Las revistas de chismes tienen sitiado el mercado de la edición
El Financiero,Cultura , 25 de agosto de 2009
Lo cultural como opción a la “literatura chatarra”
Carmen García Bermejo
Periodista de El Financiero y colaboradora de la RMC
En un país donde su población tiene un nivel elemental de lectura, por abajo de los tres libros leídos al año, los mexicanos buscan textos de autoayuda y esoterismo, historietas eróticas y revistas del corazón. Pese al negro panorama, las revistas culturales se rehúsan a desaparecer y se mantienen como opción a la “literatura chatarra”. Aquí sus peripecias.
La situación de la industria editorial se ha complicado. Ahora revistas y libros padecen una reducción en sus tirajes de hasta un 15 por ciento, debido al incremento del 30 por ciento en el costo del papel y a la devaluación del peso frente al dólar y al euro. Situación que provoca un alza en el precio de libros y revistas de entre tres y diez por ciento. Pero, en consecuencia, se genera una caída de hasta el diez por ciento en las ventas de estas publicaciones.
En este colapso están inmersas las revistas culturales que, además de la crisis económica del país, se enfrentan a la realidad mexicana: el bajo nivel educativo de su población y la falta de lectores interesados en publicaciones alejadas de la banalidad. Al ser México un país donde más de siete millones de jóvenes de entre 12 y 29 años de edad no estudian, ni trabajan, y sólo 27 por ciento de los jóvenes en edad de cursar estudios superiores puede hacerlo, el común de la población prefiere la “literatura chatarra”, la cual está acompañada de una impresionante mercadotecnia que le permite colmar los puestos de periódicos de todo el país. Tan sólo historietas como El libro vaquero y La novela policiaca tienen un tiraje de entre 800 mil y 500 mil ejemplares semanales, cada una. En tanto, revistas como TV Notas y TV Novelas salen semanalmente al mercado con un tiraje de 780 mil y 250 mil ejemplares, respectivamente.
Las revistas culturales se pierden en esta marejada de papel. Pero sus directores y editores mantienen su interés en atraer la atención de la sociedad hacia los temas abordados. La característica de las publicaciones que aquí se presentan es que siempre destinan un espacio para reconocer la trayectoria y las aportaciones de quienes han hecho la música, la danza, el cine, el teatro, la pintura… en este país, pero también de aquellos que, tras bambalinas, hacen posible que un montaje o una producción funcione.
Sin clasificación alguna
A iniciativa de dos ex primeros bailarines de la Compañía Nacional de Danza, Raúl Fernández y Sandra Bárcenas, surgió la revista Danza, Pasión & Movimiento con el fin de difundir el trabajo que sobre los diversos géneros de esta disciplina artística se desarrolla en el país. Establecer una especie de registro gráfico y escrito de lo que actualmente sucede en la escena de la danza. Es una publicación trimestral con un tiraje de tres mil 500 ejemplares, los cuales se distribuyen a través de las librerías Educal, una tienda departamental, en locales especializados en danza y en escuelas de la República donde se imparte esta profesión.
Raúl Fernández, director editorial de Danza, Pasión & Movimiento, explica que en un mercado donde las publicaciones escénicas son contadas, la danza necesitaba de un espacio que, mediante un lenguaje sencillo y comprensible, acercará a los protagonistas de la danza, nacional y extranjera, con la sociedad. Pero también con futuras generaciones de bailarines que pueden encontrar en esta edición desde prácticos consejos sobre dietas, cuidados del cuerpo y ejercicios hasta las aportaciones que artistas e intelectuales han hecho, en diferentes épocas, al desarrollo de la danza y que pocas veces se difunde.
Fernández recuerda que al viajar a otros países como integrantes de la Compañía Nacional de Danza del INBA, se daban cuenta de que en Estados Unidos, Canadá o Europa hay más de una publicación especializada en danza. Sin embargo, en México no, aunque son varias las revistas que sobre el tema se han editado, pero de igual forma han desaparecido: “Así es que Sandra y yo -añade- nos metimos en este camino de publicar un a revista especializada en danza porque sentimos que, con la extensión de nuestro país y con la variedad de danzas que los mexicanos tenemos, era necesario que hubiera una publicación donde se conjuntara el quehacer dancístico de México. Para que los del norte conozcan lo que se hace en el sur y los del sur en el centro…”
Sin tener conocimiento del mundo editorial y sus variaciones, los bailarines lanzaron su primer número. Para ello, emprendieron la búsqueda de personas que quisieran escribir sobre danza. Los textos pronto llegaron y descubrieron que investigadores, maestros, bailarines, coreógrafos, críticos y hasta aficionados encontraron un espacio donde publicar el acontecer de la danza en México.
Fernández indica que lograron formar la revista y, una vez lista para su lanzamiento, no tenían dónde distribuirla: “Como no sabíamos nada de la industria editorial -continúa- porque todos somos bailarines, nunca pensamos en ese aspecto. Por fortuna, nos asociamos con la revista ArquiEditorial que desde hace siete años está en los puestos de periódicos y tiene una distribuidora formal. Por esta mancuerna, logramos colocar a Danza, Pasión & Movimiento en la red de librerías Educal y en las tiendas Sanborns”.
A pesar de sus alianzas, los editores de la revista tuvieron que hacer una ardua labor de convencimiento entre el personal de distribución que se negaba a aceptar la propuesta de un nuevo ejemplar porque, según ellos, la gente común no llega a la tienda a buscar una revista de danza. Finalmente, la revista entró a determinados puntos de venta: “Cada que paso por una de esas tiendas -apunta Fernández- busco la revista. Pero la tengo que sacar de hasta atrás de los anaqueles donde los encargados de este departamento la colocan. En las diferentes tiendas, la revista está en estantes indistintos porque los empleados no saben cómo clasificarla. Así es que normalmente su lugar está en los últimos anaqueles. Entonces, voy a los Sanborns y la coloco a la vista de la gente. Me salgo y cuando regreso, ya está otra vez en su lugar: atrás de todas las revistas”.
Fernández asume que esa es una batalla que deben ganar al consideran que es una publicación que puede atraer la atención de los jóvenes que no están vinculados con la danza. Pero también acepta que las ventas no han sido muy buenas, aunque a través de suscripciones es como han logrado recuperar lo invertido en su elaboración. Lamenta que sean pocos los anunciantes interesados en presentar sus productos en una revista cultural: “Hasta ahora -subraya- la publicidad que hemos vendido no es suficiente para obtener los recursos necesarios que solventarían los sueldos de quienes elaboran la revista. De hecho, nadie de nosotros como editores recibe un peso, mucho menos los colaboradores. Apenas nos alcanza para pagar el tiraje de la revista. Pero nuestro impulso es la aceptación que ha tenido la revista, por lo menos, entre la comunidad. Maestras de ballet y ex bailarinas nos han comentado que la revista también la usan como un medio de educación para sus alumnos”.
Sólo dinero fácil
A lo largo de los años, las revistas, los suplementos y las secciones culturales han sido espacios naturales para la lectura. Sin embargo, en la última década estos nichos han ido desapareciendo e incluso se han fusionado con las secciones de espectáculos de periódicos y semanarios. A esto hay que agregarle que, en pleno siglo XXI, uno de cada diez mexicanos mayores de 15 años no sabe leer ni escribir. Pero, además, la población que alcanza a leer por lo menos tres libros al año, no entiende lo que lee.
Esto tiene su contraparte. Se estima que en México, cada mes, aparecen 30 millones de nuevos ejemplares en los puestos de periódicos que son adquiridos por la población de todo el país. Entre esos títulos destacan las historietas eróticas y del corazón como El libro vaquero, Encuentros prohibidos, El libro semanal, Frontera violenta, El libro policíaco de color, El libro sentimental y La novela policíaca, así como revistas de chismes de artistas y políticos como TV Notas, TV Novelas, Caras, Furia musical, Cosmopolitan y Vanidades. Se calcula que cada uno de estos ejemplares, son leídos por cinco personas más, al ser publicaciones que se pasan de mano en mano. Así, El libro vaquero, que tiene un tiraje de 800 mil ejemplares a la semana, es leído por quien lo adquiere y por cinco integrantes de su familia. Toda una cadena.
En contraste, las revistas culturales no tienen un alcance masivo, ni tampoco el respaldo financiero, ni comercial de empresas como Televisa que impulsen su permanencia, como sí sucede en varios de los ejemplares arriba mencionados. Leticia García, editora de la revista especializada en teatro Paso de Gato afirma: “Sabemos que los best-sellers y las revistas de chismes de estrellas de la televisión tienen sitiado el mercado del libro y de las publicaciones periódicas. De modo que la nuestra, además de una labor que disfrutamos, es un intento de resistencia para mantener vivas las alternativas. Si logramos que a través de una de nuestras publicaciones los lectores descubran la fuerza y riqueza de un texto dramático, que puedan ver, bajo una luz distinta, cierto problema social reflejado en un drama o disfruten o se sorprendan con los temas y tratamientos con los que se está haciendo teatro en México u otros países del mundo, habremos cumplido nuestro objetivo”.
Con casi ocho años de vida y 38 números editados, Paso de Gato se ha consolidado como un proyecto teatral de calidad. Sin embargo, esta revista no escapa al problema del financiamiento. Leticia García explica que es a través de anunciantes como sobrevive esta publicación, un trabajo arduo porque deben de gestionar, buscar y convencer todo el tiempo para que se anuncien en la revista: “Aquí -prosigue- nos ha sucedido una cosa interesante. Hemos sido cobijados por la solidaridad del medio cultural, lo cual nos permite tener colaboradores de una calidad inmejorable y que Paso de Gato circule, por lo menos, entre la comunidad de las artes escénicas. Trabajamos con números negros y por eso logramos mantener la producción de la revista. Todo el equipo sí cobramos un sueldo simbólico, pero disfrutamos mucho el trabajo”.
Otro de los retos a los que se enfrenta Paso de Gato es la distribución. Ante lo difícil que es la comercialización de la revista, el quipo editorial conformó grupos de jóvenes voceadores para que la revista circule en diversos espacios culturales. García asegura que esta estrategia ha funcionando porque sus voceadores asisten a los teatros donde se estrenan obras o permanecen en temporada y a otros espacios culturales donde saben que hay interesados en las artes escénicas. Es ahí donde se hace la venta directa de la revista. Aunado a esto, lograron ingresar a la red de librerías Educal y Gandhi: “Pero considero necesario -añade- que los distribuidores tengan una profesionalización en revistas especializadas porque tanto los libreros como los encargados de las tiendas departamentales carecen de criterio para resaltar las cualidades de determinada revista. Su criterio, ahora, es si se vende o no. Si está de moda o no. Sólo lo que les deja dinero fácil es lo que promueven en sus anaqueles. Actualmente los tiempos que dura un ejemplar de la revista en librerías son muy cortos. Hay una movilidad impresionante de publicaciones y al mes te regresan todos los materiales no vendidos. Si los editores no están en contacto con las librerías, su revista se pierde en ese mundo editorial”.
En México no se han agotado aún los métodos de acercamiento a las publicaciones especializadas. García recuerda que, desde un inicio, el interés de Paso de Gato fue dar a conocer el quehacer escénico de México y de otras partes del mundo para hacer llegar a los artistas, especialistas y espectadores información actualizada. Pero también para luchar contra el olvido de las aportaciones que, a lo largo de los años, han dado vida y enriquecido las artes escénicas de nuestro país. De ahí que entre las secciones principales de la revista siempre figure el apartado “Perfil”, destinado a rendir un pequeño homenaje a personalidades de la escena que, en las diversas áreas, han contribuido al desarrollo del teatro en México: “Nos interesa -recalca- estimular y difundir la reflexión y la creación, así como promover la discusión. Así es que el lector puede encontrar ensayos, artículos, comentarios, reseñas, obras de teatro completas, memorias, crítica, reportajes, imágenes y polémicas”.
Proyecto autofinanciable
Es verdad que las revistas culturales no tienen un alcance masivo, ni viven de la comercialización. Llegan a ser autofinanciables, si los temas resultan atractivos para un sector de la población. Este es el caso de la revista Pro Ópera, una publicación especializada que surgió en 1993 como una vertiente de la asociación civil Pro Ópera, fundada en 1985 por una serie de aficionados al llamado espectáculo sin límites y que tratan no sólo de disfrutar el arte que presencian, sino de apoyarlo y, en un momento dado, promoverlo y difundirlo.
Con 16 años de trabajo, Pro Ópera es una revista bimestral de 72 páginas y un tiraje de diez mil ejemplares. En ese lapso, por lo menos ha tenido tres etapas que le han permitido consolidares y ser un proyecto autofinanciable. Noé Mercado -crítico especializado en ópera y actual subdirector nacional de la revista- refiere que los problemas de una publicación especializada comienzan con la ubicación de quienes la hacen; es decir, aceptar y entender que no va a ser una revista que compita con TV-Notas en cuanto a tiraje, ni quienes aparecen en sus páginas serán abordados en la calle por la gente para pedirles autógrafos. A partir de eso, lo que plantearon es que la revista, en cuanto a distribución, esté donde se ubican los lectores a los que les interesa llegar.
Comenta que, al principio, Pro Ópera sólo estaba en puntos de venta del Palacio de Bellas Artes. Pero, con el tiempo, se fue distribuyendo en tiendas de autoservicio y librerías. Mercado precisa que el financiamiento para producir la revista llega a través de los anunciantes y patrocinios que creen en los ejemplares editados en papel, porque también cuentan con su versión electrónica. Asegura que, si bien la venta de publicidad no deja una ganancia para pagar dignamente a los colaboradores o a quienes la elaboran, la revista sí deja en cuanto a satisfacción e intercambio: “Por ejemplo -agrega- lo que hemos hecho es crear una red de corresponsales a nivel internacional y se les paga no necesariamente en efectivo, sino acreditándolos en las obras de estreno y buscándoles el contacto para que logren realizar las entrevistas con los personajes con quines les interesa conversar para realizar su trabajo”.
Mercado dice que este mecanismo de financiamiento les ha funcionado hasta este momento. Pero no les sirve cuando proponen que Pro Ópera sea una revista quincenal o mensual porque todos los gastos se incrementan, debido a que les interesa mantener su línea editorial con un contenido periodístico de los temas, mas no académico o sobre intelectualizado. También tratan de no ceñirse a las actividades oficiales, lo cual es difícil porque el 90 por ciento de la producción operística en el país la realiza el INBA. El editor recuerda que, al principio, los números de la revista son una especie de monografía que está determinada por el título de las temporadas que se presentaban en el Palacio de Bellas Artes. Pero en una segunda etapa, se empieza a presentar un trabajo más periodístico, con entrevistas a figuras de la ópera de México y del extranjero. Así se consigue una procuración de recursos por la venta directa de la revista, por publicidad y por patrocinios.
Mercado expresa que, antes, la asociación civil Pro Ópera era la que asume el costo de producción de la revista. Pero en su segunda etapa, surge la posibilidad de su subsistencia a través de la venta directa a suscriptores y su comercialización en locales cerrados: “Pero -indica- también subsiste porque logra transmitir la idea de que no sólo se piensa en una publicación comercial que pueda generar recursos para quienes la elaboramos, sino hacer entender que el arte es importante y, por eso, es relevante dejar testimonio escrito de la actividad cultural en el país. Además, se van integrando una serie de colaboradores que también tienen un gusto operístico y que aseguran la viabilidad de esta publicación”.
En la etapa actual, la revista aumentó su calidad visual mediante un diseño innovador y amplió su distribución en locales cerrados: “En este 2009 -asegura Mercado- cumpliremos 16 años y, por primera vez, la revista trabaja con números negros. Esto es importante porque se puede autofinanciar y deja algunas cuantas ganancias para los sueldos de quienes la elaboramos. Se crean dos sub-ediciones, la nacional (a mi cargo) y la internacional. Creamos una red de corresponsales en la República y una red de colaboradores a nivel internacional que nos garantiza la cobertura del espectáculo operístico en México y en el extranjero. Así, los principales teatros del mundo están cubiertos por Pro Ópera”.
Tras el escenario
Otra de las revistas especializadas que ha permanecido por ser un medio donde se puede conocer todo lo relacionado con estudios de grabación, montaje de escenarios, producciones discográficas, artísticas y de espectáculos, instrumentos electrónicos, innovaciones en iluminación y sonido, procesos de trabajo en los escenarios y las novedades tecnológicas es Sound:Check Magazine. En septiembre esta publicación cumplirá 11 años y tiene un tiraje mensual de cinco mil ejemplares en México, centro y Sudamérica.
La revista está dirigida a los involucrados en esta industria: ingenieros de sonido, ingenieros de iluminación, técnicos, videoastas, diseñadores de escenarios, productores, artistas, músicos… Asimismo, en sus números destacan la actividad de quienes están tras bambalinas y hacen posible el montaje de una obra de teatro, una representación coreográfica, un concierto o una producción de teatro musical. Nizarindani Sopeña, editora ejecutiva de Sound:Check Magazine comenta: “A veces podemos hacer publicaciones sobre temas técnicos, a través de la colaboración de personal especializado en, por ejemplo, sonido dolby, sonido envolvente, ajustes lineales (hablando de altavoces) y estudios de grabación. Al ser un proyecto independiente, la revista se sostiene de la publicidad de sus anunciantes, básicamente marcas de equipos electrónicos profesionales, instrumentos musicales y equipo para producciones de espectáculos. Pero también mantenemos el contacto con nuestros lectores, pues vivimos de la venta al público. Aunque tratamos de ser lo más profesionales, no ha sido fácil desplazarnos para realizar nuestros reportajes por el desconocimiento que muchos tienen de nuestra labor. Muchas veces las oficinas de prensa no conocen nuestra revista y nos impiden realizar el trabajo. Sobre todo que estamos detrás del telón y no en el escenario. Pocos son los periodistas que se asoman a ver cómo funciona una consola de sonidos o un estudio de grabación. Con el paso del tiempo nos hemos ido metiendo en esta labor para que reconozcan nuestro interés por dar a conocer la forma como se monta una producción, cómo se graba un disco y quienes lo hacen posible. La distribución de la revista es difícil porque las empresas tienen distintos criterios y no se hace un trabajo equitativo que nos permita una exhibición más importante en los diferentes puntos de venta. Por eso, también distribuimos la revista mediante suscripciones a nivel nacional y en América Latina”.
El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar este artículo:
García Bermejo, Carmen, «Las revistas de chismes tienen sitiado el mercado de la edición»,
en El Financiero, México, Núm. 7890, 25–VIII– 2009, Cultura.