No. 143 / enero-junio 2019 / ensayo
Claudia de la Caridad Otazua Polo
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
Resumen: Este ensayo se propone reflexionar la manera en que el proceso de mediatización, característico de las sociedades industrializadas de hoy, ha reconfigurado dos prácticas sociales: el turismo y la fotografía. Para ello, analizo la relación entre éstas y la red social digital Facebook
Abstract: This essay aim at reflecting how mediatization processes has influenced photography and tourism, in modern societies. In order to accomplish such goal I will analyze tourism photography on social network Facebook.
El turismo siempre ha sido una actividad sometida al régimen de la mirada. Como sugiere Álvarez, “El ojo es tiránico y secuestra la sensibilidad del viajero. No hay visita sin mirada” (2018). La práctica fotográfica está así ligada indisolublemente al turismo, como una extensión de aquella. Kodak potenció tal ligazón “…a través del desarrollo de un nuevo sistema que ensambló el nuevo conjunto de materiales junto con las relaciones sociales. (…). Kodak hizo de las cámaras y la toma de imágenes fenómenos ‘mundanos’, y de la fotografía, parte de un ‘habitus turístico’ emergente” (Urry & Larsen, 2011: 170) [1].
La llegada del internet, la era digital y la colocación de cámaras en los dispositivos móviles eliminaron el proceso de revelado y con ello abarataron el costo de la fotografía. Brindaron las herramientas para replicarla en los confines más insospechados del planeta en cuestión de segundos y magnificaron así el calificativo de instantáneas que se les da con frecuencia. En consecuencia, explosionó la popularidad y el uso social de lo que el sociólogo francés Pierre Bourdieu denominó un arte medio [1979] (2003).
En un mundo dominado por mensajes iconográficos (en apariencia, más sencillos y rápidos de asimilar), visualidad y visibilidad se convierten en imperativos de la construcción del discurso a través de las redes sociales en internet. La fotografía constituye hoy el soporte más extendido para compartir mensajes mediante plataformas como Facebook, Instagram y Snapchat. Allí, más que la foto en sí misma interesa el mensaje que ésta vehicula y la capacidad de la red para reproducirlo, contribuyendo así a legitimar ciertas miradas, más o menos estereotipadas de la realidad.
En fecha tan temprana como 1985, cuando internet no soñaba con las proporciones actuales, ya Feifer desarrolló la idea de posturismo basado en que para consumir lugares visualmente no era necesario trasladar el cuerpo de una geografía a otra, podía hacerse turismo mediante la televisión, el cine, etc. Los sociólogos Urry y Larsen (2011), en la tercera edición de The Tourist Gaze, llevan este supuesto hasta las últimas consecuencias proclamando que podría hablarse del fin del turismo. Si bien los autores no amplían la propuesta más allá de su enunciación, resulta claro que internet ha reconfigurado tanto la práctica fotográfica como la turística, mediatizando tanto a la una como a la otra.
En el presente ensayo me propongo reflexionar justamente sobre cómo el proceso de mediatización ha afectado ambas prácticas en el entorno comunicativo de las redes sociales digitales.
Mediatización: clarificando el concepto
Siguiendo al investigador danés Stig Hjarvard, en su texto Mediatization: theorizing the media as agents of social and cultural change (2008), podemos entender la mediatización como el concepto que explica, cuantifica y cualifica la influencia que ejercen los medios en las instituciones sociales y culturales. Para su cabal comprensión, debe entenderse la dualidad que caracteriza este proceso. Por un lado, comprender que lo medios son instituciones independientes que operan con lógicas propias y al mismo tiempo, comprender o aceptar que los medios ya son parte integrante de otras instituciones como la familia, la política o la religión.
El proceso de mediatización, directa o indirecta, describe cómo las sociedades modernas y desarrolladas dependen cada vez más de los medios, al punto de cambiar sus modos de organización y funcionamiento para adaptarlos a las lógicas propias del ecosistema mediático, sin que esto, a priori, suponga consecuencias negativas o positivas.
De tal suerte que los medios se han convertido en interfaces, en una especie de intermediario entre las diferentes instituciones, entre los individuos, y entre las instituciones y los individuos.
Es importante aclarar que por medios no se aceptan aquí solo los tradicionalmente conocidos como medios de prensa, de comunicación o mass media, sino cualquier facilidad tecnológica que brinde un recurso el cual, al ser utilizado, estructure de forma diferente las relaciones entre los sujetos de la interacción.
Cabe también puntualizar que mediación y mediatización, si bien son conceptos cercanos, no definen los mismos procesos. La una describe un acto de comunicación mediado en un contexto específico, en tanto la otra se refiere a un proceso largo y duradero, mediante el cual las instituciones de la sociedad y la cultura se transforman como consecuencia de la influencia de los medios, tal y como explica Hjarvard (2008) en su texto Mediatization: theorizing the media as agents of social and cultural change, retomado luego por Lundby (2009) en Introduction: Mediatization as Key.
Fotografía, turismo y redes sociales: nuevas prácticas bajo el régimen de la mirada
De la misma forma en la que los conquistadores llegaban de tierras lejanas a someter a los nativos, los turistas colocan a los locales bajo el régimen de su mirada. Susan Sontag dice al respecto: “al otro, incluso cuando no es un enemigo, se le tiene por alguien que ha de ser visto, no alguien (como nosotros) que también ve”. (Sontag, 2003, citada por Corona, 2011: 56). Y en ese “ser visto” (que es muchas veces también un dejarse ver), entran en juego turismo y fotografía. La práctica fotográfica actúa como el medio a través del cual el turista conoce, se apropia y construye la realidad otra con la que entra en contacto (consciente, deseado, planificado) al llegar a su destino turístico.
La fotografía guarda las memorias del viaje, tiene un carácter documental sí, pero opera como un catalizador de la propia actividad turística que ya no se concibe sin aquella. Así, el turista revela mediante las imágenes que sobre su destino vacacional construye, las motivaciones y aspiraciones de ese viaje, sus gustos, sus esquemas de pensamiento, de percepción, su ideología, su visión sobre el otro, (asumido a priori como diferente).
De acuerdo con Pierre Bourdieu (2003) y Susan Sontag (2006), la fotografía tiene un carácter ritual y ceremonial, su función, por tanto, es solemnizar los rituales socialmente ya legitimados. Las vacaciones y los viajes de turismo constituyen acontecimientos que promueven la práctica fotográfica y, por consiguiente, aumentan la actividad de publicación de imágenes en la red; imágenes que confirman la visita a un lugar nuevo, diferente, exótico quizás, y connotan no solo la estabilidad financiera que permite el sustento de tal travesía, sino, y sobre todo, la disponibilidad del tiempo libre, la certeza de haberlo disfrutado con libertad.
El círculo hermenéutico que describe el sociólogo británico John Urry [1990] (2011) se expande en el universo de las redes sociales digitales donde las fotos de turismo inician un nuevo ciclo de vida. Allí se convierten en la sugerencia de un amigo, pueden incitar a otros a elegir el mismo destino turístico a la vez que direccionan sus miradas a la manera de “quiero ir a dónde fue mi amigo, ver lo que él vio y fotografiar el mismo escenario”. “…Las culturas mediáticas también crean deseo para los viajes de turismo, nuevos destinos y nuevas formas de ‘miradas mediatizadas'” (Urry & Larsen, 2011: 118)[2].
Esta práctica mediatizadora cambia los referentes y la forma en que se elige el destino vacacional. Cada vez con más frecuencia los usuarios de Facebook acuden a sus pares para encontrar sugerencias y validar decisiones de viaje, ya que ellos le brindan mayor sensación de confianza que la publicidad y las agencias de touroperadores tradicionales.
Téngase en cuenta que todas las herramientas de Facebook derivan hacia intentos de socialización: los contactos se llaman amigos; las reacciones se expresan a la manera de estados de ánimo (me gusta, me encanta, me enfada, me divierte, me entristece). Crea la ilusión de la cercanía, de la pertenencia a una comunidad. Kadushin (2004) apunta que, en redes sociales digitales, nos relacionamos con aquellas personas con las que compartimos o bien “Propinquity” o bien “Homophily”, esto es, una cercanía geográfica o de valores. Si tu contacto-amigo visita, digamos, un hotel en Cancún o un museo en Cataluña, y este contacto-amigo publica sus fotos en las que invariablemente se le verá disfrutando de su viaje, esta especie de sugerencia, que no deja de ser publicidad, se cargará de toda la confianza que porta una relación de amistad.
En el artículo “Social Media Envy: How Experience Sharing on Social Networking Sites Drives Millennials’ Aspirational Tourism Consumption” (Liu et al., 2018), se trata la influencia de las fotografías de turismo sobre los pares en términos de envidia, lo cual no deja de resultar interesante en la medida que también describe esa connotación que emana del capital económico y el consumo simbólico inherentes al turismo. Asocia la envidia a la baja autoestima y ubica el poder de la imagen en el plano emocional. De cualquier manera lo que aquí vemos el viejo y efectivo boca a boca ahora trasladado al mundo mediatizado de las redes sociales digitales. No se trata entonces, de un determinismo tecnológico, sino de la reconfiguración de viejas prácticas en nuevos entornos que las expanden temporal y espacialmente. Tal y como señalan Urry & Larsen (2011: 59):
La Web 2.0 también impacta sobre el negocio del turismo y sobre cómo los turistas planifican su viaje. Ellos no solo postean ‘sus historias de viaje’ para sus otros significativos, sino también para ‘extraños’ en las redes sociales de contenido generados por usuarios (ej. Facebook, My Space), en las de comunidades fotográficas (ej. Flickr, Photobucket) y en las comunidades de viaje (ej.Virtualtourist, Tripadvisor)[3].
Aquí he llegado al punto crítico de este ensayo. Las diversas maneras en las que las redes sociales digitales como Facebook articulan nuevas prácticas comunicacionales que a su vez atraviesan y reconfiguran otras prácticas sociales como la fotografía y el turismo, a la sazón los objetos de análisis.
Fotografía y turismo: de prácticas mediadas a prácticas mediatizadas
La forma en que redes sociales como Facebook han reconfigurado la práctica del turismo y la fotografía va más allá del planteamiento de Urry & Larsen (2011), antes citado. Tal y como adelantaba en la introducción, autores comoFeifer (1985) y los propios Urry y Larsen (2011) sostienen que para hacer turismo ya no hace falta trasladar el cuerpo de una geografía a otra. Basta con encender la televisión, navegar en internet, revisar los posts de nuestros amigos en redes sociales para consumir visualmente determinados sitios, que es, al fin y al cabo, el objetivo del turismo. En efecto, ellos ven el turismo como una actividad visual y no performativa. Si se piensa en turismo especializado, digamos, senderismo, ecoturismo y otros vinculados con la modalidad de naturaleza, esta división se tambalea. El turismo involucra tanto al cuerpo como a la mirada. Tal y como plantea Catalá (2008: 15):
La visión, en un sentido general, no está solo relacionada con los ojos. En realidad, podemos decir que vemos también a través del cuerpo, puesto que el campo de visión y las experiencias que se derivan de él están conectadas con la posición del mismo con respecto a la realidad que le rodea, de igual manera que toda la experiencia visual tiene que ver con los estímulos que se reciben del entorno a través del cuerpo en su totalidad.
Se esté o no de acuerdo con esta idea, lo que sí queda claro es que los medios han reconfigurado nuevas forma de ejercer estas prácticas sociales. Por un lado y cada vez con mayor sutileza te enseñan qué ver, a dónde ir, qué hacer allí donde vayas. Por otro, te incitan a mostrarte. Tal y como señalan los investigadores Aguilar & Said (2010) en su texto Identidad y subjetividad en las redes sociales virtuales: “Cuando el sujeto no-virtual vive una experiencia que le resulta significante, su reflejo virtual la representa de inmediato, utilizando las diferentes instancias que ofrece la red virtual para tal efecto” (Aguilar & Said, 2010). De ambos lados, la foto ocupa un rol protagónico.
La fotografía siempre ha sido una práctica mediada por lo que el semiólogo Roland Barthes (1961) llama factores de connotación. Esto es, elementos de las estructuras mentales de los individuos que van a determinar la elección de una toma de entre todo el universo objetivamente fotografiable; a saber: gustos, motivaciones, deseos, valores éticos, estéticos y morales; el conjunto de los esquemas de pensamiento, percepción y apreciación. El investigador Miguel Rojas lo explica así: “El instante de la toma es decisivo, simboliza todas las convergencias de decisión y apropiación de la imagen: el momento preciso, el ángulo adecuado, el encuadre del motivo, etc. Por ello solo puede ser subjetiva” (2006: 180).
La mejor forma de ocultar algo es ponerlo a la vista de todos, y eso hace la fotografía: hacer pasar por realidad lo que es una construcción simbólica, por denotación lo que es pura connotación. En la compilación coordinada por la investigadora Sarah Corona y que lleva por título Pura Imagen (2011), se añade: “El poder de la imagen no está en su revés o en su fondo, sino en su capacidad de transportar otros discursos que confirman su “autenticidad”. Una fotografía no es comprensible porque sea “copia de la realidad”, sino porque es un discurso ya conocido desde otros discursos icónicos y no icónicos”. (Corona et al., 2011: 50). En suma, como señala el investigador chileno Miguel Rojas: “La suma de percepciones, puntos de vista, recuerdos y conocimientos, permite el ‘reconocimiento'” (2006: 102).
De modo que la imagen fotográfica resulta de un proceso continuo de citación, de referencias a imágenes previas con las que entramos en contacto de forma cotidiana. Esta idea también es defendida por los sociólogos John Urry y Jonas Larsen: “Lo que es visto durante unas vacaciones es el conjunto de imágenes fotográficas que ya han sido vistas con anterioridad en folletos, programas de televisión, blogs y redes sociales. Mucho de la fotografía de turismo implica un ritual de ‘citación'” (2011: 179)[4].
De esta forma, la fotografía turística es una imagen autocomplaciente que persigue mantener el equilibrio entre el imaginario y la experiencia directa. En consecuencia, aquellos sitios reconocidos como turísticos pueden activar prácticas de simulación: adaptarse a estereotipos reconocibles, se ven y se comportan como el turista espera que lo hagan para satisfacer su mirada. El término “disneyfication” (Vulliamy, 1988, citado por Urry & Larsen, 2011: 65) describe esta práctica:
La selección del imaginario turístico debe corresponder a la visión que los clientes tienen de la geografía y sus habitantes. Un tour por Europa es un viaje al arte, la historia y la cultura; a África, a ciertos países de Asia, y a América Tropical, es aventura, arqueología y folclore, cuando no sexo (Rojas, 2006: 235-236)
La fotografía de viaje siempre ha sido una herramienta para construir la alteridad.
Claro que cuando hoy pensamos en una foto de turismo no imaginamos a Nanuk, el esquimal (Robert Flaherty, 1922). Sucede que “…mirar es una habilidad que se aprende y que el ojo puro e inocente es un mito” (Urry & Larsen, 2011: 1)[5]. La percepción no antecede a la semiosis, antes bien, nuestra mirada es cultural. Aprendemos a comportarnos, a mirar como turista a través del cine, de la publicidad en la televisión y sobre todo hoy, en internet. El contacto con estas imágenes forma un cierto imaginario al que el turista desea acceder toda vez que elige cierto destino vacacional.
Los lugares diferentes se eligen para ser vistos porque hay anticipación, especialmente a través del ensueño y la fantasía, de placeres intensos, ya sea en una escala diferente o que involucran sentidos diferentes de los que habitualmente se encuentran. Tal anticipación se construye y sostiene mediante una serie de tecnologías no turísticas tales como el cine, la televisión, la literatura, las revistas, los discos de música y vídeo que constituyen e refuerzan la dirección de la mirada (Urry & Larsen, 2011: 4)[6].
De modo que mediante el contacto diacrónico con las imágenes de los medios, éstos dirigen nuestros modos de ver y nos conforman ciertos imaginarios, previstos. Así es que, también para lo que respecta al turismo y a la fotografía, los medios han mediatizado los objetos de conocimiento, la dirección de la mirada y los puntos de vista. Todo ello porque desde los medios se construye simbólicamente la realidad. Los trayectos de sentido que provienen de los media conforman un aprendizaje tácito que puede reproducirse y legitimarse con más facilidad y rapidez en el mundo de las redes sociales. Los medios son instituciones paradigmáticas que detentan poder simbólico en tanto el poder simbólico “procede de la actividad productiva, transmisiva y receptora de formas simbólicas significativas” (Thompson, 1998: 33). No hacen más que poner en circulación pública a ciertas formas simbólicas, lo cual ha acarreado distintas consecuencias. Siguiendo a Thompson (1998) podrían enlistarse las siguientes: simultaneidad despacializada, historicidad mediática y experiencia mediática (mediated worldliness). Todas ellas podrían sintetizarse en la idea de que los medios han cambiado nuestros objetos de conocimiento (del conocimiento directo al mediado, esto es, ya no conocemos de primera mano la ciudad de Machu Picchu, sino ciertas imágenes construidas y digeridas por Discover Channel, por solo poner un ejemplo); han distorsionado las distancias espacio-temporales y han moldeado nuestras percepciones de los acontecimientos pasados y la forma en la que estas afectan el presente. Dice Thompson (1998: 56):
Tan profunda es la medida en que nuestra percepción del mundo está configurada por los actuales productos mediáticos que cuando viajamos a lugares distantes del mundo como visitantes o turistas, nuestras experiencias vividas vienen precedidas, con frecuencia, por grupos de imágenes y expectativas adquiridas a causa de la continua exposición a los productos mediáticos
Desde la publicidad se educan determinados modos de ver. Este es un término utilizado por el crítico y pintor británico John Berger (2005) del que también se apropian los sociólogos John Urry y Jonas Larsen (2011). Si bien no ha sido conceptualizado con rigor, el término sugiere que el ojo, la intención de la mirada está socioculturalmente determinada. “Nunca vemos solo una cosa; siempre estamos viendo las relaciones entre esas cosas y nosotros mismos” (Berger, 1972, citado por Urry & Larsen, 2011: 2)[7].
Podría decir que modos de ver queda englobado en la categoría factores de connotación, en tanto alude a un punto de vista que media la relación entre el sujeto y la fotografía. No trato aquí de forzar el vínculo, Urry y Larsen (2011: 2) lo apuntan en esos mismos términos: “Las personas dirigen su mirada sobre el mundo a través de un particular filtro de ideas, habilidades, deseos y expectativas, enmarcadas desde la clase social, el género, la nacionalidad, la edad y el nivel educativo”[8].
Con respecto a la relación entre fotografía, mirada y turismo, estos propios autores postulan que entre ellas forman un círculo hermenéutico. Antes ya me refería a él y es esta sin dudas una idea a sopesar. Si las fotos de turismo se asemejan entre sí es porque reproducen, aun de manera inconsciente, las imágenes aprendidas desde los medios de comunicación.
Veamos, a modo de ejemplo, fotografías tomadas por turistas de distinta nacionalidad sobre el destino turístico Cuba[9]. Para ilustrar mi conjetura de que los imaginarios construidos y aprendidos desde los medios de comunicación determinan la mirada y la forma en la que construimos la realidad a través de imágenes, he seleccionado fotos tomadas por turistas estadounidenses, rusos y mexicanos. Los primeros, además de no tener permitido viajar a Cuba en calidad de turistas, han vivido el conflicto político-económico que por más de medio siglo ha caracterizado las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Este elemento contextual no está presente entre Cuba y México, ni entre Cuba y Rusia. Podría intuirse entonces que el conflicto político sería un factor que permearía las representaciones que sobre Cuba construyen en sus fotos los visitantes norteamericanos, tal y como demostró, el estudio exploratorio “Cultural differences in pictoral destination images” publicado en el Journal of Travel Research, (Svetlana Stepchenkova et al., 2014).
Los autores, desde el análisis de contenido cuantitativo, se acercan a las fotografías de turismo sobre Rusia a través de las fotos compartidas en redes sociales digitales por viajeros estadounidenses y coreanos. Su conclusión da cuenta de que la cultura de procedencia no solo media, sino que determina los modos de ver el destino turístico que se representa en imágenes. El análisis comparativo mostró que los norteamericanos, procedentes de una nación en permanente conflicto político y lucha de poderes con Rusia, representan con frecuencia imágenes ancladas dentro de la categoría “estado de poder”, en las que se buscan los vestigios de la Revolución de Octubre, la era soviética, la Guerra Fría representadas mayoritariamente por la fuerza policial y las personas uniformadas. Tales fotos no se identificaron en la muestra coreana.
De manera que este estudio, si bien exploratorio, verifica que un contexto político-económico conflictivo determina ciertos modos de ver y por tanto representar, al otro. Salvando las distancias que en la geopolítica mundial existen entre Cuba y Rusia, la isla caribeña también ha protagonizado uno de los diferendos políticos-económicos más largos de la historia contemporánea, frente a los Estados Unidos. En cambio, propongo que, por encima del conflicto, pervivirá el imaginario proyectados desde la publicidad, el cine y la televisión. Esto, sin desconocer, que el propio conflicto puede conformar un imaginario. En cambio, las imágenes indican otra cosa. Veamos.
La primera foto fue tomada por una turista estadounidense: Alison Kibbe, estudiante del doctorado en Antropología en la Universidad de Yale, durante marzo del año 2015.
La fotografía fue tomada en la bahía de Cienfuegos. No me adentraré en el análisis formal y de contenido, pues mi objetivo es mostrar la semejanza temática con las imágenes construidas por una turista de otra nacionalidad, lo cual queda demostrado a simple vista. A continuación vemos la foto tomada por Nimsy Arroyo, licenciada en Comunicación Pública quien visitó Cuba durante el verano de 2018.
Muestro otros ejemplos que ilustran esto:
Foto: Beverly Peterson (USA). Profesora de la Facultad de Medios de la Universidad de Montclair.
Foto: Fred Orozco. Rusia. Programador.
Foto: Julie Mott. USA. Doctora.
Foto: Rafael Navarro. México. Licenciado en Ciencias Políticas.
Foto: Fred Orozco. Rusia. Programador
Foto: Chantal Arrellano. México. Licenciada en didáctica del francés.
Foto: Julie Mott. USA. Doctora
Foto: Chantal Arrellano. México. Licenciada en didáctica del francés.
Foto: Therese Tardio. USA. Profesora de literatura hispanoamericana.
Foto: Chantal Arrellano. México. Licenciada en didáctica del francés.
Como se evidencia se repiten temas, escenarios, objetos, tomas, composiciones, planos, ángulos, orientación de la luz, entre otros elementos. De forma general las fotos representan paisaje rural, paisaje urbano, estilo de vida, grupos étnicos, artefactos históricos, edificaciones, sol y playa, y emblemas revolucionarios. Las representaciones que a través de la fotografía de viaje construyen sobre el destino Cuba los turistas se asemejan en tanto reproducen códigos visuales estereotipados sobre ese país que han sido cimentados durante años desde la publicidad de turismo tradicional, la televisión, el cine y el internet. A nivel visual, más que las oposiciones políticas se aprecian las diferencias sustanciales percibidas entre una sociedad capitalista y una socialista.
Claro que existen otros factores que predisponen la mirada: las condiciones en las que se realizó el viaje, las experiencias directas vividas en el destino turístico, el motivo del viaje, la presencia o no de un guía, si el viaje fue individual o grupal (con familia, niños, amigos, pareja) e, incluso, hasta el lugar de hospedaje condiciona la mirada del turista. Pero las preconcepciones, los previstos, el imaginario aprendido desde los media constituye el filtro primario a través del cual se configuran nuestros modos de ver.
Como consecuencia de la mediatización se homogenizan las representaciones. Tal y como demostraron las fotos: “Las personas de distintos grupos sociales están expuestas a un sistema de información más general, y cada grupo puede ahora ver representaciones de los espacios privados del resto de los grupos sociales” (Meyrowitz, 1985, citado por Urry & Larsen, 2011: 105) [10].
Fotografiar y compartir la presentación exitosa del yo
Me gustaría citar algunas ideas. Uno: “Los turistas, como resalta Sontag (1979), se sienten obligados a colocar la cámara entre ellos y lo que sea que encuentren significativo frente a ellos” (Urry & Larsen, 2011: 154) [11]. Dos: “Mucho de lo que se aprecia no es experienciado directamente en la realidad, sino representaciones, particularmente a través de la fotografía” (Taylor, 1994, citado por Urry & Larsen, 2011: 101) [12].
Luego, a esta compulsión por fotografiar se añade hoy la urgencia por compartir las fotos del viaje de turismo con los amigos. No hace falta regresar a casa, revelar un rollo, invitar personas a cenar para presumirle las instantáneas. El tiempo entre la producción de la imagen y su circulación se acorta a segundos. En las redes sociales digitales, las fotos, más que recuerdos para guardar, constituyen mensajes para intercambiar. Ello involucra un segundo momento de selección.
Primero se elige la toma de entre todo lo objetivamente fotografiable, luego, de entre todas las fotos que en instantes son posibles de realizar con una cámara digital, se eligen aquellas dignas de compartir. Esas, las que connotan mejor el disfrute del tiempo libre, la entrega al ocio, el descubrimiento de lugares exóticos, de realidades otras, esas comenzarán a circular con rapidez entre amigos, conocidos y completos extraños.
Las redes sociales digitales no son una mera plataforma para compartir imágenes. Sus dinámicas y herramientas imponen la necesidad de una presentación exitosa del yo, y por eso, imprimen también un valor y un sentido secundario a las fotografías que en ella se publican.
Dichas fotos, unidos a la publicidad tradicional que desde el cine, la televisión y el internet invaden nuestro universo multipantalla, conforman un imaginario que predispone los modos de ver y permea los procesos de toma de decisión cuando de elegir un destino turístico se trata.
La mediatización reconfigura las formas de ejercer el turismo y la fotografía como prácticas sociales cada vez más conectadas al sistema mediático.
- Traducción propia. “…through developing a new system, assembling together a novel set of material and social relations. (…). Kodak made cameras and picturemaking ‘mundane’ and photographing a part of an emerging ‘tourist habitus'” (Urry & Larsen, 2011, p. 170). ↑
- Traducción propia. “… Media cultures also create desires for tourist travel, novel destinations and new forms of ‘mediatised gazing'” (Urry & Larsen, 2011, p. 118). ↑
- Traducción propia. Web 2.0 also impacts upon tourism businesses and how tourists plan their journeys. They not only ‘post’ ‘travel tales’ to significant others, but also to ‘strangers’ in user-generated social networking sites (e.g. Facebook, Myspace), photo communities (e.g. Flickr, Photobucket) and travel communities (e.g. Virtualtourist, Tripadvisor) (p. 59) ↑
- Traducción propia. “What is sought for in a holiday is a set of photographic images which have already been seen in brochures, TV programmes, blogs and social networking sites. Much tourist photography involves a ritual of ‘quotation’ (p. 179). ↑
- Traducción propia. “… looking is a learned ability and that the pure and innocent eye is a myth” (Urry & Larsen, 2011, p. 1). ↑
- Traducción propia. Places are chosen to be gazed upon because there is anticipation, especially through daydreaming and fantasy, of intense pleasures, either on a different scale or involving different senses from those customarily encountered. Such anticipation is constructed and sustained through a variety of non-tourist technologies, such as film, TV, literature, magazines, CDs, DVDs and videos, constructing and reinforcing the gaze. (Urry & Larsen, 2011, p. 4) ↑
- Traducción propia. “We never look just at one thing; we are always looking at the relation between things and ourselves” (Berger, 1972, citado por Urry & Larsen, 2011, p. 2). ↑
- Traducción propia. “People gaze upon the world through a particular filter of ideas, skills, desires and expectations, framed by social class, gender, nationality, age and education” (p. 2). ↑
- Las fotografías fueron tomadas de los perfiles de Facebook de los sujetos señalados. Forman parte de mi red de amigos y accedieron a que usara sus imágenes como parte de la muestra de mi proyecto de investigación para la tesis de maestría en comunicación, titulado: Cuba en el lente de turistas estadounidenses y mexicanos. Estudio comparativo de las fotografías de viaje compartidas en Facebook durante los años 2015-2018. En estos momentos me encuentro desarrollando este proyecto dentro del programa de Maestría en Comunicación de la Universidad de Guadalajara. ↑
- Traducción propia. ” People from different social groups are exposed to more generally available systems of information, and each group can now see representations of the private spaces of other social groups” (Meyrowitz, 1985, citado por Urry & Larsen, 2011, p. 105). ↑
- Traducción propia: “Tourists, as Sontag (1979) remarked, feel obliged to put the camera between themselves and whatever is remarkable in the encounter” (Urry & Larsen, 2011, p. 154). ↑
- Traducción propia. “Much of what is appreciated is not directly experienced reality but representations, particularly through the medium of photography” (Taylor, 1994, citado por Urry & Larsen, 2011, p. 101). ↑
Notas
Fuentes
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- Barthes, R. [1961] (2001). “El mensaje fotográfico. Nombre Falso”. Recuperado el 9 de junio del 2014, de www.geocities.com/nomfalso
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Recibido: 25/1/2019
Aprobado: 30/4/2019