Facebook: La reina de las redes sociales
Facebook: su historia, sus entretelas, sus cuestionamientos…
Raúl López Parra
Facebook se ha consolidado como la reina de las redes sociales virtuales: suma 500 millones de usuarios en todo el mundo y está disponible en 64 idiomas. En México su penetración acumula 12.5 millones de usuarios, el mayor registro de Latinoamérica. El éxito de esta red se explica por la sencillez de su diseño, su usabilidad y porque cubrió una necesidad al abrir un canal de comunicación entre los jóvenes. Facebook se ha convertido en la extensión social de las personas al cubrir sus necesidades expresivas. Pero no deja de ser un desconocido al que millones le comparten sus vidas privadas.
Una decepción amorosa motivó a un estudiante de Harvard a crear un sitio web en el que los usuarios comparaban y votaban entre dos fotos de chicas universitarias para escoger a la más atractiva. Fue como canalizó su despecho.
Corría el último martes de octubre de 2003 cuando escribió en su blog a las 20:13 horas:
***** es una puta. Necesito encontrar un modo de quitármela de la cabeza. Tengo que pensar en algo para tener la cabeza ocupada. Fácil, ahora sólo necesito una idea.1
Y la idea que le vino a la mente fue subir fotos de estudiantes y compararlos con animales de granja. Con unas cervezas encima, el joven platicó su ocurrencia vía correo electrónico con algunos de sus contactos. Uno le propuso que mejor comparara a quienes salían en el facebook, nombre con el que en Estados Unidos se conoce al anuario o directorio estudiantil. El problema es que las fotos no estaban disponibles al público. El despechado estaba decidido a conseguirlas. Entró a los servidores de las distintas residencias o fraternidades de Harvard. Los hackeó para descargar todas las fotos. La faena duró la madrugada y el autor relataba cada paso en su blog:
Es posible que Harvard la bloquee –la página– por razones legales sin darse cuenta de su valor como iniciativa que podría extenderse a otras universidades (tal vez incluso alguna con chicas guapas). Pero una cosa es segura, y es que soy un idiota por haber hecho esta página. Al final, alguien tenía que hacerlo…
Para él, romper los códigos de seguridad era un juego de niños. En los días posteriores trabajó en los algoritmos y códigos para diseñar la página web de calificación a la que llamó Facemash. Compartió la liga con algunos de sus amigos. Escribió en el texto de bienvenida: “¿Nos escogieron por nuestro aspecto? No. ¿Nos juzgarán por él? Sí”.
La página se difundió más allá de lo esperado: hubo quien reenvió el enlace a otros contactos. En cuatro horas entraron 450 usuarios que votaron 22 mil veces en las fotos de sus compañeras. La noticia corrió por todo Harvard entre elogios y críticas. El tráfico en la web era tan pesado que nuestro estudiante ya no podía iniciar sesión en su computadora. Para entonces, la indignación en el campus creció al mismo tamaño que el morbo. Al darse cuenta del efecto, el hacker cerró la web y envió un mensaje de disculpa:
No veo cómo puedo retroceder los hechos. Cuestiones sobre la violación de la privacidad de las personas no parecen ser superables. La principal preocupación es herir los sentimientos de la gente. No estoy dispuesto a arriesgar ni a insultar a nadie.2
El daño estaba hecho. Las autoridades de Harvard lo acusaron de infringir la seguridad informática del campus, violar las políticas de privacidad y de propiedad intelectual.
El alumno de segundo año de la carrera de programación llamado Mark Elliot Zuckerberg, de 19 años, ganó fama sin proponérselo. Estuvo a punto de ser expulsado. Por alguna razón no lo echaron. En su defensa dijo que el interés en la computación y el aburrimiento lo llevaron a idear Facemash. Esa fue la idea seminal que después daría pie para la creación de Facebook.
Nace una red social
Mark comenzó a programar computadoras desde los 12 años. Su introducción al mundo informático fue leyendo el libro C + + para Dummies (tontos), pero aprendió más de sus amigos. Hijo de una familia judío-americana, proveniente de un barrio residencial en Nueva York, era el único varón de cuatro hijos, cuyos padres eran un dentista y una psiquiatra. Ya había demostrado su talento al crear el sitio Coursematch, donde los estudiantes podían conocer quiénes eran sus compañeros de clase.3
Tras el incidente de Facemash, el diario universitario The Harvard Crimson señaló que algunos de los problemas del sitio se habrían resuelto si los estudiantes hubieran subido sus propias fotos voluntariamente. También apuntaba del potencial de que Harvard contara con un directorio centralizado de los alumnos.
Zuckerberg tomó nota. Trabajó en un código fuente para crear un directorio de toda la universidad. Consideró que si lo hacían los informáticos de Harvard, tardarían dos años. Él lo haría en una semana. Trabajó en su dormitorio universitario junto con sus compañeros Dustin Moskovitz y Chris Hughes. Terminaron el directorio al que llamaron Thefacebook. Mark pagó 35 dólares para registrar el dominio thefacebook.com y 85 dólares al mes a una empresa de hosting. El 12 de febrero de 2004, el portal estaba en línea.4
A partir de aquí, la historia es más conocida. Había nacido la red social que revolucionaría la forma como se contactan las personas en tiempos de la web 2.0. En principio era restringida, sólo para estudiantes de Harvard. Al mes de estar en línea, más de la mitad de los alumnos ya estaban inscritos. Pronto les quedó chico el campus y se expandieron a otras universidades prestigiadas como Stanford, Columbia y Yale, luego a escuelas de todo EU y Canadá.
Zuckerberg, antes de iniciar su tercer año de carrera, con 20 años cumplidos y cuatro meses con su empresa, apostó todo a su proyecto y se mudó a Palo Alto, California, donde alquiló una pequeña casa para instalar su oficina. Convenció a Moskovitz y a Hughes de irse con él y encargarse de las operaciones. La decisión fue motivada por el potencial de negocio que tenía la red social. Y no lo decían sólo ellos. Un financiero ya había ofrecido 10 millones de dólares por hacerse de Thefacebook. Mark lo rechazó.5
La rápida, casi instantánea, popularización de la red social comenzó a generar costos en equipo para procesar la información. Dinero que no tenían. Ofrecieron espacios para anunciantes con el fin de sumar capital para comprar más servidores y cubrir la cantidad de usuarios que abrían sus perfiles. Zuckerberg desembolsó 20 mil dólares, dinero ahorrado de sus trabajos de programación. En cinco meses ya sumaban un millón de perfiles. Los inversores llegaban con cuantiosas ofertas. La mayoría implicaba que perderían el control de la compañía.
Al joven emprendedor no le interesaba el dinero. Sin embargo, lo necesitaba con urgencia. La empresa entraba en crisis por los gastos operativos. Para entonces Mark ya había decidido no regresar a Harvard y concentrarse en Thefacebook. Fue cuando llegaron los salvadores.
En 2005 Zuckerberg conoce a Peter Thiel, ex CEO de Pay Pal, el servicio de comercio electrónico, quien se había convertido en inversor privado. Después de escuchar la exposición del chico que vestía con sudadera y sandalias, Thiel accedió a darle 500 mil dólares a cambio del 10.2% de la compañía. El hecho es recordado como una de las mejores inversiones de todos los tiempos, ya que las acciones valen ahora cientos de millones de dólares, según narra el periodista David Kirkpatrick en su libro Facebook Effect.
Licenciado en Comunicación por la UNAM. Editor de Revista Mexicana de Comunicación. Correo electrónico: raulparra@gmail.com
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