Universidades en el 2013: ¿Cuáles son las mejores?
Por: José Luis Esquivel Hernández
En el 2013, una mujer china fue víctima del terrorismo en la famosa prueba de maratón en Boston, y entre sus datos biográficos destaca que habría sido alumna de una de las universidades de Estados Unidos por su deseo ferviente de dominar el inglés y concluir una carrera de prestigio con sello internacional. Pero el dato no es intrascendente y nos lleva a considerar la numerosa matrícula de jóvenes extranjeros que llegan a las instituciones de educación superior en la Unión Americana, no solamente porque una gran mayoría de ellas se colocan entre las mejores del mundo, sino también porque significa una oportunidad de contratación profesional inmediata en sus países de origen e inclusive en la misma ciudad sede de la universidad.
Según estudios constantes en torno al ranking de las 200 mejores universidades del mundo, los primeros tres lugares los acaparan Harvard (100 puntos), Massachusetts Institute (88 puntos) y Cambridge, del Reino Unido (85.8 puntos). Y esta última se ha posicionado entre las preferidas en el mundo porque supo a tiempo, desde 1995, incentivar los acuerdos comerciales y la colaboración con la industria, algo considerado antes como tabú, y por eso en 2002 impulsó 25 nuevas empresas de alta tecnología. Pero no dejan de colarse en los sitios privilegiados la Universidad de California, en Berkley; la de Yale y la de Stanford, las cuales comenzaron a desplazar de las posiciones de privilegio a las 68 alemanas y otras europeas al integrar con estupendos resultados la enseñanza y la investigación, además de optar por la admisión selectiva y el pago de matrícula, tratando de no convertir sus espacios en monstruos de masividad y deserción escolar por un mal entendido populismo oficial.
Los profesores perciben una remuneración de acuerdo con su mérito de aprovechamiento entre los alumnos y no por sus gruesos legajos de diplomas o documentos de postgrado que en las universidades del tercer mundo muchas veces se obtienen esos papeles mediante sobornos y sin mayor esfuerzo de asistencia a los cursos ni de trabajos realizados con asesoría especial.
Para periodistas y literatos
Cuando a mí me preguntan a qué institución debe ser canalizado un buen alumno de Periodismo que desea continuar sus estudios profesionales en Estados Unidos, sin dudarlo señalo la Columbia University, por cuyas aulas han pasado grandes personalidades como el presidente Barack Obama, el poeta Federico García Lorca y el magnate Warren Buffet.
Pero si bien es cierto en sus instalaciones se han gestado descubrimientos como la radio FM y el láser además de contar en sus bibliotecas monumentales con más de 10 millones de volúmenes impresos, la razón fundamental es que se trata de la universidad que eligió Joseph Pulitzer en 1912 para fundar su escuela de periodismo, misma que administra los premios que anualmente se otorgan con el nombre del dueño del diario The World, de Nueva York.
Los periodistas y los literatos, así como los poetas y otros especialistas de la palabra oral o escrita, y no se diga los amantes del arte, egresan con el aval de una formación de primera línea por la alta calidad y trayectoria académico-profesional de sus docentes que le hacen pertenecer a la selecta Ivy League. Columbia Univerity tiene orígenes centenarios si tomamos en cuenta que nació como King`s College según concesión del Rey Jorge II de Inglaterra, por lo cual desde 1754 ha ganado enorme prestigio y presume como uno de sus más grandes logros el haber sido, en 1767, la primera escuela de medicina de América en otorgar un título profesional que avalaba el grado de sus egresados (M.D.) y que es una certificación que no ha perdido vigencia.
Los descubrimientos sobre la cura del glaucoma y el cáncer forman parte también de su tarjeta de presentación, pero en lo referente a Periodismo ostenta el orgullo de ver desfilar por sus aulas a estudiosos de los sistemas informativos que tienen el ejemplo de grandes profesionales de los medios de todo el mundo, pues la selectividad de los alumnos se hace con toda intención de dar el ingreso a los más aplicados y con vocación bien definida.
Columbia University en sus 260 años de existencia ha actualizado su nombre en tres ocasiones y ha cambiado de sede cuatro veces. Hoy su campus principal se localiza en Manhattan y en general recibe alrededor de 25 mil aplicaciones de ingreso por semestre pero sólo son admitidos mil 500 alumnos en todos los grados académicos y facultades en cada período.
Otra buena opción para los que vivimos en el norte de México es la también famosa Universidad de Texas, con sede en Austin, que yo recomiendo no sólo por la cercanía geográfica sino por su proyección en el campo de las Ciencias de la Comunicación y del Periodismo en particular, según dan testimonio de ellos muchos egresados que han llegado de Centro y Sudamérica. El programa PALS los conecta con estudiantes norteamericanos, y un departamento completo ayuda a sus familias a establecerse.
Investigación y colegiaturas muy altas
The Times de Londres realiza con frecuencia estudios que demuestran, por mucho, que de las 20 mejores universidades del mundo, once son de Estados Unidos, seguidas por algunas de Europa, Australia, Japón China e Israel en que el inglés cuenta para su inclusión en el ranking, pues éste se basa en cinco criterios, destacando el número de citas en publicaciones académicas y la relación numérica entre profesores y estudiantes.
Jeffrey Puryear, un experto en educación en América Latina del Diálogo Interamericano, un centro de estudios de Washington, D. C., le dijo en 2005 al periodista Andrés Oppenheimer que «los sondeos dejan fuera a las universidades latinoamericanas y no es de extrañar por sus pobres resultados, pues son públicas y los gobiernos no tienen muchas exigencias enmateria de control de calidad, a las que éstas se resisten».
Sin embargo, también es de tomarse en cuenta que las buenas universidades de Estados Unidos, Europa y Asia fomentan la investigación científica con gran acierto y tienen más dinero porque tienen más aportes estatales y privados además de lo que pagan los propios estudiantes. Por eso en Estados Unidos, Inglaterra y cada vez más ciertos países de Europa y Asia cobran colegiaturas muy altas a sus alumnos, y al mismo tiempo se benefician de regímenes fiscales que fomentan las donaciones privadas, de acuerdo con Andrés Oppenheimer.
Una investigación del Centro Nacional para Estadísticas de la Educación en Estados Unidos ha revelado que aquí la universidad es cara, ya que del año 2000 al 2011 las colegiaturas aumentaron en un 42 por ciento (más de 25 mil dólares al año), a pesar de que sigue habiendo quejas de empresarios que reclaman a muchas instituciones de educación superior el hecho de no enseñar el tipo de habilidades técnicas que requieren que posean los recién contratados.
Un hecho paradójico es que si se revisa el caso de la mejor universidad de América Latina que figura entre las 500 mejores del mundo, la UNAM, destaca por su investigación en algunas áreas pero no por sus colegiaturas ya que es prácticamente gratuita en su totalidad y sus más de 300 mil alumnos son medidos con el mismo rasero social para este beneficio, no obstante que hay jóvenes con mucha solvencia económica para pagar, en contraste con la segunda institución destacada, el TEC de Monterrey, considerado «de ricos» y pudientes pero con algunos de clase baja becados por sus méritos académicos, tal como ocurre en otra gran universidad de Sudamérica, como lo es la Católica de Perú. «En lugar de darle el dinero a las universidades a manos llenas, los gobiernos de América Latina deberían darle el dinero a los estudiantes para que ellos elijan a qué institución ir, y eso crearía una competencia entre las universidades para atraer alumnos, pues ahora esa competencia está afectando la calidad educativa en el nivel superior», recalcó Puyear, del Diálogo Interamericano, en la entrevista con Oppenheimer.
La tierra prometida
Ante estas circunstancias, no es de extrañar que muchos jóvenes de la clase alta de América Latina y principalmente de México opten por el sueño americano en cuanto a sus universidades, y no solamente los estudiantes que desean un postgrado con el fin de quedarse a trabajar en el extranjero, sino inclusive los más talentosos profesores busquen una oportunidad al ofrecer sus servicios como investigadores o docentes. Pero curiosamente el número mayor de los 700 mil universitarios extranjeros que hoy por hoy van a estudiar a Estados Unidos provienen de China e India, así como de Corea del Sur, Japón y Taiwan, superando a los canadienses.
Pero aún se espera una mayor avalancha de chinos pues entre los 16 millones de alumnos en esa poderosa nación, muchos tienen la mira puesta en lo que consideran la tierra prometida de la educación, no obstante el florecimiento de sus campus universitarios en su extensísima región y no obstante su avance económico que tanto preocupa al Tío Sam. Lo que buscan quienes llegar a las universidades norteamericanas desde China son los circuitos de comunicación entre profesores y alumnos así como los aires de libertad para el debate, pues la rigidez académica desalienta a los mejores estudiantes de ese país oriental, que desconocen en la escuela la experimentación intelectual. Allan Goodman, presidente del Instituto para la Educación Internacional, con sede en Nueva York, aclaró un día a Newsweek en español que «son bienvenidos los estudiantes internacionales que ven a Estados Unidos como ejemplo, pero esa migración no hace sino aumentar la brecha entre Estados Unidos y el resto del mundo». Por su parte, Kim Ho Gi, sociólogo de la Universidad de Yonsei en Corea del Sur, sostiene que «se ha puesto de moda, entre las familias adineradas de Seúl, enviar a los chicos y chicas a estudiar fuera y aprender inglés… Todo en aras de un mejor futuro para su vida».
Pero a veces el fuerte choque cultural y la barrera del idioma no son superados tan fácilmente por los estudiantes y caen en conductas inapropiadas por estar lejos de sus padres. Sin embargo, ahora que la educación superior se ha transformado en un producto básico global, algunos países han decidido enviar grupos de profesores y funcionarios de sus universidades a estudiar qué están haciendo bien en este campo los profesores y funcionarios de las universidades estadounidenses para aplicar el modelo localmente, como en Japón.
Y también algunas universidades de prestigio de Estados Unidos han estado expandiendo sus marcas en el extranjero y estableciendo unidades de sus escuelas a lo largo de China en particular, e igualmente en la India, o han firmado convenios como la Universidad de Wellesley y la Universidad de Pekín, entre otras. A fines de 2013, sin embargo, este acuerdo se tambaleó feamente porque el gobierno chino despidió al profesor Xia Yeliang, severo crítico del sistema de su país, y lo hizo después de que el economista visitó en el verano pasado la universidad norteamericana, cuyo cuerpo académico reaccionó con firmeza ante semejante atropello a las ideas políticas de un disidente. Por eso 130 miembros del cuerpo docente de Wellesley enviaron una carta abierta al presidente de la Universidad de Pekín exigiendo la cancelación del convenio, que finalmente siguió su curso original.
Por su parte la Universidad de Stanford abrió en el 2012 un centro de siete millones de dólares también en la Universidad de Pekín, «porque tender lazos es una mejor estrategia que adoptar una actitud moralista tal que no podamos interactuar con algunas de estas universidades», sostiene Richard Saller, director de la facultad de Ciencias y Humanidades, en entrevista con Tamar Lewin, de The New York Times, dentro del reportaje del 28 de diciembre de 2013. Otra universidad, la de Ciencias Políticas y Derecho de China Oriental, en Shanghai, tiene muchos convenios, incluyendo un programa de intercambio con la facultad de leyes de la Universidad de Williamete, en Orange, y hace poco, asimismo, se fracturó la relación porque el profesor Zhang Xuezhong perdió su empleo por escribir que el Partido Comunista es hostil al estado de derecho. La Universidad de Nueva York abrió su campus en Shanghai en el 2013 y en el 2014 lo abrirá en Kunshan la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, pero al mismo tiempo que otras instituciones buscan posicionarse en China también crece la preocupación por el historial de censura en ese país y que contrasta con la amplia libertad en que operan en suelo norteamericano.
Pero en otras partes surgen inconvenientes de la misma naturaleza. Por ejemplo, la Universidad de Yale abrió en 2012 una escuela de humanidades en asociación con la Universidad Nacional de Singapur y pronto se agrió todo al tocar el tema de la historia reciente de Singapur de falta de respeto por los derechos civiles y políticos. Como quiera, la carrera no termina. Y Estados Unidos va a la cabeza en el plan de seguir siendo líder en la calidad de sus universidades y expandirlas de mil formas por el mundo, como un estrategia para difundir los valores liberales.