Una nueva propuesta económica: ficción a la carta
- La programación de la industria televisiva, al ritmo de la política
Por Carmen García Bermejo
Publicado en El Financiero el 11 de diciembre de 2012 p. 34
Como nunca antes, telenovelas, series, programas dramatizados y de opinión fueron producidos intencionalmente como productos integrados de propaganda política de distinto tipo que tuvieron como resultado sorpresivos niveles de rating. Así, los televidentes mexicanos han visto un bombardeo ideológico encubierto en sus ficciones favoritas y emisiones de entretenimiento. Todo para favorecer el control informativo y legitimar la estrategia que el gobierno federal empleó para combatir el narcotráfico.
La programación de la televisión mexicana ha caminado a ritmo de la política. Esta afirmación es el resultado de una investigación realizada acerca de lo que los mexicanos consumen en los medios audiovisuales y, específicamente, en la pantalla chica a la que el 90 por ciento de la población tiene acceso. En el libro Transnacionalización de la Ficción Televisiva en los Países Iberoamericanos -coordinado por Maria Immacolata Vassallo, de la Universidad de São Paulo, y Guillermo Orozco Gómez, de la Universidad de Guadalajara– se presentan los análisis sobre producción, audiencia y repercusión socio-cultural de la ficción televisiva en 11 países de América Latina y en la península ibérica. Se trata de un estudio impulsado por el Observatorio Iberoamericano de Ficción Televisiva (Obitel) y el Globo Universidad.
Con este libro, los coordinadores muestran las nuevas formas en que las audiencias se relacionan y vinculan con la ficción televisiva que, ahora, miran y consumen por medio de la televisión, la Internet y dispositivos móviles como celulares, laptops, ipods, ipad, etcétera. Por ejemplo, en el universo de 68 canales abiertos de alcance nacional en los 11 países analizados, las emisoras de capital privado representan el 70.5 por ciento; esto es, más del doble de las públicas (29.5 por ciento). El único país que posee el mismo número de emisoras privadas y públicas es Portugal, aunque esa cifra también es cercana a la de Colombia, Ecuador y México. En los otros países dominan nítidamente las emisoras privadas y Estados Unidos es el único país en el que no existe un canal público dirigido a la población hispana.
En Transnacionalización de la Ficción Televisiva en los Países Iberoamericanos el capitulo México fue elaborado por Guillermo Orozco, Francisco Hernández, Darwin Franco y Adrien Charlois. A este apartado, los autores lo titulan “Ficción a la carta/La programación a ritmo de la política”, debido a que entre 2011 y la primera mitad de 2012 la dinámica política predominó en el escenario mediático y, en particular, en el audiovisual contagiando no sólo las decisiones con respecto al apagón analógico, reparto del cuádruple play y publicidad electoral, sino que también se vertieron explícitamente en varios géneros programáticos, especialmente en la ficción televisiva. Si bien la fijación de la agenda política se realizó en programas informativos, su construcción se realizó intencionalmente a través de series, telenovelas y emisiones dramatizadas.
El estudio detalla que las telecomunicaciones y los tiempos preelectorales por la sucesión presidencial en México marcaron la tónica y la perspectiva de las industrias audiovisuales del país. Éstas, por un lado, decidieron crear una alianza -comandada por Televisa y TV Azteca– para favorecer el control informativo y legitimar la estrategia de seguridad que el Estado empleó contra el narcotráfico y, por otro, buscaron todos los resquicios legales para encabezar la convergencia digital. Asimismo, es significativo el aumento de tiempo de producción y transmisión de programas de ficción respecto al 2010, lo cual se debe a que a partir de este año Cadena Tres es considerada como canal nacional, pues su cobertura alcanza una audiencia abierta de la cuarta parte de la población total del país, más otros 15 millones vía la televisión de paga, lo que asciende a un tercio de la población total, similar al caso de los canales públicos 11 y 22.
Cabe recordar que Cadena Tres se unió, en 2010, a la empresa Argos Comunicación, una productora de ficción que a mediados de los noventa rompió el monopolio de la producción de ficción mexicana al trasmitir, por TV-Azteca, dos de las telenovelas con un alto rating: Nada Personal (1996) y Mirada de mujer (1998). Ahora, su alianza ha hecho que Cadena Tres se ponga a la vanguardia en la producción de ficción no sólo por el número de producciones en un año (tres), sino por sus fuertes propuestas temáticas.
En los programas presentados por la televisión mexicana, el tiempo total de las telenovelas aumentó cerca de 2 mil horas, lo cual se explica por la producción de Cadena Tres; las series también tuvieron más presencia en la televisión nacional al aumentar 2 mil 200 horas, incremento reflejado también en las preferencias de las audiencias, las cuales colocaron a las series El encanto del águila, El equipo y Los héroes del norte en el top ten 2011.
En relación a la inversión en publicidad, el libro refiere que la industria audiovisual tuvo un incremento del cinco por ciento, siendo el sector de cosméticos, productos para el cabello, lácteos y el financiero (bancos) los que más se anunciaron en la televisión abierta mexicana, la cual tuvo una ganancia estimada en 34 mil millones de pesos. La inversión publicitaria que se rezagó, a diferencia del 2010, fue la referente a la televisión restringida (vía satélite o cable), pues sólo obtuvo 3 mil 839 millones de pesos, cantidad muy por debajo de lo que obtuvieron medios como la radio (5 mil 563 millones), la prensa (4mil 257 millones) e Internet (4 mil 70 millones).
En este contexto, Televisa siguió dominando el mercado de la publicidad en la televisión al acaparar el 75.6 por ciento de las ganancias del sector y TV Azteca registró un incremento del tres por ciento al obtener 11 mil 903 millones de pesos por ganancias publicitarias.
Aunque en el año pasado se dispuso que en la contienda electoral las empresas de televisión no podían vender a los partidos todo el tiempo-aire que desearan -como sucedió hace seis años- eso no impidió el uso de “propaganda integrada” en la programación de la pantalla chica, especialmente en la de ficción y en la de entretenimiento. Desde 2005 existe una tendencia creciente de esta propaganda, a partir de que la protagonista de la telenovela La fea más bella dijera en uno de los capítulos: “Yo voy a votar por Felipe Calderón”. En 2011, además de insertar propaganda, se hizo una ficción para montar agendas concretas, como el caso de la miniserie El equipo -transmitido por Televisa- y que, al parecer, se produjo como contra propaganda a la percepción popular negativa sobre la policía federal.
Otro punto donde se destaca la intención de poner freno a la propaganda es el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia 2011, signado por 715 medios de comunicación. Pero en la programación televisiva de ficción estos criterios pactados por los medios firmantes no se aplican. Peor aún, en muchos casos se busca naturalizar algunos de los actos violentos como parte de la cotidianeidad nacional. Así, en series o programas dramatizados se ofrecen hasta alternativas de cómo actuar o sentirse frente a la violencia, unas amparadas en la esperanza religiosa y otras en la promoción de la apatía ciudadana.
-Por ejemplo -registra el estudio- si el Acuerdo puntualiza que los medios debían condenar y rechazar la violencia, esto no sucedió en producciones como Emperatriz, de TV Azteca, serie que no tendrían sentido sin los hechos violentos ahí presentados. Lo mismo sucedió con El equipo, de Televisa, donde todo se engarzó a las acciones que la policía federal realiza contra el crimen organizado, aunque éstas sean igualmente violentas. Por otra parte, si la idea con el Acuerdo era omitir o desechar toda información que proviniese del narcotráfico, en el dramatizado La reina del sur, de Telemundo, se tendría que haber censurado la explicación que se da para conocer cómo operan los grandes cárteles de la droga y no centrar la censura en una escena donde se besan las protagonistas.
En este amplio estudio, también se muestra que lo imperante en la programación de ficción es la descontextualización de las representaciones. Si bien en El equipo se realizan capítulos que ubican geográficamente la violencia en Ciudad Juárez o Monterrey, sus consecuencias y respuestas no están correctamente dimensionadas porque toda violencia parece terminar cuando llegan los federales, conclusión muy similar a la que se da en el dramatizado La rosa de Guadalupe, donde todo mal acaba cuando la Virgen de Guadalupe realiza un milagro. Asimismo, se estipula que en este tipo de series la representación de los criminales hace que éstos queden etiquetados como personas jóvenes, sin estudios, preferentemente morenas y con tatuajes.
La tendencia a “naturalizar e integrar” la violencia social que padece el país como parte de la trama en telenovelas y series no sólo se incrementó en este año, sino que alcanzó niveles insospechados porque, ahora, la inclusión de este tipo de temas se realiza a la medida y por encargo. Lo cual significa el inicio de una “ficción a la carta” y supone un riesgo importante para un producto televisivo que, como ya se ha dicho, comienza a politizarse por la falta de una legislación que regule o prohíba la inserción y/o naturalización de la propaganda política gubernamental y electoral dentro de la ficción.
Así sucedió con la serie El equipo, producción por la cual la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del gobierno federal pagó a Televisa poco más de 10 millones de dólares.
-Es alarmante que la ficción televisiva -apunta el análisis- se convierta en un tipo de mercadeo social o un gran spot político donde, sin advertir a las audiencias, se esté creando algo más que una historia de ficción. Por el contrario, esto se aprovecha para insertar una perspectiva ideológica donde sólo se hace evidente una visión de la realidad social: la gubernamental o la electoral de cualquier partido. Visión que contrasta con la violencia generalizada en grandes zonas del país.
Qué interesante artículo, en verdad que la televisión debe avanzar, y el estudio que presentan es por de más interesante. Creo que la televisión de paga puede ofrecernos más opciones de mala programación y más opciones de excelente programación, esperemos que lo bueno se incremente. Yo estoy viendo, por ejemplo, la serie Sr. Avila que me parece un gran avance en la producción, recursos y temáticas que en latinoamérica no se habían aprovechado.