En busca de una política
de comunicación perdida

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Por el camino de Radio Educación

No. 153-154 / enero-diciembre 2024 / reseña

Raciel D. Martínez Gómez

UNIVERSIDAD VERACRUZANA


El imaginario de lo público en la radio
Lenin Martell Gámez
Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz, 2021
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Desde su origen, la radio fue campo fértil para polemizar el estatus público que debiese tener todo medio masivo de información. Bertolt Brecht, por ejemplo, se quejaba del desorden de la vida pública que prevalecía cuando emergió la radio allá en la década de los veinte del siglo pasado. Afirmaba que había una confusión mecánica, puesto que no se palpaba una relación mutua de los inventos que, más bien, primero conquistaban el mercado antes de saber realmente su compromiso con el entorno. Incluso, señalaba que el orden dominante era anárquico y, por ello, se requería de una definición pública de los medios masivos de información. Decía que habría que desvelar el potencial de la radiodifusión: transformarla de un aparato de distribución a un aparato de comunicación. Y se refería a que la radio fuera un aparato imaginable de la vida pública en la cual el radioescucha se estimulara para abandonar su posición pasiva y dar el salto para hacerle hablar y así completar el circuito de la comunicación.

Ante este telón histórico propuesto por el dramaturgo y poeta alemán, el libro El imaginario de lo público en la radio, de Lenin Martell Gámez, actualiza un debate en el cual parece que los deseos brechtianos, expuestos hace casi cien años, encuentran buen cauce en una experiencia mexicana, diríamos que su géneris a nivel continental, de un sistema de comunicación como lo es Radio Educación que, sin duda, pone a examen las incipientes políticas de comunicación del estado en México.

El crítico de los medios, Javier Esteinou Madrid, señala en el prólogo que el estudio aporta “el proceso histórico de Radio Educación como prototipo de comunicación en el servicio público del país” (Martell 2021:15). Su desarrollo todavía en la actualidad semeja un lote baldío.

La hipótesis de la investigación del doctor en Ciencias políticas y sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) parte de una premisa posicionada dentro de la agenda contemporánea: concebir a los medios de comunicación públicos como un derecho ciudadano, entendiendo que este, como se postuló desde la academia mexicana en la década de los ochenta, tiene derecho a recibir una información pública, veraz y de calidad.

Lenin, maestro en Estudios de comunicación por la Universidad de Boston y licenciado en Periodismo y comunicación colectiva (UNAM), traza el escenario y afirma que, quien organiza el espacio público en las sociedades democráticas, es el Estado a través de las instituciones. Y aún mejor es entender que, una de esas instituciones garantes de la pluralidad anhelada, son los medios de información públicos.

Es importante mencionar que Lenin ha estado vinculado por más de 25 años no sólo con el estudio, sino también con la producción de los medios públicos: participó en la Public Radio Internacional (PRI), en Minneapolis, y fue becario en el noticiario internacional The Word, coproducido por la WGBH Boston, BBC y PRI.

Otro de los aportes de este libro de comunicación es el minucioso y didáctico recorrido conceptual para identificar a los medios masivos de información pública; función que analiza a partir de una fila de deslindes a saber. Lo público no se relaciona, en primer lugar, con la empresa privada, con todo lo que implica el afán de lucro, hasta un propósito irresponsable por adulterar la calidad de vida. En segundo término, tuvieron que ocurrir una serie de vaivenes hasta llegar a la noción de público. Martell tiene razón al pensar lo público no como noción estática, sino como un proceso en constante transformación.

El autor advierte que, desde el surgimiento de la radio hasta iniciada la segunda década del siglo XXI, se notó el vacío de ley acerca del reconocimiento de la radio como servicio público. La radio pasó por varias etiquetas previas a considerarse como pública: desde ser cultural (con sesgos elitistas), educativa (todo proceso comunicativo de alguna manera forma), no comercial, estatal y pro gobierno, como figura extraída del más rancio presidencialismo mexicano que se distinguió por una deliberada propaganda, la evasión del conflicto y el culto a la personalidad. En todo caso, el título de este libro podría haber sido “La historia de una ausencia: la política de comunicación”.

Este libro es un texto académico de pesquisa profunda. Semeja una especie de arqueología a través de las tibias políticas de comunicación de Estado en México. El imaginario de lo público en la radio es necesario para disipar esta ausencia relevante. Asimismo, reconoce el esfuerzo, sobre todo de profesores e investigadores de la comunicación desde sus distintas instituciones de educación superior, para establecer criterios generales como políticas de comunicación. Lenin asume labores de cronista, historiador y analista para registrar, desde su referente empírico, cómo los realizadores y trabajadores de Radio Educación contribuyeron al fundamento de lo público desde su propio ejercicio profesional.

Martell evita la complacencia de ubicar a lo público como certeza abstracta. Al revés, hace un apunte que nos parece clave para entender el principio desde un enfoque de sociología de los medios: se trata de la reconfiguración mediática en el centro de una sociedad multicultural. En las sociedades multiculturales tal y como se reconocen en el mundo contemporáneo, dice Lenin, no se puede hablar de un espacio público homogéneo; más bien, tenemos que resaltar que es un espacio heterogéneo, a su vez fragmentado en esferas locales, regionales, nacionales y supranacionales.

Esta reconfiguración, entonces, en espacios como los mediáticos, a su vez reorganiza, obligada y simbólicamente, la vida pública. El espacio público se vuelve espejo de la sociedad y, si esta tiene como rasgo primordial el multiculturalismo que menciona Lenin, es sustancial entender el empoderamiento de esta diversidad de minorías que buscan visibilizarse a través de una moderna red que rompe con los esquemas tradicionales donde se concebía a los públicos como menores de edad.

Un antecedente inmediato que permite comprender las condiciones que favorecieron a la noción de lo público que trabaja Lenin Martell, es la tensión sistémica que se desprende del auge de la globalización. Y es que la más decisiva controversia en torno al estatus de la radio llamada pública se dio en medio de los avances de un descarado sistema neoliberal frente a la retórica del estado nacionalista a partir de la década de los noventa del siglo pasado. Dichos avances se explican como un lerdo traslape, porque todavía siguen vivas las tensiones entre sendos imaginarios: por un lado, la discrecional voracidad de empresas privadas por obtener más concesiones; y por otro, aún se exalta el nacionalismo que apela a una historia dorada del origen del país, idealizando raíces y expresiones populares.

Fue una tormenta perfecta en la cual permanecían en la inercia sujetos novedosos y ocultos que iban a visibilizarse. De pronto, una suerte de casualidad inédita removía las columnas vertebrales del Estado nación, como sería la identidad nacional y su posible traslado al campo público, y como es la ciudadanía. Sí, la globalización entendida desde su impacto cultural a través de una radical plataforma de comunicación modificó el marco de relaciones hegemónicas. Ahoira, el consenso que se construye es más activo que pasivo.

En este concierto internacional, Radio Educación es un caso más digno de análisis, ya que sus circunstancias no eran propicias en contraste con otras naciones que tenían marcos legales para proteger a los medios públicos.

Martell hace notar esta diferencia en la construcción de servicio público de Radio Educación con una realidad muy asimétrica. Así, en su estudio comparativo, resalta las condiciones democráticas y sobre todo normativas que representaban una clara ventaja para garantizar lo público:

En primer lugar, porque las radios públicas en Europa Central, Oceanía y Norteamérica nacieron con un mandato jurídico o ley, y la relación de autonomía respecto al Estado y la sociedad fue distinta desde un principio. Además, las condiciones sociopolíticas de los países en esas regiones -mayor democracia, participación social y derecho a la libertad de expresión- potencializaron aún más el desarrollo de sus radios (Martell, 2023:430).

Enlistemos algunas ideas finales de El imaginario de lo público en la radio que nos parecen dignas de recalcar. Una de ellas resume muy bien la coyuntura estudiada: la discusión sobre la radio pública coincidió entre tensiones del neoliberalismo y el declive del estado-nación. Históricamente, ha sobresalido el país por su alta concentración de la radio comercial y su complicidad con los gobiernos en turno. Y financiar medios de información públicos no es producir un daño patrimonial a la nación; es, todo lo contrario, un gran ahorro.

Los desafíos de la radio permanecen en varios ejes: la incapacidad de reacción ante las coyunturas, hay una tardanza para estar a la altura de los cambios; desmitificar el valor del rating al no ser este una prioridad para los proyectos públicos; introyectar, de forma más amplia, transversal y quizás hasta de manera orgánica, los objetivos de la función pública; y, sin duda, se requiere creatividad en la gestión para encarar los permanentes recortes presupuestales que cada vez son más moneda corriente. Plantea que estos desafíos tengan como ejes de discusión los procesos de globalización, las transformaciones del estado nación, la crisis de las instituciones políticas, las reformas democráticas y la desaforada evolución de las tecnologías.

En la actualidad, Lenin es integrante del Consejo de programación de UAM Radio y de la Asociación Mexicana de Defensorías de las Audiencias (AMDA). Para cerrar el comentario, dice bien Lenin sobre lo público: es común, visible y abierto. En consecuencia, la radio pública puede contribuir a construir ciudadanía mientras la esencia del servicio público sea la autonomía de los medios y el pluralismo, al tiempo que los medios asuman la agenda nacional e internacional tal y como Radio Educación lo confirma en este imprescindible libro de Lenin Martell Gámez.