Hay que pensar el cine como algo más que un medio de comunicación

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Entrevista con Jerónimo Luis Repoll

No. 144 / julio-diciembre 2019 / entrevista

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Arturo Becerra

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

“Podemos pensar al cine como un medio de comunicación y más que como un medio de comunicación”, afirma Jerónimo Luis Repoll para sugerir que es necesario pensar la manera en que la comunicación ha explorado aspectos como la resignificación, la resistencia, la apropiación y los usos sociales del cine que no han sido abordados por la teoría y los análisis especializados en ese medio.

A propósito de la investigación intitulada Recuerdos, heterotopías y heterocronías. La experiencia cinematográfica en la ciudad de México, que emprende en conjunto con Maricela Portillo y Vicente Castellanos, el investigador considera que la teoría de los efectos, los estudios de recepción y los estudios culturales constituyen “un capital teórico que la comunicación le aporta a los estudios cinematográficos y que se podría apostar por una lógica interdisciplinar” donde ambos campos posibiliten investigaciones. Y aunque se trataría de un “encuentro casi natural”, le extraña que haya sido poco frecuente.

En entrevista con la Revista Mexicana de Comunicación, Repoll abunda en la manera en que podemos relacionar el estudio de la experiencia cinematográfica con la investigación en el campo de la comunicación y sugiere que, bajo la visión propuesta por Marshall McLuhan, “el cine sería el mensaje”. En cambio, desde el punto de vista del tipo de experiencia que implica acudir al cine, el medio tiene la capacidad de cambiar la sensibilidad de una generación y la manera en que se piensa a sí misma en el mundo. El interés, entonces, va más allá del contenido.

“La experiencia cinematográfica, desde la teoría de los medios, tiene que ver con la experimentación de ir al cine, el lugar que ocupa el cine en el espacio urbano, el tipo de construcción y de expectación que genera la sala de cine. También supone experimentar de manera colectiva la recepción; esa forma de expectación colectiva” donde, más allá de las distintas jerarquías de los espectadores, todos habitan el mismo espacio y consumen al mismo tiempo. Ello implica lógicas y rituales que dan lugar a una “articulación antropológica” donde la experiencia común instaura e inventa al cine.

“Por eso suena tan arriesgado decir que el cine ha muerto y que ha muerto justamente este tipo de experiencia”.

—¿Cuál es la pregunta más relevante que busca responder esta investigación colectiva?

—Lo que pretende nuestro proyecto no sólo es recuperar la perspectiva de las audiencias, sino volver a discutir la relación cine-sociedad, y cómo se fue constituyendo mutuamente la relación cine-sociedad-espacio urbano. Es una relación que nos habla también de una interseccionalidad donde converge género, clase y migración campo-ciudad; donde convergen una serie de dinámicas que son de orden sociológico y que, en cierta medida, configuran la experiencia cinematográfica. Pero, también, la experiencia cinematográfica, insisto, define al propio medio; define al propio cine o lo que estamos entendiendo por cine.

—¿Por qué empezar el proyecto con las personas a partir de 60 años de edad?

—Porque estamos trabajando con la memoria. Y, aunque sea cruel, en cierta medida teníamos el apremio de que la gente empieza a perder la memoria o muere. Asumiendo que las primeras generaciones que tuvieron una relación con el cine se perdieron y ya no las podemos recuperar, un elemento secundario o un resultado secundario, es construir un archivo de testimonios que nos permita recuperar después una serie de elementos que rebasen la experiencia cinematográfica. Entonces por eso la decisión de orden estratégico, pero también político, de recuperar los testimonios de una generación que se está apagando.

Además de coordinar la Maestría en Comunicación y Política de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Xochimilco de la UAM, Jerónimo Repoll es autor del libro Arqueología de los estudios culturales de audiencia (UACM, 2010). También está a cargo del Grupo de Investigación Teorías y Metodologías de Investigación en Comunicación de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC). Una de sus temáticas de investigación es la relación entre memoria y experiencia. Su trabajo colectivo retoma ese interés al indagar, primero, la manera de recuperar las historias individuales de las personas; a partir de ello, en una segunda fase, busca relacionar ese proceso con la teoría de Maurice Halbwachs que establece un nexo entre historia y memoria.

Al respecto, Repoll señala que “la memoria individual se anuda a la memoria social. Nos interesa el testimonio en lo individual, en la trayectoria vital de cada una de estas personas; pero, también, cómo se anuda justamente en una memoria social; cómo nosotros podemos leer, en el momento del análisis y la interpretación, los anclajes sociales que habilitaron esa memoria, que construyeron sentido común y que nos permiten pensar lo social más allá de lo individual”.

De acuerdo con el profesor investigador de tiempo completo del Departamento de Educación y Comunicación de la UAM-X, factores inciertos como el lugar de origen, el lugar de trabajo y el lugar de esparcimiento generaron dificultades para el estudio. Muchos entrevistados se han desplazado de un lugar a otro de manera constante: “Ese desanclaje en su trayectoria vital, los llega a desplazar también en términos de clase social”, piensa. Esto fue lo que permitió recurrir a lo que llama una “arquitectura metodológica” por la que fue pertinente pensar las trayectorias como un anudamiento de memoria individual y memoria colectiva.

Al evaluar si la investigación en equipo tiene el mismo objetivo que su trabajo previo, Repoll considera que, si bien la línea de investigación “se sostiene”, ahora se añade un desafío de carácter diacrónico que se debe a la “clave generacional” que no estaba considerada en la elaboración teórica del proyecto. Este aporte se debió a que Maricela Portillo había trabajado con la teoría de las generaciones en relación con la juventud. En el artículo publicado como resultado de ello, el reto fue comparar la experiencia de tres generaciones de la Ciudad de México.

En la investigación colectiva más reciente identifica un “segundo desafío estructural” que consiste en articular las tres dimensiones del estudio; es decir, la arquitectura de la infraestructura cinematográfica y su evolución, la oferta de las carteleras y la experiencia cinematográfica. Pero hay un tercer gran desafío: un análisis comparativo de los resultados de la Ciudad de México con otras urbes del país, como Laredo, y con otras ciudades del mundo donde figuran Cartagena, Buenos Aires y Barcelona. Además, hay otras localidades que están mapeando y explorando para el estudio.

—Elegimos arbitraria y estratégicamente empezar por el análisis comparativo de lo que la cartelera nos permite pensar. Creo que, donde esa estrategia comparativa va a plantear mayores desafíos, es justamente en el terreno de la experiencia cinematográfica, donde la dimensión contextual que aporta la teoría de los estudios culturales es definitoria. Entonces, considero que ahí están los desafíos más significativos en el porvenir inmediato del proyecto.

—¿Con base en qué criterios se eligieron las ciudades a estudiar?

—Más que un criterio para elegir ciudades fue un efecto de contagio; de cómo enamorar a otros colegas que estaban haciendo otro tipo de investigaciones, a veces más cercanas y a veces más lejanas, que tenían la potencialidad de desarrollar o replicar el estudio y, al mismo tiempo, de aspirar a esta estrategia comparativa final que nos permitiera recuperar tanto continuidades como rupturas de la experiencia cinematográfica.

Además de sus labores como investigador y docente, Jerónimo Repoll es director editorial de Tintable, un proyecto de publicaciones impresas y digitales sobre el campo de la comunicación. Dirigido por Leonel Sagahón, esta casa editora pondera el contexto de América Latina en enfoques tradicionales como la economía política de los medios, el derecho a la información y los estudios de audiencias. También se ocupa de temáticas emergentes como violencia y comunicación, periodismo convergente y redes sociodigitales.

—Finalmente, ¿el proyecto editorial Tintable tiene contemplada alguna publicación relacionada con la investigación de la experiencia cinematográfica?

—Trato de no compartir la relación autor-editor; sin embargo, sí creo que tanto el medio como la experiencia son muy atractivos para la editorial. Yo inscribiría Tintable más bien en una lógica de recuperar una experiencia que no se limite necesariamente a la cinematográfica, sino que sea una experiencia con los medios. Creo que hay un vacío; hay una carencia significativa de recuperar una historia social de los medios que creo que la editorial casi tiene la obligación de llenar.

Sobre esa línea, Jerónimo Repoll considera que existe la obligación de “empezar a mapear” una historia social del cine, la televisión, la radio y la prensa para identificar, antes de que pase más tiempo, cuál es el vínculo de la experiencia con el actual “entorno de comunicación móvil al cual estamos asistiendo”.