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Rigor periodístico
- El rigor periodístico distingue a un auténtico profesional de un improvisado que tiene acceso a las herramientas modernas de la información y el entretenimiento.
Por José Luis Esquivel
El periodismo de hoy vive una serie de transformaciones debido a las teconologías de punta que han validado, como nunca, la actualidad informativa y, por tanto, la difusión de los hechos en tiempo real, pero también la influencia de las redes sociales está revolucionando a los medios tradicionales para modificar sus contenidos con temas más cercanos a la gente y más divertidos.
La televisión principalmente está en un parteaguas de su historia constatando que su axioma «No audiencie, no party» ahora encuentra plenitud en sus noticieros no solamente con los asuntos políticos y segmentos de sangre o desastre, sino que su devoción por el rating tiene como foco de atención la frivolidad en primer término y el show de los periodistas en la pantalla.
Las audiencias están cada vez más volviéndose adictas a Facebook o a You Tube o a leer las noticias en el iPad o a revisar minuto a minuto cuanto material contienen sus teléfonos móviles y, en estas circunstancias, son sus prácticas de uso, reapropiación y consumo, las que determinan el rumbo de la producción televisiva y plantearse la necesidad de adaptarse al cerebro de las nuevas generaciones de receptores, cabalmente en el terreno de la información de actualidad.
Sin embargo, los principios del periodismo son inamovibles para la televisión como lo siguen siendo para la prensa en general, para la radio y para cualquier otro medio digital que desee transmitir noticias por el sistema que sea y trátese de la plataforma que se trate.
Y uno de esos postulados básicos, sobre todo del profesional de los medios, es el rigor periodístico lo que significa verificar los datos explorados y confrontar la diversidad de fuentes hasta que haya plena constancia de la realidad que se va a exponer. Y como la verdad –la verdad propia, es decir de quien da testimonio de ella en los medios– es muy lenta, hay que dar la cara por ella hasta que pueda ser demostrada en forma contundente.
Así es como se construye la credibilidad, que es el bien preciado de quien se ostenta como representante legítimo de eso que llamamos opinión pública y que, en un sistema democrático, es fruto de la libertad de prensa y de expresión así como del pleno ejercicio del derecho a la información.
Por el rigor periodístico se representa y se construye la realidad que merece conocer las masas, y por ese rigo periodístico se combate la manipulación, la mentira y la parcialidad hacia los poderes político y económico, además de encontrar apoyo en él para pedir perdón por los errores comunes en un oficio sometido a presiones y a cargas emocionales muy especiales.
El rigor periodístico distingue a un auténtico profesional de un improvisado que tiene acceso a las herramientas modernas de la información y el entretenimiento. Porque si no se sabe contrastar una noticia se corre el riesgo del amarillismo o la difamación.