Entre fake news y noticias falsas: análisis de un caso

Print Friendly, PDF & Email

No. 149 / Enero-junio 2022 / Ensayo

Sergio J. Aguilar Alcalá, Marialuisa Erreguerena*

UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA

Resumen: En este artículo se presenta una breve discusión en torno a la problemática de definir “noticia falsa”, término que ha cobrado enorme popularidad tanto al interior de la disciplina de la comunicación como en el discurso público. Para problematizar algunas de estas aproximaciones y continuar la crítica planteada a ellas, se analiza un caso reciente que tuvo lugar en Twitter entre un periodista y un funcionario público mexicanos.

Abstract: This article presents a brief discussion about the difficulty to define “fake news”, a concept that has gained great popularity in Communication studies as well as in the broader public discourse. To problematize some approaches and extend critiques towards them, we analyze a recent case that took place on Twitter between a Mexican journalist and a public servant.

Noticias falsas: una oportunidad

Los cambios a los que nos empuja el mundo digital tienen evidentes consecuencias no sólo en nuestra vida diaria, sino hasta en el lenguaje y la semántica. La aparición de nuevos conceptos como resultado y reflejo de la la transformación de la comunicación en, por lo menos, la última década, sucede tan rápido como el avance tecnológico que supone lo que algunos llaman la cuarta revolución industrial. Neologismos como tuitear, tuit, tuiteo y tuitero se han sumado al vocabulario de uso diario, al igual que tableta, blog o libro electrónico hasta considerarse en el diccionario de la Real Academia Española, entre otras instituciones. Conceptos como fake news, noticias falsas, paparrucha y posverdad pierden algunos matices de su sentido al traducirse entre inglés y español. Por ejemplo, misinformation, disinformation y malinformation se utilizan como sinónimos en castellano y, simplemente, satire, a pesar de traducirse como sátira, tiene distintas acepciones en ambos idiomas e incluso una falta de consenso en la disciplina.

Un artículo reciente de Daniel Mazzone (2018) propone como definición de noticia falsa la presentada por el Collins Dictionary (2018: 123): “Información falsa, en ocasiones sensacional, diseminada bajo la apariencia de noticias”[1]. Otro estudio de Allcott y Gentzkow (citado en Tandoc, et. al., 2018) plantea las fake news como “[…] artículos de noticias que son intencional y verificablemente falsas, y pueden engañar a los lectores”[2]. Marchi explica (en Ross y Rivers, 2018) que se asocia a un elemento cómico en los asuntos políticos a través del uso de la sátira como comentario político. En castellano, la Real Academia reconoce una palabra muy similar, paparrucha, que es definida como “Noticia falsa y destinada de un suceso, esparcida entre el vulgo”. La variedad de significados del concepto “fake news”, aunque tiene puntos de encuentro, revela que no hay consenso en su definición.

La importancia que este fenómeno tiene para el periodismo es fundamental. Lo explica magistralmente Charlie Beckett (citado en Ireton y Posetti, 2018: 20):

[…] las noticias falsas son lo mejor que ha sucedido en décadas. Le ofrecen al periodismo tradicional de calidad la oportunidad de demostrar su valor basándose en la pericia, la ética, el compromiso y la experiencia. Son un llamado de atención para ser más transparentes, relevantes y añadir valor a la vida de las personas.

Las fake news en la comunicación

La inserción en el discurso público del concepto fake news puso en jaque varias de nuestras concepciones del periodismo. En un primer momento, dos posturas pueden hallarse ante el concepto:

  1. Las fake news son un resultado de la descomposición actual del periodismo, cuyas causas pueden ir desde el nacimiento del periodismo digital a otra de las manifestaciones del neoliberalismo. Esta postura la identificamos como una ingenuidad conservadora, en tanto asume la preexistencia de un periodismo “verdadero”, puro y genuinamente comprometido.
  2. Las fake news siempre existieron, los medios continuamente han mentido y manipulado, tergiversan, maquillan e inventan noticias. De quedarse la discusión hasta aquí, identificamos esta segunda postura como una ingenuidad conceptual, pues si bien debemos reconocer que existieron noticias manipuladoras desde el nacimiento del periodismo, perdemos de vista el enriquecimiento teórico que puede traer un concepto, así como lo esencial que es considerar las condiciones de auge que tiene en el espacio público de hoy. Es decir: las fake news no son nuevas, pero el concepto sí lo es.

En la primera posición podemos ubicar a algunos autores como el antes mencionado Daniel Mazzone (2018), quien lamenta que ya no haya un control más centralizado de la distribución de la información e, incluso, de “elementos ajenos al ecosistema [que] intervienen en él desde fuera” (2018: 123). Más adelante, Mazzone cae en una trampa propia de los relatos de conspiración al presumir la clara distinción entre las fake news y las noticias verdaderas, e indicar que “lo que sí puede advertirse es la existencia de textos intencionadamente maliciosos que circulan mimetizados en el intercambio torrencial” (2018: 132).

Notamos que estas ideas siguen enfrascadas en defender al periodismo de un supuesto agente externo en lugar de considerar cuáles son las condiciones que permiten el surgimiento de este fenómeno en primer lugar o estas condiciones son una consecuencia de la institución periodística (misma que ha tenido una especial relación con el poder político, eclesiástico y empresarial).

Nos parece importante señalar que el debate no llegará a ningún lugar si se sigue asumiendo una evidente, clara y prístina distinción entre lo que es ‘verdadero’ y lo que es ‘falso’. Las ideas expuestas anteriormente parecen habitar un mundo previo a la discusión que ha sostenido la disciplina de la comunicación los últimos 70 años respecto de los modos en los que la realidad está “mediáticamente creada”.

Con esto nos referimos a ciertas relaciones discursivas que no necesariamente cambian los objetos del mundo o la información que se obtiene de ellos, sino el énfasis y postura, una especie de encuadre o framing, con el que se presentan ante una audiencia. En palabras de Manuel Guerrero (2018: 47) la “perspectiva del encuadre o framing tiene que ver […] con la forma en que se seleccionan y enfatizan ciertos ángulos narrativos con el propósito de contar ‘lo que ha sucedido’ a determinados públicos”. Así, podemos proveer una lectura de las fake news más cercana a su inserción en cierto entramado discursivo que a su referencialidad con la ‘realidad’.

Desde posturas críticas, el asunto de las fake news se ha tratado como una discusión conceptual antes que metodológica. Para Tandoc, Wei y Ling (2018), las fake news de hoy responden a noticias que inducen a los lectores a errores que son intencionales y verificables, con motivaciones ideológicas y/o financieras. Para profundizar en ello, los autores hacen un esfuerzo para aclarar lo que se entiende por noticias [news], y que va desde dar cuenta [account] de un hecho reciente, interesante y significativo o de eventos que afectan significativamente a las personas y hasta un dar cuenta de algo novedoso o desviado.

Nótese que en estos casos siempre se habla de un dar cuenta, es decir, no se trataría de una historia o relato, sino de un señalar o enumerar hechos, acciones, momentos y personajes. Ciertamente, hay una connotación de ‘mayor objetividad’ en el dar cuenta de hechos que en hacer un relato de los mismos. Sin embargo, siempre son de hechos recientes, interesantes, significativos, que afectan a la gente. Es decir, si bien podemos hablar de hechos ‘objetivos’, o de un dar cuenta ‘objetivamente’ de los hechos, la selección misma de estos hechos ya no es objetiva, sino que responde a los intereses de quién está dando cuenta. Esto ha creado una tautología: lo que se informa en las noticias es algo reciente, interesante y significativo por el hecho de estar en las noticias.

Aquí parecen borrarse los diversos grados que hay entre un error periodístico y una deliberara manipulación y por lo que el concepto fake news requiere una discusión más profunda. A continuación presentamos algunas directrices de esa discusión con el análisis de un caso.

Análisis de caso: el contagio del subsecretario de Gobernación en Twitter

El siguiente caso no es tan profundo en sus consecuencias, sino que es elegido por ser sintomático de la situación antes descrita. El 9 de mayo del 2020 a las 11:07 pm., Ricardo Peralta Saucedo, subsecretario de Gobernación de México (cargo en el que llevaba casi un año) anunció vía Twitter[3]: “Les informo que me encuentro en aislamiento ya que hace un momento se me notificó que resulté positivo al #coronavirus. He hablado con el Doctor @HLGatell y seguiré todas sus indicaciones puntualmente. #QuedateEnCasa”.

Figura 1

Días más tarde, el 14 de mayo del 2020 a las 9:45 pm., el periodista Joaquín López-Dóriga publica en su cuenta de Twitter: “ÚltimaHora Ricardo Peralta renuncia a la subsecretaría de Gobierno de Segob Más información en lopezdoriga.com”.

Figura 2

Peralta Saucedo, a las 9:48 pm. (tres minutos más tarde) del mismo 14 de mayo, responde al tweet de López Dóriga: “Es falso que haya renunciado a la @SEGOB_mx. Me encuentro en aislamiento por estar positivo a #COVID19. Continúo con mi actividad laboral a distancia.”.

Figura 3

Finalmente, López-Dóriga lanza un nuevo tweet a las 10:19 pm. del mismo día: “Ricardo Peralta sale de la subsecretaría de Gobernación. Él lo niega, pero ya salió…”.

Figura 4

El 31 de agosto de 2020, tres meses después de esos intercambios, la cuenta oficial de la Secretaría de Gobernación (@Segob_mx) anuncia en dos tweets: “La @SEGOB_mx informa que en virtud de las medidas de austeridad y por instrucciones del presidente @lopezobrador_, a partir del 1 de septiembre, el Subsecretario de Gobierno, @Ricar_peralta concluye sus funciones en la dependencia. (1/2)” y “Agradecemos su enorme compromiso y honrosa labor al servicio de la patria. Le felicitamos deseándole éxito en la siguiente encomienda consolidando y fortaleciendo la Cuarta Transformación de la vida pública del país. (2/2)”.

Este caso muestra la pertinencia del concepto de framing en el que un hecho es narrado. Ubicamos dos niveles de análisis que se influyen mutuamente: semántico y temporal-lógico. A nivel semántico entendemos lo que las palabras significan y el uso metafórico que pueden tener. A nivel temporal-lógico notamos los lapsos de tiempo en la publicación de mensajes, al señalar la inmediatez de la información, y cómo cada tweet reescribe el sentido del anterior; es decir, la causalidad y sus consecuencias en la cadena de mensajes.

Identificamos algunos puntos importantes para analizar estos dos niveles. En el primer tweet de López-Dóriga (Figura 2):

  • El “#ÚltimaHora” señala una supuesta inmediatez de la nota. Esto coloca al mensaje en una posición de enunciación específica: no sólo se da un mensaje (la renuncia de Peralta), sino que se señala la dimensión temporal en la que esto se dice.
  • El verbo “renunciar” indica una clara acción voluntaria por parte de Peralta. Sabemos que en las esferas gubernamentales de México es muy poco común que un funcionario renuncie y es más bien el eufemismo para indicar un despido. Atendiendo a este contexto político del país, hay una cierta ambigüedad en “renuncia”.

En el tweet de respuesta de Peralta (Figura 3):

  • La respuesta de Ricardo Peralta se da apenas 13 minutos después del tweet de Joaquín López-Dóriga. La inmediatez de la que López-Dóriga presumía y de la que no se tenía prueba alguna fue más bien confirmada con esa prontitud de la respuesta de Peralta.
  • Destaca también que Peralta haga una respuesta no sólo al mensaje, sino al tweet mismo (es decir, responde al tweet, no sólo a lo que ése dice), de nuevo, ofreciendo una especie de legitimación del mensaje y emisor del primer tweet.
  • Finalmente, los argumentos dados por Peralta contradicen directamente lo dicho por López-Dóriga: Peralta no renunció ni lo despidieron, simplemente no se presentó a trabajar por dar “positivo a COVID19”.

En el segundo tweet de López-Dóriga (Figura 4):

  • López-Dóriga, 31 minutos después de la respuesta de Peralta, continúa en una especie de monólogo pues, a diferencia de Peralta, él no responde al tweet anterior. Esto supone que incluso podría no existir el segundo tweet de Peralta de modo que los dos tweets de López-Dóriga se comprendan sin problemas de causalidad. En este sentido, López-Dóriga aísla sus tweets de cualquier intento de diálogo o de discusión: él sólo le habla a sus seguidores.
  • Cambia el mensaje. Mientras que en el primer tweet de López-Dóriga se decía que “Peralta renuncia”, en éste se dice que “Peralta sale”. Este cambio es muy grande, pues “renuncia” tiene los pesos semánticos y contextuales mencionados previamente, mientras que “sale” es mucho más ambiguo. De este modo, López-Dóriga asegura una posición de ambigüedad que le permitiría estar en lo correcto sin importar el resultado.
  • La segunda oración pone en consideración, implícitamente, al tweet de respuesta de Peralta. Pero de nuevo, Peralta no niega que haya “salido” de la subsecretaría, sino que haya renunciado (en tanto respondía al primer tweet). El final de la oración, “pero ya salió…”, continúa creando las condiciones de la ambigüedad con los puntos suspensivos, en indicación de información que tiene el propio López-Dóriga frente a lo que sabe (o admite saber) Peralta.

Entonces, el framing permite analizar no sólo cada tweet por separado, sino su articulación en una cadena discursiva donde cada interlocutor parece estar hablando consigo mismo. Parafraseando un poco a Guerrero (2018: 47), cada interlocutor de esta cadena de tweets selecciona y enfatiza ciertos ángulos narrativos, ya sea de su renuncia, salida o posesión de información, con el propósito de contar “lo que ha sucedido” a sus propios públicos.

Por tanto, lo que vemos es que, lejos de proveer pruebas de lo que se dice, la redacción de una “noticia” ya crea las condiciones para que se tome como verdadera, incluso cuando el aludido explícitamente niega lo que se ha dicho. El funcionario intenta negar algo que nunca se probó, por lo que sólo se trata de su palabra contra la del otro en un juego predispuesto por el propio periodista.

La mediatización de los hechos crea los relatos con los que nos relacionamos. El periodismo se antepone como un puente más directo con los hechos, de modo que a pesar de que los lectores no los presencien (no fuimos testigos en la oficina de Peralta), asumimos una posición de conocerlos porque el periodista los enuncia. Los conocemos con inmediatez (#ÚltimaHora), a pesar de que haya una negación con el mismo peso que la afirmación (“Él lo niega”) y con mayor certeza incluso que el aludido (“pero ya salió…”).

Reflexión final. Analizar las directrices de la información

Observamos que el concepto fake news abarca un fenómeno tan amplio como complejo, en buena medida, por una falta de consenso sobre su definición además de que, en esta falta de consenso, habita un problema incluso de traducción. Esto sucedo con otros conceptos derivados de este mismo fenómeno como disinformation, misinformation, malinformation, paparrucha, posverdad, satire y hasta propaganda.

Un camino para aventurarse en esta tarea sería analizar las directrices que causan que una noticia sea o no entendida como “falsa”, y que atraviesan los campos de la información errónea, información interpretada desde una perspectiva particular o información con una narrativa manipulada, además del propio deseo y conocimiento del lector.

En cualquiera de los casos, hay que apuntar que la disciplina de la comunicación debe aproximarse al fenómeno de manera más meticulosa, dejando de lado ciertos prejuicios a favor o en contra de la institución periodística, pues sólo así podría dar cuenta de modo más complejos de un asunto apremiante.


*Este trabajo fue financiado a través de la Convocatoria Institucional de Investigación Científica Aplicada 2021 de la Universidad Latinoamericana (ULA). Correo electrónico de los autores: sergio.aguilaralcala@gmail.com, marialuisaie@hotmail.com


Notas

  1. “False, often sensational, information disseminated under the guise of news”.
  2. “[…] news articles that are intentionally and verifiably false, and could mislead readers”.
  3. Considérese que la cantidad de retweets, tweets citados y me gusta de los tweets mencionados son los acumulados desde su publicación hasta la fecha de consulta (25 de febrero de 2022).

Fuentes

  • Guerrero, Manuel. (2018). ¿Cómo se informa hoy en México? Cinco tendencias noticiosas ante la narrativa oficial. México: Universidad Iberoamericana.
  • Ireton, Cherilyn & Posetti, Julie. (2018). “Introducción”. En En Ireton, C. y Posetti, J. (eds.). Periodismo, “Noticias Falsas” & Desinformación. Manual de Educación y Capacitación en Periodismo. París: UNESCO.
  • Mazzone, D. (2018). “De los medios a las plataformas. Del control del gatekeeping a la conversación descontrolada”. Contratexto, 29, pg. 121-144.
  • Ross, Andrew S. y Rivers, Damian J. “Discursive Deflection: Accusation of “Fake News” and the Spread of Mis- and Disinformation in the Tweets of President Trump”. Social Media + Society, abril-junio 2018, pg. 1–12.
  • Tandoc Jr., Wei, E. y Ling, R. “Defining “Fake News””. Digital Journalism, 6 (2), 2018, pg. 137-153.