Amenazas y desafíos éticos de la prensa en el mundo
- Los lectores han perdido la confianza en los periodistas y en los medios de información.
- Ética, deontología periodística y cláusula de conciencia han sido temas de debate alrededor del mundo.
Por Eda Chávez
Publicado originalmente en RMC 64
Desde hace años, los lectores han perdido la confianza en los periodistas y en los medios de información.1 Se acusa a la prensa de todos los males y se critica a los medios por lo que hacen o dejan de hacer. Pero, ¿qué pasaría si la prensa no existiera?
El denominado cuarto poder es indispensable, irremplazable y probablemente sobreviviría incluso a los otros tres poderes. Sin embargo es imposible analizar el nivel que ocupa la prensa sin evocar los problemas deontológicos de la profesión.
El papel que la prensa y los medios audiovisuales tienen en el debate democrático de cualquier nación, impone al cuarto poder el respeto de un mínimo de reglas, sin las cuales los ciudadanos podrían perder su libertad de pensar.
Paradójicamente, la saturación de información y lo instantáneo de la misma, la imagen en directo, entre otras cosas a la cuales se ha acostumbrado el ciudadano, son algunos de los principales riesgos para la libertad de la prensa. Para disminuir el poder de la prensa, hay que multiplicar las fuentes: ¡Divide y vencerás!
Ética, deontología periodística y cláusula de conciencia han sido temas de debate alrededor del mundo. En México, la problemática se ha discutido entre los medios y los miembros del gremio periodístico. Incluso diversos funcionarios han dado su opinión al respecto. Pero hace falta profundizar en el tema de manera seria, ir más allá de lo que una parte del grupo ha denominado la ley mordaza y lo que son, para algunos especialistas, modificaciones indispensables a la ley de imprenta, que data de principios de siglo.2
El fenómeno no es exclusivo de América Latina. La degradación de la imagen del informador responde a múltiples motivos: autocensura, censura, excesos, aseveraciones falsas o inexactas del periodista o del medio para el que trabaja. Incluso, algunos dirigentes de medios no dudan en realizar promoción publicitaria o propagandística en beneficio de organismos o personas que les ofrecen aumentar sus remuneraciones.
¿Periodista o agitador? ¿Existe una usurpación de poder? ¿Democracia? No existe libertad sin verdad.
Pero hoy, la falta de ética y de deontología periodísticas no son la única amenaza para la libertad de prensa. Irónicamente, el contrapoder que la pone en riesgo es la saturación de información, lo instantáneo que son la radio y la televisión, aunque sólo se trate de una información virtual.
¿Moderna censura?
Actualmente, el sistema abriga a numerosos intermediarios: agencias de prensa, de comunicación, de relaciones públicas, etcétera, sin tomar en cuenta la existencia de censores abiertos o disfrazados, dependiendo del acontecimiento y de la coyuntura.
Los operadores técnicos especializados han sido reemplazados por los periodistas que pasan más tiempo recopilando información a través de despachos de agencias o páginas de Internet, que investigando con la fuente primaria de la noticia. Es decir, se ocupa más transformando, dándole la vuelta a la información que en la búsqueda de la verdad.
La pregunta es: ¿aumenta la libertad de prensa en el mundo o se ve amenazada cada vez más? Sin duda, la respuesta comprende ambas cosas, por efecto recíproco. Hoy en día las nuevas generaciones de periodistas y de ciudadanos alrededor del mundo tienen una mayor conciencia de que la libertad de expresión y de la prensa no son únicamente derechos políticos fundamentales, sino una composición esencial de la dignidad inalienable de todos los seres humanos: su derecho de pensar y de expresarse libremente.3
Pero, ¿el sistema de producción superabundante de informaciones en la era de Internet ha aumentado nuestras libertades o la infinita información va a provocar la libertad cero como antes? Ignacio Ramonet explica:
En realidad, se puede constatar que la libertad no aumenta y que lo que se incrementa en esta época es la confusión. La forma moderna y democrática de la censura consiste en añadir y acumular información. La acumulación de información amputa la información.4
Las imágenes, el tiempo real en directo envejecen a la prensa cotidiana que acepta la imposición de dirigirse no a los ciudadanos sino a los telespectadores, asevera Ramonet.
El proceso de aceleramiento para obtener información ha tenido un impacto definitivo en la prensa escrita. Recientemente, Ted Koppler, presentador estadunidense de televisión, escribió en el New York Times:
La capacidad de salir en vivo en televisión crea su propia dinámica terrible. Mucho, si no la mayoría, del proceso del buen periodismo radica en la evaluación, las aseveraciones, la edición del material en bruto. El sacar a alguien al aire en el mismo momento en que se desarrolla el acontecimiento es claramente un giro tecnológico de fuerza, pero también un impedimento, no un apoyo al buen periodismo. Se prefiere la especulación que los espacios muertos al aire, pero ésto no ayuda mucho a la credibilidad.
En algún momento había una línea muy clara entre el periodismo tradicional, los periódicos amarillistas y la televisión, asegura Edmund Lambeth, profesor de periodismo en la Universidad de Missouri, Estados Unidos, quien opina:
Hemos llegado a un periodo quizá limitado debido a la frenética búsqueda por audiencia de los media, en el que es difícil decir, bueno, el National Enquirer podría hacer ésto pero el Wall Street Journal o la CBS nunca lo harían…
Jean Claude Guilleaud, periodista y escritor, ex director de Reporteros Sin Fronteras, considera que si la democracia postula la participación de todos a la decisión política, la libertad de información es un instrumento ipso facto obligatorio. Sin embargo precisa:
La democracia no sólo exige una información independiente del poder político, también reclama el libre acceso de la mayoría a ésta. Puede ser que en algunos regímenes no democráticos circule una información verídica, pero ésta sigue siendo el privilegio de una minoría. En los países del desaparecido bloque de Europa Comunista, por ejemplo, la nomenklatura estaba relativamente bien informada pero no así el ciudadano común. Guilleaud asegura que en diversos países latinoamericanos en ocasiones se da información veraz e independiente (quizá porque la prensa extranjera esté presente y disponible) pero no está reservada a la élite, a las clases dirigentes.
Libertad, y accesibilidad a todos están incluidas explícitamente en la noción anglosajona de mass media. Así, la libertad de prensa y la democracia van juntas. Ambas han sido conquistas mundiales lentas y difíciles de las cuales carecen una buena parte de los países del globo.
Democracia y libertad de prensa son condiciones indispensables para un desarrollo económico sano y durable. La ausencia de un control por parte del público y de medios independientes y vigilantes puede llevar a una política económica y ecológica desastrosa y corrupta, al dispendio de los recursos nacionales con toda impunidad.5
Actualmente, ningún medio opera de manera aislada. A principios de siglo, un editor en California podía sentirse presionado por los scoops de los periódicos del este estadunidense. Hoy es fácil imaginar la presión de los editores y directores de información cuyos clientes tienen a su disposición servicios de televisión privada con noticieros continuos las 24 horas del día, shows de entretenimiento, talk shows, docenas de canales de televisión, periódicos locales, nacionales e internacionales, centenares de revistas, toda una red cibernética, de computación, además de teléfonos portátiles.
Información y desinformación
En este contexto, la sobreinformación genera a futuro una subinformación. Para muestra un botón: en el nivel internacional, se recordará la gama de errores informativos durante la Guerra del Golfo Pérsico, las masacres étnicas en diferentes países africanos, los rumores y desmentidos alrededor de la muerte de la princesa Diana o el escándalo sexual del presidente Bill Clinton con Mónica Lewinsky.
En México, sobreinformación de magnicidios sin conclusión alguna, difamaciones impunes de periódicos vespertinos en contra de directivos de publicaciones serias. Más recientemente, las acusaciones de las televisoras en contra del gobierno de la ciudad de México en el caso del asesinato del animador televisivo Francisco Stanley.6
Es conveniente señalar que en ocasiones la información veraz no está al alcance de los periodistas de la televisión y de la radio, ya sea por cuestiones de seguridad nacional (en las guerras), de lo instantáneo o bien por falta de disposición de las fuentes involucradas. Lo importante y lo ético sería que los medios dieran a conocer a la ciudadanía los límites de la información que proporcionan y aceptan legítima y públicamente sus incertidumbres. Pero en vez de adoptar una actitud modesta y honesta, no dejan de alabar la calidad de su trabajo. En este punto, la subinformación se vuelve una farsa.
Alain Minc asegura que a pesar de los satélites y toda la artillería tecnológica, el ciudadano de este fin de siglo está más desinformado de los acontecimientos, que nuestros abuelos lo estuvieron sobre la Guerra de Crimea.7
La perversidad no radica en la noticia-espectáculo per se, sino en el hecho de no presentarle al público las raíces históricas-culturales y sus consecuencias económicas y sociales. Es imposible hablar de objetividad. Lamentablemente, en países como México los periódicos abusan de la declaracionitis8 y caen en el mismo juego de lo instantáneo de la televisión, noticias sin contenido, contexto ni substancia.
¿Qué hacer ante esta coyuntura de fin de siglo? Es claro que el gobierno no puede ni debe interferir más allá de la actualización de reglas éticas mínimas, como se ha hecho en diversos países. Las empresas periodísticas deben de establecer códigos deontológicos y darlos a conocer públicamente, nombrar a un ombudsman9 como enlace entre el medio y cualquier ciudadano inconforme con la información. La autodisciplina sigue siendo uno de los instrumentos más sofisticados.
La claúsula de conciencia debería ser un atributo inherente a cualquier periodista que se jacte de serlo. Un periodista que difunde una información falsa conscientemente, tendría que dejar el gremio; un investigador que por negligencia o precipitación, incurra en un error grave, debería ser sancionado; desafortunadamente, el camino aún es largo para que se llegue a este punto. Es por ello que si en México se quiere llegar a una libertad de prensa del más alto nivel internacional, es necesario actualizar la ley de imprenta con reglas mínimas de ética y sanciones acordes al siglo XXI (actualmente la multa por difamación es de unos 50 dólares). También que cada medio difunda sus códigos de ética, y que se postula a los ombudsman respetados por la sociedad y promuevan la cláusula de conciencia entre las nuevas generaciones de periodistas, tanto de la prensa escrita como de la virtual.
El periódico del futuro tiene que convertirse en un instrumento de la dirección intelectual del país, en una institución del desarrollo intelectual. Una de sus funciones será la de seguir educando a las personas ya educadas aseguró en 1965 Bernard Kilgore, entonces presidente del Wall Street Journal. Ahora se agregaría, que fuera accesible a las masas. La prensa escrita no podrá vencer nunca a la televisión utilizando sus mismos medios, sino usando los suyos propios: la palabra y el comentario reposado, investigado y pensado.10
Notas
1) Ernesto Villanueva, Régimen Jurídico de las libertades de Expresión en México, UNAM, 1998.
2) Qu’est ce qu’n journaliste? Rapport de mission au Secretariat de la Communication sur le cadre juridique de la proffession de journaliste, Service juridique et technique de Information, Ministère de Culture, París, p. 50.
3) Unesco, Medias: La Liberté en Marche, núm. 48, Junio 1993, p. 7.
4) Ignacio Ramonet, La Tiranía de la Información, Ed. Debate, España, 1998.
5) Jean Jacques Coltice, Comprendre la presse: informer hier et demain, Chronique Sociale, Paris, 1995.
6) Stanley fue acribillado al mediodía fuera de un restaurante. Según versiones policiacas, el presentador estaba vinculado con tráfico de cocaína.
7) Alain Minc, le Médiachoc, ed. LP, Paris, 1997. El autor asegura con base en estadísticas que la lectura y el tiraje de la prensa escrita continuará desplomándose, con excepción de las publicaciones serias, ya que los ciudadanos han llegado a un punto en que exigen información de calidad, reposada, contrario a lo que ofrece la televisión.
8) La declaracionitis consiste en publicar la respuesta (muchas veces fuera de contexto o distorcionada) de cualquier fuente. De manera que la noticia consiste en que: el diputado x dijo que está de acuerdo (no está de acuerdo) con…
9) La figura del ombudsman apareció en Estados Unidos en 1967 y se ha propagado y desarrollado en los mejores periódicos del mundo. Su función es la de resolver de buena fe cualquier conflicto ético entre el medio y el público.
10) Rene Fell y G. Vivaldi, Apuntes de Periodismo, Ed. Paraninfo, Madrid, 1967.
Curioso. Esta periodista E. Chavez. cuando estaba en Notimex plagiaba información de varios medios, no les daba crédito y firmaba como autora.