El Juego de la Fortuna (Moneyball, 2011)
Por Ricardo Ruiz
Los guiones extraídos de situaciones cotidianas y reales son complicados: requieren de una delgada línea que separen los hechos reales de la añadidura que brinde a los espectadores algo un poco más fantástico e interesante para mantener un ánimo importante mientras se observan.
Moneyball es un drama biográfico que nos ofrece una serie de lecciones afortunadamente para el punto de vista de cada individuo, ya que carece de un mensaje digerido y esto permite ver la historia desde la objetiva lente de Bennett Miller, cuya originalidad en la dirección le brinda a la película un ambiente nublado y cadente que resulta atinado.
El guión despega lentamente y para algunos públicos puede resultar cansado, pero la moraleja final vale la pena la decadencia, ya que Miller remata con una muy atinada combinación de música-letra-mensaje que deja al público con un buen sabor de boca. Cabe destacar también del guión su apegamiento a los hechos en la vida de Billy Beane y el manejo de los mismos para la pantalla grande, el personaje es visto desde diversos puntos de vista y construido a base de situaciones cotidianas y momentos de relativa poca importancia que brindan la oportunidad del público para conocer a la persona en todas sus aristas.
Billy Beane es interpretado de forma integral y certera por un Brad Pitt despreocupado y profesional. La actuación seguramente retumbará en las nominaciones como fue el momento de Sandra Bullock con The blind side, y seguramente estará apoyado por los valores que representa el personaje aunque el remate final no sea el final que se esperaría en este tipo de películas.
Con un remate importante que invita a la opinión y dosis equilibradas de comedia dentro de la cotidianidad, este filme es una reflexión atinada cuya revisión puede pasarse por alto y quedar en espera para disfrutarla en la sala de su casa a la renta.