Del primer trago a la copa seca: Armando Barriguete Castellón
Por Jorge Meléndez Preciado
Andaba de novio y se iba a Villa Ahumada, Chihuahua, donde realizaría su servicio social como médico general. Era un buen encaminador de almas. Aunque yo estudiaba en la Secundaria 4 de San Cosme, me invitaba al Bar Pinocho, muy cercano a dicha escuela.
Luego de que regresó y empezó a trabajar en el ISSSTE, yo asistía a su departamento en Tlatelolco, lo mismo a comer que relacionarme con sus hijos, principalmente los hombres: Armando y Alejandro. Y, obviamente, los fines de semana había algunos tragos y hasta jugábamos al póquer.
La relación se estrechó cuando adquirió una casa en la calle de Campánulas (por cierto, en dicho lugar vive el gran José Agustín) fraccionamiento Las Brisas, Cuautla.
Los viernes y sábados por la noche se realizaban amplias tertulias donde asistían diversos personajes, incluidos militares. La fiesta, el diálogo, la polémica eran lo frecuente (nunca hubo agresiones), todo aderezado con buenos tragos y mejor comida, la cual generalmente comprábamos en el mercado de Cuautla. Su mujer, mejor conocida como la Yuye, guisaba de todo, especialmente comida yucateca, algo que le gustaba a él.
Estoy hablando de Armando Barriguete Castellón, quien fue mí cuñado durante más de 25 años. Estudió en el Colegio Militar siguiendo una tradición familiar e hizo algo que seguramente no está registrado en los anales militares: llevó a cabo una huelga de hambre contra las malas condiciones que sufrían los alumnos. Su baja fue inmediata pero sus amigos, muchos generales hoy, siguieron frecuentándolo y respetándolo.
Ante la necesidad, motor de la historia, Barriguete ingresó a la Facultad de Medicina, se ligó a mi hermana; ambos fueron al norte, regresaron y él empezó a estudiar psicoanálisis. Se recibió con honores y trabajó hasta los últimos días como descubridor del inconsciente de muchos, incluyendo a grandes políticos, entre ellos un candidato a la Presidencia de la República, un ex presidente de la nación y un conductor de televisión que manejaba a todas las estrellas del país y muchos otros.
No le complacía únicamente hacer dinero ni tener en sus manos decisiones importantes. Por lo tanto formó el Instituto Mexicano de Psicoterapia Psicoanalítica para la Adolescencia (IMPPA). Su objetivo era mayor: formar profesionales de esa disciplina de manera más expedita, con el fin de que sus beneficios no fueran para un pequeño grupo, una elite.
En el experimento consolidado, participamos algunos que teníamos otras profesiones: Hugo Arguelles en teatro, Antonio Delhumeau en política y hasta yo dando clases de economía. Hay decenas de quienes estuvieron en IMPPA, la mayoría féminas. Trabajan en su actividad y dan clases en diversos lugares, sobre todo la FCPyS de la UNAM. Por cierto, Armando fue maestro de esta facultad más de 25 años. Cuando se iniciaron las encuestas se hizo una donde Barriguete resultó, con mucho, no sólo un maestro con excelentes referencias, sino considerado el más guapo de todos.
Hoy que leo Apocalipstick de Carlos Monsiváis, en su apartado «Variedades del México Freudiano», encuentro lo siguiente: «En el siglo XX un proceso de carácter mundial trasfiere al psicoanálisis las funciones interpretativas y curativas del alma antes monopolizadas por las Iglesias». Y es cierto: ello permitió evoluciones y revoluciones en todos los ámbitos sociales. Aunque la batalla entre Barriguete y yo, durante años, fue: ¿que era más transformador: el marxismo (defendido por el escribidor) o el psicoanálisis? Nunca llegamos a un acuerdo, pero creo que los cuestionamientos nos ayudaron a reforzar las argumentaciones con mayores lecturas. A fin de cuentas, acepté sentarme en el diván para sacar mis cuentas pendientes ante un discípulo de Sigmund.
Debido a la separación con la Yuye, la relación se hizo distante pero nunca mala, agria. Cuando tuve que acudir a él para un tumor que apareció en mi hígado, me recomendó que fuera con mi sobrino Armando, quien me canalizó a Nutrición y me salvaron, literalmente, la vida.
Por variadas razones, Armando se retiró del trago limpio. Hizo un libro que fue todo un éxito: Lo que el vino se llevó (Diana), donde hay algunas historias de quienes son adictos y por tanto necesitan tratamiento. Y plantea algo valiente: para retirarse sin angustias, no hay como doble A. También es autor de La copa nostra (Diana), subtitulado: Psicodrama de las recaídas en las adicciones.
Lo visité en Cuernavaca antes de que lo internaran en Nutrición, donde falleció, igual que mi hermano Hugo Tulio hace 27 años. Quedamos de encontrarnos porque le preparaba un homenaje a su obra, trayectoria magisterial y aportaciones a las ciencias sociales, pero se nos adelantaron. No importa: la vida nunca muere aunque la existencia sea finita.
Presidente de múltiples asociaciones nacionales e internacionales de psicoanálisis, nunca cejó en su tarea de abrir nuevas rutas.
Del primer trago a la copa seca, Armando Barriguete Castellón fue un referente para miles. Demostró que se puede ser audaz y jamás vencido.
Periodista de El Financiero. Correo electrónico: jamelendez@prodigy.net.mx
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Admirado y muy querido por todos los que lo conocimos. Mario Camara
Excelente Artículo. Apenas conocí de él y me he dado cuenta de que sus libros son difíciles de conseguir, al menos en las librerías comerciales. Me gustaría saber si existe alguna otra librería/biblioteca en donde lo pueda obtener todavía.
Gracias!