Para conocer al General (II)

Juego de ojos

Foto: "Monumento a Lázaro Cárdenas" por Gabriel Flores Romero @ Flickr

Foto: «Monumento a Lázaro Cárdenas» por Gabriel Flores Romero @ Flickr

Por Miguel Ángel Sánchez de Armas

En memoria de Mariano Cebrián, hombre bueno y gran profesor.

Descanse en paz. 

De mi libro “El peligro mexicano. Comunicación y propaganda en la expropiación petrolera de 1938”, tomo este segundo apunte sobre Lázaro Cárdenas y su tiempo. Como anoto en la entrega anterior, ya que el gobierno abrió los libros de historia no está de más abonar todo aquello que contribuya al conocimiento del General y su circunstancia. En esta entrega, algunos aspectos de la política económica del cardenismo.

Si bien el gobierno de Cárdenas amplió y consolidó su intervención en la economía nacional a través de la inversión pública, también dio apoyo importante al capital privado. Aunque la burguesía veía una tendencia “comunista” en el uso del recurso de huelga, Cárdenas lo fomentó como una forma de negociación de los derechos de obreros y campesinos; buscaba un acomodo de las relaciones de producción, un nuevo patrón que abarcara la interdependencia de las clases sociales, la expansión del mercado interno y nuevos criterios de previsión y actuación empresarial. Para consolidar el proyecto económico del Plan Sexenal, Cárdenas quiso que tanto obreros y campesinos como burgueses, tuvieran sus derechos garantizados.

El proyecto estaba concebido para mantener el equilibrio entre los factores de la producción que son el trabajo y el capital. Para que ese equilibrio fuera estable era necesario que reposara “en una ancha base de justicia social y en un elevado espíritu de equidad que presida estas relaciones”. Los sindicatos dejaron de ser meros espectadores y se convirtieron en protagonistas de la vida política, “aunque fuera a través de un sistema corporativo autoritario vertical”. El propio Cárdenas explicó este mecanismo: “Para contribuir al desarrollo de la organización obrera, se procuró la formación y crecimiento de grandes sindicatos, representativos del interés profesional en las distintas ramas industriales”. La importancia que el General dio a la organización de la clase trabajadora queda demostrada con la formación del “sector obrero” del partido, la Confederación de Trabajadores de México (CTM), comprometida desde su concepción con el plan de gobierno de Cárdenas, aunque los obreros estaban en el entendido de que sus demandas no debían rebasar los límites del régimen establecido. Ambas partes, gobierno y obreros, fueron lo suficientemente claros “como para que el pacto subsistiera aun sobre los malentendidos que por fuerza tenía que despertar en sus propios seguidores”.

El gran movimiento obrero entre 1935 y 1940 fue el principal pilar del régimen. En este contexto, Cárdenas tuvo muy presente la tutela del derecho de huelga y su relación con los derechos patronales y la propiedad privada, pero esto, dicen Córdova y otros autores, nunca significó que viera con malos ojos al capital, nacional o extranjero. En su proyecto estaba la idea de crear un Estado estratégico que promoviera la industrialización del país, que garantizara el bienestar colectivo sin modificar la “matriz capitalista de la producción”, es decir, respetando los derechos del capital y la propiedad privada, pero mejorando de manera “justa” la situación laboral de los obreros. A la pregunta de si su gobierno era socialista, Cárdenas respondió: “Ni capitalismo salvaje ni comunismo al estilo estalinista”.

Dice García Cantú: “No escapaba al gobierno la necesidad urgente de revitalizar la economía nacional, maltrecha después de más de tres décadas de conflictos e inestabilidad. En 1935 el país contaba con 7,619 establecimientos fabriles y los créditos bancarios para el apoyo a la industria alcanzaban 39,754 millones de pesos. Pese a opiniones en contrario, el fortalecimiento sindical no aminoró el desarrollo. Las mejores condiciones de los trabajadores aumentaron el consumo e impulsaron la circulación de capital. En 1940 los establecimientos fabriles habían aumentado a 13,510 y los créditos bancarios llegaron a 245,680 millones en el mismo año. El gobierno emprendió importantes obras de infraestructura que favorecieron el desarrollo industrial y aplicó medidas fiscales para favorecer la creación y ampliación industrial”.

El 30 de diciembre de 1939 Cárdenas expidió un decreto que dio ventajas fiscales a los inversionistas tanto nacionales como extranjeros. Sin embargo, pese a que la inversión pública y privada pasó de 216 millones de pesos en 1930 a 773 millones en 1940, estas medidas no paliaron del todo la gravedad de la situación económica, complicada por las crecientes tensiones políticas, conflictos entre capital y trabajo, inflación creciente y devaluación de la moneda. El costo de la vida para los trabajadores se disparó entre 1934 y 1940. Una razón fue la guerra que los combativos empresarios regiomontanos declararon a Cárdenas, alarmados por el avance organizativo de los trabajadores y por la legalización del Partido Comunista al inicio del régimen.

En febrero de 1936 hubo un paro laboral en Monterrey para derrocar al gobernador del estado, a quien se acusaba de “protector de los obreros rojos”. Cárdenas viajó a la capital de Nuevo León y pronunció un discurso en el que, en 14 puntos, definió y defendió la política laboral de su gobierno. Ahí, en un clima de gran tensión, dijo a los paristas: “Los empresarios que se sientan fatigados por la lucha social, pueden entregar sus industrias a los obreros o al gobierno. Eso será patriótico; el paro no”.

A la distancia es evidente que no hubo en el cardenismo una estrategia para instalar un sistema económico socialista. Al contrario, como ha observado Knight, la década de los treinta marca la adopción definitiva del sistema capitalista de desarrollo que benefició al empresariado. Para Garrido, el pnr fue el pilar para la consolidación de una burguesía nacional.

La prensa fue vehículo para una constante crítica a la política económica del cardenismo, facilitado esto por el respeto que, en términos generales, el régimen tuvo para la libertad de expresión. Y desde las troneras de la clase política el fuego era graneado. Emilio Portes Gil, expresidente y antiguo colaborador de Cárdenas, expresó que el actuar del General era más propio de un líder que de un primer mandatario, quien “dejará mucho que desear como administrador; pero el agitador seguirá teniendo entre las masas un gran prestigio”.

Dice Fuentes Díaz: “Habiendo fracasado Calles en su intento de hacer rectificar a Cárdenas o de hacerlo dimitir, el camino se presentaba aún escabroso. Había contradicciones en el gobierno. Así se explica que varios callistas hubiesen seguido dentro del aparato oficial; que algunos de ellos hubiesen fundado un periódico, El Instante, para calumniar a Cárdenas y llamar a la lucha abierta contra su régimen; que Cedillo hiciera franca campaña reaccionaria dentro del gobierno”.

Dicho lo anterior, hay elementos para afirmar que no tenían sustento las acusaciones empresariales de que el régimen dañaba la producción y fomentaba la salida de capitales. Cárdenas no perjudicó ni bloqueó al capitalismo, según apunta Montes de Oca: “Al final del sexenio quedó demostrado que solamente de 1939 a 1940 la inversión de capitales en la industria se había incrementado cinco veces, lo que significaba que la política de Cárdenas no atentaba contra los empresarios apoyando a los trabajadores, sino que finalmente fueron los patrones los que resultaron más beneficiados gracias al incremento de la producción, la disminución de costos y el aumento de la capacidad de consumo de los trabajadores”.

 

Molcajete…

¿Recuerdan a Cecilia Giménez, la anciana “restauradora” del Ecce Homo de la iglesia del caserío de Borja en España? Pues el chiste que dio la vuelta al mundo en las redes sociales por la infantil plasta que quedó en donde estuvo el sufrido rostro del Salvador, encontró una olla de oro al final del arcoíris. El Ayuntamiento ha tenido ingresos jugosos del turismo que paga por ver el adefesio y doña Cecilia firmó un contrato para que su caricatura sea impresa en llaveros, tazas, camisetas y otros adminículos. Y claro, no podía faltar una marca de vino propia, cortesía de la Casa Ruberte. ¿Quién dijo que Dios no cuida de sus ovejas más sandias?

21/8/13

Tuit: @sanchezdearmas 

Blog: www.sanchezdearmas.mx

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