9ª Bienal Internacional de Radio: Medios profundamente concentrados y escasamente regulados

  • Néstor García Canclini y Raúl Trejo Delarbre fueron algunos de los participantes.
  • El reto es convertir los medios públicos en una verdadera opción frente a lo que ofrecen los medios comerciales.
  • «Entre la potencia proliferante de la digitalización y la homogeneidad en la concentración empresarial no está claro qué permanecerá de las virtudes históricas de la radio», dijo García Canclini.

Fotografía: «Radio Free Strawberry» por Alan Levine @Flickr

Por Carmen García Bermejo

Publicado originalmente en El Financiero

A la par de la digitalización y adecuación a las plataformas multimedia, los medios de comunicación de servicio público tienen que desempeñar un papel protagónico en la exigencia de un marco jurídico que reconozca su estatus porque, además, la oferta y la calidad de la programación de esas emisoras no pueden estar sujetas a coyunturas políticas y económicas, ni depender del proyecto personal del director en turno. El reto es convertirse en una verdadera opción frente a lo que ofrecen los medios comerciales.

Así llegó a su conclusión, la 9ª Bienal Internacional de Radio -organizada por Radio Educación, a cargo de Antonio Tenorio Muñoz Cota-. Durante una semana, la discusión se centró en la disonancia por la que atraviesan los medios públicos. Ambiente en el cual Ignacio Espinosa Abonza, técnico responsable del funcionamiento de Radio UAM, puso el dedo en la llaga:

-Después de transcurrir cuatro años de la publicación de los lineamientos para la transición de la radio analógica a digital, la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) reporta que sólo 44 estaciones de radiodifusión sonora -de un total de 2 mil 137 que operan en el país- están autorizadas para utilizar el sistema de radio digital IBOC, elegido para llevar a cabo el apagón analógico de la radio mexicana. Esto es, mientras en Francia la radio pública empieza a debatir en torno a la construcción de plataformas multimedios, en México la conversión digital será lenta y costosa. En términos económicos, esa transformación fluctuará entre los 250 mil y los 600 mil dólares, más gastos de importación, renovación de licencias y eventuales actualizaciones tecnológicas. Este es el escenario para la digitalización de las radios gubernamentales, universitarias y comunitarias de México.

En su turno, la académica Patricia Ortega afirmó que, en México, han sido los intereses privados los que se han impuesto a la industria de la radio, la televisión y las telecomunicaciones. Sobre todo porque la radiodifusión comercial ha recibido un trato preferencial de cada uno de los gobiernos desde hace ya casi un siglo. Mientras tanto, lo medios que no persiguen fines de lucro han tenido que subsistir a la discriminación con la que la mayoría de las veces son tratados por el mismo Estado.

-Es verdad -continuó- que e el país existe una amplia estructura de medios de radio y televisión. Sin embargo, éstos se encuentras profundamente concentrados y escasamente regulados. Hasta el 31 de mayo de 2012, la Cofetel detalló que se han otorgado 2 mil 45 frecuencias para radio en AM, FM y onda corta. De ésta, 402 son permisionadas y mil 643 concesionadas; las primeras no persiguen fines de lucro y las otras son las destinadas a la explotación comercial. El 63.9 por ciento (257) de las emisoras que operan con permiso  están asignadas a gobiernos estatales, municipales e instancias gubernamentales del gobierno federal. Las universidades e instituciones de educación superior sólo poseen 89 frecuencias y 15 las radios comunitarias. El resto las operan asociaciones civiles, patronatos y personas físicas. En éste último rubro hay una serie de irregularidades pues muchas veces esas frecuencias, que por ley no pueden comercializar, son entregadas a personas o patronatos que sí tienen intereses monetarios.

La también profesora de la UAM-Xochimilco refirió que la Cofetel también registró un total de 982 canales de televisión, de los cuales 307 son permisionados y 675 concesionados. De los primeros, el 92.7 por ciento (280 frecuencias) han sido otorgados a los gobiernos estatal, federal y municipal. El resto a universidades o instituciones educativas (cinco) y asociaciones civiles y patronatos (22). Aunque las frecuencias se han otorgado, no significa que todas estén funcionando.

-El que haya muchas frecuencias -afirmó Ortega- no es sinónimo de pluralidad porque en el país los medio públicos están acaparados por instancias de poder político. En la asignación de frecuencias no comerciales se confunde a lo público con lo estatal, las burocracias muchas veces reemplazan y desplazan a la sociedad. Frecuencias que deberían de estar en manos de instituciones culturales, asociaciones civiles, universidades o comunidades son monopolizadas por instituciones gubernamentales y eso las hace vulnerables. Al no contar con un respaldo jurídico que defina las funciones y responsabilidades de los medios públicos, las emisoras se encuentran a merced de los gobiernos en turno con pocas herramientas para salvaguardar su independencia política.

Otro de los académicos que participó en la Bienal de Radio es Néstor García Canclini, quien advirtió sobre los riesgos que conlleva entusiasmarse con las nuevas tecnologías para transformar a la radio, ya que también las grandes corporaciones aprovechan la convergencia tecnológica y sus alcances:

-La capacidad de acumulación y control de la información, así como los entretenimientos -añadió- está concentrada en los grandes grupos y a ellos también les atrae esta cultura emergente.

El informe “La radio después de la radio”, producido por la Asociación de Radios Comunitarias (2011), registra el alto número de emisoras comunitarias que en pocos años incorporaron Internet para producir programas, descargar contenidos, almacenarlos, editarlos y difundirlos abaratando costos y realimentándose con textos de sus audiencias. Aunque dicho informe también alerta que las grandes empresas se apropian de estos conocimientos y herramientas para elaborar perfiles de consumidores y tener así el control monopólico de la comunicación. García Canclini precisó que la digitalización mejora las perspectivas de las radios comunitarias al ampliar el espectro radioeléctrico y permitir que haya más emisiones.

-Pero -preguntó- ¿se va también a democratizar el acceso a los recursos tecnológicos o la legislación va a seguir concentrando el poder de las pocas empresas proveedoras y a las cuales hay que pagar licencia? Más que la especulación lo que se vuelve decisivo es la desmonopolización de las escenas y los circuitos comunicacionales. La radio no sólo aclara ciertas dudas, engendra interrogantes aún sin respuesta sobre la comunicación social y la restructuración de la cultura. No son menores las dudas emergentes sobre el presente y futuro de la radio. Entre la potencia proliferante de la digitalización y la homogeneidad en la concentración empresarial no está claro qué permanecerá de las virtudes históricas de la radio.

Por su parte, Mariano Cebrián -profesor de la Universidad Complutense de Madrid– indicó que desde la iniciativa privada lo que se quiere es arrinconar a la radio pública sólo en contenidos culturales y educativos para que la mayor audiencia opte por la radio comercial. Pero la radio pública no tiene por qué restringirse exclusivamente a esos programas, sino que puede abordar cualquier contenido de interés social, siempre con una sensibilidad de servicio público o con la perspectiva de elevar el nivel de educación y cultura de sus radioescuchas, aunque sea a través de un programa de concurso o musical.

-Lo importante -insistió Cebrián- es que este tipo de emisoras generen una sensibilidad en el destinatario para que logre formarse un criterio de lo que los medios de comunicación le ofrecen. Nuestras radios deben tener un sentido de la cultura viva, de la que está presente hoy en día en la sociedad y que la están generando no sólo los artistas e intelectuales sino la propia comunidad. Las radios deberían de ir más en la línea de buscar una educación social.

Otra es la tesis plateada por el sociólogo Raúl Trejo Delarbre. Para él Internet se convierte en una suerte de crisol cultural que reúne elementos de las más variadas latitudes, su estructura ramificada se contrapone a la centralización que resulta inherente a los medios convencionales de comunicación:

-Los medios de comunicación, que son las zonas más determinantes del espacio público de nuestros días, constituyen el territorio en donde las culturas se cotejan, entremezclan y enriquecen. Cuando los medios no intentan trascender la parcialidad que en todas formas los definen, siempre pueden tener efectos devastadores para la sensibilidad de sus ausencias acerca de la variación de opciones y tendencias que hay en todos los órdenes de la actividad humana. Los medios de comunicación convencionales pueden favorecer o entorpecer las capacidades de los individuos para reconocerse como parte de sociedades plurales. Por el contrario, es poco lo que se puede esperar de los medios en manos de corporaciones privadas en beneficio de la variedad temática y de enfoques.

El también autor de Televisión y educación para la ciudadanía subrayó que para los medios orientados con prioridades mercantiles la diversidad y la democracia sólo resultan interesantes cuando son negocio, aunque aceptó que es plausible que lo sea porque un mercado de mensajes en donde los contenidos de calidad compiten con ventaja es señal de madurez y civilidad en una sociedad. Pero no cuando la sociedad está supeditada a la gana y las ganancias de las corporaciones privadas para que en los medios haya variedad temática y de enfoques con reivindicación de los principios de la democracia.

– En ese sentido -explicó-, los marcos jurídicos pueden ser un recurso, aunque nunca suficientes para que sin demérito de la libertad de expresión se promuevan espacios que beneficien la diversidad de los medios bajo manejo privado. Pero la promoción de usos, valores y contenidos es responsabilidad, antes que nada, de los medios públicos, ahí radica su razón de ser. En sistemas comunicacionales dominados por corporaciones privadas, el papel de los medios financiados con recursos fiscales consiste en abrir opciones y crear equilibrios para que la sociedad no dependa, en su consumo de contenidos, sólo de aquello que le ofrece las empresas mercantiles. Se trata de que los medios públicos hagan la diferencia. Ahí ha radicado la virtud y la desventaja de ellos. Sometidos a un contraste siempre desigual suelen estar agobiados por penurias financieras y exigencias burocráticas, pero sobre todo por la indiferencia de públicos avispados a la previsible uniformidad de los medios comerciales.

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1 comentario a este texto
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