Ánimo esperanzador y otras vicisitudes
Lapidiarium
Omar Raúl Martínez
Lunes 4 de junio
En las primeras horas leo en Reforma una reflexión de Jesús Silva Herzog Márquez que siempre resulta oportuna cuando se habla de exigir respeto al ejercicio periodístico:
Nos amenaza el abuso; no debe ser la libertad de expresión un escudo para atacar adversarios. Los medios deben tener un compromiso democrático.
Puntual idea porque en el poblado bosque mediático nunca faltan quienes sólo aprovechan su escaparate para lucrar, chantajear o vender el color de sus palabras. Esos mismos luego pretenden, en efecto, cobijarse en la coraza de la libertad de expresión. Evidenciar a quienes corrompen las teclas y la voz sin mayores intereses que los del propio bolsillo, también es una forma de velar por el respeto de la libertad de expresión.
Pienso que la crítica de prensa únicamente airea los vientos democráticos si ésta se sujeta a la argumentación racional y sustentada o a la develación explicativa sobre asuntos de interés público.
El compromiso democrático que refiere Silva Herzog Márquez trasciende la crítica a ultranza encaminada a descalificar o el halago fácil y condescendiente hacia los poderes. Los medios informativos han de ofrecer –bajo la égida de la responsabilidad– pistas, análisis, datos, hechos, impresiones para entender nuestro entorno y poder así tomar decisiones con conocimiento de causa. La palabra periodística como recurso para la comprensión, como puerta hacia la reflexión y el entendimiento, como palanca del diálogo y la discusión razonada, como vehículo de expresión plural…
Martes 5 de junio
Una estudiante me pregunta sobre si el cierre de Radio Caracas Televisión de Venezuela (RCTV) es un atentado a la libertad de expresión. Sinceramente tengo más preguntas que respuestas. Los medios masivos de casi todo el mundo proyectan esa interpretación que, en primera instancia, pareciera irrefutable. El presidente Hugo Chávez se niega a refrendar la concesión de una televisora que le es adversa a su política, que siempre lo ha cuestionado y que goza de cierta credibilidad.
Quizás los más grave sea el efecto reflejo o el mensaje implícito hacia el resto de los medios venezolanos: cerraron RCTV por “antichavista”… ergo evitaremos caer en el mismo tratamiento informativo. Un cierre que tal vez fomentará la autocensura.
Pero me pregunto: ¿Se niega un refrendo porque la televisora realmente atenta contra el Estado o porque ofrece versiones de la realidad distintas de las que el gobierno desea propagar? ¿Chávez está cometiendo una ilegalidad? ¿Entramos en el terreno de lo legalista y lo legítimo desde el punto de vista político? ¿Por qué las pantallas televisivas en México omiten la supuesta participación e intenciones golpistas de RCTV, que ha denunciado sistemáticamente el actual gobierno de Venezuela? ¿Queda cancelada definitivamente la libertad de expresión en ese país cuando más del 75% de los medios de allá son privados y las miradas internacionales estarán muy pendientes de su quehacer? ¿Qué piensa realmente el pueblo venezolano? ¿La tele de Azcárraga y TV Azteca son ahora paladines de las libertades informativas en el mundo, de la democracia y de la ética política, cuando aprovechan sus señales para desacreditar a dos senadores que han sido críticos acérrimos de ese duopolio por su codicia manifiesta en la Ley Televisa, sin darles derecho de réplica? 1
Miércoles 6 de junio
Un gusto me embelesa. Pero no por la derrota del susodicho duopolio, sino por la victoria de la razón y la causa social. La Suprema Corte de Justicia invalidó ayer cuatro artículos de la llamada Ley Televisa que posibilitaban a los concesionarios refrendar automáticamente sus señales y acceder a servicios adicionales de telecomunicaciones sin licitación ni pago obligado al Estado. El argumento de los magistrados fue que tales disposiciones resultaban discriminatorias, propiciaban los monopolios y afectaban la rectoría del Estado sobre el uso del espectro radioeléctrico nacional. A esto se añade las decisiones de la semana pasada encaminadas a eliminar la discrecionalidad y los obstáculos para alentar la sobrevivencia de los medios permisionados, y diluir la excesiva condescendencia hacia los grandes medios comerciales para poder refrendar sus concesiones.
De verdad es una decisión histórica. Reivindica su actuar el Poder Judicial después de una etapa poselectoral en que resultó fracturada su credibilidad. Puede significar un baño de confianza en una de las instituciones del Estado Mexicano. Se abre un resquicio de esperanza.
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A propósito de la Suprema Corte de Justicia, Sergio Aguayo, en su artículo de Reforma, saca a colación el tema de libertad de expresión. Pero lo hace en su calidad de agraviado, pues en distintos momentos, desde 1997, en algunos círculos ha sido difamado como “agente de Estados Unidos”, “colaborador y empleado de la CIA” y “mercenario, cipayo y traidor a la patria”. Para quienes conocemos la trayectoria de este brillante analista político, esos epítetos caen en la canasta no sólo de lo descabellado sino de lo burdo. Por ello Aguayo interpuso una demanda civil en 2005 y, aunque el fallo definitivo aún aguarda, el 23 de mayo los ministros determinaron que el límite de la libertad de expresión es clara: termina donde comienza el honor y la intimidad de la persona. Más claro ni el agua (potable).
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Por la tarde, asisto a una reunión de trabajo con la Comisión Especial de Seguimiento a las Agresiones a Periodistas y Medios de Comunicación de la Cámara de Diputados, que encabeza Gerardo Pliego del PAN. Han convocado a los organismos de la Red Mexicana de Protección a Periodistas: Fundación Manuel Buendía, Centro Nacional de Comunicación Social, Article 19-Sección México y Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa, así como a la Asociación Mundial de Radios Comunitarias. Parece un encuentro en el que los diputados desean conocer nuestro trabajo, planes e impresiones sobre la libertades de expresión e información. Por parte de nuestros anfitriones se advierte apenas un boceto mínimo sobre el tema. Percibo tibio interés, más que iniciativa; legítimas inquietudes, más que planes concretos; datos y esbozos, más que conocimiento. Lo importante es que buscan la retroalimentación y el trabajo con los diferentes sectores y actores para ofrecer propuestas conjuntas y, hasta cierto punto, consensadas. Cuatro temas planteamos como prioritarios para la agenda de trabajo de dicha Comisión Especial: el fortalecimiento de la Fiscalía Especial de Delitos Contra Periodistas, la posible federalización de los crímenes a informadores, los actos contra radios comunitarias y la transparencia en la asignación publicitaria en el ámbito federal.
Ojalá podamos cosechar frutos desde esta trinchera legislativa.
Jueves 7 de junio
En la primera plana de La Jornada leo que la Corte aplica un severo jalón de orejas al Poder Legislativo por soslayar a pueblos y comunidades indígenas en la Ley Televisa. No sobran estos llamados de atención. Brindan confiabilidad y certeza a gente que no ha cejado en sus empeños por mayores linderos democráticos en materia comunicativa, como Aleida Calleja, Javier Corral, Alma Rosa Alva de la Selva, Jenaro Villamil, Javier Esteinou, Raúl Trejo, Gabriel Sosa Plata, Beatriz Solís, entre otros.
A esta altura nadie duda que la anulación de los siete artículos medulares que daban razón de ser a dicha legislación, evidenció sin recato la vulnerabilidad de los legisladores, de los candidatos presidenciales y del gobierno federal frente a las dos principales televisoras. El duopolio buscó un blindaje ante cualquier eventualidad y, para ello, se aprovechó de la incertidumbre de la coyuntura política. Y su voracidad alcanzó proporciones de insolente “agandalle”.
Sólo la Suprema Corte de Justicia de la Nación pudo y supo –mediante una acción de inconstitucionalidad promovida por 47 senadores– poner un límite a los privilegios que las televisoras deseaban multiplicar.
A partir de ahora, la pelota correctiva en materia de leyes sobre medios de comunicación queda en la cancha de los poderes Legislativo y Ejecutivo. Pero también en el campo de la sociedad civil organizada, los académicos y periodistas cuya aportación ha sido y seguirá siendo sumamente valiosa.
Viernes 8 de junio
Hoy sólo me quedo con las palabras de Carmen Aristegui en Reforma:
Lo que los ministros hicieron es una sacudida para los legisladores de entonces y para los actuales, especialmente los que pasaron de una cámara a otra y que hoy se encuentran en situación de corregirse a sí mismos. Lo que los ministros hicieron ha inyectado un ánimo esperanzador sobre los caminos institucionales como eje de una vida democrática.
Sábado 9 de junio
Al ordenar varios materiales para una clase de periodismo, rescato unos apuntes propios a vuelapluma:
–Lo paradójico: el periodismo sólo refleja o pretende proyectar lo que es y lo que se ve, lo que se dice o lo que se oculta. Y ese sólo hecho suele provocar cambios, despertar cabezas, abrir caminos…
–Actitudes o hábitos irrefrenables en un periodista: curiosidad natural, capacidad de sorprenderse, pasión por aprender, espíritu inconforme, necesidad de expresar lo que se ve, lo que se vive, lo que se piensa…
Domingo 10 de junio
Continúo con los apuntes recuperados:
Manuel Buendía nos sugiere que el periodista ha de estar blindado frente a todo tipo de aparentes frustraciones. El desaliento no tiene cabida. Porque, aunque en un primer momento no se advierta, siempre hay un efecto multiplicador. En ese espíritu, y poniéndome algo filosófico, pienso que el periodismo –como todo actuar humano– potencialmente abriga la vibración del agua, la respiración de la tierra y la luminosidad
del fuego:
Una piedra arrojada a un río irradia círculos concéntricos.
Una gota permanente abrirá un gran boquete.
Una chispa puede desencadenar un incendio.
Director de la Revista Mexicana de Comunicación, presidente de la Fundación
Manuel Buendía y profesor de periodismo de la FES Acatlán de la UNAM.
Correo electrónico: lapidiarium@yahoo.com.mx