Esto no es una película

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Un ensayo de conversaciones sobre las posibilidades de la imagen

No. 144 / julio-diciembre 2019 / reseña

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Gustavo Rocha

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA, UNIDAD CUAJIMALPA

Los poderes de la imagen. Ensayo sobre cuerpo y muerte en la cultura audiovisual
Pablo Martínez Zárate
México, Universidad Iberoamericana, 2018.

80%Pocas situaciones consiguen reunir una variedad de ocupaciones tan diversas como las que congrega esta publicación. Escritores, artistas, cineastas, fotógrafos y pensadores aparecen en Los poderes de la imagen, título de un proyecto de película que Pablo Martínez Zárate adaptó como libro al percatarse que el resultado propone un corpus notable de reflexiones sobre la imagen y su consumo cotidiano tanto por el enfoque del poder como por las muy particulares formas que obtuvieron las conversaciones aunque fueron ideadas para una producción cinematográfica.

El cineasta, escritor, artista e investigador de la Universidad Iberoamericana (IBERO), institución donde también coordina el Laboratorio de Fotografía y Convergencia Digital, se propuso intercambiar perspectivas sobre la manera en que la imagen se relaciona con el cuerpo y con la muerte a través de entrevistas, más o menos organizadas, donde las respuestas de los profesionales de la imagen incentivan la reflexión mientras que, a decir del entrevistador, el libro es un ejercicio próximo a una bitácora de investigación cuyo propósito es generar preguntas para los lectores antes que ofrecerles conclusiones.

Los diálogos abarcan diversas manifestaciones de lo que Martínez Zárate entiende como “poderes de la imagen” y que adquieren sentido en la manera en que la praxis y la techné se relacionan con la imagen en sociedad: “La práctica y la técnica asociadas a la producción-consumo de imágenes comprende cierta cultura material que, por un lado, se transmite a través de las imágenes y, por otro, constituye una relación específica con la materialidad.”

No sorprende entonces que el autor afirme que el interés principal de este libro, híbrido de entrevista y ensayo, es la relación cuerpo-muerte y cómo, en su propia definición, en la construcción de sus imaginarios, este binomio revela una sentencia rectora de la sociedad que conocemos: “Los imaginarios se nutren de relaciones con lo corporal y sus límites (la enfermedad, el sufrimiento y la muerte)”.

Como punto de partida, el fundador del Laboratorio Iberoamericano de Documental de la IBERO presenta la conversación que sostuvo con Harun Farocki (1944-2014) cuando visitó la Ciudad de México poco antes de su muerte. Explica que la forma en la que nos relacionamos con las cámaras, en tanto tecnologías, es un reflejo de la vida. Farocki señala que, al hablar de imagen en sí, no podemos considerarla solamente como una abstracción de la realidad.  Además de esa posible abstracción, en el momento actual también tenemos que hablar de una transformación en cifras y, posteriormente, en datos. En otras palabras, por la densidad informativa de la imagen nos convertirnos íntegramente en cifras y datos, así como en el procesamiento de los mismos hasta formar parte de estadísticas. Martinez coincide y señala que “La transformación tecnológica incide en la construcción de la misma imagen…”.

Con base en esta línea, el maestro en medios digitales por la Universidad de Edimburgo abre el siguiente apartado con el planteamiento de la fotografía “como un puente, como una posibilidad de entendimiento…”; o bien, como una forma de realidad. En la interlocución con Narciso Contreras, quien ha trabajado conflictos humanitarios, económicos y bélicos, el fotoperiodista intenta dilucidar, a través de su reciente trabajo en zona de guerra (Siria, 2013), el modo en que una simple fotografía puede ser el aliciente o la desarticulación de la guerra misma. El fotógrafo documental considera que una fotografía convierte al espectador en una especie de cómplice: “…tú ves para que otros vean también…”. Al realizar una interpretación, el observador otorga un juicio de valor que somete a la imagen. Para Contreras, “…la fotografía es un proceso de interpretación de la realidad”. Él mismo objeta esta posibilidad y señala que “…interpretar el mundo y comunicarlo es un proceso de manipulación infinito…”.

A partir de estas ideas, Martínez Zárate evoca lo que denomina como el hiperdramatismo inherente a la construcción de la realidad actual. Advierte de una insensibilización respecto de la situación y pregunta directamente si el flujo cuasi infinito de imágenes es favorable o nocivo para el mundo. Apela a la “potencia empática inoperante” de las emociones del receptor y al desarrollo de una “desconexión entre realidad retratada por una imagen (o mensaje)…” que refuerza la idea de un mundo cada vez más ajeno a nuestra humanidad.

Una de las conversaciones más reflexivas del libro resultó del encuentro con José Luis Barrios. Martínez Zárate pregunta por las “condiciones fundamentales de la construcción y circulación de la imagen en la actualidad” y, en respuesta, el teórico y curador discute qué condiciones se apegan o despegan de la naturaleza de la imagen si se piensa que la fotografía “está atada a cierta pretensión de realidad”. Si la fotografía es capaz de problematizar nuestra relación con la realidad, es necesario preguntar cuáles son los horizontes de lo fotográfico y si éstos coinciden con los de la realidad. A partir de esta postura, el cine y el audiovisual presentan un reto respecto de la forma en la que nos plantean la realidad y la forma en la que la interpretamos. Como Barrios sugiere, la pertinencia de la imagen-movimiento reside en su poder de “falseamiento de lo real” y no en el de verdad.

¿Cómo es que estas aproximaciones involucran al cuerpo y a la muerte? Al considerar a la imagen como una representación, el cuerpo no está excluido de ella. Sucede lo mismo con la muerte; existe una tendencia a representarla con cadáveres si pensamos en cómo ha sido tratada a lo largo del tiempo. En cuanto al cuerpo, la actriz Irene Azuela menciona que la apariencia y la necesidad de vender son elementos de reflexión. Martínez suscribe este señalamiento al considerar que la “perspectiva de género es imperativa” en el debate sobre el poder de la imagen.

Por su parte, la curadora Amanda de la Garza sugiere explorar los artilugios que rodean al cuerpo. Aporta la categoría de la economía de la imagen porque permite considerar “al cuerpo no sólo en carne, sino también a partir de los accesorios que lo rodean, en todas esas prótesis textiles, metálicas, plásticas, electrónicas, que complementan nuestra carnalidad y que están asociadas a sistemas de valores donde se desarrolla nuestra experiencia encarnada”.

Las entrevistas con Cuauhtémoc Medina, Jan Erhardt, Manuel Vega, Cao Guimaraes, Bernardo Esquinca, Iván Ruiz, Andrea Tejeda, Sara Baz, Gabriela Reyes Fuchs y Omar Soto Martínez permiten señalar que la gravedad con la que las imágenes se ciernen sobre los cuerpos contiene una intencionalidad profunda que juega un papel muy importante en la era tecnológica. Su difusión y propagación deben analizarse de una manera que vislumbre sus múltiples complejidades. Pablo Martínez Zárate explora a conciencia estos parámetros y a través de estas páginas nos brinda caminos viables para abordar temáticas poco sondeadas. Este texto se perfila como un material pertinente para la academia pues brinda sentido al abordaje de los estudios de la imagen.