50 años del "Nuevo Periodismo"
- Tom Wolfe sigue en la hoguera de las letras
- Se cumplen 50 años de la aparición de los textos que iniciaron el llamado «nuevo periodismo».
- «Estaban traspasando los límites convencionales del periodismo, pero no simplemente en lo que se refiere a la técnica. La forma de recoger material que estaban desarrollando se les aparecía también como mucho más ambiciosa. Era intensa y más detallada, consumiendo más tiempo del que los reporteros de periódico o de revista, incluyendo los reporteros de investigación, empleaban habitualmente», dice Esquivel.
Por José Luis Esquivel Hernández
Fue aproximadamente en 1963 cuando por primera vez empezaron a aparecer en la prensa de Estados Unidos unos textos periodísticos que poco tenían que ver con la llamada «objetividad» y abordaban la realidad con la técnica de la novela y una dimensión estética, nada propia de los reporteros de la época, y que se dio en bautizar como «Nuevo Periodismo», del que Tom Wolfe es considerado un fuerte impulsor y teórico consumado.
Después de obtener en 1957 su doctorado en literatura en su natal Rictmond, Virginia, y tras su paso por el Washington Post, Wolfe puso sus ojos en Nueva York, a donde llegó a trabajar en 1962 para el suplemento dominical del Herald Tribune y colaboraba con Esquire donde tuvo la oportunidad de pulsar cómo la voz del narrador, de hecho, es uno de los grandes problemas de la literatura de «no ficción».
Es el propio Wolfe quien platica que Gay Talese, un periodista del New York Times , fue de los primeros en sorprender a sus colegas periodistas, así como a los literatos y a los lectores en general con unos textos muy originales en la revista Esquire, donde colaboraba haciendo lo que no le dejaban hacer en el mítico diario neoyorkino, y enseguida Jimmy Bresiln empezó a escribir para el Herald Tribune una columna extraordinaria basada en la información que recopilaba él mismo y no «refriteando» noticias o anécdotas como lo hacían otros columnistas tradicionales, y su estilo «novelístico» le permitía ambientar la descripción de los hechos y los personajes.
«En la primavera de 1963» -escribe Wolfe en su libro sobre tan legendario tema-, «hice mi presentación personal en este nuevo ruedo, aunque sin proponérmelo, cuando escribí mi primer artículo para una revista en forma de lo que creía un simple memorándum a un director gerente de Esquire (…) Me descubrió la posibilidad de que había algo ‘nuevo’ en periodismo. Me interesó el descubrimiento de que era posible escribir artículos muy fieles a la realidad empleando técnicas habitualmente propias de la novela y el cuento». (El Nuevo Periodismo. Editorial Anagrama, 1976. Octava edición 2000, p. 26).
Ese primer trabajo de Wolfe, con título larguísimo y muy raro, le dio el gran descubrimiento entonces de que en un artículo, en periodismo, se podía recurrir a cualquier artificio literario, desde los tradicionales dialguismos del ensayo hasta el monólogo interior, y emplear muchos géneros diferentes simultáneamente, o dentro de un espacio relativamente breve… para provocar al lector de forma a la vez intelectual y emotiva.
«Tenía la sensación», continúa su relato, «con razón o sin ella, de hacer cosas que nadie nunca había hecho antes en periodismo. Solía intentar imaginarme lo que experimentaban los lectores al encontrarse con toda esa desenvoltura y fragmentación e un suplemento dominicial. Me gustaba esa idea. No me sentía parte integrante de ningún medio periodístico o literario normal (…) Estoy seguiro de que otros que hacían experiencias en los artículs de revista , empezaban a sentir lo mismo, como Talese». (Ibidem, p. 34)
Estaban traspasando los límites convencionales del periodismo, pero no simplemente en lo que se refiere a la técnica. La forma de recoger material que estaban desarrollando se les aparecía también como mucho más ambiciosa. Era intensa y más detallada, consumiendo más tiempo del que los reporteros de periódico o de revista, incluyendo los reporteros de investigación, empleaban habitualmente.
«Parecía primordial estar ahí cuando tenían lugar escenas dramática, para captar el diálogo, los gestos, las expresiones faciales, los detalles del ambiente. La idea consistía en ofrecer una descripción objetiva completa, más algo que los lectores siempre tenían que buscar en las novelas o en los relatos breves: esto es, la vida subjetiva o emocional de los personajes».(Ibidem, p. 35)
Por eso es por lo que resultó tan irónico que la vieja guardia de la prensa y de la literatura empezó a tachar a este nuevo periodismo de «impresionista». Se trataba de meterse en la mente de los personajes –subraya Wolfe–. «Para mí esto era un timbre más que el reportero tenía que pulsar».
También sostiene en su libro que no tiene ni idea de quién concibió la etiqueta de «Nuevo Periodismo» ni de cuándo fue concebida. «Seymour Krim me dijo que lo oyó por primera vez en 1965, cuando era redactor-jefe de Nugget, y Peter Hamill le llamó para encargarle un artículo titulado ‘El Nuevo Periodismo’ sobre gente como Jimmy Breslin y Gay Talese», afirma Wolfe. (Ibidem,p. 38)
Luego rinde tributo a esta nueva forma de hacer periodismo al permitir que muchos reporteros de revistas fueran tomados en cuenta por sus trabajos antes menospreciados, inclusive por abajo de los escritos en la prensa diaria, y otros alcanzaran su sueño en la literatura y se conviertieran su anhelada novela.
Apunta como hito fundamental en la difusión de esta modalidad en el periodismo la aparición, en el otoño de 1965, de A Sangre Fría, de Truman Capote, quien escribió primero en forma seriada en The New Yorker, y luego como libro en 1966 la historia de cómo dos vagabundos exterminaron a una comedida familia de granjeros en Kansas.
Y aunque puntualiza que a él jamás lo ha guiado esa etiqueta de nuevo periodista, reconoce que también estaban metidos en esto los novelistas Norman Mailer y James Baldwin, que escribían artículos para Esquire. Y señala lo signiicaivo que fue el paso a la no-ficción de Mailer, en los comienzos de 1968, con un éxito más que espectacular al ser sus artículos seriados material del famoso libro Los Ejércitos de la Noche.
Sin embargo, es sabido que Mailer siempre rechazó, hasta su muerte en 2010, haber sido parte del llamado «Nuevo Periodismo» no obstante haber subtitulado a su obra Los Ejércitos de la Noche, así: «La novela como realidad. La realidad como novela», y todavía más: su distanciamiento con Wolfe llevó a Mailer a decir, igual que a John Updike, que todo lo sale de la pluma de Wolfe «es entretenimiento de masas, pero no literatura».
También John Irving se quejó siempre de la «locuacidad» de su colega y se manifestó incapaz de terminar de leer la primera y más conocida novela de Wolfe, La hoguera de las vanidades. Pero a este norteamericano del sur avecindado en Nueva York no le interesa lo que diga el estableshiment literario y hasta se siente halagado de haber aparecido como invitado en la serie de dibujos animados, Los Simpson, donde luce su impecable traje blanco, como siempre.
Si bien es cierto escrible de forma polémica, metafórica y folletinesca, también maneja con soltura teorías de los grandes filósofos como Sócrates, Descartes, y Nietzche, y se sirve linguísticamente de la música pop, el lenguaje juvenil y, sobre todo, de signos de admiración, puntos suspensivos y onomatopeyas, en sus primeros trabajos.
Todo un hombre fue una novela de Wolfe que desató la furia y ataques precisamente de Norman Mailer, John Updike y de John Irving, pero Soy Charlotte Simmons fue una de sus obras que más críticas le dio como análisis polémico de una juventud sin escrúpulos y la inmoralidad de nuestro tiempo, al tratar la vida de un joven estudiante de provincia que pronto comprende que moda, deporte, sexo y fiestas –y no el intelecto– son lo que constituyen una imagen cool.
Algunos pensaron que Wolfe describió muy bien la actual sociedad estadounidense y su conservadurismo, al modo como se expresó en El Periodismo Canalla y Otros Artículos o en Elegidos para la gloria (Lo que hay que tener) donde hizo el retrato cabal de los protagonistas realmente importantes en la carrera espacial: los astronautas.
Back to blood (Regreso a la sangre) es el tìtulo de la nueva novela de Tome Wolfe, quen cumplirá 82 años el próximo 2 de marzo, y en esta obra sobre Miami hace un enjuiciamiento en torno a una de las ciudades más vilipendiadas de la época, como lo hizo con Nueva York en La hoguera de las vanidades, el libro hecho película inolvidable.
Información Bitacoras.com…
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