Encuentros entre el pensamiento de Guattari y “Bifo”

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Conceptos posibles para la comunicación

No. 144 / julio-diciembre 2019 / ensayo

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Natalia María Durand García de León

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Resumen: Este ensayo se propone llevar a cabo una revisión del pensamiento de Félix Guattari y Franco “Bifo” Berardi pues, a pesar de que estos autores no pertenecen al campo de la comunicación, su perspectiva estético-política brinda conceptos pertinentes para reflexionar el fenómeno actual del intercambio comunicativo.

Abstract: This essay intends to review the thinking of Felix Guattari and Franco “Bifo” Berardi, because although these authors don’t belong to the field of communication, from their political-aesthetic perspective they offer relevant concepts to reflect the current phenomenon of communicative exchange.

El devenir de la comunicación está en
estrecha relación con el devenir de la
percepción social, de la estética.

Franco “Bifo” Berardi


Cuando el discurso de la técnica científica ha invadido todos los ámbitos del conocimiento y los de la vida cotidiana como forma de proceder en el mundo, es entendible que los estudios en comunicación se vean afectados por esta postura. Para Lucien Sfez, pensador y teórico francés, la gran mayoría de los estudios en comunicación ha perdido de vista su objeto de estudio: el proceso comunicativo. En su libro Crítica de la comunicación (1992)[1] presenta nociones que mantienen vigencia a pesar de que su publicación está próxima a cumplir 30 años. El autor explica que los estudios de la disciplina han desviado su atención para concentrarse en algo que él considera menor: el medio.

El pensador toma como punto de inicio al perfeccionamiento de la tecnología como elemento secundario en la comunicación. Para él lo esencial del proceso sigue y seguirá intacto a través del tiempo. Cabe pensar que desde los primeros jeroglíficos hasta los perfiles de Facebook, lo fundamental del proceso no ha cambiado: se han modificado los medios, lo cual amerita no centrar la atención en un elemento que es más bien contingente.

Sfez explica que en un mundo como el nuestro es muy común concentrarse únicamente en la variación del medio: esto se sostiene ontológicamente, bajo una primacía del dominio tecnocientífico, que como describiera Martin Heidegger ya no se trata sólo de una relación material, sino de una estructura de emplazamiento (Gestell) que sostiene nuestra relación como sujetos en el mundo: cómo pensamos, habitamos y construimos conocimiento. Esta comprensión ontológica deriva en fijar la atención en aquello que resulta más llamativo, nuevo y en constante movimiento, dejando de lado si existen transformaciones en la apropiación del conocimiento, las posibilidades del pensar o las aperturas sensibles.

Pongamos un ejemplo: podría ser fácil decir que plataformas como Netflix han revolucionado la relación con la televisión y el cine, pero desde la perspectiva de Sfez más bien cabría cuestionar que, si bien cambió el medio, los contenidos que ofrece la plataforma son absolutamente similares a lo que existía previamente. Entonces, la variación no se hace patente. El proceso no ha sido verdaderamente trastocado.

Lucien Sfez lleva a cabo un desplazamiento: utiliza conceptos de la filosofía para visualizar críticamente los intercambios comunicativos como el plano ontológico y el de la sensibilidad. Es cierto que no ahonda en ellos, pero para fines de este ensayo resulta relevante que un autor plenamente reconocido en comunicación incorpore esta inquietud. Sin duda su propuesta sobre la continuidad del proceso a pesar de los cambios en los medios debe ser vista con reserva. Sin embargo, resalta como un inicio para pensar críticamente el campo.

Además de inclinarse en el instrumento más que en el proceso, hay otra aspiración que afecta de forma negativa a los estudios en comunicación: su necesidad por reconocimiento como disciplina independiente a las otras. Tentativamente esto ocurre porque la comunicación como disciplina autónoma —reconocida así de manera institucional— es sumamente reciente; apenas después de la Segunda Guerra Mundial. Lo que esto ha ocasionado es que se margine a otros campos del saber para abarcar problemáticas que conciernen a la comunicación. En un afán por demostrar su independencia, se ha preferido elegir metodologías y conceptos exclusivos del campo en vez de aproximarse a los fenómenos comunicativos desde una multiplicidad del saber. A continuación se propone una línea de pensamiento estético-político que ofrece conceptos iluminadores para aproximarse al fenómeno contemporáneo de la comunicación.

Pensamiento francés contemporáneo

El Mayo del 68 en Francia, si bien no creó grandes cambios a nivel institucional, sí sembró las semillas de una generación de pensadores donde resaltaron nombres como los de Michel Foucault, Gilles Deleuze, Maurice Blanchot y Félix Guattari. Todos ellos desarrollaron ideas con una ferviente crítica a categorías fundamentales en Occidente: el sujeto, el saber, el poder. Como uno de los puntos centrales, les interesaba indagar los discursos dominantes desde lo que para ellos era su recurso fundante: el deseo[2]. Y como “donde hay poder hay resistencia” (Foucault, 2017: 116), para estos autores pensar los funcionamientos preponderantes del deseo implicaba también considerar sus líneas de fuga: esas otras posibilidades que escapan y construyen voluntades de mundo distintas.

El pensamiento de Félix Guattari, filósofo y psicoanalista francés, se inscribe en este marco; recorre una relación creativa entre la estética, la ética y la política. Sus ideas van de lo micro a lo macro: de la biología al estudio de la subjetividad, de las artes plásticas a la economía mundial. Fue discípulo (y sobre todo amigo) de Gilles Deleuze, con quien cartografió una máquina conceptual para aproximarse a las formas de operación —pero también de desarticulación— del mundo contemporáneo: El Anti-Edipo (1972) y Mil Mesetas (1980).

Bajo el concepto de Capitalismo Mundial Integrado, Guattari fue capaz de prever las consecuencias de un fenómeno que apenas vivió de forma incipiente: la globalización. Él describió en los años ochenta la que sería una de las características principales de la globalización: que el intercambio de bienes empieza a ser sustituido, casi en totalidad, por el de información.

El capitalismo post-industrial que, por mi parte, prefiero calificar de Capitalismo Mundial Integrado[3] (CMI), tiende cada vez más a descentrar sus núcleos de poder de las estructuras de producción de bienes y de servicios hacia las estructuras productoras de signos, de sintaxis y de subjetividad, especialmente a través del control que ejerce sobre los medios de comunicación, la publicidad, los sondeos, etcétera (Guattari, 2017: 28).

Esta hipótesis apunta a la diversificación de los medios de comunicación y a su apropiación por parte del capital. Hay aquí una postura del autor de Las tres ecologías: en la era post-industrial (del Capitalismo Mundial Integrado), los Estados-nación resultan figuras menores; los funcionamientos que deben interesar a la crítica son los del modelo económico preponderante, pues su interés nodal es el alcance —la integración— mundial de sus principios. Se trata de una aproximación conceptual temprana al modelo de la globalización. Franco “Bifo” Berardi, el amigo boloñés 18 años menor que Guattari, explica la expansión de este fenómeno en términos de información en movimiento:

Mientras el proceso de trabajo se fragmenta, se extiende, se recompone y descompone, a través de desterritorializaciones de todo tipo, el proceso de valorización integra todos los fragmentos de la producción capitalista, no sólo (ya no sólo) mediante el funcionamiento abstracto del valor, sino mediante la acción concreta, directa, de las tecnologías de transporte instantáneo de la información (Berardi, 2013: 33).

Entre Guattari y “Bifo”[4]

Menos conocida que la relación de Guattari con Deleuze es su cercanía con Franco “Bifo” Berardi. Se conocieron personalmente en 1977. Antes de eso, “Bifo” ya había leído concienzudamente al francés. Guattari incluso lo ayudó a salir de la cárcel en una ocasión, cuando fue aprehendido por su participación en el movimiento autonomista italiano. Berardi buscó refugio en París, donde fue finalmente apresado. En breve Guattari creó las condiciones para sacarlo de prisión. Se reunieron el mismo día en que fue liberado. Juntos redactaron una declaración contra la represión en Italia que fue apoyada por renombrados intelectuales.

Al inicio compartieron reflexiones sobre los primeros medios de comunicación “piratas” en Italia y Francia, pero después su amistad se convirtió en una definición intelectual que sería clave para el italiano. Los conceptos de rizoma, esquizoanálisis y Capitalismo Mundial Integrado fueron un punto de arranque para la creación de sus propias hipótesis sobre el devenir de nuestro tiempo, a partir de cuatro regímenes que, para él, se entrecruzan: económico, político, estético y erótico. Franco “Bifo” Berardi es sin duda uno de los pensadores vivos más relevantes. Si bien su trayectoria intelectual inició con una afiliación a ideas marxistas, en las décadas siguientes transitó al pensamiento del deseo.

Para trazar una posible línea entre Guattari y “Bifo” es pertinente considerar las implicaciones del concepto de Capitalismo Mundial Integrado, pues ahí existe un punto de partida para Berardi: el capital funciona como un operador semiótico y sus núcleos de poder yacen en las estructuras productoras de signos. Por ejemplo las finanzas, que para “Bifo” son un acto performativo, una transcripción semiótica de la palabra económica.

A partir de esto crea el concepto de semiocapitalismo, entendido como un modelo donde “la producción de signos se vuelve, entonces, el ciclo principal de la economía, y la valoración económica se vuelve el criterio de valorización de la producción de signos” (Berardi, 2008: 101). Es decir, un modo de producción en el cual “todo acto de transformación puede ser sustituido por información y [donde] el proceso de trabajo se realiza a través de recombinar signos” (Berardi, 2008: 101). Bajo este régimen, la fuerza de trabajo más importante ya no es la física, sino la cognitiva; de aquí un conocido concepto marxista al que “Bifo” le da un giro: ya no proletariado, sino cognitariado.

Cuando el intercambio de signos define la forma actual del capital, para el autor de Fenomenología del fin, la atención debe abarcar un campo más: la subjetividad. Porque cuando la materialidad se vuelve elemento secundario en los intercambios, hay transformaciones en la experimentación de los afectos[5], en las relaciones con el mundo y con los otros. En este sentido Berardi desarrolla su pensamiento más reciente al abordar la deserotización del mundo y el empobrecimiento de la experiencia sensible.

A partir de otro concepto de Guattari, el nuevo paradigma estético, Berardi entiende la estética ya no sólo como ciencia de la belleza, sino como “ciencia de la sensibilidad, de la percepción, ciencia del contacto entre epidermis y, por tanto, ciencia de la proyección de mundos por parte de subjetividades en devenir” (Berardi, 2013: 49). Y para que esta ciencia de la sensibilidad sea verdaderamente amplia, tendrá que considerar la relación entre los cuerpos. La estética como una erótica.

“Bifo” hace énfasis en las metamorfosis perceptivas que han configurado el paso del orden mecánico al digital. Él llama a este movimiento, recuperando el argot biológico de Guattari, mutación digital, la cual “está invirtiendo la manera en que percibimos nuestro entorno y también la manera en que lo proyectamos. No involucra únicamente nuestros hábitos, sino que afecta, a la vez, nuestra sensibilidad” (Berardi, 2017: 10). Bajo el modelo del semiocapitalismo, estas afectaciones a la sensibilidad responden a un desplazamiento de la conjunción a la conexión. Tales conceptos refieren a la concatenación social, en otras palabras, a la habilidad para percibir a los otros.

La conjunción se relaciona con lo indefinido, lo imprevisible, el encuentro de singularidades[6] que se transforman. Está relacionada con la capacidad de percibir aquello que no está bajo un sistema de signos preciso. Se trata de un régimen semántico; de la capacidad para interpretar lo inexacto, como gestos y sensaciones; del contacto con la esfera sensible. Es “la concatenación de cuerpos y máquinas que pueden generar significado sin seguir un diseño preestablecido y sin obedecer a ninguna ley o finalidad interna” (Berardi, 2017: 28). La conjunción habla como “cuerpos tocándose y conjugándose, caricias, pérdida sensual de la identidad, confusión de indistinción, fusión y mixtura física” (Berardi, 2017: 10); es la dicha de volverse otro. Pero no sólo eso: la conjunción permite la aparición de significados previamente inexistentes.

Por otro lado, la conexión tiene que ver con una operatividad funcional, donde el intercambio se ve reducido a la compatibilidad de unidades lingüísticas. Consiste en una interacción sintáctica: “es una concatenación de cuerpos o máquinas que sólo puede generar significado obedeciendo a un diseño intrínseco generado por el hombre, y respetando las reglas precisas de comportamiento y funcionamiento” (Berardi, 2017: 28). La conexión ocurre desde y hasta lo que existe previamente. Es mera combinación o relación establecida de significados ya dados.

Cuando los intercambios son mediados por códigos instaurados, ¿qué pasa con los cuerpos en aquellos otros intercambios que requieren la comprensión de signos ambiguos?, ¿del ejercicio particular que una singularidad configura para relacionarse con el mundo? Para Berardi hay en sentido inmediato, una pérdida en la capacidad empática. Y no solamente en términos individuales, sino que este desplazamiento de conjunción a conexión debe ser pensado en términos de lo político en general. Aquí se encuentran la política y la estética: hay una pérdida en la posibilidad de crear nuevos significados, inventar nuevas relaciones entre lo existente para abrir cabida a lo imprevisible a nivel macro y micropolítico. Así inicia su libro La sublevación (2013), donde explica que la crisis más relevante de nuestro tiempo no es la económica, sino la de la imaginación.

Porque lo político es “todo lo que guarda relación con el encuentro, el roce o el conflicto entre formas de vida, entre regímenes de percepción, entre sensibilidades, entre mundos, en cuanto dicho contacto alcanza cierto umbral de intensidad” (Comité invisible, 2017: 66). Para Franco Berardi, así como para el Comité invisible, el ejercicio de lo político sólo puede ser pensado en términos de una estética y una erótica, necesariamente atravesado por la dimensión afectiva, por una conjunción sensible que inventa mundos posibles.

Apunte final: punto de partida

Mientras escribo esto arde gran parte de un continente. En otro meridiano, países que llevan años en guerra amenazan con recrudecer sus enfrentamientos. Y yo estoy aquí, escribiendo de dos pensadores: uno vivo y otro muerto; imaginando que sus ideas podrían servir para un campo de estudio al que ni siquiera están inscritos. El colmo de la inutilidad. O no. Desde una comprensión teleológica sí resulta irrelevante. Pero no desde los afectos, la micropolítica y la estética: invocar la amistad en el pensamiento es hablar una lengua subversiva, distinta a la de un mundo que amenaza con la aniquilación masiva. La amistad es entre amigos y también entre campos del saber.

En un tiempo frenético e interconectado artificialmente como el nuestro, para la comunicación es urgente introducir en primer plano la reflexión sobre el cuerpo y la sensibilidad. Brindar puentes para pensar(nos) en la conjunción de los niveles macro y micro, donde los diferentes saberes puedan imaginar juntos.

En palabras de Guattari, “todas las disciplinas tendrán que conjugar su creatividad para conjurar las situaciones de barbarie, de implosión mental, de espasmo caósmico[7] que se perfilan en el horizonte, y para transformarlas en riquezas y goces imprevisibles cuyas promesas son, a fin de cuentas, igualmente tangibles” (Guattari, 1996: 164). La amistad entre Guattari y “Bifo” es un ejemplo de estos encuentros transversales. La amistad siempre ha sido un punto de partida.


    Notas

  1. Para menciones de textos, en este ensayo se consideran las fechas de publicación originales. Las citas mantienen la fecha de la edición consultada.
  2. Estos pensadores critican y plantean conceptos alternos a la teoría psicoanalítica; tal es el caso del deseo. Frente a la comprensión lacaniana del deseo como carencia, como la relación con una falta, para Deleuze y Guattari el deseo será producción, potencia creadora.
  3. Las cursivas son del autor.
  4. Sobre la influencia de Guattari en su pensamiento y vida, “Bifo” escribió un libro: Félix. Narración del encuentro con el pensamiento de Guattari, cartografía visionaria del tiempo que viene (2001).
  5. Para Gilles Deleuze, a partir de Spinoza, un afecto es una variación en la potencia de existencia.
  6. Se prefirió el concepto singularidad al de sujeto, en virtud de las fuertes críticas que hacen Deleuze y Guattari a este último. La singularidad se rige por múltiples procesos de subjetivación —está siempre en devenir—, mientras que el sujeto se encuentra sometido a determinaciones clausuradas, como lo son las características de identidad.
  7. Caosmosis: un concepto de Guattari para pensar la relación inherente entre caos y orden, donde éstos no se oponen, sino que se complementan. Es la condición de posibilidad de todo acto creativo.

Fuentes

  • Berardi, F. (2008). Generación post-alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo. México: Bajo tierra, Sísifo.
  • Berardi, F. (2013). Félix. Narración del encuentro con el pensamiento de Guattari, cartografía visionaria del tiempo que viene. Buenos Aires: Cactus.
  • Berardi, F. (2014). La sublevación. México: Surplus.
  • Berardi, F. (2017). Fenomenología del fin. Sensibilidad y mutación conectiva. Buenos Aires: Caja Negra.
  • Comité invisible (2017). Ahora. Logroño: Pepitas de calabaza.
  • Fernández-Savater, A. (octubre 2018). “Volver a aburrirnos es la última aventura posible: entrevista con Franco Berardi, Bifo”. eldiario.es. Recuperado de https://www.eldiario.es/interferencias/Volver-aburrirnos-Franco-Berardi-Bifo_6_826677345.html
  • Foucault, M. (2007). Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber. México: Siglo XXI.
  • Guattari, F. (1996). Caosmosis. Buenos Aires: Manantial.
  • Guattari, F. (2004). Plan sobre el planeta. Capitalismo mundial integrado y revoluciones moleculares. Madrid: Traficantes de sueños.
  • Guattari, F. (2017). Las tres ecologías. Valencia: Pre-textos.
  • Heidegger, M. (1994). Conferencias y artículos. Barcelona: Ediciones del Serbal.
  • Sfez, L. (1995). Crítica de la comunicación. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Torres Ornelas, S. (2018). “Deleuze: el deseo como principio de lo social”. Utopía y Praxis Latinoamericana. Universidad del Zulia. Vol. 23, núm. 80. Recuperado de https://www.redalyc.org/jatsRepo/279/27956739017/html/index.html

Recibido: 17/11/2019
Aprobado: 15/12/2019