De la revolución a la bulimia informativa

Tendencias a nivel mundial

Ante la constante proliferación de innovaciones tecnológicas, no dejamos de preguntarnos cuál es el verdadero peso que tiene la información en la mentalidad de los ciudadanos del siglo XXI. Tal factor nos parece primordial, pues hasta ahora no se han creado espacios de reflexión sobre el contenido de los medios y las consecuencias que derivan de un cambio en las prácticas informativas.

Carmen Gómez Mont

En estudio reciente comentado por Le Monde y realizado por L´Observatoire du Débat Públic en Francia, que se aplicó a ciudadanos franceses y cuyos resultados conciben a la información como una enfermedad, una adicción y hasta una bulimia, muestra tendencias generalizadas a nivel mundial. Tal reporte evidencia que los hábitos informativos de los ciudadanos en Francia y en el mundo entero están cambiando y se alejan del modelo esbozado hace algunos años por Pierre Lévy y tantos otros idealistas en torno al surgimiento de una Sociedad del conocimiento.

La obra de Lévy (Ciberculturas, 1999) marcó uno de los capítulos más importantes sobre la revolución informativa al celebrar la estrecha relación que establece un nuevo conocimiento con la  digitalización de informaciones. Se trata de una franca oposición a la linealidad y rigidez estructural anterior; en su lugar surge un conocimiento más abierto y flexible cuyo espacio ideal de realización se encuentra, justamente, en el ciberespacio.

Actualmente en Europa, en América y en cualquier lugar del mundo existe una proliferación de informaciones en soportes digitales que es cada vez más inabarcable. A dicha tendencia se suman nuevos hábitos de lectura informativa. Por ejemplo, observamos que la gente busca desesperadamente (y como un mal hábito) hacerse de recursos informativos sin profundizar realmente en los temas que se abordan. Lo malo, señala Denis Muzet, director del Observatorio del Debate Público, es que con base en esa información la gente construye su visión del mundo. En realidad son pocas las personas que saben cómo informarse en la Era de la Información: la mayoría tiende a interactuar con una gran cantidad de medios, pero de manera muy rápida y superficial.

A raíz del estudio mencionado se destaca que la información es tan importante como alimentarse, vestirse y dormir. Sin embargo, se observan prácticas que se califican de bulímicas, pues se pasa de la radio a la televisión, del diario impreso a los diarios gratuitos en línea, sin realmente llegar a constituir un marco informativo completo, coherente y, sobre todo, que satisfaga nuestra necesidad de información. Según Erwan Lecœur, director científico del  Observatorio, el consumo de los medios deriva de la necesidad de no parecer un idiota y, en general, obedece al deseo de sentirse conectado con el mundo y con los demás.

Tales tendencias son universales y de allí su importancia. Sin embargo, se dice que la búsqueda insaciable de informaciones tiene que ver con los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y luego en España, la epidemia del SARS hace unos años y, recientemente, los tsunamis en el sudeste asiático.

La humanidad se siente amenazada sea por causas derivadas por la mano del hombre o por la naturaleza, y es dicha amenaza la que lo lleva a estar en constante búsqueda de informaciones en bruto (por ello, el  sorprendente desarrollo de los SMS o de los blogs como nuevas modalidades informativas).

La investigación citada adjudica a tal temor, que empieza a hacerse crónico, el surgimiento de una vigilia permanente ante la información a nivel local, nacional e internacional. Esta nueva tendencia de informarse lleva al usuario de los nuevos medios a navegar de un texto a otro, de un sitio a otro, de un diario a una revista y de un canal de televisión a una estación de radio. Sólo tal vigilia permanente podría explicar la extraordinaria respuesta humanitaria que se dio durante la crisis de diciembre en Asia, cuando se supone que una parte importante de la humanidad se encontraba fuera del circuito laboral. Ante un paisaje donde proliferan pantallas por todos lados, imposible no caer dentro de esa fiebre informativa. Si los resultados de apoyo ante el sismo del 26 de diciembre de 2004 fueron sorprendentes, no se puede dejar de mencionar que dentro de las diversas modalidades informativas, las de mayor impacto partieron de los reportes realizados por medio de SMS o blogs.

Sin dejar de considerar las bondades de los textos cortos, fuera del contexto de una emergencia detectamos que de forma permanente está cambiando la modalidad bajo la cual se informa el nuevo tipo de usuario, pues su contacto se da a partir de notas informativas breves, escuetas, que no llegan al análisis de los artículos de fondo o editoriales. Es una especie de fast-food informativo, como señalan los resultados del Observatorio del Debate Público.

Así, nos preguntamos hasta dónde la proliferación de sistemas de información cada día más complejos impacta el conocimiento, lo hace evolucionar y lo lleva a crear una verdadera Sociedad del conocimiento.

En la vida práctica lo que domina es una superficialidad informativa general desde donde el lector es incapaz de mencionar un contexto, los actores de las escenas, un análisis permanente… Nos informamos, pero de manera muy superficial. Esa tendencia se relaciona, según tal estudio, con una falta de interés en los temas políticos. Los espacios más solicitados tienen que ver con deportes, entretenimiento y bolsa de valores.

El público en general se dirige al hecho bruto, a la nota informativa, más que al comentario, y en tal sentido descubrimos una tendencia universal que igual se da en Francia como en México.

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