La red social de la Santa Sede
Proyecto Internet
Octavio Islas
La Santa Sede definitivamente comprende la importancia de las comunicaciones digitales mucho mejor que no pocos de los gobiernos que pregonan supuestas acciones en el imaginario de la sociedad de la información y el conocimiento.
En días pasados monseñor Claudio Maria Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, dio a conocer el lanzamiento de la red social en Internet del Papa Benedicto XVI, la cual actualmente ofrece versiones en cinco idiomas: italiano, español, inglés, francés y alemán.
En la página principal de la refería red social destaca un video que fue incorporado al Canal del Vaticano en You Tube “Bring the Gospel to the Internet”. En ese video el papa Benedicto XVI da lectura, en inglés, a un documento que destaca la importancia de las comunicaciones digitales para la iglesia católica.
La Iglesia Católica sin duda comprende muy bien la importancia de los medios de comunicación, y la historia de los años recientes permite confirmarlo.
En 1960 la Universidad Iberoamericana —propiedad de la Compañía de Jesús— empezó a impartir la primera licenciatura en ciencias de la comunicación en América Latina.
El fundador de esa licenciatura fue José Sánchez Villaseñor —un jesuita nacido en Sayula—. De acuerdo con Francisco Prieto, destacado intelectual, quien en 1968 egresó de la tercera generación de esa licenciatura, Sánchez Villaseñor se vio en la necesidad de cambiar ese nombre porque para los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública “ciencias de la comunicación” remitía a cuestiones de ingeniería.
En el artículo “48 años de las escuelas de Comunicación en el mundo” —publicado en el número 1 de la revista Códigos de la Universidad de las Américas Puebla (tercera época)—, Francisco Prieto reprodujo el texto que leyó Sánchez Villaseñor al presentar la licenciatura en comunicación. Un párrafo particularmente llama la atención:
Su misión es comunicar el rico saber acumulado en su mensaje mediante técnicas de difusión, relaciones públicas, publicidad, radio, televisión, cine y periodismo. Controlar estos tremendos poderes que moldean, como fácil arcilla, al hombre contemporáneo.
En los sectores más radicales de nuestra derecha, algunas voces afirman que los medios de comunicación solo introdujeron dudas en la fe de las familias mexicanas.
En años recientes, en Occidente podemos advertir el debilitamiento generalizado de las creencias religiosas, como atinadamente destacan Steven Weinberg y John Gray, autores del artículo “Ateísmo a debate”, publicado en el número 123 de la revista Letras Libres, correspondiente al mes de marzo del año en curso.
Además de las tensiones que la ciencia inevitablemente introduce sobre el sistema de creencias religiosas, el formidable desarrollo de las tecnologías contribuye a imponer la creencia de que en el imaginario de la sociedad de la información y el conocimiento es posible prescindir de dios.
De acuerdo con John Gray, en El fin de la fe/Religión, terror y el futuro de la razón, el escritor estadounidense Sam Harris afirma que la religión ha sido la principal fuente de violencia y opresión a lo largo de la historia.
En años recientes en México ha proliferado el culto a la “Santa Muerte”. La acumulación de contradicciones favorece el culto a una virgen que admite ser considerada como cómplice. Internet permite extender el consumo de los objetos simbólicos del culto, extendido ya a algunas ciudades de los Estados Unidos y Centro América.
El domingo 22 de mayo la Iglesia Católica celebró el “World Communications Day” —Día Mundial de las Comunicaciones—. En el Vaticano laboran estupendos estrategas en materia de comunicación, quienes comprenden que mantenerse al margen de la revolución digital representaría el suicidio mismo de la Santa Sede.
Investigador del Proyecto Internet-Cátedra de Comunicación Estratégica y Cibercultura,
Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.
El anterior artículo debe citarse así:
Islas, Octavio, «La red social de la Santa Sede»,
en Excélsior, Proyecto Internet, Dinero, 25— V — 2009.