El País en la transición democrática española

  • El País presento una línea editorial moderadamente progresista e identificada con las aspiraciones y exigencias de la España de la Transición.
  • El País, nació con la estrella del progreso y ha alcanzado fama internacional durante casi cinco décadas de existencia.
     Fotografía: "New El País" por Javier Micora@ Flickr

    Fotografía: «New El País» por Javier Micora@ Flickr

Por José Luis Esquivel Hernández

 Publicado originalmente en RMC 67

El 20 de noviembre de 1975 murió el general Francisco Franco. Y con él acabó la dictadura que ejerció en España.

Entonces comenzó un lento pero firme proceso de transformación en ese país, que se liberó de los gobiernos hiperautoritarios y de la fuerza colonizadora de Estados Unidos que, con sus bases militares en el territorio ibérico desde fines de la Segunda Guerra Mundial, apoyó toda medida represiva tendiente a mantener el control de las masas.

Sin embargo, los primeros efectos visibles de la Transición Española (se merece la mayúscula) impactaron en el ámbito de la cultura, pues de pronto la nación vivió a plenitud toda clase de literatura progresista del mundo occidental y bebió a grandes tragos la contracultura de la época, al grado de temerse una devastación total de los valores tradicionales para escándalo de los fervientes partidarios del catolicismo a ultranza.

Pero no. La seducción de las nuevas experiencias en la alborada de la autonomía, tan apetecida por los españoles, encontró su punto de equilibrio en la defensa de lo propio y en la añoranza de lo que el pueblo bautizó como su reserva espiritual, de modo que el paso hacia la modernidad –con todas sus implicaciones– dejó complacidos a casi todos los españoles, en especial a aquellos que se identificaban con los signos de izquierda y creían en el socialismo y en las publicaciones de mayor apertura.

De hecho, la prensa fue el primer destinatario de la restauración de las libertades. No fue preciso esperar a la Constitución de diciembre de 1978, ni a las elecciones generales, para que los periodistas fueran ya beneficiarios de la libertad recobrada después de la muerte de Franco.

Antes de que los electores pudieran votar libremente, los periodistas que quisieron estaban ya ejerciendo su profesión en libertad y contribuyendo con su trabajo diario a las elecciones libres, muchos de ellos arriesgando inclusive el pellejo desde los años de la dictadura, especialmente en publicaciones como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo, Destino, Hermano Lobo y Cambio 16, entre otras.

De esa suerte, hubo diarios de información general que no sólo fueron el fruto de la democracia en España, sino que también contribuyeron a consolidar esa democracia y a cambiar el rostro de la prensa en fondo y forma, principalmente El País, que nació con la estrella del progreso y ha alcanzado fama internacional durante casi cinco décadas de existencia.

Fundado el 4 de mayo de 1976, El País tuvo un éxito inmediato. Al adoptar una línea editorial moderadamente progresista e identificada con las aspiraciones y exigencias de la España de la Transición, se alzó como la voz de la gran masa de lectores deseosos de cambios alejados tanto del conservadurismo que había apoyado al dictador como de cualquier radicalismo. En una separata de este periódico se dice:

El País nació para ir al encuentro de aquel lector que no había vivido la guerra y que quería un régimen político pluralista. Se hizo dando cabida en sus páginas a las más contradictorias y opuestas corrientes de pensamiento, fomentando el diálogo, la discusión y la polémica, huyendo del doctrinarismo y decantándose por posiciones de un liberalismo progresista en los asuntos esenciales de la política nacional e internacional,

El País arrebató muy pronto a abc la hegemonía que éste había mantenido durante el franquismo. Pero tal cambio de liderazgo originaría una rivalidad entre ambos que iría en aumento con el paso de los años.

El País, cuyos lectores eran en su inmensa mayoría electores del PSOE, abrió sus páginas a la opinión izquierdista y se convirtió en adalid del proceso democrático, al grado de dominar el mercado del diarismo español, en formato tabloide europeo, y se volvió rentable pronto con un 46 por ciento de ingresos por publicidad.

Se definió a sí mismo como un periódico liberal, socialmente solidario, europeo y atento a las transformaciones que hoy operan en la sociedad occidental, resumiendo sus aspiraciones en tres puntos:

Informar fielmente a los lectores y ofrecerles cuantos datos sean posibles para ayudarles a comprender con nosotros el mundo que nos rodea, recuperar la tradición de la gran prensa liberal española y ser el periódico de la cultura pero sin convertirse en un diario de minorías ilustradas.

La importancia que concedió al lenguaje icónico, en blanco y negro, le dio una presentación visual de fácil lectura, que se combinó con su buena calidad de redacción y profundidad de sus espacios de opinión para incrustarse en el gusto del público.

Fue tal su éxito, que redactores de otros diarios de difusión nacional llegaban a quejarse:

Eso lo publicamos nosotros hace tres días y como si nada; nadie hizo caso. Pero lo publica hoy El País y todo mundo –las televisoras, las tertulias– se pone a hablar de eso.

Muy pronto se convirtió en uno de los 20 mejores periódicos del mundo, tomando en cuenta lo que hace la prensa de élite: informar, formar opinión y/o investigar.

Su circulación, según datos de la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD), sigue siendo la más alta entre los diarios de información general, y sólo en 1994 fue superado por el deportivo Marca.

El País a los dos años retomó su sitio privilegiado, que el 24 de febrero de 1981 lo llevó a imponer el récord de ejemplares vendidos, con 591 mil, debido al intento de golpe de Estado que encabezó el general Tejero.

 

Origen y estructura

El diario tuvo un largo periodo de gestación, ya que desde 1971 sus promotores –periodistas e intelectuales españoles– habían trabajado para lograr un periódico independiente y escenificaron fuertes batallas políticas y administrativas para conseguir el permiso de edición.

Eran los años del decaimiento de Francisco Franco y su dictadura, de modo que quienes soñaban con El País constituyeron la sociedad editora, Promotora e Información, S A (PRISA) en enero de 1972, con un capital inicial de 500 mil pesetas de aquellos años y prometieron revindicar el periódico del mismo nombre publicado a fines del siglo XIX, a la vez que le vendían la idea de un diario moderado al ministro de Información del gobierno franquista, León Herrera.

Y así, León Herrera consiguió la autorización para la salida de El País en septiembre de 1975, dos meses antes de la muerte de Franco. En ese mes se vio materializada la inscripción del diario en el Registro de Empresas Periodísticas.

José Ortega Spottorno, uno de los principales animadores de la idea, fue presidente de PRISA hasta junio de 1984, y todavía recalca lo poco significativo del monto del capital inicial (500 mil pesetas) el día que comenzaron a llevar a cabo las actividades, el 18 de enero de 1972, pero manifiesta su más honda satisfacción por comprobar el aserto famoso de que “el camino más largo comienza por el primer paso”.

José Ortega Spottorno es hijo del filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955), quien imprimió su sello a El Sol, fundado en 1842 y desaparecido en 1936, de suerte que no pocos intelectuales de España, como José Luis Aranguren, atribuyen el éxito inmediato de El País a la herencia del orteguismo y del prestigio sociocultural, ahora relativamente democratizado, que aquél tuvo en su tiempo.

En la escritura pública que registra la fundación de la empresa aparecen también Carlos Mendo como consejero-delegado y Darío Valcárcel como secretario, además de los vocales Juan José de Carlos Aparicio y Ramón Jordán de Urries y Martínez de Galisonga. En el mes de febrero de 1972, en la primera junta, aumentó el capital y los accionistas pasaron de cinco a 54 en total.

Antes de terminar ese año, compraron en la calle Miguel Yuste, de Madrid, el terreno para construir el edificio que albergaría al periódico, y colocaron la primera piedra en 1974.

La planeación dio como resultado un activo humano que abarcaba un espectro amplio y variado de la sociedad española, y una infraestructura tecnológica y administrativa acorde con las circunstancias.

Los competidores, sumidos en deudas, vieron con asombro al niño recién nacido el 4 de mayo de 1976, que sufrió algunos cambios en el monto del capital y el número de consejeros, cambios que llevaron a José Ortega Spottorno al cargo de director general y a Jesús de Polanco al de consejero-delegado, desde 1974.

A partir de noviembre de ese año, los accionistas contrataron a Juan Luis Cebrián Echarri, quien era subdirector del vespertino Informaciones, para que se hiciera cargo de la dirección editorial y a pesar de su juventud –31 años de edad–, se encargó de sentar la plataforma de despegue en lo editorial, con todo el entusiasmo de quien acababa de abandonar las aulas de Periodismo en la Universidad y deseaba dejar huella en un proyecto deslumbrante.

Los reporteros contratados en los comienzos de 1976, junto con el resto de los trabajadores, sumaron alrededor de 214 y respondieron al reto desde el primer día de labores al gozar también con la “postura comprometida por el progresismo”, aunque al principio hubo serias discrepancias entre los accionistas acerca del contenido del periódico, pues no representaba toda la oferta ideológica de los cientos de propietarios que lo mantenían entonces.

El País postuló, desde su aparición de forma sistemática, las tesis de Partido Socialista Obrero Español (PSOE); fue comprensivo con el Partido Comunista, de Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri La Pasionaria; se mostró crítico severo de la Unión de Centro Democrática (UCD), y actuó como implacable –y a veces injusto– martillo sobre Alianza Popular. En el delicado tema religioso se declaró descarada y militantememente laico y, en ocasiones, anticlerical.

Hoy día proclama unos criterios profesionales que sitúan el rigor en la información, el pluralismo e independencia en la opinión y la calidad en todos los productos por encima de cualquier otro valor, atribuyendo a esa fórmula el sostenido incremento en el número de lectores y el éxito en ventas desde que vio la luz en 1976.

 

Tiraje excepcional

Con poco más de seis meses en el mercado, la difusión media de El País, al acabar 1976, fue de 117 mil ejemplares diarios vendidos. Y en el control anual que abarca desde julio de 1976 hasta junio de 1977, esa cifra había aumentado hasta 128 mil, con lo que el nuevo rotativo ocupaba ya el tercer lugar respecto del total de los diarios de edición madrileña.1

Al continuar con su ascenso, sufrió un atentado en octubre de 1978 y perdió la vida un trabajador, mientras que otros quedaron heridos. Posteriormente se atribuyó tal osadía a la extrema derecha.2 El 3 de octubre de 1977 editó el primer suplemento con periodicidad fija: el semanario dominical que en abril de 1978 cambió su formato tabloide, similar al del diario, por el formato magazzine, en papel couché, con fotografía a color.

En julio de 1979, cuando celebró su número 1000 con un cuadernillo de cuatro páginas, ya era objeto de estudio por parte de los académicos estadunidenses John C. Merril, de la Universidad de Maryland, y Harold Fisher, de la Bowing Green, de Ohio, quienes un año después lo calificaron entre los 50 mejores periódicos del mundo, junto con abc de Madrid  y La Vanguardia de Barcelona.

Como era una tradición en España, los diarios no aparecían los lunes, pero El País rompió el esquema en junio de 1981 al convertir el domingo en día laboral y anunciar que se había terminado de construir el nuevo edificio para la tercera rotativa y se había adquirido un sistema de preimpresión totalmente computarizado que permitiría producir 96 páginas, a cien mil ejemplares por hora, de tal modo que ya era posible también lanzar una edición especial diaria para la ciudad de Barcelona, lo cual fue una realidad el 6 de octubre de 1982. Desde entonces, el periódico utilizó un sistema de telefascimil mediante láser, permitiéndole editar el total de páginas en Barcelona y Madrid simultáneamente.

Meses después publicó el primer anuario y la edición internacional de El País, con un tiraje de 200 mil ejemplares distribuidos en 50 naciones. Y desde ese mismo año se instituyó el premio de periodismo “Ortega y Gasset”, en memoria de don José, para estimular a los periodistas y diarios o revistas publicados en español en cualquier parte del mundo.

En la categoría de prensa, por ejemplo, ha reconocido trabajos muy importantes de investigación o reportajes, así como artículos, crónicas, entrevistas y columnas de opinión. En fotografía han sobresalido informaciones gráficas con valor de noticia, que reflejan, oportunamente, con fidelidad y creatividad, el hecho captado.

En junio de 1984 Jesús de Polanco fue nombrado presidente de PRISA, en lugar de José Ortega Spottorno, quien pasó a ser presidente de honor, y desapareció la junta de fundadores.

En el décimo aniversario del periódico –mayo de 1986– se editó un número especial en el que la sección publicada bajo el epígrafe de “Gente en la última página”, destacaba a los cuatro hombres claves desde los comienzos del proyecto hasta su realización: José Ortega Spottorno, Jesús de Polanco, Juan Luis Cebrián y el gerente de la empresa Javier Baviano.

Juan Luis Cebrián dejó el cargo de director de El País en el último trimestre de 1988, para convertirse hasta la fecha en consejero-delegado de PRISA, siendo sustituido por Joaquín Estefanía de octubre de 1988 a noviembre de 1993, al mismo tiempo en que PRISA se había convertido en un holding de medios de comunicación al finalizar 1989, de modo que el periódico pasó a ser editado por la Sociedad Diario El País. Actualmente el director editorial es Jesús Ceberio, y los directores adjuntos son José María Izquierdo, Lluis Bassets y Xavier Vidal-Folch, mientras que Joaquín Estefanía es director de opinión.

El trabajo desplegado por Juan Luis Cebrián no ha tenido parangón y su nombre cobró desde entonces un enorme prestigio como periodista a nivel nacional e internacional, pues dejó un diario consolidado, con un crecimiento palpable en el número de personas también, ya que el 4 de mayo de 1976 eran apenas 57 los redactores y la red exterior disponía de cuatro corresponsales, con 214 trabajadores en total, y diez años más tarde la plantilla de Madrid era de 567 personas –de las que 152 eran redactores-, además de corresponsales de las ediciones de Valencia (3), Sevilla (3) y Bilbao (2), y 20 fuera de España. ¡Toda una hazaña en una década!

Cuando concluyó 1989, la plantilla profesional de El País la formaban 657 personas (con una media de edad de 34 años), de las cuales casi un tercio eran periodistas.

Este diario siguió a la cabeza de la prensa en España tanto en difusión –seguido de abc, La Vanguardia, El Periódico de Catalunya y Diario 16– como en facturación publicitaria, pero desde el nacimiento de El Mundo del Siglo Veintiuno, en octubre de ese 1989, la rivalidad feroz y la competencia profesional de éste se han acentuado frente al periódico del Grupo PRISA.

Por eso, los esfuerzos de Jesús de Polanco y su equipo no han cesado con el fin de seguir a la cabeza en ventas, especialmente después de haber batido en 1997 su propio récord de difusión con una circulación media de 440 mil 628 ejemplares diarios, equivalente a 6.6 por ciento más que en 1996. Y lo volvió a batir en 1998, con una media de 450 mil 176 ejemplares diarios, situándose en 1999 con un millón 572 mil  lectores diarios.3

En su conjunto, los tres diarios centrales –El País, Abc, El Mundo– suman 3.3 millones de lectores, esto es, el 8.6 por ciento de la población. Pero las cifras estratosféricas del líder hacen ver que su influencia rectora es indudable y que sigue marcando la pauta en muchos aspectos del mundo de la comunicación, particularmente en lo que a reconocimiento a la profesión se refiere, pues ha contribuido a elevar el nivel salarial de los periodistas y ha establecido convocatorias para masters de Periodismo en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid a las que asisten profesionistas de todas las carreras, principalmente de economía.

El País, por otra parte, mantiene un cuidado permanente de las once ediciones del periódico que parten de las rotativas emplazadas en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Lugo, Burgos y Las Palmas, y lo mismo hace con las otras dos ediciones que se distribuyen en el resto de Europa, impresas en Francfort, Alemania y Heerlen, Holanda, y la que se imprime en México destinada a América.

Asimismo está al tanto de la renovación de los suplementos y de la oferta dominical en general, principalmente a través de su fina revista impresa a todo color.

Lo más asombroso, sin embargo, es la expansión multimedia a que ha dado lugar en estos 25 años el proyecto que emanó de los afanes democráticos dentro de la sociedad española, tras el deceso de Francisco Franco, pues además de Diario El País, S A, empresa editora del periódico, el Grupo PRISA posee Cinco días, un diario especializado en temas estrictamente económicos y también mantiene la propiedad del 75 por ciento del deportivo As. Igualmente pertenece a este grupo –en un 99.99 por ciento– la cadena Sociedad Española de Radiodifusión (SER); en un 49.10 por ciento Antena 3 Radio; y en un 25 por ciento Sogecable, que opera la televisora Canal +, además de que tiene el 90 por ciento de Canal Satélite Digital y el 99 por ciento de Sogecine.

La editora de libros Edipaís le pertenece en 99 por ciento y en la misma proporción Distasa, Norprensa y Bidasoa, administradoras de las imprentas de Sevilla, Lugo y Valencia, así como las distribuidoras Gelesa y Redprensa y Canal Club (venta por catálogo).

En cuanto al grupo Timón, presidido también por Jesús de Polanco, que posee el 33 por ciento de las acciones de PRISA, une a este capital las editoriales Aguilar, Alfaguara, Altea, Santillana y Taurus, así como las librerías Crisol, la distribuidora Itaca y Publintegral, una empresa de publicidad.

 

Golpe político

No obstante tales logros –junto con otras participaciones accionarias con grupos internacionales–, en las elecciones generales de marzo de 1996 y luego del 2000 recibió un severo golpe político, pues al definir auténticamente su tendencia hacia el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), El País tuvo que acomodarse al nuevo entorno que produjo el triunfo del Partido Popular, encabezado por el presidente del gobierno español, el conservador José María Aznar.

En las primeras elecciones, la derrota del PSOE fue por escaso margen, pero hace casi un año la caída fue estrepitosa, y entonces El País sufrió las consecuencias de su temprana definición ideológica que llevó a extremos de la irritación, según muchos lectores que enviaron cartas de protesta por la parcialidad informativa en sus páginas.

Una ganancia, a pesar de tan duro golpe político para El País, fue que a partir de entonces desapareció el epíteto de diario gubernamental que desde 1982, cuando triunfaron los socialistas, le endilgó el prestigiado periodista Luis María Ansón con tan buen tino para él, que el calificativo se extendió desde las páginas de abc que él dirigía hasta los más lejanos rincones de la península ibérica, donde se repetía como estribillo común.

Lo que no ha cesado de etiquetársele es el mote de felipista, en alusión al expresidente del gobierno español Felipe González, cuyo carisma sigue impregnando el ambiente español y El País no ha dejado de contribuir a ello, sin importar la estrepitosa derrota de los socialistas en marzo del 2000.

De hecho, con pruebas en la mano, los demás diarios atribuyen como gesto de gratitud esa postura de El País hacia Felipe González por los generosos apoyos que le brindó con exclusivas informativas y millones de pesetas, hasta que se modificó en 1990 la ley y desaparecieron las famosas “ayudas a la prensa en España”, que fluyeron en abundancia para el diario de Jesús de Polanco, según quejas de los demás medios impresos.

 

El país en la transición democrática…

No por nada desde principios de 1990 se lanzaron campañas tronantes en esos medios contra Felipe González en busca de promover su caída, de acuerdo con la confesión hecha pública por Luis María Ansón, exdirector de abc, el 17 de febrero de 1998.

Ansón, ahora director de La Razón, de Madrid, reveló que a base de elevar las críticas contra el político socialista, se buscó cercarlo con una campaña de acoso y derribo para buscar que mordiera el polvo el PSOE y su líder “no tanto por los abusos que cometió, si es que los hizo, sino por el riesgo de la anulación de la alternancia en el poder”, dijo en la entrevista de febrero de 1998 el también miembro de la Real Academia Española.

Finalmente, en marzo de 1996, con los bonos a la baja de Felipe González, el Partido Popular aprovechó las circunstancias y ascendió al poder por una mínima ventaja en la votación, pero cuatro años después se le complicó la situación de forma alarmante en los nuevos comicios.

En esta tesitura, El País perdió también la influencia en los círculos del gobierno español y disminuyó últimamente su posibilidad de hacer buenos negocios a costa del prestigio del diario, con todo y que sigue adelante en ventas y publicidad.

Ahora, en sus 25 años de vida, el cúmulo de experiencias y los avatares de una sociedad pujante le sirven de plataforma para mejorar su imagen y afianzar su credibilidad, además de que nadie le niega su aportación al juego democrático que tanto requería la España que poco a poco fue dejando el fantasma de la dictadura que ejerció Francisco Franco entre 1939 y 1975.

 

Notas

1)    Edo, Concepción, La crisis de la prensa diaria, Ariel, Barcelona, 1998, p. 42.

2) Idem., p. 43.

3)  Díaz Nosty, Bernardo, Informe Anual de la Comunicación 1999/2000, Madrid, Noviembre 1999.

 

Profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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