Una propuesta desde el Plantel Hidalgo
No. 151-152 / 2023 / ensayo
Jesús Alberto Palma Hernández
UNIVERSIDAD DE IXTLAHUACA CUI / UNIVER MILENIUM
Resumen: El estudiante de los programas educativos en Comunicación se siente altamente atraído por la práctica de esta profesión de modo que solicita que las clases y sesiones de enseñanza se enfoquen en conocimientos que puedan aplicar en el contexto laboral correspondiente. El presente documento ofrece algunas sugerencias a partir del diálogo con estudiantes del quinto cuatrimestre de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad UniverMilenium (Plantel Hidalgo, Ciclo 2023-2) para dinamizar el actuar docente y evitar que la enseñanza se posicione exclusivamente como una acción dialógica.
Abstract: The student of the educational programs in communication feels highly attracted to the practice of this profession, so that it is requested that the classes and teaching sessions focus on knowledge that can be applied in the corresponding work context. This paper offers some suggestions from the dialogue with sudents of the fifth four-month period of the Bachelor in Communication at UniverMilenium University (Hidalgo Campus) (2023-2 Cycle) to invigorate teaching action and prevent teaching from positioning itself as a dialogic action.
La labor docente universitaria en los campos de la comunicación resulta ser un reto de suma consideración. Actualmente, con el surgimiento de nuevas figuras públicas y líderes de opinión como los influencers, y aquellos que se consideran generadores de contenidos digitales desde plataformas comunicativas como YouTube y redes sociales digitales, comienzan a sobrepoblar los contenidos disponibles desde la actividad noticiosa hasta los tópicos del entretenimiento. Se menciona que es un reto docente porque el educando actual manifiesta una constante necesidad de pertenencia e integración a dichos segmentos, así como de popularizarse o viralizarse y alcanzar el éxito. La comunicación desde las aulas va más allá de la fama ya que los programas de estudio invitan al educando no sólo a ser un protagonista en el ciberespacio, sino que también se le ofrece ser el analista de procesos y prácticas en las que la comunicación adquiere también una relevancia de carácter social.
Proponemos una reflexión derivada del diálogo e interacción con estudiantes de la Licenciatura en Comunicación del quinto cuatrimestre (Ciclo 23-2) de la Universidad UniverMilenium, Plantel Hidalgo, ubicada en la Ciudad de Toluca, Estado de México, y la cual se denomina como una institución privada. La matrícula activa para dicho periodo arrojó el consenso de 78 estudiantes, de los cuales 39 son mujeres y 39 son hombres. De igual forma, el programa de las asignaturas durante ese periodo fueron las siguientes: Mercadotecnia, Metodología de la Investigación Aplicada a la Comunicación, Producción de Televisión, Periodismo Escrito y Locución y Conducción (UniverMilenium, 2023).
Existe una prevalencia que es casi como una exigencia: el actualizarse. No obstante, sobre todo, mantener un dinamismo en las aulas; en ofrecer un contexto aproximado de lo que se hace en esta profesión y disciplina en el campo laboral y cómo se puede orientar a las metas y objetivos del educando sin perder de vista que existe un referente científico como la teoría. A continuación, se desarrollan algunos tópicos que podrían satisfacer esas necesidades latentes de los estudiantes: práctica, didáctica, lúdica, juego y simulación.
Fomentar la práctica
Una petición recurrente de los educandos que se concentran en el quinto cuatrimestre de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad UniverMilenium (Plantel Hidalgo) es la ejecución de prácticas; transferir el conocimiento teórico en acciones que les permitirán desarrollar la profesión de forma integral ya que infieren que el impulso de habilidades técnicas los posicionará por encima de la media normal en el mercado laboral. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO, 2021), la condición laboral de los profesionales en Comunicación y Periodismo segmenta a 93.5% de estos como aquellos que abarcan la tasa de ocupación (cuentan con un empleo), mientras que otro 6.5% se posiciona en la tasa de desempleo, y, finalmente, 27.9% se encuentra alojado en la tasa de informalidad.
La Real Academia Española (2022) reúne acepciones que describen a la práctica como aquello que enseña el modo de hacer algo, que es experimentado, versado y diestro en algo, que piensa o actúa ajustándose a la realidad y que persigue normalmente un fin útil. Los contenidos de los programas educativos se dividen en asignaturas teóricas. Para estas primeras sobresalen los paradigmas y modelos de análisis que permiten el estudio de fenómenos sociales desde los medios de comunicación; o bien, desde la participación de un tercero en las dinámicas de las organizaciones, la política, la cultura, la educación y la interacción humana e investigación.
Sin teoría no hay práctica, sin práctica no hay profesión. Eugenia Fraga (2019) apunta que las funciones de toda teoría parten de un ejercicio descriptivo en conjunto con el análisis de la realidad social. Por ende, cada una de las asignaturas tendrá un eje temático que abordará un determinado objeto de estudio que relata cómo desde sus principios se puede entender un escenario, contexto, componentes, herramientas o medios e integrantes. Posteriormente, en las aulas se unifica como un todo: la comunicación.
El objetivo final siempre se relacionará con esta última, desde un abordaje multidisciplinario, pero siempre incidiendo en el actuar de aquel que se dedica a la ideación, generación, distribución y vigilancia de un mensaje; es decir, aquel que practica, que demuestra, infiere y analiza el entorno social en el que se desenvuelve y lo convierte en un objetivo, un caso de estudio; lo hace material y herramienta para trabajar con él; incluso, puede hacerlo arte.
En ese sentido, las materias como Metodología de la Investigación Aplicada a la Comunicación, y Periodismo Escrito y Mercadotecnia se posicionan como aquellas en las que abunda más el contenido teórico, la adherencia de conceptos, la planeación de estrategias, la comunicación escrita, la creatividad y la reflexión; aunque ello no omite que puedan derivar en el ejercicio práctico, como el trabajo de campo, ya sea como observación participante, o bien, como un estudio de mercado del que se requiera situarse directamente con un cliente, así como la búsqueda de información noticiosa acudiendo directamente a la fuente generadora o al lugar de los hechos.
Subsecuentemente, al segundo segmento de asignaturas se le denomina de orden práctico. En este, el dominio de dispositivos tecnológicos, como las cámaras de video o fotográficas, la utilización de programas de edición (postproducción), el conocimiento de ubicación de luminarias, la logística de eventos, así como la captación de señales de audio y video desde consolas y mezcladoras mantienen una constante preferencia en los estudiantes. La razón está ligada a un aspiracional de reconocimiento social-colectivo: pero, al mismo tiempo, a un acto demostrativo.
Las asignaturas del quinto cuatrimestre que se destacan por la actividad mayoritariamente práctica son Producción de Televisión y Locución y Conducción. Éstas se relacionan ampliamente con la acentuación en medios de comunicación, por lo que, no sólo requieren del reconocimiento de preceptos teóricos, sino también del desarrollo de habilidades técnicas frente a cámara, el dominio del lenguaje audiovisual que se acciona en el montaje, en una cabina de radio mientras existe una narración y en áreas de edición en las cuales se hace un escrutinio de los materiales grabados para la composición de un producto finalizado.
Derivado de ese imperante estigma que encasilla al profesional en comunicación como aquella o aquel que sólo puede inmiscuirse en los medios masivos que, en aras de la opinión pública, es un terreno concurrido, pero con pocas oportunidades laborales, pareciera buscarse superar una consigna que ha sido nutrida por la ciudadanía y por los mismos progenitores de los estudiantes, con la pretensión de demostrar la rentabilidad de la carrera.
Existe una relación de dependencia entre la teoría y la práctica. Sin la existencia de este nexo, poca suerte puede haber para ejecutar de forma correcta la profesión en comunicación:
[…] es posible que la teoría sea incompleta y que sólo se complete mediante ensayos y experiencias todavía por hacer, por lo que el médico al salir de la escuela, el agricultor o el financiero pueden Y deben abstraer nuevas reglas a partir de esos ensayos y experiencias y completar la teoría (Kant, 2004: 8).
Este modo de actuar debe tener un antecedente (la teoría). Después de ello, y de acuerdo con el pensamiento de Kant (2004), siguen las acciones y las tareas específicas para comunicar; pero no sólo aquellas que tienen un resultado favorable, sino también todos aquellos intentos fallidos que dieron paso a un cambio, a la transformación, al regresar a los apuntes y determinar qué estuvo mal para después volver a intentar de acertar. Por eso el cuerpo docente ofrece también le vertiente de lo teórico porque es el armazón del actuar profesional. No es el absurdo sobre el que se memorizan conceptos para la realización de un examen, sino que es una responsabilidad inherente a la enseñanza de estos profesionales que desean insertarse en esta disciplina, en la teoría hay técnica y se debe concientizar al alumno de esto:
[…] tiene mejor acogida la práctica que puede repetirse de rutina, que la teoría que siempre se nos ha presentado como algo elevado, complejo, sublime. ¿Será por la idea de que “la práctica hace maestros”? ¿O por miedo a no conocer suficientemente las teorías en las que pretendemos basarnos? A poco que nos fijemos, hasta los gestos y decisiones más simples, se hacen por alguna razón, se basan en algún pensamiento previo, se apoyan en alguna teoría, aunque ya ni se recuerde cuál es y la práctica haya quedado desgajada de la reflexión, formando parte del mundo del hacer o de la costumbre (Díez, 2021: 180).
El cuerpo docente mantiene un equilibrio de contenidos en los que no existe una prevalencia de una u otra, sino que se dosifica el conocimiento teórico y práctico de modo que el educando comprenda todo el desenvolvimiento inicial del acto comunicativo desde las posturas de aquellos que fueron pioneros y precursores de esta disciplina para así posteriormente diseminar en acciones técnicas. Entendemos estas últimas desde un enfoque didáctico que se refiere al cómo hacer algo, aunado a un método que deriva en el camino para llegar a un fin determinado (Giuseppe, 1985) y que, posteriormente, desembocará en las prácticas que se vinculan a la labor profesional.
Ante este escenario mesurado, los alumnos también exigen cierto dinamismo en las aulas. Que las reflexiones y debates sean lo más cortos y esporádicos posibles, pero que la simulación de escenarios profesionales, o por lo menos lo más aproximados a un contexto real, sean los que sobresalgan para estimular la participación activa del estudiante desde estrategias didácticas innovadoras y lúdicas.
Alumnos y docentes se insertan en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en el cual ambos deben ser protagonistas influidos por las condiciones ambientales. Asimismo, utilizan como materia prima los contenidos de las asignaturas. Este proceso de enseñanza-aprendizaje se divide en tres momentos específicos, Serrano (2017) menciona de estos los siguiente:
a) Diagnóstico/Introducción: Se debe de ejecutar en cada sesión, su objetivo es determina el nivel de conocimientos de acuerdo al programa de estudios o de la asignatura, así entonces, planificar las sesiones, determinar los recursos a utilizar y programar los tiempos.
b) Desarrollo: Es el lapso en el que la sesión se realiza el trabajo de enseñanza y aprendizaje, se integran técnicas grupales, la intervención del profesor y los alumnos. En este punto destacan los recursos didácticos, materiales de apoyo y las actividades de orden práctico para el desarrollo del aprendizaje. La sugerencia es que en el caso de los adultos, se estime un tiempo de hasta treinta minutos para realizar actividades de aprendizaje.
c) Conclusión/Evaluación: Es el cierre de la clase, en este punto se avala y acredita la reflexión sobre lo aprendido, valorando el avance del curso y que se anticipe lo que se va a trabajar en una sesión posterior.
El desarrollo es el punto crucial para la ejecución de acciones en favor del dinamismo y participación activa de los educandos en las clases ya que es el momento que mayor duración tiene durante una sesión. El reto para los docentes es cómo insertar actividades que respondan a las necesidades del programa de estudios. Del mismo modo, deberán responder qué actividades deben realizarse para poder obtener un alto índice de respuesta por parte de los alumnos. En los apartados subsecuentes, se mencionan algunos tópicos que se relacionan con ese dinamismo y búsqueda de la participación activa de los estudiantes en las sesiones o clases.
¿Qué es la didáctica?
La enseñanza de la comunicación no sólo puede nutrirse de la experiencia y reconocimiento del cuerpo académico y docente, sino también de estrategias y planificaciones que promuevan la distribución y reproducción del conocimiento. De ahí que la exigencia del estudiante se enfoque en sesiones y clases prácticas ya que limitar al conocimiento exclusivamente al monólogo reflexivo y crítico, o bien, al protagonismo desmesurado y egocentrista del docente, incita a la deserción académica pues no les encuentra una utilidad a estas narrativas herméticas. Este modelo de enseñanza es identificado como la dictatio, en la cual se niega la existencia del alumno y se posiciona al maestro como el ente virtuoso. La persona se encuentra insuflada de todo el conocimiento y es intelectual (Infante, 2007).
Los estudiantes han manifestado el reconocimiento de sus figuras docentes como entes capaces de ofrecer un marco referencial sobre las asignaturas que imparten ya que cuentan con suficiente información heredada de sus espacios laborales y sus grados académicos; sin embargo, la distribución de la misma llega a ser una oportunidad para promover acciones en favor del desarrollo práctico del educando.
En ese sentido, el profesorado deberá entender un primer término pedagógico, la didáctica:
La definición literal de Didáctica en su doble raíz docere: enseñar y discere: aprender, se corresponde con la evolución de dos vocablos esenciales, dado que a la vez las actividades de enseñar y aprender, reclaman la interacción entre los agentes que las realizan (Medina y Salvador, 2009: 6).
Lo anterior hace una inferencia al cómo enseñar desde una posición ambivalente. Ser quien comparte y promueve el conocimiento y, al mismo tiempo, quien extrae y adhiere del escenario de la enseñanza (aula) y los educandos otros conocimientos para retroalimentarse, pudiendo entender también al estudiante como el referente idóneo para la actualización docente. En otro momento y a nivel histórico, la didáctica también fue considerada como el arte de enseñar, que dependía mayoritariamente de la habilidad para instruir, de la intuición del que se posicionaba como maestro. Del mismo modo, también se orilló a entenderle desde el referente del cómo enseñar mejor (Giuseppe, 1985).
La opinión del estudiante sobre el cuerpo docente, sobre todo cuando se trata de aludir a aquellos que “enseñan mejor”, se deposita directamente en los maestros y académicos que, adicionalmente al conocimiento teórico, sobresalen por su dinamismo y practicidad en clases, por la forma en la que transmiten el conocimiento incluyendo el lenguaje, sumando los tecnicismos y buscando que todos los presentes en un salón de clases entiendan lo que se explica y se ejemplifica de tal modo que disminuya la tensión en dicho espacio. No se aprende por obligación, sino por un interés real propiciado por quien se encuentra a cargo de la enseñanza y distribución del conocimiento.
Daniel Lesteime (2021), como puede verse en la siguiente tabla, sugiere algunos métodos de enseñanza desde la perspectiva didáctica que pueden equipararse con algunas asignaturas del quinto cuatrimestre de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad UniverMilenium (Plantel Hidalgo):
Aunque pudiera hacerse un recorrido bibliográfico en los campos de la educación con el afán de romper con este actuar dogmático del docente que, desde el enfoque del estudiante, prevalece como una práctica reiterada se ofrece el conocimiento con la ayuda de medios digitales que bombardean de información como es el caso de las presentaciones de diapositivas. Éstas se leen y se comentan, pero no sobresalen más que como un acto dialógico.
Es cierto que en la práctica docente la o el maestro son quienes proponen las vías de acción del estudiante, generan indicios para que el pensamiento sea libre y se manifieste en el aula desde las participaciones y actividades que acentúen lo abordado en el campo teórico-conceptual. No obstante, existe esta prevalencia en la que el educando, más que adherir y reproducir el conocimiento, sólo se transforma en el receptor que retiene palabras para un examen. El olvido y la poca memoria eclipsarán el discurso del docente: “La acción comunicativa no se da sino desde una perspectiva incluyente del otro” (Infante, 2007: 38).
Imideo Giuseppe Nerici (1985) alegaba que el método activo permitía una participación sustancial del alumno ya sea desde un punto de vista físico o mental en el cual el profesor se considera exclusivamente un orientador, guía o incentivador del desarrollo de clases. A ello se aúnan técnicas de enseñanza, los interrogatorios, argumentaciones, redescubrimientos, trabajos en grupo, estudios dirigidos, debates y discusiones, la técnica de problemas y la técnica de proyectos; ésta última relacionada con el pensamiento de Lesteime (2021) que se enunció anteriormente.
Esta activación del educando puede recaer directamente en actividades lúdicas: el juego; la simulación; poner en contexto al futuro profesional de la comunicación en un entorno parecido o semejante al mundo laboral. El educando agradece siempre el ejercicio práctico porque experimenta, investiga, desarrolla nuevas habilidades, las transforma y dirige a sus intereses.
Lúdica y juego
Mientras los estudiantes puedan sobresalir en las sesiones en el salón de clases a partir del ejercicio tecnificado de la práctica comunicativa, sumando los preceptos teóricos y la orientación del cuerpo docente, habrá una mayor adherencia de lo aprendido en el aula, así como una permanencia y atracción e interés a las asignaturas que oferten dinamismo. Para esta activación del educando, la práctica lúdica que refiere a todo aquello que desarrolle o desenvuelva el juego, resulta una acción necesaria y, pese a que la diversidad de autores sugiera que es una diligencia que se conecta o vincula mayoritariamente a los niños y niñas, en los estudiantes de nivel superior, incluso en espacios laborales cuando se capacita a personal o talento humano, ofrece una fluidez y participación activa con respecto a lo que el docente o profesor enseña.
El juego se transforma, deja de tener una connotación vinculada a la niñez conforme las personas se insertan en la vida adulta, misma que no está exenta de este acto, sino que lo orienta a nuevas necesidades, así como al desarrollo de habilidades adicionales; entre ellas, la interacción con terceros y sus entornos. Del mismo modo, al juego no se le denomina de forma diferente cuando se trasciende a la adultez, sino que únicamente cambia la finalidad:
Y es que, cuando crecemos nuestros deseos y gustos de complejizan, según vamos aprendiendo también pueden cambiar. Pero parece que los adultos nos encontramos incómodos en entornos explícitamente lúdicos, y cuando se nos impone jugar es más difícil lograrlos. Podemos ver un punto clave a partir de la adolescencia. El aspecto lúdico comienza a cambiar, nos atraen menos los juegos infantiles y comenzamos a interesarnos más por las relaciones sociales, apareciendo nuevos intereses y comportamientos y el juego va adaptándose a estas necesidades personales y sociales (Gordo, 2020: 69-70).
Ahora bien, ¿qué es el juego?: “El juego resulta una actividad creativa natural, sin aprendizaje anticipado, que proviene de la vida misma. Tanto para el ser humano como para el animal, el juego es una función necesaria vital” (Meneses y Monge, 2001: 113). Se entiende que es una práctica esporádica que se vincula con las aristas de la cotidianidad, con los referentes aproximados a las esferas sociales, por ejemplo, la familia o el trabajo:
Los juegos de simulación o “simbólicos” (como jugar a la familia o al mercado) resultan especialmente beneficiosos: en este tipo de juegos, los niños expresan sus ideas, pensamientos y sentimientos; aprenden a controlar sus emociones, a interactuar con los demás, a resolver conflictos y a adquirir la noción de competencia (UNICEF, 2018: 8).
Como labor docente y bajo la mira de un compromiso de carácter social, es prudente señalar y puntualizarle al educando en comunicación sobre el contexto laboral en el que se pretende adentrar, proponiendo escenarios de acción en los que su labor profesional sea requerida, ya sea desde la comunicación en medios audiovisuales, haciendo un corte transversal en las vertientes política, social, organizacional y humana. Fomentar actividades lúdicas, además de ser un proceso de contextualización, deberá pensarse también como una estrategia de remanencia. Al estar propenso a la utilización de tecnologías de manera constante, el educando pierde el sentido de lo “hecho a mano” y de las acciones humanas en las que deberá de manipular y controlar herramientas para obtener un resultado:
Los juegos son de utilidad para el desarrollo de aptitudes, para el robustecimiento de la fuerza corporal y mental. Como en la mayoría de los casos, ciertas actividades aparecen por primera vez en el juego, parece justificado suponer que la actividad lúdica sirve para la puesta en marcha de determinadas funciones (Andreu, 2006: 38).
El juego instalado en las aras de la educación superior prevalece como una instancia relativamente nueva ya que no existe la suficiente literatura que exponga la puesta en marcha de actividades lúdicas y, mayoritariamente, se vincula o se conecta con la niñez o la educación básica: “De ello se desprende la necesidad de indagar si no se juega o no se toma el juego como objeto de investigación en dicho nivel” (Clerici, Naef y Eckerdt, 2021: 14).
Uno de los principales temores del estudiante y egresado de los programas profesionales en comunicación de la Universidad UniverMilenium es el quehacer laboral; el no haber obtenido el suficiente conocimiento práctico para desempeñarse en un espacio que así requiera de sus servicios a futuro. No obstante, derivado del pensamiento y prejuicio constante en el cual el juego es delimitado únicamente para los infantes, los cuerpos académicos consideran irrelevante generar simulaciones que inviten a los estudiantes a generar ensayos y experimentos para descubrir y correlacionar lo abordado en las sesiones con un docente adjunto. Esto es consecuencia de la impositiva forma dogmática de instruir y enseñar.
La simulación: Comenzar a jugar en la universidad
Desde la mirada de Orozco, Cruz y Díaz (2020), la simulación es aquella estrategia de aprendizaje que permite que los educandos desarrollen procesos empáticos, empoderándose en roles de acuerdo a la representación de las circunstancias, hechos o acontecimientos, con el objetivo principal de generar experiencias significativas para el alumno e invitar a que el conocimiento sea interiorizado, duradero y aplicado en otros contextos.
La aplicabilidad de la simulación puede suscitarse en dos momentos: desde el proceso de enseñanza-aprendizaje y durante la evaluación (Salas y Ardanza, 1995). Un ejemplo es la manipulación de equipo y tecnología para una producción audiovisual. El educando será instruido por el docente en el manejo de videocámaras, consolas y mezcladoras de audio, luminaria y sistemas de microfonía. Luego, los estudiantes se deberán inmiscuir en dichos procesos y explorar los medios físicos para posteriormente tener la seguridad de las acciones subsecuentes. El docente podrá evaluar el desempeño de los educandos desde los preceptos básicos en esta vertiente comunicativa; por ejemplo, desde la ejecución de planos cinematográficos, angulaciones y movimientos de cámara.
Esta acción, que en esencia es sencilla, permite que el educando se sienta motivado; pero, al mismo tiempo, que se considere una persona capaz para desenvolverse en los espacios laborales que, como se mencionaba con antelación, es una de las principales necesidades que los estudiantes manifiestan cuando cursan las asignaturas del correspondiente plan de estudios. El momento idóneo del proceso enseñanza-aprendizaje para que se pueda aplicar la técnica de simulación es el desarrollo de la sesión. Se puede destinar una parte de ésta para organizar y dar instrucciones a los educandos. Asimismo, dedicar determinado tiempo para la ejecución de la práctica y, como parte del cierre, evaluar el desempeño de todos. A continuación, se ofrecerá una propuesta de aplicación de la técnica de simulación de acuerdo a las asignaturas del quinto cuatrimestre de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad UniverMilenium (Plantel Hidalgo). Se hace énfasis en un tópico o tema vinculado a cada una de estas y el cómo se puede aplicar la técnica:
El juego ejercido desde la variante de la simulación teje una íntima relación con el aprendizaje significativo considerado como “[…] una estrategia de aprendizaje que promueve aprendizajes con sentido, relacionados con el contexto socioeducativo de quien aprende, de tal modo que los aprendizajes se convierten en conocimiento, que puede ser usado en diferentes situaciones” (Baque y Portilla, 2021: 78). El sentido no sólo lo otorga el educando, sino la intención del educador en comunicación. ¿Por qué comenzar a simular? Porque el cuerpo académico pretenderá acercar al estudiante a escenarios de acción próximos a su campo laboral. De algún modo, el aula o los espacios en donde surge la simulación se transforma en un sitio de ensayo. Sobre la prueba y error trabajan los que componen el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Finalmente, ¿cómo se debe evaluar al educando después de la simulación? Como se mencionaba previamente, el educando es parte fundamental en las aulas no sólo como aquel o aquella que buscan instruirse en un campo disciplinar como el de la comunicación, sino también como el eje medular de una institución educativa. El papel del docente, aunado a compartir el conocimiento y proponer escenarios de interacción entre educandos, puede también delegar a sus estudiantes la labor de evaluación ya que la simulación deberá postularse como un ejercicio libre y formativo, sin presunción, incurriendo en una práctica en la que los educandos sean los protagonistas o actantes.
La sugerencia para evaluar la simulación es la coevaluación en una modalidad de conversación, diálogo o foro en los cuales los criterios tendrán que estar basados en el escenario propuesto por el o la docente titular de la asignatura; pero determinados por el estudiante ya que esto permitirá una mayor participación dentro del aula o el salón de clases:
Esta se desarrolla con el objetivo de considerar el nivel, valor o calidad de los resultados obtenidos en alguna actividad, proyecto o dentro de la misma materia, se busca verlo como una oportunidad para que los alumnos puedan dialogar de la manera más objetiva los parámetros de dicho trabajo, de esa manera podrán reconocer liderazgos, en donde trabajar más y que fortalezas tienen dentro del grupo, se de crear un ambiente de comprensión que de pauta a la retroalimentación y apoyar el crecimiento de cada uno de ellos (Sampayo, 2021: 7).
Al pretender objetividad, el docente deberá tomar en cuenta los comportamientos y relaciones o interacciones que tienen sus educandos. Por ejemplo, detectar si existen rencillas o conflictos entre estudiantes; o bien, si existen agrupaciones y segmentos que impidan trabajar de forma colaborativa a los alumnos. En todo caso, el docente tendrá la labor de regular la coevaluación buscando un fin colectivo y permitiendo la participación de todos los que se encuentren inmersos en la práctica de simulación. El diálogo o la conversación es un proceso relativo a la coevaluación, permite la escucha activa de todos los presentes y muestra tanto las virtudes como de las oportunidades de mejora de cada uno de los que integran en salón de clases.
La coevaluación fortalece la comunicación interpersonal, la posibilidad de distribuir información entre los que están presentes en el aula; en este caso, el o la docente y los estudiantes. Permite el desarrollo pleno de otras habilidades comunicativas. Adicionalmente, posibilita encontrar argumentos e ideas que puedan robustecer e incrementar el bagaje cultural de los que se alojan en el salón de clases. La comunicación interpersonal se caracteriza por algunas particularidades (Aguado, 2004) que pueden transferirse al proceso de coevaluación. A continuación, se ofrece un ejemplo de ello:
Reflexión final. Movilizar conocimiento desde la práctica
La práctica docente debe sugerir la movilización del conocimiento desde el ejercicio práctico, sin perder de vista los referentes teóricos y postulados o preceptos cuya función es constituir la arquitectura y armazón que sostiene a la disciplina ya que, como ya se ha mencionado, existe una relación inherente entre cómo se hace y por qué se hace. Así, las asignaturas que lo requieran deberán generar momentos en los que el educando se deberá postular como el referente activo en el aula proponiendo ideas y, al mismo tiempo, postulándose como el ejecutor.
Por otro lado, también el cuerpo docente tendrá que explorar nuevas vías para la transmisión del conocimiento, para promover la enseñanza como un proceso activo en el cual el salón de clases sea una comunidad de conocimiento y para que todas las partes que se encuentran inmiscuidas sean emisoras y receptoras. Estas acciones obligan a mantenerse actualizado en las necesidades de los educandos, pero también posicionan al estudiante como una fuerza de trabajo potencial en las aristas de la comunicación competente y con habilidades desarrolladas que permitan una inserción al mundo laboral de forma adecuada.
Los maestros que se dediquen a la enseñanza de la comunicación deberán concientizarse de la constante movilidad y cambios que surgen a partir de la globalización, los medios digitales y las nuevas tecnologías. Y no es que se pierda por completo el eje temático y teórico de la enseñanza, sino que la cultura popular también ofrece nuevas oportunidades para poder compartir el conocimiento. El educando de ahora busca ser el actante; el profesor, el orientador; la guía que conduce al primero y que le comparte de su experiencia. Por ello, ante ese protagonismo solicitado, las sesiones deberán dinamizar también el aprendizaje, procurar que exista una permanencia del mismo, como se planteó con antelación, desde el actuar.
Una vertiente considerable a explorar tendrá que ser la lúdica, desde la perspectiva del adulto, no sólo desde la disciplina de la comunicación, sino en otras esferas académicas ya que la bibliografía sustancialmente se enfoca en los niños mientras que, en la educación superior, pareciera ser que es un referente relativamente nuevo. La apertura de estos estudios, así como la aplicación de estrategias vinculadas al juego, puede ofertar mucho más adherencia y apego a las clases. El educando no considerará su estancia en la escuela, instituto, colegio o universidad como una obligación, sino un espacio que le motive a desarrollarse plenamente para la vida profesional.
Los retos para el cuerpo académico con respecto a la enseñanza de los programas educativos relacionados a la comunicación pueden virar en el sentido del cómo se enseña, el rol del docente es crucial para la formación de los profesionales y futura fuerza de trabajo, pero también es importante destacar el cómo se motiva a los estudiantes a que la permanencia en las instituciones educativas y universidades sea con sumo interés, vocación y entereza. El juego deberá adquirir un nuevo significado en el nivel superior ya no sólo como aquella estrategia de descubrimiento de las habilidades en la infancia, sino como un eje capacitador de otras tantas aptitudes de la arista laboral que pueden orientar al educando a alcanzar un título universitario en comunicación y, posteriormente, posicionarle como un elemento del sector profesional con un valor agregado.
Fuentes
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