Nueva economía de la información

Más allá de las fronteras


Representa un enorme desafío hablar de la información en términos económicos. Una de las expresiones que más ha impactado en los círculos económicos a nivel mundial se refiere a la economía del conocimiento, un término que más allá de las fronteras pretende implantar la economía de la información.

Carmen Gómez Mont

Desde hace décadas, la información se ha instalado en el eje de los procesos productivos de más alto valor. Hace referencia a la cadena de producción de un bien tangible o intangible: fabricación de autos, entretenimiento, aplicaciones informáticas e investigación pura y aplicada, por sólo dar algunos ejemplos. Son muchos los postulados que hablan de esta nueva economía invisible, que parte y se fundamenta de operaciones realizadas en computadoras y sistemas de redes que intercambian datos a velocidades poco imaginadas. La condición para que sea tal es que reporte ganancias.

Sin embargo, ¿hasta qué punto estos procesos productivos, numéricos e invisibles realmente constituyen una revolución? En todo caso, ¿de qué tipo de revolución se trata? Hay quienes dicen, a pesar de las innovaciones, que no hay nada nuevo bajo el sol, pues las normas bajo las cuales operan los sistemas productivos obedecen a las mismas leyes del gran capital, ese que en los años ochenta denominábamos capitalismo salvaje. Sólo que si en aquellas décadas –que bien podrían partir desde la posguerra– se hablaba de grandes mercados nacionales y excepcionalmente de empresas de alcance internacional, hoy día el foro mundial es indispensable para la supervivencia de gran parte de las iniciativas comerciales. Veamos algunas tesis a ese respecto.

En primer lugar, las leyes del mercado siguen siendo las mismas y éstas no van a cambiar porque el entorno sí lo haya hecho al introducir computadoras enlazadas a redes.

Desde esta perspectiva, podemos destacar la importancia que tales leyes de mercado han tenido en el juego. Su participación dentro de los procesos productivos ha hecho que las transacciones de informaciones sean menos costosas; gracias a sus formas de operar, la computadora permite la extensión de redes de comunicación, lo cual facilita hacerse de beneficios externos (los intercambios). También reduce el papel de los mediadores (léase, entre otros casos, la producción musical y las agencias de viajes), transmite informaciones con cierta facilidad a quienes las requieren, tendiendo a hacer procesos de intercambio informativo cada vez más transparentes por la capacidad que tiene de cruzar datos en espacios mínimos de tiempo y con escasas posibilidades de error.

De la nueva economía de la información se habla en dos direcciones: a) Aquella que advierte sobre el riesgo de estandarizar modelos de ventas y compras, y que luchan a toda costa porque toda información en soportes ópticos tenga un precio de venta, y b) Aquellos que defienden una libertad a toda costa en los modelos de producir y consumir información, son los defensores del software libre y buscan la libertad a partir de la explotación de la información.

Algo que hay que destacar, según las tesis de Felipe Mirovski, es la necesidad de reconocer las consecuencias que tiene la informática en nuestros modelos cognitivos y estructuras sociales. En efecto: nunca falta aquel fascinado por el impulso tecnológico que a lo largo de una conferencia se dedique a proporcionar datos sobre innovaciones tecnológicas que cambian al por mayor y transacciones informáticas que transitan en la red a la velocidad de la luz.

Sin embargo, uno de los puntos que más podría llamar nuestra atención es la posibilidad de crear nuevos lenguajes para la transmisión y comprensión de informaciones y desarrollar nuevos modelos de comunicación; es decir, crear modalidades dentro de este ámbito que nos lleven a derivar nuevas formas de pensar y actuar. Esto podría ser lo realmente apasionante. No obstante, por ahora la nueva economía de la información muy superficialmente empieza a tocar estos linderos; wikies y blogs están experimentando nuevas formas de intercambio de información que nos llevan a sintetizar la idea en su mínima expresión. Estos modelos de comportamiento informativo son importantes porque más adelante llegarán a influenciar la forma de hablar y de expresarse de una sociedad o de una determinada cultura, en este caso, la corporativa.

Todos estos elementos son dignos de consideración, pues la mayoría de los empresarios piensan que la nueva economía de la información tiene implicaciones sólo en el circuito de producción de bienes informáticos. Sin embargo, esos cambios a niveles técnicos y sociales son fundamentales para comprender los verdaderos alcances que puede tener. Si es verdad que se encuentran nuevas formas de actuar, pensar y conocer, éstas no podrían considerarse como el eje de una revolución social. Para que ésta se dé, tendría que dejar de operar la economía bajo los criterios de plusvalía y explotación de sus trabajadores y estas normas, a pesar de la economía de la información, aún no han cambiado un ápice; es más, tienden a recrudecerse bajo nuevas modalidades, entre ellas, el creciente desempleo debido a los procesos de automatización de ciertos productos, tangibles o no.

Investigadora. Correo electrónico: cegomo_8@hotmail.com

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