Las mujeres y la cultura
- La presencia de mujeres como Frida Kahlo, Raquel Tibol y Carmen Alardín son destacados por José Luis Esquivel como forjadoras de la cultura mexicana.
Por José Luis Esquivel Hernández
El eximio poeta José Emilio Pacheco exalta la figura de cuatro grandes jóvenes de 1910, la generación del Centenario, para quienes el siglo XX, que tenían por delante, fue una inmensa página en blanco donde iban a escribir sus vidas y sus historias:
- Elena Arizmendi (1884-1949)
- Frida Kahlo (1907-1954)
- Carmen Mondragón (1983-1978) y
- Antonieta Rivas Mercado (1900-1931).
En los tiempos del México macho, cuando a la mujer se le confinaba al rincón del hogar solamente como espectadora de la vida y sin derecho al voto de la democracia, estas feministas y rebeldes escandalizaron al mundo al romper moldes y convenciones que dieron lugar a un nuevo marco cultural dentro de su género, y cuyas contribuciones se ensancharon a las que posteriormente aportaron Lola Álvarez Bravo (1907-1993), Tina Modotti (1896-1942) y a últimas fechas la argentina Raquel Tibol (1923), naturalizada mexicana en 1963.
De todas ellas, y de otras más de su época, hay mucho que rescatar a fin de motivar a las mujeres de hoy a superarse en la auténtica cultura de su entorno y no a vivir frívolamente bajo excusas de la opresión machista del mexicano promedio ni cobijadas en el conforable principio del «dejar hacer y dejar pasar», pues a muchas inclusive les es demandada mayor participación en su sector por las riquezas materiales con que las dotó la sociedad moderna.
De Elena Arizmendi, de Frida Kahlo, de Antonieta Rivas Mercado y de Carmen Mondragón cuyo nombre original transformó en Nahui Olin, se han escritos páginas brillantes sobre sus atrevimientos y éxitos culturales así como sobre sus figuras femeninas, pues Elena Poniatowska no ha dejado de ocuparse de ellas, de modo que en torno a esta última, la mujer más apasionada y hermosa de su época, de profundos ojos verdes, ha publicado lo siguiente: “De que Nahui Olin tenía el mar en los ojos no cabe la menor duda. El agua salada se movía dentro de las dos cuencas, y adquiría la placidez del lago o se encrespaba furiosa tormenta verde, ola inmensa, amenazante. Vivir con dos olas del mar dentro de la cabeza no le fue fácil”.
Por eso también en esta ocasión he querido destacar la presencia de ocho mujeres privilegiadas de Monterrey a quienes la cultura les debe inmensa gratitud por mantener en alto los mejores programas que elevan el espíritu en la agitada vida de los regiomontanos de este primer decenio del siglo y sacuden a sus pares a trascender más allá de las revistuchas y psquines de modas adulteradas, sin que por ello ellas mismas se dejen de presentar elegantes y dignas ante la sociedad mexicana en general.
Me refiero a las intelgentes promotoras de la cultura en su más alta expresión, y sin cuyos afanes y empuje difícilmente tendríamos un museo, por ejemplo, como el de Arte Contemporáneo (MARCO), pues Nina Zambrano no ha desfallecido en buscar la manera de que siga adelante, inclusive patrocinando, desde hace 15 años, talleres literarios con grandes escritores e intelectuales a fin de mantener viva la reflexión y el buen gusto estético.
Yolanda Santos de Hoyos se ha distinguido por su constancia en dar impulso desde hace 20 años al Ballet de Monterrey, mismo que ha destacado a nivel internacional como una de las compañía de danza clásica más importantes del mundo. Y qué decir de las poetistas Carmen Alardín, galardonada con varios premios, y Minerva Margarita Villarreal, hoy como directora de la Capilla Alfonsina y creativa de altos vueltos, quien se ha echado a cuestas para el 2011 la tarea de digitalizar las obras y textos que pertenecieron a don Alfonso Reyes, por iniciativa de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
De Saskia Juárez se han escrito inclusive libros que contienen su arte pictórico por destacarse como paisajista de Nuevo León y tener una trayectoria ligada a la promoción de obras literarias.
Pero Liliana Melo de Sada merece un apunte aparte por su trayectoria como directora del Museo del Vidrio así como por hacer realidad el tradicional Festival Santa Lucía a partir de cada mes de septiembre, pues sin escatimar recursos de su propio bolso de mujer adinerada, ha presentado lo mejor en el terreno cultural además de ser referencia obligada de artistas plásticos, cantantes y composiores que admiran su residencia cual si fuera un sitio de arte exclusivo, ya que se nota de inmediato por qué sigue al frente de la Escuela Superior de Música y Canto de Monterrey y por qué ha sido elegida presidenta de la Fundación Interamericana de Cultura y Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Washington, D.C.
Finalmente Alejandra Rangel y Carmen Junco no pueden quedar fuera de las consideraciones sobre el trabajo cultural del Estado de Nuevo León en general, y de Monterrey en particular, no solamente por su labor como maestra en Filofosìa y Letras, la primera, sino como brillante ex funcionaria del gobierno estatal, y, la segunda, no sólo por ser presidenta actual de CONARTE con todo el acento burocrático de una dependencia oficial, sino porque esta mujer ha sabido proyectar la obra que realizadores y promotores locales necesitan para ser tomados en cuenta en medio de los afanes industrializadores y comerciales de una entidad como la nuestra.
Estas regiomontanas quizá no alcancen el relumbrón que da la proyección en los medios de la capital de la república, a excepción de Liliana Melo de Sada, pero por ello es más significativa la huella que están dejando en el medio cultural de la tierra que tiene como símbolo el Cerro de la Silla. Sí, señor…
Información Bitacoras.com…
Valora en Bitacoras.com: La presencia de mujeres como Frida Kahlo, Raquel Tibol y Carmen Alardín son destacados por José Luis Esquivel como forjadoras de la cultura mexicana. Fotografía: «A Frida» de Telly Gacitúa @ Flickr Por José Luis Esquiv……