Cine y literatura: una sana relación de pareja


Cineadictos


Carmen Cano Gordón
Colaboradora de la publicación Cineadictos que edita la FES- Acatlán

Desde el principio de la historia del cine, sobre todo a partir del nacimiento del cine sonoro, éste se ha nutrido de la literatura. Esta relación es cada vez más estrecha, muchas novelas famosas se traducen, no siempre con éxito, al lenguaje cinematográfico, aunque también en ocasiones la película supera a la obra literaria que la sustentó.

Podemos hablar de casos notables como “La guerra y la paz” de León Tolstoi; “Los hermanos Karamazoff” de Fedor Dostoievski; “La dama del perrito” de Antón Chejov, por sólo citar algunas cintas basadas en obras clásicas de la literatura rusa.

En cuanto al cine y la literatura norteamericanos podemos citar, en relación con el teatro, la obra “¿Quién teme a Virginia Wolf’”, donde Richard Burton y Elizabeth Taylor ofrecen un duelo de actuación inolvidable. También es importante hablar de “Un tranvía llamado deseo” de Arthur Miller; que cuenta con las actuaciones magistrales de Marlon Brando y Vivien Leigh. En este mismo renglón, es importante citar dos obras del controvertido Tennesee Williams: “La gata sobre el tejado caliente” y “De repente en el verano”, ambas con actuaciones connotadas de Elizabeth Taylor, en la primera junto a Paul Newman y en la segunda con una magnifica, destruida y destructiva Katheryn Hepburn.

Muchas de las obras del escritor norteamericano Noel Coward han sido llevadas con éxito al cine. Como ejemplo podemos citar “Descalzos en el parque”.

Contamos con una gran variedad de ejemplos más, tanto de novela como de cuento: “Las llaves del reino” de A. j. Cronin, un clásico de Gregory Peck; “Las viñas de la ira” de John Steinbeck; con la actuación estelar de Henry Fonda; “Servidumbre humana” de Somerset Maugham; “Las nieves del Kilimanjaro” de Ernest Hemingway, Gregory Peck y una bellísima Ava Gardner, no podemos dejar de citar “Desayuno en Tiffany´s”, un cuento de Truman Capote, lleno de ternura y profundidad; con un maravilloso personaje femenino, encarnado por Audrey Hepburn.

Un caso aparte lo constituye “Lo que el  viento se llevó” de Margaret Mitchell, novela que no se distinguió nunca por su gran calidad literaria y que, sin embargo, dio lugar  a un clásico del cine norteamericano y que fue una especie de parteaguas acerca de la forma de hacer cine. Filmada en 1939, no ha perdido  vigencia, sigue siendo un éxito dondequiera que se exhibe. En ella no se han reflejado los estragos del tiempo. Los cinéfilos cuando pensamos en Vivien Leigh, estamos hablando de Scarlett O´Hara y Rhett Butler y Clark Gable son, para nosotros, uno mismo.

Es inevitable mencionar ese notable ejemplo de una magnífica novela adaptada al cine de manera impecable: “Muerte en Venecia” de Thomas Mann, que dio lugar a la cinta del mismo nombre en la que el actor Dirk Bogarde hace una creación del personaje: el gran músico Mahler y está considerada como uno de los mejores ejemplos de un guión cinematográfico que sí logra adaptarse a lo que la novela pretende contar.

Una adaptación digna de señalarse aquí es la que el cine francés hizo novela de la Margueritte Durás, “El amante”, una excelente película que, en mi opinión, supera al texto original, quizá por los recursos con los que cuenta el lenguaje cinematográfico.

En esta misma tesitura, no faltan otros ejemplos: “El cartero de Neruda” de Antonio Skarmeta; “La casa de los espíritus” y “De amor y de sombra” ambas, novelas de Isabel Allende; “Los cachorros“ de Mario Vargas Llosa; “María de mi corazón”, película mexicana ganadora de varios premios, en México y el extranjero, basada en un texto de Gabriel García Márquez, con las actuaciones de María Rojo y Héctor Bonilla; la novela Aura de Carlos Fuentes y la controvertida el Crimen del Padre Amaro del portugués  Eça de Queiroz.

Entre lo más reciente del cine mexicano es importante registrar el caso de la exitosísima novela de Ángeles Mastretta, “Arráncame la Vida”, llevada al cine el año pasado con buen reconocimiento de público y crítica, llevando en los papeles estelares a Ana Claudia Talancón y Daniel Giménez Cacho.

Así podríamos seguir mencionando infinidad de novelas, cuentos y obras de teatro que han sido llevados al cine. La literatura, constituye una fuente inagotable de inspiración para el cine, una estrecha relación que, seguramente, seguirá por mucho tiempo más, para fortuna de los amantes del séptimo arte y también del arte de escribir.

El artículo anterior se publicó originalmente en Cineadictos
y debe de citarse de la siguiente forma:

Cano Gordón, Carmen, «Cine y literatura: una sana relación de pareja»,
en Cineadictos, Num. 85, agosto, 2009.

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