Los marginados
Juego de Ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas
El día que la selección mexicana derrotó a la de Estados Unidos viví de nuevo el viacrucis de quien pertenece a una de las minorías más execradas en la actual sociedad: la de quienes no tienen ni gusto ni amor por el futbol.
Tengo claro que somos algo así como el 0.000000000001 de la población (quizá me falten ceros) pero reclamo nuestro derecho a recibir las mismas garantías y privilegios que la Constitución da a los demás ciudadanos. En los últimos años las minorías de todos los sabores, colores e inclinaciones han logrado el reconocimiento social, pero quienes pensamos que el fut es un pasatiempo idiota somos víctimas incluso de los grupos que hasta hace poco vivieron en la oscuridad. Para nosotros no hay ni comisiones de derechos humanos ni «oenegés» protectoras ni comités que se aboquen al estudio y análisis de la condición en que nos encontramos.
Veo con tristeza que nuestro futuro es continuar en el desamparo, en la indefensión y en descrédito social. ¿Se puede esperar otra cosa en un sistema que tolera que sus órganos legislativos abandonen sus responsabilidades para seguir las vicisitudes de una desmedrada selección nacional? Milenio publicó: “El fut, […] paralizó los trabajos en el Congreso. Como en pocas ocasiones, los legisladores apuraron la sesión de la Comisión Permanente. Aprobaron y dispensaron puntos de acuerdo, y poco después de las dos de la tarde salieron todos hacia el restaurante más cercano”. Escandaloso. Pero lo mismo aconteció en una de las instituciones emblemáticas de nuestra naciente democracia. Según el mismo diario: “Igual que los consejeros del IFE, que hicieron un receso de dos horas en su reunión con vocales ejecutivos del país para ver el pambol. Tanto para que el Tri siga en cuarto lugar del torneo eliminatorio rumbo al Mundial”.
Una jornada de circo sin pan (me refiero al alimento) y el pueblo sale a las calles como si hubiese llegado el día de la liberación. Pagar la deuda externa, bajar la inflación al uno por ciento y colocar al dólar a ocho pesos, no serían motivo de tanta alegría. El presidente habló con el director técnico del equipo, cosa que hace unas semanas no hizo con los héroes de la guardería ABC, que sí son un ejemplo a seguir. Reforma publicó: “¡MILAGRO! Los políticos mexicanos se pusieron de acuerdo. […] TIRIOS Y TROYANOS por igual se deleitaron en vivo y en directo con el triunfo de México sobre Estados Unidos en el Estadio Azteca. […] SI ASÍ ESTUVIERAN de unidos los políticos para otras cosas, seguro que México sería una potencia… y no precisamente en el deporte de las patadas”.
También respetados e inteligentes analistas políticos —y otros que no son ni lo uno ni lo otro— danzaron con las multitudes en las jornadas de futbolfilia. Antes, durante y después de la jornada, en sus espacios nos recetaron estudios, análisis y densas disquisiciones sobre los méritos de este deporte que nos trajeron los imperialistas británicos y que hoy celebramos como si hubiera sido inventado por Netzahualcóyotl. Incluso algún intelectual ha publicado un opúsculo titulado “Dios es redondo”. ¡Ay Manuel Seyde, cómo nos haces falta!
¿Alguien en el gobierno habrá tomado nota del peligroso sesgo que tomaron algunas de las manifestaciones de “alegría” de las multitudes en los espacios públicos? Las agresiones a turistas extranjeros, los insultos a personas que la plebe tomó por “gringos”, los connatos de violencia, dan cuenta de la temperatura de los ánimos populares. El día de mañana esos aficionados que hoy se envuelven en la enseña nacional pueden volver cuando se den cuenta de que los goles no bajan el precio de las tortillas. Y entonces incluso las divinidades redondas se las verán verde para apaciguar otro tipo de clamor social.
Profesor – investigador del departamento de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP, Puebla.
Presidente honorario de la Fundación Manuel Buendía.
Correo electrónico: sanchezdearmas@gmail.com
El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar este artículo:
Sánchez de Armas, Miguel Ángel, 2009: «Los marginados«,
en Revista Mexicana de Comunicación en línea, Núm. 117, México, agosto. Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/rmxc/magsa.htm
Fecha de consulta: 20 de agosto de 2009.