Poderes contra el periodismo

  • Los peligros del periodismo en América Latina.
  • Reseña del seminario “La seguridad del periodista en misión profesional”.
"Clamor fundamental". Eneas De Troya @ Flickr

«Clamor fundamental». Eneas De Troya @ Flickr

Por Miguel Ángel Sánchez de Armas

Publicado originalmente en RMC 54.

Santa Cruz, Bolivia.– Murmurar por lo bajo, como en el tango, que veinte años no es nada, puede ser una forma macabra de describir la situación del periodismo en América Latina, pero resultaría la más realista.

Declarada en “estado de emergencia” ya en 1991 y todavía blanco favorito de los poderes y la impunidad, las cifras negras de nuestra profesión a lo largo de dos décadas son harto elocuentes. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), serían: 200 asesinatos, 600 secuestros y mil 200 atropellos.

Otras organizaciones ofrecen números diferentes, pero todos en el rango de tres dígitos y más. No hay controversia. La información no siempre fluye. Los hechos no siempre se denuncian. En algunos casos la pérdida del empleo se sufre con resignación; en otros se da gracias a Dios por haber conservado la vida, y a otra cosa. ¿Alguien tendrá idea de la magnitud de la migración del periodismo hacia otras actividades?

En lo que sí hay coincidencia entre las agrupaciones gremiales es que en materia de aclarar las agresiones a periodistas -desde “hostilidades” variopintas hasta asesinatos-, la cifra es cero o algún decimal perdido por ahí. Claro que si uno acude a las fuentes oficiales u oficiosas, encontrará un rosado panorama en donde todo está a punto de caramelo, o casi.

En términos generales, éste fue el sentir entre los aproximadamente 150 colegas de América Latina que participaron aquí los días 22 y 23 de mayo en el sur boliviano en el seminario “La seguridad del periodista en misión profesional”, organizado por la FELAP -presidida por el siempre dinámico don Luis Suárez- y la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia, con apoyo de la UNESCO.

El seminario llevó el nombre del doctor Eduardo Umaña, quien precisamente perdiera la vida hace unas semanas en uno de tantos atentados contra periodistas que se registran día a día en nuestros países y que con igual constancia son denunciados en reuniones como ésa. Otra negra ironía: Umaña debía tratar precisamente el tema de “Las mafias y los poderes” en la reunión. Las mafias y los poderes le arrancaron la existencia, que no la voz.

Seis temas integraron el seminario: Los asesinatos y atentados frente a una legislación desigual e insuficiente (Hernán Uribe, Chile); Riesgos y ética del periodista comprometido con una información veraz (Eleazar Díaz Rangel, Venezuela); La impunidad: incitación a nuevas agresiones (Lidia Fagale, Argentina); La comunicación con el mundo indígena y en el mundo indígena (Freddy Condo, Bolivia); Libertad de prensa, derechos humanos y democracia (Erick Torrico, Bolivia), y Poderes y mafias en las agresiones, a cargo de quien esto escribe, en representación de la Fundación Manuel Buendía de México.

En ese trabajo, redactado con Pilar Ramírez, sostuve:

Al hablar de agresiones a periodistas, resulta fácil construir una imagen idílica, y falsa, de medios y periodistas que luchan por la libertad de expresión, e incluso por la libertad y la democracia en general.

La historia nos ofrece ejemplos en los que así ha sucedido, pero incluso en tales casos el periodismo ha estado vinculado a una lucha política que se sirve del periodismo.

Tenemos medios masivos de difusión que sirven a intereses diversos, que atienden a públicos heterogéneos y que incluyen en su planta trabajadora a individuos de distinto perfil. Estas características, sin duda, elevan la vulnerabilidad del ejercicio periodístico en la medida en que se amplía la gama de intereses que pueden ser tocados.

Y respecto a la situación de México, presenté los resultados de un análisis hemerográfico de agresiones realizado por la FMB y publicado en Revista Mexicana de Comunicación:

[…] de las agresiones a periodistas registradas entre 1988 y 1994 en México, el 10 por ciento corresponde a agresiones contra medios, ya sean allanamientos, robos, agresiones, auditorías fiscales -que no son agresiones en sí mismas pero que han sido manejadas como una forma de hostilizar a medios incómodos para ciertos intereses-, amenazas o censura; mientras que el 70 por ciento correspondió a agresiones contra individuos que ejercen el periodismo. Algunas de estas agresiones estuvieron dirigidas incluso contra representantes de medios que la percepción de la sociedad ubica al margen de controversias políticas o sociales y algunas veces asociados a fuerzas económicas que determinan el sesgo de la información que manejan.

Tenemos, entonces, poderes que están actuando en contra de quienes, con su trabajo, pueden estar afectando sus intereses, independientemente del medio para el que trabajan. Dada la diversidad de medios existentes y la cantidad de trabajadores de los medios, necesariamente estamos hablando de poderes organizados, que atienden sus intereses y atacan a sus enemigos, supuestos o reales, en varios frentes.

El seminario adoptó diversos acuerdos que reseñaremos en próximas entregas. Los periodistas reunidos aquí, enviamos un mensaje de solidaridad al pueblo boliviano con motivo de los temblores que se registraron en la provincia de Cochabamba y que, al cierre de la edición, habían cobrado más de 100 vidas humanas.

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