El nuevo periodismo de Internet
- Los usuarios de Internet hoy conocen las noticias generadas en cualquier lugar del mundo.
- Un periódico en Internet resulta más que interesante: no se parece a ningún otro medio pero sí combina elementos de la radio, la televisión y la prensa escrita. Sonidos, audios y análisis.
Por Hilda García Villa
Publicado originalmente en RMC 60
Directora editorial del periódico electrónico To2.
Es lugar común decir que el uso de las computadoras ha modificado la vida de las personas y, sobre todo, su manera de comunicarse entre sí. Sin embargo, pareciera que esto es apenas el comienzo de la gran revolución provocada por la utilización de las computadoras personales conectadas a través de Internet.
El espacio virtual ha modificado las maneras de trabajar, de obtener información, de comunicarse y de establecer relaciones comerciales.
Dicho de una manera más burda: podríamos señalar que es a través de Internet que los usuarios de la red hoy conocen las noticias generadas en cualquier lugar del mundo –el informe de Kenneth Starr sobre el caso Lewinsky o el precio más barato de un boleto de avión–. Otros más arriesgados han decidido realizar negocios, comprar libros o discos compactos y hasta buscar a su pareja en la red de redes.
No pretendo llegar a conclusiones apocalípticas ni a consideraciones como las presentadas por los hermanos Wachowski en la película Matrix, pero sí exponer la relación del quehacer periodístico con Internet, tecnología que según Steve Case, presidente de la empresa estadunidense America On Line, está considerada como “un nuevo medio de masas”.
De esa manera podríamos decir que ha aparecido un nuevo medio de información, pero poco hemos reflexionado sobre sus repercusiones para el periodismo.
Como periodistas, el primer contacto que tuvimos con una computadora fue el de escribir en ellas. Fueron el sustituto de las viejas Olivetti o Remington de las redacciones o las salas de prensa. Conforme el tiempo, no muy largo, pasó, empezamos a aprovechar sus herramientas, tales como word o excel para almacenar datos. Poco después utilizamos el correo electrónico para enviar nuestras notas a las salas de redacción o para recibir algún documento oficial y hasta respuestas de algún entrevistado.
Hoy a través del uso de las computadoras personales en la vida cotidiana, hemos hecho de Internet una fuente de información. Tal es el caso de notas levantadas directamente de los sitios de la red por otros medios de información. Así es como utilizamos el espacio virtual. Pero hoy también la red nos utiliza a los periodistas.
Reportear en la gran red
Resulta difícil comprender cómo llegamos los primeros periodistas a Internet. Cómo fue que nos dejamos convencer para trabajar en un medio sobre el que nada está escrito y todo se construye día con día. Un medio que sin una legislación y con un exceso de información empieza a ordenarse y a encontrar su propia lógica y estructura.
Profesionistas de las más variadas disciplinas participan en la red y los periodistas no fuimos la excepción. Empresas acostumbradas a dar servicios de Internet o dedicadas a hacer sitios web han integrado la cultura de los periodistas con la de los ingenieros en cómputo o en sistemas.
El ejemplo más claro podría ser el de Microsoft –empresa de Bill Gates, hoy el hombre más rico del mundo– con la televisora NBC conformando un sitio de noticias llamado MSNBC.
Lo mismo ha ocurrido con la empresa competidora de Microsoft, America On Line, que ha incluido contenidos en su sitio y ahora ha realizado una serie de alianzas con medios en español para expandir sus mercados en el continente americano. Ahora bien, aun cuando tales empresas cotizan millones de dólares en la Bolsa de Valores de Nueva York y han tenido un crecimiento exponencial importante, Internet todavía es un medio en crecimiento.
Si bien hay datos auditados que señalan que el 38 por ciento de los internautas han dejado de ver televisión y el 17 por ciento ha hecho a un lado los periódicos, podríamos decir que aún el espacio electrónico es un medio complementario a los otros. De lo contrario, ¿cómo vamos a educar a un perro si no le damos sus buenos periodicazos? Fuera de broma, me parece que si bien Internet ha revolucionado la vida de la sociedad contemporánea, en su momento también ocurrió con la radio y la televisión, sin que por ello un medio sustituyera a otro.
En Estados Unidos ya aparece esta materia en la currícula de licenciatura y maestría en periodismo de diferentes universidades. Sin embargo aún es difícil para los medios en ese país –al igual que para toda América Latina– encontrar los perfiles adecuados para los sitios en Internet.
Hablar de periódicos en línea parece fácil, sobre todo cuando pensamos que la mayoría de los medios impresos tradicionales han decidido poner su información en el ciberespacio. Pero un periódico virtual, sin un medio que lo respalde, es poco usual. Además de los hoy llamados portales que incluyen noticias de sus propios reporteros y las generadas por las agencias de información, existe en Estados Unidos el Nando Times, en El Salvador El Faro, y en México se conocen Diariointernet y Mexis, aunque este último evolucionó su proyecto para toda América Latina en To2.com.
Estos sitios, al no estar respaldados por ningún otro medio, han aprendido a hacer contenidos en línea con base en la experiencia de los tradicionales. Sin embargo no pueden ser iguales, pues así como cada medio puede contar con un formato de operación y presentación de sus contenidos, Internet apenas lo está construyendo.
Arrancar un periódico en línea no es fácil. Se sabe cómo reportear pero se desconoce cómo presentar la información y qué es lo que interesa al lector; pero mucho menos, y esto es muy grave, se sabe con quiénes trabajar. Pocos periodistas ven en Internet una fuente de empleo y una vez que ven a la red como una posibilidad laboral, les resulta difícil entender su dinámica. La combinación del ejercicio periodístico con los avances tecnológicos no es sencilla.
No hay antecedentes de periodistas en línea o periodistas productores que puedan integrarse fácilmente a un periódico virtual. Por esa razón se ha vuelto tan difícil encontrar el perfil ideal de un ciberperiodista y las contrataciones se basan en jóvenes que no tienen miedo a la tecnología, más que en periodistas experimentados que ven en “los fierros” a un enemigo en potencia.
Por tal razón, los reporteros de los medios en línea son muy jóvenes y con poca experiencia periodística, sobre todo en el caso de América Latina. Pero aunque hoy esa tendencia ha cambiado, hay chicos de 20 años que ya son editores de una sección y aprenden de los contenidos presentados. Sin embargo, se corren los riesgos de la ignorancia sobre el contenido mismo o sobre el trabajo periodístico.
El trabajo editorial
Hacer un periódico en Internet resulta más que interesante: no se parece a ningún otro medio pero sí combina elementos de la radio, la televisión y la prensa escrita. Sonidos, audios y análisis pueden aparecer de manera integral en una página web, lo cual hace del editor en línea un productor de su propia página.
Frente a la necesidad de encontrar periodistas que funjan también como productores que integren la tecnología para presentar sus notas, reportajes o entrevistas en una pantalla de computadora, aparece un nuevo problema: el de los contenidos.
Basados en los periódicos en línea, se manejan secciones de noticias, finanzas, deportes, entretenimiento, cultura y cómputo. Pero también se han añadido contenidos sobre mujeres, niños, esoterismo, sexualidad, salud, tecnología y ecología: temas que por lo regular no tienen tanta cobertura en la prensa tradicional. La razón es sencilla: son los usuarios quienes van marcando la pauta de lo que desean leer y le quitan al editor esa fuerza autoritaria sobre qué presentar y de qué manera.
Si bien es importante proporcionar instrumentos para la mejor navegación o funcionalidad de los sistemas, un periódico en Internet se hace a diario con una dinámica en la que el usuario participa de los contenidos que desea encontrar.
El juicio editorial tiende a transformarse y ese poder de decisión con que el editor cuenta en otro medio, se ha visto reducido en Internet. Ahora tiene un jefe más con quien debatir los temas y encuentra una manera más cercana a su lector. La información fluye tal y como los usuarios quieren que sea, pues es el mismo ciberlector quien interactúa con el sistema y con otros usuarios a través de las comunidades virtuales según sus intereses. Las noticias políticas han perdido terreno frente a la información relacionada con economía, tecnología, salud, ecología y sexualidad. Por esa razón se dice que Internet ha democratizado el uso de contenidos informativos. Sin embargo, me gustaría hacer una reflexión.
La democratización llega tan sólo a una parte de la población, pues únicamente quien tiene acceso a una computadora, después a una línea telefónica y luego se quita los miedos a la tecnología o al idioma inglés –en el que está escrito el mayor contenido de la red–, ingresa a Internet.
En lo que a nuestra labor periodística se refiere, quiero entender a la democratización como la posibilidad de que sean los mismos usuarios quienes participen con su propio contenido a través de comunidades virtuales según áreas de interés o, de manera más tajante, en una charla (chat) con algún político, funcionario o artista. En tal circunstancia es el usuario quien interroga.
¿Dónde queda aquí el papel del periodista? Él ya no es quien entrevista y, al igual que con el comercio electrónico, el intermediario tiende a desaparecer. De esa manera, me atrevo a decir que también se pierde uno de los elementos propios e indispensables de nuestra labor: el narcisismo.
Cuando un periodista publica una nota, aparece su nombre. Nuestro ego se hincha cada vez que escribimos la nota principal o desatamos una reacción pública en torno a nuestro trabajo. Pero en la gran red, el nombre se pierde y empiezan a aparecer las grandes plumas de Internet, las cuales son, por lo regular, los mismos usuarios.
Nuevos contenidos del periodismo tradicional
Considero que los demás medios no van a desaparecer, pero sí estoy convencida de que se han visto obligados a modificar su manera de trabajar. Por ejemplo, algunos han montado sus noticiarios en la red. Otros, incluso siendo periódicos con una dinámica de cierre muy diferente, empiezan a ofrecer actualizaciones informativas. Otros más, tan sólo utilizan los correos electrónicos para facilitar la interacción con sus públicos. Resulta más sencillo escribir un mail que una carta y enviarla a la redacción por mensajería o fax.
Pero si bien eso ha ocurrido a nivel tecnológico, es a partir de la necesidad de no perder audiencias frente a Internet que el periodismo tradicional ha tenido que cambiar sus propias temáticas.
Un estudio reciente del Project for Excellence in Journalism, asociado a la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York, reveló que, tras analizar de 1977 a la fecha más de seis mil artículos de prensa y TV de Estados Unidos, ya no les interesa tanto “lo que pasó ayer”.
Ahora Internet pone el dato al alcance de todos y el periodista de los medios tradicionales debe aportar un valor añadido. Por lo tanto, en estas dos décadas “las noticias han pasado a ser más temáticas” y el periodista es más narrador que mero informador de los hechos.
Un medio tradicional sólo se prepara para sus segmentos informativos o el cierre de la edición, pero no lo hace de manera constante como ocurre en Internet. Si bien la radio y la televisión cambian su información durante el día, ésta se presenta sólo en los segmentos asignados para ello –a excepción de medios como CNN que presentan noticias durante las 24 horas del día.
Los medios tradicionales en Internet publican su nota principal y se han dado a la tarea de empezar a actualizar la información del día a través de una ventana informativa. Tal es el caso de Infosel del diario mexicano Reforma/El Norte o el periódico español El País.
De la misma manera que un medio tradicional, un periódico en Internet maneja su nota central de primera plana. La diferencia radica en que durante el día se actualiza constantemente la portada. Y lo que fue noticia en la mañana pasa a ser nota de interiores en menos de cuatro horas. La permanencia informativa es mínima, aunque cabe decir que todo queda archivado en una base de datos para los usuarios. Tal elemento le confiere una ventaja competitiva frente a los otros medios.
Ser periodista en línea requiere, por supuesto, tener conocimientos sobre la profesión misma, pero también tener la capacidad de producir el formato para presentar la información y, además, adecuarse a la tecnología con la velocidad informativa de una agencia.
De hecho, los periódicos electrónicos, al igual que los tradicionales que han puesto sus contenidos actualizados en la red, han modificado el rol de las agencias de información.
Los servicios de Reuters, Associated Press (AP) o la agencia francesa AFP, han tenido que modificar sus contratos de venta de información y sus formatos de presentación. Hoy emplean también Internet para la transmisión de sus contenidos y piden a los diarios en línea un máximo de notas a publicar. Asimismo solicitan la edición de las notas subidas a la red a fin de que haya un tiempo de atraso entre la transmisión de sus informaciones y las publicadas por los sitios en Internet.
La manera de operar de un reportero en línea se ha modificado también. El centro de captura, por ejemplo, ha desaparecido. Los reporteros cargan una pequeña computadora de escritorio conectable a una línea telefónica fija o de celular y desde el lugar de los hechos envían la información a su editor, quien prácticamente con cut and paste –corte y pegue– monta la nota en el sistema.
Movimiento aceleradode la noticia
La veracidad y calidad de los contenidos dan fuerza a cualquier medio de información. Pero en la red, la fuerza se sustenta en la velocidad con que el usuario recibe esos contenidos. Sin esperar segmentos asignados en la programación de la radio o la televisión, el ciberlector puede enterarse inmediatamente de lo ocurrido en algún lugar del mundo. Se entera de los hechos. El análisis aparece después.
Esta nueva dinámica, que ya preocupaba a los gobiernos ante la casi inmediatez informativa de la TV por cable o de la radio a través del uso de los satélites para conectarse a celulares o computadoras, abre numerosas vetas para la reflexión.
La tendencia informativa ha sufrido un movimiento acelerado que debilita la posición de muchos gobiernos en momentos de emergencia o crisis. Pongo como ejemplo a la televisión. Durante años estuvimos acostumbrados a ver y escuchar las noticias en el noticiario estelar de la noche. De esa suerte, si algo ocurría temprano, el Gobierno tenía tiempo para organizar su conferencia de prensa durante el día y preparaba sus respuestas oficiales. El periodista, por su parte, podía entrevistar a varias personas públicas y armaba una nota larga con diversas fuentes informativas.
Hoy esa información ya no se ve así. Los sistemas informativos de 24 horas como CNN han cambiado la perspectiva de la noticia. Y si en un momento dado ocurre un ataque, se enteran simultáneamente el público, el político, el líder de opinión, el periodista en el lugar de los hechos y hasta los mismos heridos y muertos qué origina el ataque. Así, no hay manera de organizar la información conocida como oficial.
Lo que ha ocurrido en la televisión por cable empieza a suceder en Internet. Aunque la red ha buscado la manera de integrar el análisis informativo a través de formatos similares a los de la prensa escrita y organiza contenidos en suplementos especiales. Ello le permite ser un medio integral con la capacidad de análisis que, en opinión de muchos, ni la televisión ni la radio han podido lograr cuando se trata de noticiarios de corta duración.
Como periodistas es importante aprovechar la agilidad informativa, pero ello también nos obliga a tener más cuidado para ejercer la profesión. Muchas veces, por “ganar la nota”, se difunden contenidos poco profesionales que pueden debilitar nuestra credibilidad.
Con el fin de evitarnos problemas, los manuales de estilo y ética deben ser la prioridad de cualquier página en la red, ya que de su credibilidad depende la lealtad del usuario.
Ahora bien, debido a que los contenidos pueden ser vistos en cualquier punto del planeta, un ciberperiodista debe entender que su público, su usuario, ya no es sólo el vecino del mismo barrio o el habitante de su estado o de su propio país.
Por ello, un periodista en línea, al escribir sus notas, deberá pensar en un lenguaje universal, pues hay informaciones que adquieren una relevancia especial por su interés común. Pero a nivel temático, también se debe considerar que a la gente le interesa lo que le afecta de manera directa. Por esa razón, los diarios y espacios informativos en el ciberespacio se han organizado como portales que le dan fuerza a la noticia local e invitan al usuario a abrir su propio espacio de discusión sobre temas más específicos por segmento profesional, temático o de interés particular.
La prensa en general se ha visto transformada por Internet. A la vez, la gran red es un nuevo medio que se hace a diario y cuyo ancho camino aún está por recorrerse, pero que hoy se abre ante nosotros como una opción más para construir el periodismo del siglo XXI.