La virtud de la ambigüedad. Un acercamiento teórico a las ciencias de la comunicación y la importancia que en ellas tiene el discurso

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No. 148 / Julio-Diciembre 2021 / Ensayo

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Paolo Sánchez Castañeda

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Resumen: Las ciencias de la comunicación parecen estar cercadas por la incertidumbre. Sus alcances disciplinarios, así como sus limitantes siguen generando debate. El presente ensayo pretende comprender al discurso como el objeto de estudio de la comunicación y revalorizar la por lo menos aparente ambigüedad del campo como un terreno de oportunidad para quienes se desarrollan en él.

Abstract: Communications appear to be surrounded by uncertainty. It’s disciplinary scope, as well as its limitations keep generating discussion. This essay aims to understand discourse as the object under communication study and proposes to revalue the apparent ambiguity in the field as an opportunity for those who study it.


Las ciencias de la comunicación en México se encuentran flanqueadas por la duda. Cuando ingresé a la carrera, hace apenas un par de años, percibí un frecuente discurso que menosprecia la materia sin conocer a profundidad sus contenidos. Resulta importante destacar el por qué, en el presente, se hace mención de la cualidad científica de la comunicación. Si bien dicha categorización podría llevar a una exposición más extendida, sostengo que el campo al que se hace referencia remite a un marco conceptual procedente de teorías con respecto a su objeto de estudio, metodologías variadas y discusiones articuladas alrededor de resultados de análisis. En estos componentes es posible encontrar mucho del rigor y del carácter disciplinar y científico que posee la comunicación.

La comunicación, como disciplina, genera debates de diversa índole que tienen lugar en variados escenarios. No contemplo aquí, ni son objeto de mi interés, los análisis enfocados en cuestiones estructurales y de programación académica, pues los considero oportunos y necesarios en cualquier materia científica. Particularmente, este ensayo está motivado por las prenociones sociales que hay con respecto al área de estudio y que caracterizan sus perspectivas y perfiles académicos como innecesarios, ambiguos e indefinidos.

Considero que lo anterior se debe a que, a diferencia de otros conceptos propios de las ciencias sociales, la comunicación es referida con frecuencia en diversos ámbitos de la vida cotidiana. Es común escuchar el término en conversaciones que no necesariamente se relacionan con el carácter científico o académico del mismo. Este entendimiento poco concreto puede generar muchas dudas respecto al objeto de estudio que una materia tan general puede tener.

Ahora bien, ¿qué análisis puede realizarse partiendo de que las prenociones anteriormente referidas tienen mucho de cierto? La variabilidad de enfoques en el campo es una realidad; sin embargo, a mi parecer, se estaría cometiendo un error si no se considera que en dicha amplitud se encuentra la verdadera fuerza del estudio de la comunicación. Es ese el argumento central que da lugar al presente: las ciencias de la comunicación encuentran su principal virtud en la ambigüedad, fragmentación y polisemia, pues su objeto de estudio (el discurso) es transversal a diversos fenómenos sociales.

El primer factor que debe tomarse en cuenta para entender la versatilidad de la disciplina es su reciente configuración institucional.

Orígenes del estudio de la comunicación

Las ciencias sociales son un campo relativamente novedoso. Según el antropólogo austriaco Eric Wolf (1982), su surgimiento se dio a mediados del siglo XVIII, etapa de la historia humana en la que el estudio de la naturaleza se disgregó en disciplinas de mayor especificidad. Igualmente, en este siglo las relaciones sociales de los individuos estaban crispadas, puesto que diversos sectores sociales reclamaban reconocimiento ante una representación y resguardo selectivos del Estado, por lo que la aparición de categorías conceptuales referentes a lo social implicó otro distanciamiento teórico.

Los debates entre perspectivas científicas (dialécticas, empiristas, fenomenológicas, hermenéuticas, etcétera), así como los procesos de institucionalización y concreción de objetos de estudio en estas nuevas ciencias se han manifestado desde dicha coyuntura hasta la actualidad. Pese a que en este texto las caracterizamos como recientes, su historia abarca más de dos siglos.

Las ciencias de la comunicación, por su parte, tienen un origen diferente y muy posterior al de sus congéneres. De acuerdo con la periodista chilena Lazcano Peña (2009), la atención que adquirieron los medios de comunicación masiva, así como su incidencia en las sociedades no se dio sino hasta las I y II Guerras Mundiales.

La atención de las ciencias de la lengua hacia los discursos públicos objetivados, la contingencia del lenguaje y el retorno de un enfoque social del mismo, no vino sino hasta finales de los ochenta con el giro lingüístico, que sitúa al lenguaje como el centro del estudio de la sociedad, y los aportes del filósofo norteamericano Richard Rorty.

La presencia del lenguaje en la ciencia natural y social, así como en la filosofía, es insoslayable. Aristóteles, por ejemplo, ya había propuesto, de alguna manera, un análisis sobre la comunicación y cómo utilizarla para persuadir a los interlocutores; empero, no se había contemplado como una disciplina segregada del resto hasta ya entrados en el siglo XX.

Es importante realizar este recuento pues muchas de las dudas alrededor del campo provienen en parte de la novedosa configuración del mismo. El resto de ciencias sociales, fueron en su momento objeto de discusiones semejantes. Dada su reciente aparición en el terreno institucional, valdría la pena preguntarse.

¿Cómo entender la comunicación? Fenómeno y disciplina científica

Precisar un significado de comunicación es en apariencia complicado puesto que, así como se establece en el argumento central de este ensayo, el vocablo tiene un carácter polisémico. El lingüista francés Patrick Charaudeau establece que “La comunicación es un fenómeno general de la sociedad humana que engloba diversos tipos y géneros de discurso, siempre en una intencionalidad de intercomprensión y de influencia” (2009: 6).

La exposición de Charaudeau resulta crucial para entender el valor del concepto en cuestión. La comunicación es, en efecto, todo intercambio simbólico presente en la dimensión cotidiana y observable en el discurso. Se trata de una herramienta connatural y multidimensional de los seres sociales y simbólicos.

Ahora bien, he planteado que en la disciplina de la comunicación existe una amplitud que le da forma; sin embargo, también defiendo su carácter autónomo, por lo que es necesario concretar sus dimensiones. Para intentar definir cuáles son los cauces por los que discurren las ciencias de la comunicación es necesario, en primer lugar, aclarar la propiedad científica que hay detrás de la materia y, por lo tanto, su cualidad disciplinaria. Esta pretensión se enfrenta a una interrogante que, si bien podría parecer fácil de responder, no debe ser soslayada: ¿qué es una disciplina?

Será prudente en este punto retomar las ideas de Charaudeau, que enfatizan el doble atributo que requiere una disciplina para ser considerada como tal: la teoría y la metodología, dos valores que constituyen exigencias y disposiciones para estudiar un fenómeno u objeto de estudio. No obstante, en el ámbito científico, tanto las teorías como las metodologías se ven enfrentadas y contrapuestas entre sí por lo que un mismo proceso de análisis puede fragmentarse varias veces.

Es necesario utilizar el concepto del campo disciplinario como uno que contempla varias perspectivas teórico-metodológicas alrededor de un mismo objeto de estudio. La comunicación podrá ser vista, entonces, como un campo que agrupa una serie de conocimientos con respecto a su objeto de estudio.

Sobre el objeto de estudio también hay un importante debate. El académico Erick Torrico estima que “(…)el objeto de estudio de la comunicación es el proceso social de producción, circulación mediada, intercambio desigual, intelección y uso de significaciones y sentidos culturalmente situados” (2004: 19). Este apunte devela cuáles pueden ser los alcances de la materia. De él podemos extraer que la comunicación posa su mirada en la producción sígnica, misma que se encuentra inmersa en los discursos.

¿Cómo entender al discurso? Fenómeno, disciplina e importancia

Para poder ubicar al discurso como el principal objeto de estudio del campo de la comunicación, es necesario realizar fundamentales distinciones. Para Eva Salgado,

Discurso es un término polisémico con el cual se nombran todas las modalidades del lenguaje puesto en acto, por medio de las cuales las personas y los grupos interactúan entre sí; valoran, construyen, perciben, se representan o preservan la realidad y las experiencias colectivas; construyen identidades, o establecen relaciones de poder (2019: 14).

Es importante destacar que el discurso, así como a la comunicación, puede ser visto desde distintos ámbitos de aplicación y por ello importante delimitar correctamente sus alcances.De acuerdo con Tanius Karam (2014), diversos elementos del discurso, en su modalidad analítica, pueden ser vistos como una práctica disciplinaria auxiliar para las ciencias de la comunicación y como algunas de sus preocupaciones: el aspecto interno; las normas de organización, contenido y cohesión; la dimensión comunicativa, enunciativa y de interacción. Charles William Morris, insigne semiótico, destacaba de su disciplina una bifurcación funcional: es posible abordarla como ciencia, pero también como una herramienta para otras disciplinas. Sobre el discurso, también puede llevarse a cabo un abordaje variado.

Hasta ahora es posible entender al lenguaje puesto en acto como un fenómeno observable por las ciencias relacionadas con el lenguaje; por otro lado, el acercamiento de Eva Salgado resulta suficiente para concluir que el discurso es un fenómeno, no solo lingüístico, sino comunicativo y, por lo tanto, puede ser considerado como objeto de estudio de la comunicación pues en él se muestran los intercambios de significaciones y sentidos culturalmente situados a los que Erick Torrico hacía referencia. Por último, del interés por lo discursivo también se desprende todo un campo disciplinario del que devienen tópicos de valor para otras disciplinas.

Vale la pena tomar en consideración que el discurso, desde su papel disciplinario, se articula de distintas formas por lo que es necesario hacer distinciones: en primer lugar, su dimensión abstracta y conceptual, catalogada como Teorías del discurso (TD); en segundo, los Estudios del discurso (ED), ejercicio multidisciplinario que contempla un conjunto de instrumentos, prácticas, métodos y procedimientos para abordar el fenómeno; finalmente, el Análisis del discurso (AD), entendido como una ruta metodológica que pretende comprender las dinámicas del lenguaje puesto en acto.

Ahora cabe preguntarse por la relevancia e impacto que los estudios de la comunicación tienen sobre el ámbito académico y científico. Para ello propongo una reflexión a partir de la construcción social de la realidad que, para efectos de este ensayo, trataré someramente.

En 1966, fue publicada la obra La construcción social de la realidad, de los sociólogos Peter Berger y Thomas Luckmann. En su texto, los autores postulan (en síntesis) que las sociedades se construyen, legitiman e institucionalizan a partir de la interacción social existente entre los sujetos que la conforman; es decir, los sujetos entienden todo aquello que les rodea gracias a la comunicación con el otro. Si bien la teoría de Berger y Luckmann se halla en el terreno de la sociología del conocimiento, es posible comprender, a partir de ella, que la comunicación y el discurso son elementos de innegable importancia para el entendimiento de la sociedad.

Otro fenómeno de utilidad para entender la importancia que el discurso juega en la comunicación es la relación entre el lenguaje y el pensamiento: nexo primario y vital. Sin el lenguaje sería imposible producir y reproducir los esquemas cognitivos provenientes del pensamiento. Por extensión, no quedaría claro el alcance de esta relación sin la socialización y la comunicación intersubjetiva, ésta última estudiada por las ciencias de la comunicación. Ambos procesos construyen la realidad simbólica y social de círculos culturales humanos. En otras palabras, nuestra realidad se constituye a partir de los discursos que contemplan diversas maneras de producir significado: la multimodalidad que también captura el interés de la materia comunicacional.

Es necesario destacar que el lenguaje puesto en acto no es sólo la herramienta creadora de significado. La realidad y sus variadas dimensiones también son aprehendidas gracias a la presencia de los discursos que capturan los niveles simbólicos (ideología, identidad, percepción, poder, cognición, etcétera) de una determinada sociedad. Otros autores también valoran y complejizan la incidencia del discurso en la vida humana como, por ejemplo, Teun Van Dijk (1997), quien propone entender al discurso como un fenómeno práctico, social y cultural.

Abrazar la ambigüedad

Las ciencias de la comunicación son ambiguas. No hay manera de reducirlas a discernimientos concretos pues los discursos tienen implicaciones mayores: ponen en movimiento al lenguaje, son transversales a todo fenómeno social y robustecen la búsqueda del conocimiento.

La presencia del objeto discursivo en el campo abre un abanico de posibilidades de análisis y acercamientos teóricos. Para muestra de ello se encuentran las aproximaciones a conceptos de innegable relevancia, como la ideología y el poder, por parte de la escuela francesa de análisis del discurso, las observaciones respecto a los actos de habla de John Searle, los estudios conversacionales del filósofo británico Paul Grice, así como las observaciones y teorías de Teun Van Dijk o Julieta Haidar por mencionar algunos ejemplos.

Ante la propensión científica institucional de segmentar las áreas del conocimiento, las ciencias de la comunicación se presentan como un campo disciplinar con valiosa apertura y complementariedad frente a un objeto de estudio de amplio alcance social. Posar la mirada sobre el discurso permite, a su vez, entender de mejor forma la relación que la comunicación guarda con aspectos culturales, mediáticos, políticos, digitales y simbólicos de la sociedad, pues en todos ellos se pone en acción al lenguaje. En otras palabras, los elementos sociales anteriormente mencionados se encuentran atravesados por la comunicación.

Los alcances que tiene la comunicación son ineludibles si se quiere hablar de su importancia científica. Si bien ciertas dinámicas del discurso podrían pertenecer a los criterios de otras disciplinas, la variedad modal del lenguaje puesto en acto implica a su vez una mayor extensión de escenarios que puedan capturar el interés de los comunicólogos. Más allá de otorgarle una connotación negativa a la variedad de perspectivas, esta característica forja el gran terreno de oportunidad que ofrece el área de estudio: la posibilidad de mantener en construcción y reconstrucción el campo disciplinar.

El síntoma de duda que mencioné en un primer momento supone, a mi consideración, la gran virtud de la comunicación: sus diversas dimensiones de análisis y capacidad de convivir con otros saberes científicos que enriquecen la formación de los estudiantes y practicantes, tanto de la disciplina como de quienes conviven con ella desde otros campos, así como los ejercicios propios de la práctica científica.


Fuentes

  • Araya, R., Elórtegui, C., Herrscher, R., Lazcano, D., Rivas, F., Sáez, C., & Santander, P. (2009). Analizando los Medios y la Comunicación. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso.
  • Berger, P., Luckmann, T. (1988). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Charaudeau, P. (2009). Análisis del discurso e interdisciplinariedad en las ciencias humanas y sociales. Recuperado de: Le site de Patrick Charaudeau. http://www.patrick-charaudeau.com/Analisis-del-discurso-e.html
  • Karam. T. (2014). Tema y variación sobre el análisis del discurso. Recuperado de: http://portalcomunicacion.com/lecciones_det.asp?lng=esp&id=85
  • Morris, C. (1985). Fundamentos de la teoría de los signos. Barcelona: Ediciones Paidós.
  • Salgado, E. (2019). Los estudios del discurso en las ciencias sociales. Ciudad de México: UNAM.
  • Torrico, E. (2004). Abordajes y Períodos de la Teoría de la Comunicación. Buenos Aires: Grupo Editorial Norma
  • Van Dijk, T. (1997). El discurso como interacción social. Barcelona: Gedisa.
  • Wolf, E. R. (1987). Europa Y La Gente Sin Historia. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.