Saber cómo ves tú

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Entre miradas. 25 años de fotografía wixárika de Sarah Corona Berkin

No. 155 / enero-junio 2025 / reseña

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Elvira Hernández Carballido

UNIVERSIDAD AUTÓMOMA DEL ESTADO DE HIDALGO


Entre miradas. 25 años de fotografía wixárika
Sarah Corona Berkin
México, Universidad de Guadalajara-CALAS, 2023


Entre miradas. 25 años de fotografía wixárika (2023), de Sarah Corona Berkin, tiene el objetivo de atraparnos en escenarios, momentos y evocaciones de una comunidad indígena de Jalisco para atisbarla y descubrirla en sus fotografías. El libro revela cuatro ejes representativos: la mirada que define, la mirada que reconoce, la mirada que descubre y la mirada que se mira donde la visión teórica e intercultural late con fuerza. La autora invita a un recorrido por fotografías e imágenes captadas a lo largo de 25 años (1997, 2007, 2017 y 2022) por jóvenes de una región localizada en la Sierra Wixárika en el norte del estado.

El acervo compartido deriva su fuerza del hecho de poseer una historia compartida, “una historia que a partir de las fotografías wixaritari, se ha pensado como muestra de la modificación de la visualidad humana en el tiempo, a partir del uso de la tecnología fotográfica y sus transformaciones” (Corona, 2023: 17) Sin duda, al explorar estas páginas encontraremos rostros, instantes y cotidianidades que no solamente promueven la comunicación y la producción del conocimiento horizontal, sino a la vez la comprensión de los cambios visuales de quienes fotografíamos y quienes nos dejamos fotografiar. Este libro va más allá porque logra convertirse en espejo y logra persuadir de que, al poner el ojo en el lente de la cámara, nos volvemos memoria del ayer, hoy y mañana.

Vocación intercultural

La trayectoria de Sarah Corona Berkin en el ámbito de la comunicación, además de admirable es una aportación original y muy significativa a nuestra disciplina. Su mirada profunda, gran sensibilidad, capacidad analítica y perspectiva teórica nos aproximan a escenarios que ella muestra generosa sin perder el rigor metodológico y la empatía hacia el tema abordado: cada persona involucrada tiene voz, presencia e imagen.

Cada uno de sus estudios refuerzan y demuestran lo que es la vocación intercultural. Por ello, su libro Entre miradas. 25 años de fotografía wixárika (2023) delata un compromiso académico en el cual nunca queda fuera la sensibilidad, ni tampoco una conexión especial con quienes ella jamás deja de ver como seres humanos.

Además de mostrarnos un admirable álbum de imágenes de una comunidad indígena ubicada en la Sierra Wixárika, al norte de Jalisco, la investigadora ofrece un marco teórico y metodológico. A la vez, fiel a sí misma, Corona hace explícita su vocación intercultural ya que, en el panorama descrito, ella ofrece respeto de varias maneras: y procura un diálogo constante entre la cultura de referencia y todas las demás que existen sin marginarlas; reconoce en el otro y la otra sus respectivas historias para interrelacionarlas; propicia un espacio para crear un tercero donde exista la posibilidad de escucharse, convivir y reconocerse; teje un vínculo horizontal en el cual se aborden los posibles conflictos y las necesarias negociaciones entre cada persona involucrada en la investigación; hace posible una espacie de juego de espejos en el que una persona se reconoce por la mirada de la otra en una situación horizontal.

Entre miradas. 25 años de fotografía wixárika es una lectura para aprender, identificarse y aprehender la verdadera vocación intercultural. El libro consta de 223 páginas y cuatro capítulos: la mirada que define, la mirada que reconoce, la mirada que descubre y la mirada que se mira. Sarah Corona Berkin nos toma de la mano para introducirnos a los cuatro tipos de miradas dividiendo la obra en dos partes importantes.

En la primera, que aborda las miradas que definen, reconocen, descubren y se miran, Corona desarrolla varios ensayos para explicarnos el objetivo de la investigación, los antecedentes, los hallazgos; pero, sobre todo, la grata experiencia que vivió con la comunidad wixárika en cada momento que se fotografió.

En la segunda parte, con esa generosidad que le caracteriza, la autora pone en nuestras manos las imágenes que, en silencio, pero con la fuerza de la mirada que las atrapó, nos permiten atisbar 25 años de fotografía wixárika en cuatro momentos representativos: 1997, 2007, 2017 y 2022.

Miradas que definen

¿Cómo han sido vistas las comunidades indígenas por los otros? A lo largo de este primer capítulo las respuestas se dan con argumentos sustentados en la investigación y ejemplos bien planteados. Una advertencia puntual señala que para

estudiar la aportación de la antropología a la patrimonialización de la imagen del indígena, su fotografía nos exige indagar no sólo en sus contenidos, sino además en los espacios y las instituciones que se encargan de seleccionar, cuidar y divulgar ese patrimonio” (Corona; 2023: 27).

Esta selección hecha por organizaciones como el Instituto Nacional Indigenista y una gran variedad de antropólogos y fotógrafos tanto profesionales como amateurs, turísticos o solidarios, “muestran al indígena conquistable, incorporable a la nación moderna. Este indígena es un sujeto que se puede educar, moldear y modernizar, es decir, se fotografía al indígena que cabe en la institución” ( Corona; 2023: 30)

Este primer apartado menciona a fotógrafos especializados en captar comunidades indígenas y libros institucionales que hacen un muestrario de imágenes que, desde una perspectiva de fuera, a veces solidaria, otras artística y alguna lejana, efectivamente pule y explota miradas que definen; solamente eso:

El INI-CDI no logró apropiarse de la función etnográfica de la fotografía, de la descripción minuciosa, de la conexión inflexible con el “haber estado allí”, del diálogo entre el texto y la foto, sino que fue menoscabándose el manejo de la imagen hasta hacer lo que los medios audiovisuales comerciales y el arte convencional hacen rutinariamente. Tampoco logró llevar a cabo lo que anunciaba ya hace 25 años, que era hacer participar de la visión propia, realizada por los propios indígenas. (Corona, 2023: 41).

Miradas que reconocen

Cercana siempre a quienen forman parte de sus investigaciones, incluyendo a las miradas lectoras como la mía, Corona Berkin confía que este trabajo inició por una conversación con un joven estudiante wixárika, en esa charla advirtió que, de ser objeto de la foto, el muchacho se reconocía como el fotógrafo y el sujeto de la cámara. Se reconoci+ó a sí mismo.

De manera sensible y amena, la autora comparte su relación con el poblado de San Miguel Huaixtita, Jalisco, y la manera en que la fotografía nos aproxima a esa región, pero, sobre todo, como la misma comunidad se descubre y delata a sí misma. Mientras que hasta 1997 no había fotos tomados por sus habitantes, en 2017, 75% ya lo había hecho. El acceso a las tecnologías de la comunicación ha provocado un significativo impacto cultural. Pero el volverse fotógrafos de sí mismo tiene un impacto mucho más humano y hasta emotivo:

Con relación al contenido de las fotografías, se entiende su capacidad de devenir imagen a partir de nombrar visualmente un fragmento del mundo. En wixárika, tómame una foto se dice nenaka’uki, que significa literalmente hazme la copia. Entender estas copias tiene varios niveles. Como dice el profesor Carlos Salvador, “las fotos le hablan más al que conoce que a los que no. Una persona que no conoce puede hablar de la ropa en esa foto, pero yo veo que es mi papá”. Reconocer el contenido de las fotos tiene que ver con quien las mira… (Corona, 2023: 46).

Los testimonios, su manera de hablar y sus decisiones de qué captar, a quiénes fotografiar y dónde hacerlo, qué ponerse al fotografiarse y qué plano elegir hacen posible cofirmar que “la experiencia fotográfica de los wixaritari es, como la práctica fotográfica nuestra, una forma de pensar práctica, organizada, de carácter recurrente, que establece maneras de decir, hacer y comportarse en las que el fotógrafo se manifiesta como sujeto social” (49).

Miradas que descubren

¿Qué desea el viajero wixárika conocer del otro? Cuando se encuentra con otro, ¿qué es lo que le llama la atención y qué es lo que la cámara le ordena mirar? Pregunta Sarah Corona y poco a poco las respuestas aparecen en este tercer apartado del libro.

Es así como nos narra la manera en que un grupo juvenil, por primera, vez sale de su comunidad para visitar la capital del estado: Guadalajara. Nunca habían salido de su entidad. Sus miradas descubrieron otro panorama del cual eligieron fotografiar a los animales del zoológico (24%), edificios (23%), gente (22%), fuentes (10%), autos (3.4%) y otros (10.77%). Para verse a sí mismos en ese nuevo escenario, optan por tomarse fotos frente al espejo.

La disolución de la visualización de la naturaleza en beneficio del fragmento y los paisajes se convierte con la cámara en la manera de ver el mundo. Cuando los detalles, las cosas separadas de su inserción en la naturaleza, las personas solas, lejos de su pertenencia a la comunidad o al grupo, cuando la cámara los convierte en partes funcionales sin necesidad de ser parte de un todo, hablamos de la visualidad que descubre. Con la delimitación que nos impone la cámara, nuestra visibilidad se transforma y con ella la manera de pensar los detalles, los fragmentos, el conocimiento, la vida en común (Corona, 2024: 58).

Miradas que se miran

De manera síntetica y precisa, Sarah Corona nos hace un recuento de este recorrido realizado hasta el momento. La forma en que la comunidad wixárika también ha transformado su mirada ya que en cada capítulo hemos visto una época diferente:

1997. La mirada que se reconoce. En algunas fotografías se vio con más claridad el nenaka’uki, el personaje tal cual es en su comunidad. Intentaban sacar la “copia” de su realidad para el recuerdo permanente.

2007. La mirada que descubre. La “copia” parece menos relevante y en las fotografías dominan los primeros planos de rostros, gestos y poses. Buscan la existencia efímera, pero compartible con la comunidad de jóvenes que se iniciaba entonces en la cámara y el celular.

2017-2022. La mirada que se mira. Las fotografías anuncian ya una transformación de la mirada y solamente se capturan medios y primeros planos

Sin duda, es un orgullo leer que Sarah Corona tuvo una meta muy clara al realizar este libro y que el resultado no solamente la deja satisfecha a ella, sino también a quienes hemos aceptado que nos tome la mano y nos muestre este escenario lleno de fotos que pese a la lejanía resultan muy próximas a nuestra alma:

…mi objetivo era responder tentativamente a la historia de la transformación de la visualidad, intentando pensar si estamos asistiendo a un cambio profundo en la capacidad de ver que tiene nuestro ojo. Creo al respecto, con las fotografías wixaritari de estos últimos 25 años, haber proporcionado algunos indicios de que así es.

Generosa como siempre, la autora nos regala en las siguientes páginas los momentos que estudió. Gracias a su explicación en cada capítulo miramos de otra manera, descubrimos, reconocemos, atisbamos, simpatizamos, nos conmovemos y reafirmamos que una fotografía es una copia de quienes soñamos con ser y somos. Nunca he ido a ese lugar, no sé los nombres de las personas capturadas por la cámara, pero sé que es una comunidad que ya siento mía; que son amistades instantáneas, pero ya inolvidables.

Cabe destacar que la portada y contraportada del libro lucen la misma provocadora imagen: una joven wixárika, con la vestimenta tradicional, apoya una cámara en sus piernas enfocándola hacia el frente. Entonces yo le sonrío cómplice, feliz de que me saque una “copia” y saber cómo ves tú.


Fuentes

  • Corona Berkin, Sarah. (2023). Entre miradas. 25 años de fotografía wixárika. México: Universidad de Guadalajara y CALAS.