentales para inscribir allí los conocimientos parciales y locales” (1999: 1). Es decir, se trata de un conocimiento global y local, con el fin de actuar de manera ‘glocal’.

Para las metodologías colaborativas, el hacer y pensar juntos implica una tarea intelectual en la que las interpretaciones de las y los interlocutores no sólo se integran en la escritura, sino que, de alguna manera, propician espacios dialógicos donde emerja el sentido crítico del pensamiento. Así, se construye un ‘tercer texto’ entre los investigadores pares, académicos y no académicos (Valencia Hernández, 2023). Las metodologías colaborativas horizontales no buscan ‘aplicar’ teorías o metodologías a casos, en una suerte de “educación bancaria” donde se depositan los conocimientos sobre el sujeto investigado (Freire, 1969), sino reflexionar, conceptualizar y concientizar a través de la auto-investigación y de la reflexión colectiva, en un intercambio de información y conocimiento que se opone a cualquier tipo de enseñanza vertical (Fals Borda, 1991). En este proceso, se trata de ser-pensar-hacer-sentir de manera colectiva.

La sociología y las ciencias sociales latinoamericanas y caribeñas han contribuido a esta horizontalidad dialógica en la Investigación Acción Participativa (IAP), la Investigación en Colaboración (IeC), en la coproducción de conocimientos e, incluso, en la Investigación Militante (IM). Sarah Corona Berkin (2012, como se citó en Santisteban, 2023) propone repensar los procesos de producción de conocimiento en las ciencias sociales poniendo especial énfasis en dos aspectos: 1) el diálogo como condición central en la investigación; 2) la horizontalidad como perspectiva epistemológica.

Según Palumbo y Vacca (2020), estas formas de coproducción de conocimiento horizontal comparten tres elementos esenciales:

1. Un enfoque sujeto-sujeto, en contraposición a la visión tradicional de la ciencia, que se construye sobre la relación sujeto-objeto.

2. La integración del conocimiento científico con los saberes populares, frente a un modelo científico que se basa en la jerarquía y universalidad del primero.

3. El compromiso de la ciencia con la política, en contraste con una ciencia que se presenta como desinteresada o neutral. El eje articulador de estos elementos es la crítica epistemológica a los cánones positivistas, que promueven la producción de conocimiento a partir de una relación de distanciamiento entre sujetos, saberes y política.

En este sentido, Fals Borda (1991) argumenta que la producción de conocimiento científico no requiere del enfoque de observación desinteresada defendido por la escuela positivista. Según este autor, tanto la observación objetiva como la comprometida están influenciadas por prejuicios valorativos, por lo que no es en ellas donde se determina el carácter científico del conocimiento. La ciencia, o la objetividad del conocimiento, radica en su capacidad de ser verificable socialmente, lo cual depende del consenso alrededor del método de verificación utilizado.

En este marco, según Corona Berkin y Kaltmeier (2012), la producción horizontal del conocimiento y su objetividad se basan en entender el proceso investigativo como un compromiso político, orientado a generar formas de con-vivir mejor en el espacio público. Así, la verificación del conocimiento recae en su capacidad para transformar la vida de las personas a través de la reflexión y la acción, la teoría y la práctica; en suma: la praxis liberadora.

En la IAP, cuyo propósito fundamental de la investigación y del papel de los investigadores es la transformación social, se busca precisamente devolver a los sujetos investigados, o sujetos de experiencia, la legitimidad de los conocimientos que ellos mismos son capaces de generar, a través de sus propios sistemas de verificación, los cuales se reconocen como plenamente científicos (Fals Borda, 1991). En esta línea, colaborar no es lo mismo que “ayudar”, sino “poner en jaque los conocimientos, resituar las prácticas de campo, desafiar jerarquías, cuestionar prejuicios positivistas-esencialistas legitimados como ‘verdades científicas’ y revertir injusticias e inequidades” (Santisteban, 2023: 93). Entre los objetivos inmediatos de la IAP se encuentran, por lo tanto, el derecho de las comunidades a utilizar este conocimiento, no sólo como un medio para validar sus prácticas, sino como una guía para sus acciones, excluyendo, en este contexto, cualquier otro tipo de conocimiento que no haya surgido de este mismo proceso (Fals Borda, 1991).

En la Investigación Militante hay una dinámica similar a la de otras metodologías horizontales colaborativas, pero con características propias. Este enfoque destaca un compromiso ético-político hacia la transformación social y considera a los actores de la acción colectiva como los principales interlocutores (Palumbo y Vacca, 2020). Aunque la IAP también comparte este enfoque, en la IM se resalta aún más la dimensión política, estrechamente vinculada con la noción de “actuar”. Por ejemplo, las investigadoras feministas observan y describen sistemáticamente la realidad y, a partir de esa observación, generan un pensamiento creativo que orienta su propia práctica (Tabares Ochoa, 2019). De esta manera, los sujetos involucrados en la investigación no sólo son epistémicos (pensantes y actuantes), sino principalmente políticos, al participar activamente en la transformación de las condiciones sociales existentes (Palumbo y Vacca, 2020).

La coproducción investigativa es una metodología desarrollada por el sociólogo argentino Alberto Bialakowsky y su equipo de investigación (2020). Propone una forma participativa y dialógica de generar conocimiento. Esta metodología se basa en la colaboración activa entre investigadores académicos y actores sociales involucrados en las problemáticas estudiadas, promoviendo la creación conjunta de saberes y soluciones. Estos colectivos trabajan conjuntamente en la investigación y facilitan un espacio de encuentro discursivo y de descubrimiento mutuo. Su finalidad es superar la tradicional separación entre el sujeto que investiga y el objeto investigado para fomentar una relación horizontal y colaborativa.

La coproducción investigativa se fundamenta en principios de transdisciplinariedad y en el paradigma de la complejidad. Reconoce la interconexión de diversos factores y perspectivas en los fenómenos sociales. Busca integrar diferentes disciplinas y saberes, tanto académicos como populares, para abordar de manera más completa y profunda las problemáticas sociales. Además, esta metodología enfatiza la importancia de la praxis, entendida como la acción reflexiva y transformadora que combina teoría y práctica. Finalmente, la Investigación en Colaboración (IeC) busca incorporar los saberes ancestrales, colectivos y populares, en los cuales el conocimiento se genera a partir del trabajo de co-teorización entre todos los miembros del equipo de investigación, sean estos sujetos investigadores o sujetos investigados (Información procesada a partir de ChatGPT, consultado el 30 de marzo de 2025).

Reflexiones finales: la horizontalidad en la educación popular

América Latina, como se mencionó anteriormente, es un contexto y escenario de reflexión, que trasciende el cuestionamiento de roles, posicionamientos y enfoques metodológicos en la investigación. Es, además, un semillero de iniciativas y movimientos que apuestan por la educación como una práctica de libertad y transformación social. Un ejemplo ilustrativo de ello es el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL).

El CEAAL es un movimiento de Educación Popular que, como red, participa y respalda procesos de cambio en los ámbitos educativo, social, político, cultural y económico en América Latina y el Caribe. Su acción se desarrolla en espacios locales, nacionales y regionales, manteniendo un diálogo global en favor de la soberanía e integración de los pueblos, la justicia social y la democracia. Todo ello desde un enfoque basado en los derechos humanos, la equidad de género, la interculturalidad crítica y un compromiso ético, pedagógico y político con la emancipación.

Este Consejo de Educación Popular sostiene que, desde una perspectiva epistemológica que promueve la producción horizontal del conocimiento, la Educación Popular tiene como objetivo generar nuevos saberes. Siguiendo el enfoque de Paulo Freire, la Educación Popular se concibe como un acto liberador en el cual el conocimiento se construye socialmente de forma continua por los sujetos en conexión con las dinámicas socioeconómicas, políticas, culturales, ambientales y de género que experimentan y, a través de las cuales, conviven en su vida cotidiana. Esto requiere abrir espacios para nuevos diálogos con diversas corrientes de pensamiento que interpelan y enriquecen las distintas visiones del mundo y de la sociedad.

La CEAAL, al reivindicar la idea de “unidad en la diversidad”, basa su acción transformadora en la riqueza de la diversidad cultural de los actores de cambio político que lo constituyen. Rescata cosmovisiones de todas las culturas y fomenta lazos de hermandad y diálogo intercultural con el objetivo de promover la convivencia humana, la justicia social y el desarrollo de las personas y comunidades en igualdad de oportunidades. Busca también, a través de la educación, una vida no consumista, donde hombres y mujeres vivan como seres productivos, creativos, solidarios, con pensamiento crítico, y puedan construir una colectividad humana universal basada en el bienestar, la paz, la alegría, el humor y el amor (CEEAL, s.f.).


Fuentes

  • Bialakowsky, A. L.; Bukstein, G. y Montelongo L. (comps.) (2020). Intelecto social, procesos laborales y saber colectivo. Significados de una praxis científica co-productiva. Buenos Aires: TeseoPress. URL: https://www.teseopress.com/intelectosocial
  • CEAAL. (s.f.). Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL). https://www.socioeco.org/bdf_organisme-903_es.html
  • Corona Berkin, S. y Kaltmeier, O. (2012). En diálogo: Metodologías horizontales en ciencias sociales y culturales. Gedisa.
  • Fals-Borda, O. (1986). “Cómo investigar la realidad para transformarla”. En Una sociología sentipensante para América Latina. Bogotá: Siglo del Hombre Editores/CLACSO.
  • Fals Borda, O. (1991). Rehaciendo el saber. En O. Fals Borda, M. A. Rahman, J. Gaventa y J. R. P. C. (Eds.), Acción y conocimiento: Cómo romper el monopolio con investigación-acción participativa (pp. 189-211). CINEP.
  • Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO.
  • Ortiz, M. y Borjas, B. (2008). La Investigación Acción Participativa: aporte de Fals Borda a la educación popular. Espacio Abierto, 17(4), 615-627.
  • Palumbo, M. M., & Vacca, L. C. (2020). Epistemologías y metodologías críticas en Ciencias Sociales: precisiones conceptuales en clave latinoamericana. Revista Latinoamericana De Metodología De Las Ciencias Sociales, 10(2), e076. https://doi.org/10.24215/18537863e076
  • Santisteban, K. (2023). ¿Qué memorias implica hablar de “América Latina”?: reflexiones metodológicas sobre otras formas de comunicar y construir conocimientos. En C. Hammerschmidt, L. Anapios, C. Tomadoni, F. Oliveira de Souza y S. Espul (Coords.), América Latina en discusión. Una apuesta por las metodologías horizontales (pp. 88-99). CALAS.
  • Santos, B.S. (2009). Una epistemología del Sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social. CLACSO/Siglo XXI Editores.
  • Tabares Ochoa, C. M. (2019). Teorías críticas feministas: transgresoras, creativas: una contribución a los desafíos de la teoría social en América Latina. Revista Novo Rumos Sociológicos, 7(11), 82-109.
  • Valencia Hernández, C. A. (2023). Producir conocimiento desde la horizontalidad: experiencias y horizontes. En C. Hammerschmidt, L. Anapios, C. Tomadoni, F. Oliveira de Souza y S. Espul (Coords.), América Latina en discusión. Una apuesta por las metodologías horizontales (pp. 100-111). CALAS.