Televisión por Internet: de la suscripción a la producción de contenidos

  • Netflix y Clarovideo son dos apuestas de distribución de contenidos bajo demanda.
  • Se inicia el final del televisor como equipamiento doméstico y se abre paso a una modalidad que apenas está dando sus primeros pasos.
  • «Estamos apenas al principio de esta nueva aventura televisiva que, repito, puede dar la pelea de cara a una audiencia que pide a gritos la renovación de los formatos tradicionales y que hasta el momento no ha sido tomada en cuenta», dice Benassini.

Por Claudia Benassini

El último tercio del año pasado nos sorprendió con las ofertas programáticas de televisión por Internet. Primero fue Netflix. Más adelante Carlos Slim decidió ingresar al mercado con Clarovideo y tanto Hulu como Yuzu podrían llegar a nuestro país en cualquier momento. El precio oscila entre los 99 pesos de Netflix y los 69 de Clarovideo. Lo interesante de esta modalidad es que, una vez suscritos, nuestra clave nos permite acceder a la programación a través de cualquier computadora, teléfono celular o consola de MP3 conectada a la televisión. Con ello se amplían de manera importante los espacios y tiempos para la exposición al medio. Cabe añadir que la oferta programática no difiere de las propuestas de cable o satélite. El plus consiste en la omnipresencia que esta modalidad de exposición confiere a la televisión. Dicho de otra manera, canales de películas, series, deportes, documentales, telenovelas y terror, entre otros, pueden verse desde los dispositivos arriba descritos. Con ello se inicia el final del televisor como equipamiento doméstico y se abre paso a una modalidad que apenas está dando sus primeros pasos.

Pero ésta es la opción más reciente de acceso a contenidos televisivos a través de la red. Recordemos que desde hace algunos años YouTube cuenta con una oferta para una audiencia que la sigue en parte porque es gratuita, en parte por la afinidad con los contenidos. Empero, es un hecho que esta red social entra a la competencia de los sistemas de paga mediante un canal con programación similar a la descrita arriba, a la vez que mantiene la oferta ya conocida, de gran atractivo para las audiencias en todo el mundo. Asimismo, los canales mexicanos de televisión abierta nos permiten acceder a sus contenidos, sobre todo los ya transmitidos; esta oferta se extiende a gran parte de los países del orbe. Y consideremos además las opciones en vivo abiertas por canales como Ustream –que además permite el acceso a una videoteca- que hacen palidecer a nuestros noticieros frente a las opciones informativas y de opinión –además del entretenimiento- que ponen a disposición del televidente.

En suma, en este momento hablamos de dos opciones de televisión por Internet. La primera, de paga, pone a disposición del usuario programas de diversos géneros con la promesa de renovarlos periódicamente. La segunda, todavía gratuita, nos da acceso a los contenidos de la televisión abierta, además de contar con opciones para transmitir eventos: desde los quince años de la sobrina hasta acontecimientos en vivo pasando por verdaderos espacios informativos. Aquí la limitación es la imaginación del usuario quien, dependiendo de sus necesidades y características del espacio, podrá usar el servicio de manera gratuita o pagar una cantidad simbólica. O bien, podrá contratar los servicios de una casa productora que se encargue de la realización del contenido y de subirlo a Internet. En resumidas cuentas, los críticos de la televisión que predijeron su fin con la llegada de la red de redes se enfrentan a esta nueva convergencia tecnológica que apenas está en sus inicios.

Este escenario nos lleva irremediablemente al debate sobre los contenidos. Como ya señalamos, Netflix, Clarovideo y otros competidores cuentan con una oferta programática similar a la de los sistemas de televisión de paga. De hecho, la competencia es más por el precio y por la actualización de los catálogos, además de que los canales tienen otra denominación. La televisión abierta –nacional y extranjera- ofrece su programación pregrabada vía Internet con ligeras variantes en géneros y formatos, aunque reconocible para las audiencias. Pero, de acuerdo con nuestro escenario, la televisión por Internet abre un importante espacio a la transmisión de eventos en vivo y a la producción de contenidos de índole diversa que deberán organizarse de alguna manera para facilitar su localización por parte de las audiencias. Y en este caso, si antes privilegiamos las transmisiones en vivo, lo cierto es que existe espacio suficiente como para expandir la programación hasta donde los límites del presupuesto y los contenidos lo permitan.

En pocas palabras, estamos frente a una profesión en ciernes que ya dispone de algunas figuras importantes. Hablamos del productor de contenidos, que ponga a disposición de las audiencias una programación de calidad que se transforme en una verdadera competencia para la televisión abierta. Esto supone una evolución en los géneros tradicionales y repensar los contenidos para audiencias segmentadas de manera diferente a la tradicional. Se trata, en suma, de aprovechar el ciberespacio para competir con la televisión abierta y conquistar una audiencia ávida de nuevos contenidos y de alternativas más allá del espacio doméstico tradicional. Supone también la creatividad suficiente como para atraer inversiones y patrocinadores que incursionen en esta nueva aventura que apenas comienza. Dicho de otra manera, es buscar la competencia en una plataforma diferente producto de la convergencia tecnológica.

Una última reflexión. Es probable que la televisión abierta sobreviva tal como la vemos en este momento. Más canales como producto de la digitalización de las señales no suponen un incremento de la calidad. Más bien suponen más de lo mismo. El punto es que hay una audiencia que comienza a buscar otras opciones que ya no satisface la televisión abierta y/o algunas modalidades de televisión de paga. De aquí la relevancia del productor de contenidos y su inserción en el espacio en el que se dará la batalla. No en balde Televisa ha comenzado a incursionar en la webprogramación, que es lo mismo pero a través de la red. La opción está abierta, a la espera de contenidos de calidad y de modalidades creativas para su financiamiento. Estamos apenas al principio de esta nueva aventura televisiva que, repito, puede dar la pelea de cara a una audiencia que pide a gritos la renovación de los formatos tradicionales y que hasta el momento no ha sido tomada en cuenta.

 

1 comentario a este texto
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