Comunicación y elecciones
Cobertura periodística y difusión de espots
En las elecciones presidenciales más disputadas de la historia de México, los medios de comunicación han jugado un papel protagónico. No sólo han estado en el ojo del huracán: han formado parte del mismo huracán o han llegado a desatar no pocas ventoleras. Pero a diferencia del pasado reciente, ahora la polémica no se atribuye a embarazosas inequidades en la cobertura informativa de radio y TV a lo largo de la campaña electoral sino fundamentalmente a su afianzamiento como plataformas de la mercadotecnia política y a su acompañamiento periodístico, que si bien se advirtió equilibrado en términos de espacio hasta el 2 de julio, pasada esa fecha por momentos ha parecido recobrar sombras del viejo régimen priísta.
Los monitoreos encargados por el Instituto Federal Electoral (IFE) reflejan datos de sumo interés que posibilitan diversas interpretaciones.1 En primera instancia se evidencia que los noticiarios de radio y televisión analizados no incurrieron en graves disparidades cuantitativas como las de hace 12 o 18 años, pero algunos sutilmente dejaron sentir sus filias y fobias.
De esa suerte, en términos generales, concedieron mayor espacio en su cobertura a la coalición Por el Bien de Todos (PBT), encabezada por Andrés Manuel López Obrador (37%), y le siguieron la Alianza Por México (APM), abanderada por Roberto Madrazo (31%), y más atrás el Partido Acción Nacional (PAN), representado por Felipe Calderón (25%). Pero ello no benefició en absoluto a la coalición PBT, pues al desmenuzar el tratamiento periodístico, la figura del perredista resultó ser la más afectada con 13% de notas negativas, y distantes en ese rubro aparecen Madrazo (8%) y Calderón (6%).2 Incluso, los monitoreos a todas luces patentizan que si bien la televisión mostró mayor equilibrio a la hora de la cobertura electoral, la radio capitalina no tuvo empacho en dirigir sus baterías contra López Obrador: 21% de las informaciones sobre su campaña fueron de corte negativo, en tanto que 12% de ese tipo apuntaron a Madrazo y sólo 2% del mismo tono recibió el candidato blanquiazul.3
Tales tendencias se han visto apuntaladas, e incluso enfatizadas sin ambages, tras el día de las elecciones, particularmente por Televisa y Televisión Azteca. Ambas televisoras, amparándose en la legalidad, han recurrido a prácticas que creíamos desterradas como la omisión deliberada o la descalificación orquestada entre varios de sus conductores. Para muestra de lo anterior sólo basta un largo botón aportado, paradójicamente, por un reconocido antilopezobradorista, Germán Dehesa:
Es una vergüenza. La única razón de ser de los medios de comunicación es atenerse a su nombre y ser un “medio” para que nosotros, los entes privados, sepamos objetiva y oportunamente lo que ocurre en el ámbito público. Atenido a esto, opino que no es posible que un acontecimiento tan relevante como es la marcha de aproximadamente dos millones de mexicanos (según fuentes confiables, no llegó ni de lejos al millón) que avanzaron hacia el centro mismo de la vida política de nuestro país, sea pasado por alto en los medios electrónicos que, por el momento, son los más poderosos e inmediatos que tenemos.
Según Televisa, en 1968 en Tlatelolco no ocurrió nada importante. Treinta y ocho años después ¡38!, en Paseo de la Reforma y en el Zócalo tampoco ocurrió nada. En pleno estado de nebulización, hoy domingo busqué inútilmente esa cobertura puntual que Televisa o TV Azteca tendrían que haber hecho de este acontecimiento de extremada relevancia para la vida de nuestro país. Acepto que les podría parecer bien o parecer mal, pero eso no cuenta a la hora de la comunicación y de la información. Azcárraga y Salinas Pliego tienen que ser perversos o imbéciles, o las dos cosas, para haber decidido pasar por alto (Televisa), o darle unos cuantos minutos (TV Azteca) a esta “Asamblea Informativa” que concluyó con la dulce y tersa toma de la Ciudad de México.4
Por lo anterior no resulta extraño que, a las afueras de Televisa, hayan reaparecido –como hace 18 años– los actos civiles de protesta por lo que consideran una cobertura postelectoral tendenciosa y manipuladora a favor del Partido Acción Nacional.5
Salvo contadas excepciones6, lo cierto es que tras la inconformidad de la coalición PBT por las irregularidades en los comicios, en no pocos espacios periodísticos se empieza a olvidar la mesura y la preciada objetividad; se han exaltado y liberado las antipatías sin sesgos; sale a flote un coro mediático que, en lugar de contribuir al diálogo y al entendimiento, ha tendido a exacerbar los ánimos políticos.
En los momentos en que una crisis social y política pone a prueba a nuestros medios de comunicación y a sus periodistas, éstos desconocen su función de interlocutores y se arrogan el perfil de jueces implacables, que descalifican antes de preguntar, que opinan antes de informar y documentarse, que dictaminan antes de analizar, que dejan aflorar sus comezones ideológicas para polarizar aún más el escenario político, relegando los matices y la búsqueda de comprensión.
En otras palabras: los medios y sus periodistas no sólo son ahora meros voceros o intérpretes de una realidad sociopolítica crispada, sino también coautores o corresponsables de la misma. Porque no es gratuita esa polarización social: algunos medios y periodistas la han fomentado o permitido –como apunta Denise Maerker– con los estereotipos que remplazan las ideas, con los apasionamientos que sustituyen al conocimiento racional, con la abolición de los matices que facilita el juicio político pero en nada contribuye al diálogo y al entendimiento.7 Dos ejemplos de lo anterior rescata Maerker:
López Obrador –señala Francisco Martín Moreno en Excélsior– jamás respetó a las instituciones de la República: no las respetó cuando tomó los pozos petroleros, por la vía de los hechos, en lugar de alcanzar sus objetivos a través de una carrera política civilizada y respetable. No acató las leyes del país cuando bloqueó caminos para presionar a la autoridad con tal de materializar sus anhelos, legítimos o no. Supo intimidar al Tribunal Electoral del Distrito Federal para que, a pesar de no contar con el requisito de residencia mínimo de cinco años establecido por la ley, aun así pudiera aspirar a la jefatura de Gobierno del DF. […] Además de lo anterior, asestó un intento de golpe de Estado parlamentario, cuando impidió que el Senado de la República deliberara, libre y soberanamente, al rodear con la policía capitalina dicho recinto legislativo de manera que no se pudiera votar una ley inconveniente para efectos políticos del Jefe de Gobierno. De acuerdo con todo lo anterior, nadie debe sorprenderse de la negativa de López Obrador a acatar la resolución del IFE que declara su derrota en su candidatura a la Presidencia de la República. Es más, nadie debería sorprenderse, tampoco, si este cavernícola que se ostenta como juarista, de la misma manera se negara a acatar el fallo del Tribunal Federal Electoral, en el caso, claro está, de que éste le sea adverso.8
Del otro lado de la barrera se asoma el columnista de La Jornada, Jaime Avilés:
La catástrofe del 2 de julio, que destruyó las jóvenes instituciones democráticas del país, por fortuna tiene remedio. La gente ha reaccionado con madurez y agudeza extraordinarias. Desde ese día, miles y miles de ciudadanos de todo el país percibieron extrañas anomalías en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP): los resultados escritos en las sábanas oficiales, afuera de cada mesa de votación, no eran, como tenían que ser, idénticos a los del PREP. El fenómeno instantáneamente fue bautizado como fraude hormiga.
Después se produjo la asombrosa desaparición de tres millones de votos del propio PREP, que el IFE se apresuró a reconocer inventando ridículas explicaciones, mientras el grueso de la gente comprendía que sí, en efecto había algoritmos para abultar las cifras de Calderón y reducir las de Andrés Manuel López Obrador en las computadoras oficiales. Luego vino el conteo del 5 de julio que, la madrugada del día 6, detonó el golpe de Estado mediático.9
Mercado de espots
La mercadotecnia política terminó de asentar sus reales en México. Ahora se recurre a ella sin reparo y se relega a la política como tal: como mecanismo de convencimiento y vía de negociación. La política electoral se ha subordinado al imperio electrónico. Los aspirantes a un puesto de elección popular ahora queman sus naves frente al reinado del espot. Entre los datos que corroboran tales asertos destacan los siguientes:
a) Según el monitoreo encargado por el IFE, en los cinco meses de campaña, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) colocó el mayor número de promocionales, pero lo hizo en tiempo regular en medios electrónicos locales.
b) En contraste, Felipe Calderón, si bien globalmente difundió menos espots que AMLO, lo hizo mayormente en horario estelar en televisoras nacionales.10
c) De acuerdo con una medición independiente, tan solo del 17 al 23 de junio, se registraron tres mil 335 anuncios propagandísticos del candidato panista: en TV nacional reportó 316 espots, la mayoría en horario triple A y durante los partidos de la Selección Mexicana de Futbol que son los más caros.11
d) Andrés Manuel López Obrador, por su parte, en el mismo periodo registró un repunte en su estrategia mediática al contabilizar dos mil 842 espots: 386 fueron por TV nacional, pero de menor duración que los de su principal adversario y en horarios no estelares.12
e) Si cruzamos los resultados del monitoreo solicitado por el IFE y el seguimiento pagado por El Universal, tenemos que la mayor inversión económica del PAN en horarios de gran audiencia pudo haber generado mejores resultados de inducción al voto que la estrategia perredista fundada en más impactos a través de diversos medios electrónicos locales.
f) El candidato blanquiazul se vio beneficiado de la guerra declarada del Consejo Coordinador Empresarial y empresas como Jumex y Sabritas contra AMLO –y respaldada por la Cámara Nacional de la Industria de Radio y TV–, lo cual se tradujo en 200 millones de pesos invertidos en espots dirigidos a desacreditarlo y a generar temores ante su eventual victoria presidencial.13
g) Aunado a ello, no puede dejarse de lado el indirecto espaldarazo del presidente Vicente Fox a la candidatura de su partido (PAN) al multiplicar extraordinariamente –durante los primeros meses del presente año– el número de promocionales dedicados e ensalzar las obras de su gobierno y deslizar mensajes de que era conveniente dar continuidad a la política nacional para el mantenimiento de tales logros: si en enero se emitieron ocho mil 484 espots de esa índole, en febrero la cifra creció a 77 mil 803, y ya para abril aumentó a 156 mil 117 anuncios desde Los Pinos.14
Como se aprecia, en materia de difusión propagandística, y de acuerdo con los datos disponibles, la legalidad electoral sufrió severas fracturas.15
Notas
1) Véase el artículo de Gabriel Sosa Plata, “Saldos de la cobertura electoral” que aparece en la presente edición de RMC.
2) Véase también, El Financiero, 25 de julio de 2006.
3) Revisar texto referido de Gabriel Sosa Plata.
4) Reforma, 31 de julio de 2006.
5) Se distribuyeron calcomanías con el logotipo de Televisa con la leyenda: “¡Di la verdad! ¿Tienes el valor o te vale?”, frase que ironiza la campaña que promueve la empresa a favor de los valores. Ver: La Jornada, 21 de julio de 2006; Reforma, 22 de julio de 2006; La Jornada, 23 de julio de 2006.
6) Entre ellas sobresalen La Jornada, El Universal, Milenio, Reforma, Proceso, Radio 13, Canal 11, el noticiario Monitor, los espacios de Carmen Aristegui en la W y CNN en español, así como el de Ricardo Rocha en Radio Fórmula.
7) Denise Maerker, “Sin el menor remordimiento”, Excélsior, 25 de julio de 2006.
8) Ibid. Otros conductores que asumieron posturas similares fueron Mario Ramón Beteta y Pedro Ferriz de Con. De acuerdo con el documento Síntesis de juicio de inconformidad, elaborado por Ricardo Monreal –miembro de la coalición PBT– donde se refiere, entre otras cosas, el manejo desigual y poco transparente de los medios electrónicos de comunicación, “Mario Ramón Beteta, en sus noticieros de Radio Fórmula, y Pedro Ferriz de Con, en Imagen informativa, tuvieron durante la campaña un sesgo informativo contra López Obrador. De igual manera, en los cortes noticiosos de Televisa siempre tuvo ventaja Calderón, tanto en presencia como también en discurso y en imagen, donde el panista fue proyectado como un político serio, contra una imagen de López obrador fuera de contexto”. Véase La Jornada, 23 de julio de 2006.
9) Idem.
10) Reforma, 30 de junio de 2006.
11) El Universal, 26 de junio de 2006.
12) Ibid.
13) Según Raymundo Riva Palacio, los empresarios “jugaron uno de los roles más importantes e ilegítimos de todos. Acusaron, sin mencionarlo, a López Obrador como la némesis de los mexicanos, si éstos deciden votarlo, y que nos llevará por un túnel de oscuridad y violencia, apoyándose en la analogía con el venezolano Hugo Chávez”. Véanse Raymundo Riva Palacio, “Mezquindades”, El Universal, 30 de junio de 2006; Reforma, 27 de junio de 2006; El Universal, 28 de junio de 2006; y La Jornada, 23 de julio de 2006.
14) Véase, José Reveles, Las manos sucias del PAN, Editorial Planeta, México DF, 2006. De acuerdo con un reporte de la Secretaría de Hacienda, la Presidencia de la República acaparó 16.76% de los tiempos del tiempo fiscal disponible en la televisión durante el primer semestre de 2006, superando el uso que tuvo el IFE en ese mismo lapso para difundir espots publicitarios. Mientras que la Presidencia utilizó cuatro mil 82 horas efectivas de tiempo gratuito en TV entre enero y junio pasados, el IFE empleó tres mil 524 horas, es decir, 14.47% del tiempo fiscal. Ver Reforma, 3 de agosto de 2006.
15) El artículo 48 del Cofipe, fracción primera, dispone: “Es derecho exclusivo de los partidos contratar tiempos en radio y televisión para difundir mensajes orientados a la obtención del voto durante las campañas electorales, conforme a las normas de procedimientos que se establecen en el presente artículo”. Y en la fracción décimotercera señala: “En ningún caso se permitirá la contratación de propaganda de radio y televisión a favor o en contra de algún partido político o candidato por parte de terceros”. Además, el artículo 49 prohíbe aportaciones y donativos, en dinero y en especie, de las entidades públicas; las personas físicas o morales extranjeras; organismos internacionales y otros. Ver revista Proceso núm. 1551, 23 de julio de 2006.