#NoALaCensuraEnTwitter: de la libertad al libertinaje de expresión
- #NoALaCensuraEnTwitter y #MePongoPedoComoAzcarraga fueron temas que suscitaron el debate sobre la libertad de expresión.
- Tuits de Arath de la Torre y Daniel Bisogno hicieron enfurecer a parte de la comunidad de Twitter.
- «Cuáles han sido la evolución y los alcances de las recientes manifestaciones de la libertad de expresión? ¿Hablamos de libertad de expresión o de libertinaje de expresión?», pregunta Benassini.
Por Claudia Benassini
Hace apenas unos días el comediante Arath de la Torre, surgido e identificado con Televisa, mostró su desacuerdo con los tuiteros que lo llevó a colocar un mensaje sobre la abundancia de nacos en esta red social, que debía contar con mecanismos de censura. Con poca diferencia el conductor Daniel Bisogno, de las filas de Televisión Azteca envió un mensaje en el mismo sentido, al que añadió que Twitter “es sólo para los famosos”. El primero se convirtió en Trending Topic (TT) durante el fin de semana; los insultos subieron gradualmente de tono hasta que decidió suspender temporalmente su cuenta. El segundo no llegó a tanto. Pero ambos contribuyeron a que durante el lunes 27 de mayo #NoALaCensuraEnTwitter estuviera en los primeros lugares de discusión entre a comunidad tuitera. En este contexto y como resultado indirecto, el triunfo del América sobre el Cruz Azul un día antes suscitó la circulación en redes sociales de un conjunto de imágenes que mostraban a Emilio Azcárraga Jean –presidente de Televisa- quitándose la playera. En consecuencia, al citado TT se sumó el de #MePongoPedoComoAzcarraga.
Los escenarios arriba descritos se repiten cotidianamente. Con o sin motivo uno o varios comentarios sobre un tema exacerban los ánimos de los tuiteros al grado de llevar a TT los insultos hacia quienes –con o sin razón- no piensan como ellos o bien, a las figuras públicas que por sus características son más vulnerables a esta red social. La decisión de Arath de la Torre de retirarse temporalmente de Twitter es tan sólo uno de muchos ejemplos que han sido orillados al exilio. En otros casos, también con o sin razón, es la propia red social la que toma la decisión de cerrar la cuenta de usuarios que, de acuerdo con sus reglas, ofenderían a terceros con sus dichos. A veces los afectados regresan, a veces el retiro es definitivo o aparecen con otro nombre y son rápidamente identificados por sus seguidores. En resumidas cuentas, con o sin razón, la exacerbación de los ánimos y los niveles de intolerancia que se descargan contra ciertos usuarios propician lo que supuestamente más defienden los tuiteros: la libertad de expresión.
Repetimos, estos escenarios se repiten cotidianamente. No obstante, en este caso cabe centrarnos en la afirmación que dio lugar al TT que da cuenta del número de tuiteros que se manifiesta contra la censura en Twitter. El asunto abona al debate sobre los ataques a la reputación de una persona y, con mayor frecuencia, al debate sobre el bullying, también muy frecuente en esta red social. Reiteramos, esporádicamente se toma la decisión de cerrar la cuenta de un usuario que vuelve a abrirse a petición del mismo –y/o de sus seguidores- o bien, se da de alta como nuevo ingreso para regresar a las andadas. Dos escenarios entre los muchos que seducen a quienes –para bien o para mal- quisieran legislar sobre esta red social. Sin embargo, el asunto está mucho más lejano de lo que podría suponerse. En primer lugar, por la libertad que se ha erigido como uno de los principios fundamentales de Internet desde sus orígenes.
En segundo lugar –y en consecuencia-, por la dificultad que legalmente representa tomar los tuits como ataques en contra de una persona y condonar al o los agresores a restañar la reputación del afectado. Sobre todo porque el o los agresores pueden ocultarse en el anonimato: se dan de alta con un nombre falso o con un apodo. Una práctica frecuente en Twitter independientemente de los propósitos de quien abre su cuenta en estas condiciones, pero que dificulta identificar físicamente a los usuarios reales y ejercer las sanciones correspondientes. Estas afirmaciones no son producto de un escenario imaginario, sino de los intentos de algunos órganos legislativos por tomar cartas en el asunto. Las iniciativas se topan con la imposibilidad de legislar no sólo en Internet en abstracto, sino en una red social con las características de Twitter. En suma, por éstas y otras razones –ligadas a la libertad de expresión- cualquier intento en este sentido no prosperará. Una conclusión de sobra conocida por muchos usuarios de esta red social, participen o no de estos TT.
Vayamos ahora a la contraparte; ya hemos dicho que los escenarios arriba descritos forman parte de la cotidianeidad de Twitter, incluidos los TT contra la censura. Pero el hecho es que ésta se da y hacia allá debieran enfilarse las baterías. Uno de los casos más recientes, por cierto incluido en el TT, es la cuenta @manosunidasabc, obtenida por los padres de algunos niños que perdieron la vida hace casi cuatro años en la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora. Pero también se han dado casos de activistas que recurren a esta red social para expresar sus posiciones –los ciberactivistas– o bien, como apoyo a sus espacios en la red sobre diversos temas. Hace un par de meses los tuiteros supimos el caso de @el5anto, quien remitía a los usuarios a su espacio el5anto.com. El sitio y la cuenta continúan en funciones, pero la ubicación actual de Ruy Salgado –su titular- es un misterio para muchos de sus seguidores. ¿Es el verdadero @el5anto el que ha estado presente en estos espacios durante los últimos meses? ¿Y qué decir del tuitero que el domingo 26 de mayo envió un mensaje a @CAPUFE alertando sobre el desgajamiento de un cerro en las inmediaciones de Hidalgo? Además de no ser atendido a tiempo la negligencia fue escudada por la falta de precisión de quien no dio el dato preciso.
Es hacia éstos y muchos otros casos que los ciberactivistas buscan llamar la atención de la comunidad tuitera para protestar en contra de una auténtica censura. Una censura ejercida desde las “políticas de la empresa” que arbitrariamente suspende las cuentas de los usuarios con unas cuantas palabras que pretenden justificar la decisión. Los hechos indican que las causas promovidas por los ciberactivistas –y también apoyadas por muchos tuiteros– carecen del atractivo que mueve a las multitudes para decir cualquier cosa que pueda convertirse en TT. No cabe duda tampoco que el insulto, la falta de respecto y la intolerancia suelen estar presentes en Twitter y que sus usuarios hemos aprendido a convivir con estas manifestaciones de la libertad de expresión, según quienes las profieren. No cabe duda, en resumidas cuentas, que los 140 caracteres de este microblogging resultan más atractivos para la provocación que para la auténtica libertad de expresión. Se trata de prácticas que, dicho sea de paso, no sólo están presentes en México; también constituyen el pan de cada día en otros países.
Ejemplos sobran aunque el más reciente se mantiene en nuestra red social: el resultado de las elecciones en Venezuela y las reacciones a favor y en contra de los tuiteros, muy al estilo de lo que hemos descrito aquí. Los mensajes de #NoALaCensuraEnTwitter se repiten hasta el hartazgo. Pocos son originales, menos los que llaman a la cordura. Las viejas prácticas surgidas como medida de protección para evitar los ataques a la libertad de expresión –como el seudónimo- encuentran en estas prácticas de Twiitter su manifestación más abyecta y carente de sentido. A estas alturas, los llamados a la mesura son auténticos llamados a misa. Y las posibles soluciones ligadas a la responsabilidad en el uso de las redes sociales por el momento suenan bastante improbables. Esto me lleva a dos preguntas que, espero, los lectores me ayuden a responder. ¿Cuáles han sido la evolución y los alcances de las recientes manifestaciones de la libertad de expresión? ¿Hablamos de libertad de expresión o de libertinaje de expresión? Gracias de antemano por las respuestas. Estoy segura de que el tema da para mucho más.