Incertidumbres de la radio
Mariano Cebrián Herreros
La radio ha vivido durante muchos años confortablemente con su difusión en AM y FM. Ha contado con unos seguidores fieles y mantenido un mercado lucrativo. Sin embargo, la entrada en concurrencia de otras plataformas de comunicaciones como la Internet y las de difusión por satélite, así como la ampliación de los medios tradicionales está provocando una intensa crisis. Por su parte, la radio viene experimentando durante los últimos años sus propias innovaciones para reajustarse a la competitividad. Se expande con la tecnología digital terrestre, amplía su cobertura mediante los satélites y ha entrado en la plataforma de Internet. Son muchas las experiencias acumuladas, sin embargo no acaba de apreciarse una salida clara.
lgunos países de la Unión Europea han apostado fuerte por la difusión digital terrestre. Tras diversas experimentaciones se adoptó el sistema DAB (Digital Audio Broadcasting) cuya técnica obliga a efectuar una redistribución de frecuencias. Se ha implantado con cierto éxito en el Reino Unido, pero se mantienen bastantes dudas en los demás países en la mayoría de los cuales ni siquiera se ha dado el primer paso. España también adoptó el sistema y su gobierno efectuó las concesiones de las nuevas frecuencias hasta un total de 18 cadenas de cobertura estatal. Sin embargo no se ha sobrepasado la fase de experimentación después de más de ocho años. Francia ha empezado a utilizar la banda de frecuencias de la Televisión Digital Terrestre para difundir la radio digital. En Estados Unidos se impulsa el estándar del IBOC (In Band on Channel) que no requiere nuevas frecuencias sino la digitalización de las anteriores, pero no acaba de extenderse a otros países.
Más recientemente se experimenta con el DRM (Digital Radio Mondiale) en cuya digitalización se permite mantener las frecuencias tradicionales con su correspondiente digitalización y, además, emitir en sistemas multicanal. Ya son varios los países que lo han experimentado y se han elaborado informes de asesoramiento para los gobiernos, pero no se da el salto a su implantación. Todo lo anterior manifiesta múltiples dudas sobre la adopción de decisiones político-técnicas sin las cuales el mercado de fabricación de receptores no se lanza a la producción industrial y las empresas propietarias de los canales tampoco apuestan por la innovación de contenidos ante la falta de potenciales receptores.
También se han aplicado los satélites para la difusión de la radio. Por un lado, han emergido las ofertas de diversas programaciones generalistas y especializadas, particularmente en estilos musicales, dentro de las plataformas de comunicaciones junto a los canales de televisión y otros servicios. Por otro, están empleándose satélites específicos para la difusión de la radio como sucede en Estados Unidos, pero no logra ampliarse a otros países. Tanto una modalidad como otra no han conseguido abrir un nuevo panorama en las ofertas radiofónicas con interés para la entrega de los oyentes en las variantes de pago y las gratuitas.
Mayor implantación está teniendo la radio en Internet. La inmensa mayoría de las cadenas y emisoras tradicionales han creado su web y, además de la emisión en directo por la nueva plataforma, añaden otros servicios escritos y otras modalidades de acceso a los contenidos, en particular las asincrónicas para que cada internauta escuche la oferta cuando quiera. Han nacido miles de emisoras exclusivamente en Internet sin antecedente alguna en ondas hertzianas. Se esperaba de ellas una mayor renovación, pero al final sus propuestas son similares a las de las programaciones tradicionales.
Se abren también otras extensiones especialmente con el iPod para generar el podcasting, con la sindicación de seguidores por el sistema RSS (Really Simple Syndication) con la emisora, con los intercambios entre usuarios mediante las redes P2P (Pear to Pear) o con la incorporación de blogs y, en fechas recientes, con las redes sociales promovidas por la web 2.0; pero todas ellas se quedan en la manifestación escrita y apenas se adentran en la expresión sonora con lo cual la radio, concebida precisamente como tal expresión, se queda sin innovación propia y específica.
Existen experiencias de incorporación del audio, y en particular por la IPVoz (Voz con Protocolo de Internet), para conseguir nuevas dimensiones sonoras en las webs, los audioblogs, radioblogs y wikipedias sonoras. Pero todo ello no consigue, de momento, afianzarse.
La Internet se expande con una actitud integradora y convergente para constituirse en la plataforma de comunicaciones de cualquier tipo con capacidad de interactividad, de navegación por diversos medios y formas de expresión y de enlaces entre todas las modalidades informativas. A medida que se implanta en la sociedad va diversificando sus ofertas para atender a todos los seguidores incluso de manera personalizada. Son cambios transversales que conciernen a todos los medios tradicionales presentes en ella y a los de nueva creación. La radio tradicional se convierte en una ciberradio que cada vez va adquiriendo mayor identidad y diferencia respecto de su matriz y que reclama, como ocurrió en su día con la FM, otra concepción, otros contenidos y servicios y otras formas de presentación que no acaban de llegar con atractivo suficiente como para imantar a los internautas.
Se ha iniciado la exploración de la radio inalámbrica wireless. La empresa danesa OXX Digital está introduciendo en el mercado europeo dos modalidades de acceso a Internet: las Wireless Music Centre Alto y Wireless Music Centre Tube. Gracias a este desarrollo pueden recibirse más de 10 mil emisoras de radio de 209 países por Internet sin cables, por las redes WLAN y sin mantener el computador encendido. El usuario puede buscar por ambas modalidades cualquier emisora del mundo según diversos perfiles. Se fomenta la reproducción de música en MP3 desde cualquier computador. El sistema es compatible con los diversos formatos de audio existentes. Todo ello permite un diseño de alta calidad y que pueda accederse a la radio desde cualquier lugar sin necesidad de conexiones a las redes alámbricas. Es otra vía abierta a los nuevos cambios, pero a la vez desata otras dudas sobre su implantación real.
Se trabaja y se experimenta mucho en innovación tecnológica y escasamente en las ofertas adecuadas a las nuevas formas de consumo. La radio no puede separarse de la dimensión generacional. Hay radios especializadas para cada tramo generacional y otras generalistas que tratan de llegar a todos los públicos, pero sin apenas atender estas diferencias estructurales de la población. Cada generación tiene sus intereses, necesidades y aspiraciones. Una cosa es el comportamiento de la generación de los 12 a los 30 años que utiliza la radio para escuchar música y que con la presencia de Internet se incorpora a otras formas de consumo musical como los intercambios de canciones, bajadas gratuitas o piratas, grabaciones y reproducciones en iPod para un uso individualizado. En su campo de consumo no entra la información, ni otras modalidades de entretenimiento. Otra cosa es el comportamiento de esa generación cuando se introduce en la vida laboral y de responsabilidad familiar, es decir, cuando pasa a ser adulta; es el momento del seguimiento de la radio informativa, de los debates, de las opiniones. Y otra cosa es cuando esa generación pasa a la situación de jubilación en la que los intereses se ven modificados por su nueva situación.
La radio tradicional ha sabido dar respuesta a estos cambios. Ahora el reto llega a la innovación tecnológica para una mayor y mejor atención de cada generación y de cada grupo social dentro de ella, pero no acaba de atinarse con nuevas fórmulas que atraigan a cada generación según sus expectativas.
Históricamente, la radio ha cambiado a partir de la innovación técnica para hacer frente a sus crisis, pero también se ha comprobado que estas transformaciones tecnológicas no llegan a implantarse si no llevan consigo la aparición de nuevos contenidos y servicios y la renovación de otros. Se insiste más en la tecnología como infraestructura que en la dimensión de creación de nuevos lenguajes sonoros, pero hasta que esto no llegue difícilmente se alcanzarán unos resultados que subyuguen a los oyentes.
Se aprecia una incertidumbre en los derroteros de la propia innovación tecnológica para ver cuál de sus variantes se impondrá o si lo logran todas cómo se repartirá el mercado de audiencias por cada una de ellas. Se suscita mayor preocupación en el sector de fabricantes de radiorreceptores al observar que los cambios son tan bruscos y tan rápidos que no les da tiempo para desarrollar estrategias de producción industrial encaminadas a la incorporación de las innovaciones y la reducción de precios. Se plantea una inquietud en los profesionales por la urgente y precipitada readaptación continua a los nuevos sistemas que requieren un dominio de programas informáticos y de otras herramientas para su creatividad y apenas tienen sosiego para experimentar sobre la marcha un nuevo lenguaje, ensayar otros contenidos y formatos de programas o adecuar los géneros aportados por Internet a sus producciones. Y se impone la falta de decisiones de los empresarios por apostar por la innovación. Se encuentran cómodos con lo que tienen y apenas sienten inquietud por el cambio ante la detección de falta de beneficios hasta llegar a concebir las innovaciones más como un gasto que como una inversión.
En suma: se imponen los temores, las dudas, la falta de visión de futuro. Cambia la tecnología, evoluciona la sociedad y aparecen nuevas plataformas de comunicaciones, nuevas redes y nuevos medios y servicios, pero la radio apenas modifica sus ofertas y sigue estancada en la incertidumbre.
Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Correo electrónico: marceb@ccinf.ucm.es