El pensador del periodismo: Omar Raúl Martínez
Pocas veces los periodistas se han detenido a repensar el sentido de su propio oficio. La reflexión, el análisis y el cuestionamiento sobre el periodismo han quedado rezagadas como actividades de pocos. Uno de esos pocos fue sin duda Omar Raúl Martínez (1965-2016) quien, desde sus trincheras, nunca cesó de luchar por un ejercicio ético, comprometido y libre de la profesión.
Por Maricarmen Fernández Chapou
Estudioso del periodismo, académico, director de la Fundación Manuel Buendía y de la Revista Mexicana de Comunicación, se dedicó durante su vida a pensar el oficio y a promover espacios para ello en las páginas que escribía y editaba, así como en las aulas donde enseñaba. Reunió, así, una gran pluralidad de voces, algunas de ellas encontradas y polémicas, pero que, decía, “contemplan aristas del oficio que los propios periodistas no queremos ver”.
Pero él siempre quiso ver, a la luz de sus referencias como Manuel Buendía, “el periodista honesto hasta la obsesión”, quien fuera para Omar Raúl “una huella significativa, estimulante y digna de seguir”. Sobre él escribió: “su concepto de ética periodística lo aplicó rigurosamente en su oficio cotidiano, y rechazaba, implacable, el mínimo indicio de verse comprometido con los tentáculos del poder político y económico. Buendía fue uno de los pocos periodistas que se han comprometido con la libertad de expresión”.
Producto de una inquietud existencial, vocacional, profesional, social y política, Omar Raúl dedicó sus esfuerzos a responder preguntas como ¿qué es el periodismo? ¿quién es el periodista? ¿para qué sirve el quehacer informativo? ¿tiene sentido hacerlo? Y teorizó sobre los binomios democracia y medios, ética y responsabilidad, o utopía y esperanza, en tiempos adversos para la libertad de expresión.
Así, desde su compilación, con obsesión de coleccionista, de pensamientos, ideas, y aforismos, Esencia del periodismo, o su homenaje a Manuel Buendía desde la trinchera periodística, hasta Repensar el periodismo. Aristas del reportaje y otras reflexiones, su obra traza caminos de acceso al sentido de esta disciplina.
Un mapa de ruta
Como un homenaje al pensador del periodismo, a continuación se recogen algunas de sus enseñanzas aprendidas en sus cátedras, libros y conversaciones, en su propio estilo: como una compilación en orden alfabético de algunas ideas y conclusiones sobre puntos cardinales de la profesión.
- Autocrítica: “La responsabilidad de los medios –decía– es ahora convocar a la reflexión, a la contextualización y al análisis. Y eso nos toca en principio a los periodistas. No nos hemos dado la oportunidad de reflexionar con mayor consistencia, hay un dejo de autosuficiencia y hasta de impunidad que nos hace omitir la autocrítica. Hay que ser más sensatos y por eso una parte importante de la reflexión es la de los propios periodistas, y luego poco a poco de los diferentes sectores de la sociedad”.
- Corresponsabilidad: “Debe haber un ejercicio de corresponsabilidad. Hay que ser autocríticos incluso desde el punto de vista empresarial; es recurrente la autocensura, la impunidad e indiferencia con tal de no comprometerse o no perder ciertos cotos de poder. Hay una excesiva falta de seriedad. Si se diera una apertura seríamos más responsables en el ejercicio del periodismo. Y es que enjuiciar lo que estamos haciendo debería ser lo más natural”.
- Democracia: “La democracia funda, jurídica y políticamente, las condiciones para el ejercicio del periodismo. Pero éste, a su vez, puede convertirse en instrumento dinamizador de las pautas democráticas. Es decir: si la democracia tiende a encauzar las condiciones para el ejercicio del periodismo, sólo de éste depende el que quiera y pueda convertirse en un auténtico instrumento dinamizador de las pautas democráticas”.
- Ética: “En mi opinión, la ética periodística es el conjunto de valores o principios de actuación deseables que hace suyos un informador para encarar los objetivos que a su entender debiera cumplir el periodismo que él valora y respalda. Hablar de ética supone referir móviles internos llamados valores que a su vez se manifiestan en ciertas pautas de comportamiento, o en determinadas creencias, actitudes, decisiones o preferencias personales. Pero ojo: la ética periodística no es lo mismo que un catálogo de deberes en la cobertura mediática; constituye más bien una natural disposición a querer actuar en determinado sentido, un motor unipersonal, una búsqueda constante por ser mejor… Porque la raíz medular de la ética –recuerda Savater—no se vincula precisamente al deber ser o al deber hacer, sino al qué, por qué y para qué se quiere o se pretende hacer periodismo. O sea, subyacen arraigados motivos o valores que mueven a la acción”.
- Investigación: “Hay muy poca investigación y estudio del periodismo en México. Lo que se analiza más son los fenómenos político-sociales, el quehacer de los medios, y nos metemos a veces en palabrería inconceptuosa e inalcanzable que poco tiene que ver con la realidad inmediata. En cuanto a la ética periodística o el manejo del lenguaje, por ejemplo, la bibliografía es mínima y casi toda es extranjera; hasta hace unos años se empezó a incursionar con mayor detenimiento, en tanto que en países como Estados Unidos o Inglaterra comenzaron a hacerlo desde principios de siglo. Asimismo, no existen más de cinco o seis manuales sobre periodismo que son copias o adaptaciones para México de lo que se escribe en otras partes. Dentro de la investigación rigurosa lo que más hay son estudios historiográficos, pero propiamente de la realidad periodística de los últimos años no hay nada. Hay un gran soslayo por analizar, cuestionar e historiar la propia prensa”.
- Utopía: “La utopía es un mapa de ruta cuyo destino –conocido y siempre distante—hace estimulante el viaje. Ciertamente utopía y esperanza van de la mano. Sin utopía no habría posibilidad de imaginar caminos para mejorar. Sin utopía nadie se rebelaría frente a las circunstancias ominosas o asfixiantes. Sin utopía sería imposible creer y crear esperanzas, que a la postre son el alimento de los inconformes. La utopía es el motor de la transformación y por ende acicate para el periodismo. Pero ni la esperanza ni la utopía esperan: visualizan posibilidades, y por tanto no admiten amodorramientos ni estrecheses”.
Omar Raúl Martínez deja, con su lamentable partida, el legado de ese mapa de ruta para los periodistas que le siguen en el camino.
*Profesora del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México