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¿Está muriendo el periodismo o los periódicos?
- Al final del día no hay nada nuevo bajo el sol.
- Sobrevivir en el modelo digital requiere la combinación de periodismo de calidad y el uso de las nuevas tecnologías e innovación periodística.
- «Nadie tiene la última palabra en cuanto al conocimiento sobre las nuevas formas del consumo informativo. La constante ahora es el cambio», dice Raúl López Parra.
Por Raúl López Parra
Publicado originalmente en RMC 131
Antes como ahora lo que sigue vigente es el periodismo. No importa el formato, la aplicación tecnológica o la red digital que se elija para distribuir la información; importa que los periodistas comprendan que lo que les mantendrá vigentes es justamente hacer buen periodismo. Lo que les permitirá vivir de su trabajo será el conocimiento sobre el uso de la plataformas digitales, sobre las transformaciones en las relaciones con sus audiencias y sobre las tendencias del mercado informativo.
Sobrevivir en el modelo digital requiere la combinación de periodismo de calidad y el uso de las nuevas tecnologías e innovación periodística. En tiempos de la sociedad de la información esa es la única receta del éxito.
Los primeros en sentir los embates de las transformaciones provocadas por las nuevas tecnologías son los periodistas, quienes han pasado del recelo a la aceptación acrítica del uso de las plataformas digitales para realizar su trabajo.
El soporte físico por el cual se difunde la información debiera ser sólo un elemento más en las formas como se realiza periodismo, sin embargo es la piedra angular que sostiene a la industria periodística porque la rentabilidad de los productos periodísticos se da, justamente, con el planteamiento productivo que se crea a partir de las plataformas.
Innegablemente un periódico impreso genera más costos de producción que uno digital: desde la maquinaria para imprimir los ejemplares y el personal técnico-administrativo, hasta la plantilla periodística.
La necesidad de rentabilizar un medio impreso se torna más difícil porque gran parte de las ganancias se destinan a los gastos de producción, incluidos los salarios e insumos. Los remanentes pueden emplearse en la adquisición de equipo tecnológico que permita ahorrar costos y mejorar el trabajo. Pero poco de esos remanentes se destinan a crear unidades para desarrollar periodismo de investigación. Es decir, la mayor parte del dinero va para la compra de equipos y poco al capital humano.
La llamada crisis de los medios impresos no es otra cosa que la incapacidad de generar dividendos que permitan financiar a la planta productiva. De entrada, los medios impresos deben competir con otros medios impresos por atraer la atención de los lectores. En este punto aún no incluimos la competencia con los medios digitales.
Los medios impresos, en su mayoría, no viven de la venta de ejemplares o de la suscripción, sino de los anunciantes. Por ello es que más que ser vendidos, los medios impresos, y general cualquier medio periodístico, buscan ser leídos porque ello les garantizar una mayor influencia en la sociedad. En otras palabras: buscan tener prestigio porque el prestigio vende y los anunciantes son más susceptibles de anunciarse en los medios de mayor prestigio y circulación.
No soslayamos la tipología de los medios según la segmentación de sus públicos –es decir, los periódicos nacionales, locales, especializados, de nota roja, sensacionalistas–, pero nos concentramos en el modelo de la prensa general o prensa de prestigio.
Decir “prensa de prestigio” no explica mucho y resulta un término resbaladizo, pero es una etiqueta operativa que ha permitido diferenciar la llamada prensa seria –la que busca informar con la mayor objetividad– de la que sólo busca escandalizar.
Por “prensa de prestigio” nos referimos a las organizaciones periodísticas que tienen como principio deontológico manejar la información de acuerdo con estándares profesionales, que van desde el uso correcto del lenguaje hasta el empleo de técnicas periodísticas para investigar y recopilar información, con el fin de generar noticias que ayuden a los ciudadanos a construir su opinión en torno a los asuntos públicos.
Los periódicos impresos, bajo el modelo que los conocemos hasta ahora, han tenido una vida de 200 años. La industria periodística ha sido posible gracias a que la masificación de los diarios permitió generar un modelo de negocios en el que se ofrecen las noticias como mercancías susceptibles de intercambio comercial. El desarrollo de los géneros periodísticos como hoy los conocemos, constituye la forma de empaquetar la información para su consumo: es una convención de formatos definidos para los lectores.
El modelo de negocios era sencillo. A cambio de informarse, los lectores tenían que pagar el costo de la publicación o suscribirse pero, como se ha mencionado, la venta de anuncios publicitarios era y es lo que genera los mayores ingresos.
Pese a la aparición de la radio y la televisión, que en un principio se pensó acabarían con los periódicos impresos, la industria pronto se adaptó porque estos medios no implicaron una sustitución, sino una complementariedad en los consumos informativos. Lo que la audiencia escuchaba en la radio o veía en la televisión, lo profundizaba en el periódico. Esta cohabitación mediática entre prensa, radio y televisión permitió consolidar a la industria periodística porque las fronteras de los soportes físicos estaban claramente definidas.
Las organizaciones periodísticas seguían siendo los representantes generales de la información porque el modelo de comunicación de masas se fundamenta en la producción y emisión de contenidos de unos pocos a muchos.
Internet subvierte a la industria periodística
Con la aparición de internet tales fronteras se han difuminado y los principales afectados son los medios impresos. El modelo masivo se ha transformado a un modelo segmentado e incluso ya se habla de la hipersegmentación, en donde las audiencias tienen la capacidad de seleccionar contenidos a la carta.
Lo primero que ha venido a subvertir el orden mediático de las organizaciones periodísticas ha sido la proliferación de fuentes informativas a un grado tal, que se vive incluso una sobreabundancia informativa.
Para diferenciar este naciente orden mediático se habla ahora de nuevos y viejos medios. De modo simplista, se puede decir que los viejos medios serían todos aquellos que no nacieron en internet, mientras que –por definición– los nuevos emergen en las plataformas digitales.
La Internet también ha roto el modelo unidireccional de emisores y receptores. Ya no son unos pocos los que producen y difunden contenidos a muchos, sino que son muchos los que difunden a muchos o a pocos, según el caso. La Internet es un medio de comunicación personalizado y, a la vez, potencialmente masivo. Un video subido a la red puede pasar de tener cientos a miles o millones de vistas.
La Internet ha permitido la aparición del periodismo ciudadano, un concepto que aún entre los estudiosos está en discusión. Por periodismo ciudadano se suele entender los contenidos que realizan personas que no trabajan para una organización periodística. Es decir, la creación de contenidos cuyo objetivo es informar pero que no en todos los casos están realizados con las técnicas periodísticas exigibles entre los considerados periodistas profesionales. El periodismo ciudadano se ha potenciado desde los blogs hasta los microblogs y el uso de los dispositivos móviles. En algunos casos, el periodismo ciudadano ha sido la vía para difundir información que las organizaciones periodísticas no presentan en sus espacios.
En este sentido, la internet también ha posibilitado a las audiencias establecer un canal más igualitario frente a las tradicionales organizaciones periodísticas, lo que les permite cuestionar y confrontar los contenidos informativos.
Tardíamente algunas organizaciones periodísticas han comprendido que su papel como gatekeepers o filtradores de contenidos, está teniendo menos peso en los consumos informativos de las audiencias con acceso a internet, quienes ahora tienen una mayor capacidad de establecer por sí mismas los tipos de informaciones que desean consumir.
José Manuel Pérez Tornero, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, resume de forma clara las transformaciones que se están viviendo en la transición, no sólo del periodismo impreso al digital, sino en el surgimiento del ciberperiodismo:
[…] Nos encontramos en un conjunto de innovaciones y transformaciones que afectan integralmente a todas las dimensiones de la comunicación periodística y que acabarán mudando su naturaleza. Cambio decisivo en todos los aspectos del periodismo: en sus procesos tecnológicos de producción; en sus lenguajes, mensajes y discursos; en las formas de recepción y uso; en las rutinas profesionales; y, en definitiva, en toda la cultura periodística comunicativa.1
Los medios impresos están agonizando porque las condiciones de la industria están cambiando. En primer lugar, existe una caída generalizada de lectores que compran ediciones impresas, al tiempo que la mayoría está mudando sus hábitos de lectura en internet.
En segundo lugar, la aparición de múltiples fuentes informativas en la red trae consigo el abaratamiento del periodismo tanto en su hechura como en su comercialización. La velocidad con la que se produce y difunde información está dejando poco margen para el periodismo de investigación que, cabe decir, incluso previo al boom de internet, ya veía limitados sus espacios en los medios impresos.
Paradójicamente, hoy más que nunca existe en Internet un mayor potencial para desarrollar periodismo de investigación, pero también existen menos recursos económicos para realizarlo. El periodismo de calidad tiene un costo y los lectores no están dispuestos a pagarlo; por tanto, sólo las grandes organizaciones periodísticas tienen la capacidad económica para desarrollar el periodismo de investigación.
Mayor tráfico pero no mayores ganancias
Pero el problema no sólo es para los medios impresos, sino también para los digitales. Un ejemplo de que las audiencias no están dispuestas a pagar por los periódicos en línea se observa en la cantidad de suscriptores que tienen los diarios en sus ediciones digitales.
Las audiencias, sobre todo los jóvenes que han sido considerados nativos digitales porque han crecido con el uso de internet, han tenido acceso gratuito a la información. Pocos están dispuestos a pagar una suscripción por un diario cuando pueden obtener la información por otra múltiple fuente de noticias.
La abundancia informativa a la vez está matando a la industria periodística. Existen incluso casos de medios digitales que han sido sumamente exitosos en tener un gran tráfico, sin embargo ello no se traduce necesariamente en ganancias. Como ejemplo está soitu.com, el portal informativo español fundado por Gumersindo Lafuente, quien actualmente es el encargado de elpais.com. El sitio soitu.com logró mantenerse 22 meses en la red y reportó un millón de visitantes únicos e incluso ganó dos premios de la Online News Association y, pese a ello, no logró mantenerse como negocio.2
Otro factor que ha contribuido a la crisis de al industria periodística han sido las plataformas de internet que se han convertido en agregadoras de contenido.
Difícilmente un periódico digital puede competir con el servicio de noticias de Google, que con la inmediatez de segundos en los que el usuario tarda en teclear una búsqueda, se despliega las noticias de una variedad de fuentes informativas y donde, comúnmente, aparecen en primer lugar los sitios que de entrada ya tienen mayor tráfico.
Tampoco los medios pueden competir con Facebook y Twitter que se han convertido en los principales espacios de socialización de contenidos informativos. Hace tiempo que los lectores dejaron de entrar primero a los sitios de noticias. Ahora visitan primero su perfil en la red social y a partir de ahí se enteran de lo que otros están compartiendo.
Sería un contrasentido pensar que Google o Facebook sean competidores de los periódicos impresos y digitales pues no son organizaciones periodísticas, y en efecto no lo son. Sin embargo, se pierde de vista que estas plataformas son las que exitosamente están capitalizando el tráfico de la red por la contratación de anuncios: un modelo de negocios del que han vivido los periódicos y que ahora está siendo canalizado a los agregadores de noticias.
Otro fenómeno que ha generado dificultades a la industria periodística son los llamados curadores de contenido. A partir de que las organizaciones periodísticas dejan de ser los filtradores de noticias, debido a la multiplicidad de fuentes, han aparecido portales en Internet y usuarios que se dedican a monitorear y seleccionar noticias para compartirlas con sus lectores.
El problema es que la información seleccionada suelen publicarla en sus propios espacios. No es información que ellos producen. Reescriben la noticia o dan un resumen de la nota original, y si bien es cierto que incluyen los hiperenlaces de los sitios de donde reportan la información, muchas veces los lectores no llegan a las fuentes originales, motivo por el cual éstas no reciben el tráfico y no hay como rentabilizarlo. De ese modo, información exclusiva que un medio publica para su audiencia se difunde en otro espacio. Se pierde el sentido de la exclusividad y por tanto la posibilidad de rentabilizarla. Este fenómeno incluso ha motivado un debate, por lo menos en Estados Unidos, para crear un código de ética para los curadores de contenidos.3
¿Hacia dónde van los periódicos impresos?
El futurólogo y consultor estadounidense Ross Dawson publicó en 2010 una línea del tiempo provocativa, porque detalla los años en que será publicado en último periódico impreso, según las condiciones socioeconómicas de cada país.
A consideración de Dawson, en 2017 se publicará el último diario impreso en Estados Unidos mientras que en Gran Bretaña e Islandia será en el 2019. Para México pronostica que será en 2033, mientras que el resto del mundo verá el último diario impreso en el 2040.
Entre las causas por las cuales los periódicos impresos desaparecerán, Dawson explica que se encuentra la proliferación de interfaces digitales como el uso mayor de tabletas y teléfonos móviles que suplantarán el papel por el papel digital sobre todo en los países desarrollados. Dawson también considera que el colapso de las finanzas de los medios impresos, particularmente en los países en desarrollo, será provocado por la pérdida de anunciantes y lectores. Ello no permitirá sufragar los gastos en la producción y distribución de los periódicos impresos porque económicamente no será viable mantenerlos.4
Nadie tiene la última palabra en cuanto al conocimiento sobre las nuevas formas del consumo informativo. La constante ahora es el cambio. Sin embargo, al final del día no hay nada nuevo bajo el sol. Antes como ahora lo que sigue vigente es el periodismo. No importa el formato, la aplicación tecnológica o la red digital que se elija para distribuir la información; importa que los periodistas comprendan que lo que les mantendrá vigentes es justamente hacer buen periodismo. Lo que les permitirá vivir de su trabajo será el conocimiento sobre el uso de la plataformas digitales, sobre las transformaciones en las relaciones con sus audiencias y sobre las tendencias del mercado informativo.
Sobrevivir en el modelo digital requiere la combinación de periodismo de calidad y el uso de las nuevas tecnologías e innovación periodística. En tiempos de la sociedad de la información esa es la única receta del éxito.
Notas
1) Pérez Tornero José Manuel (2007) en La Enseñanza del ciberperiodismo. De la Alfabetización digital a la alfabetización ciberperiodística. Comunicación Social Ediciones y Publicaciones Sevilla. Zamora
2) Se puede leer el mensaje de despedida de Gumersindo LaFuente en www.soitu.com
3) Carr, David, (2012) A Code of Conduct for Content Aggregators The New York Times, Marzo 11, 2012
4) Dawson, Rosso (2010) Further explanation and answers to 6 questions on the Newspaper Extinction Timeline after one million views, consultado en http://rossdawsonblog.com/weblog/archives/2010/11/further_explana. html
Maestro en Comunicación por la UNAM.
Editor de la RMC.
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