Estereotipos discriminatorios en EU

Los grupos hispanos en la prensa norteamericana

José Antonio Meyer Rodríguez

Especialista en comunicacación y cultura. Actualmente es coordinador académico del Programa de Maestría en Dirección de la Comunicación e investigador del Centro de Estudios sobre
Comunicación, Medios y Cultura en ña UPAEP (Puebla)

Con mucha frecuencia, las percepciones y estereotipos que la sociedad estadunidense se ha forjado a lo largo de la historia sobre los distintos grupos de origen hispano asentados en su territorio, son resultado de las intensas dinámicas culturales, la constante inmigración, su particular sistema de obtención de ciudadanía y las múltiples interacciones económicas, políticas y migratorias con los diversos países de América Latina y El Caribe.

No es casual que los grandes medios de comunicación estadunidenses, en su afán por informar, divertir y entretener a amplios segmentos de la población, reflejen y reproduzcan de manera simple y pragmática las visiones y puntos de vista de los grupos dirigentes de la sociedad y destaquen en sus contenidos las principales líneas de conflicto racial en perjuicio de las comunidades étnicas que se ubican en los estratos socioeconómicos más desfavorecidos.

Fitzgerald, quien ha investigado ampliamente sobre el tema, sostiene que una forma confiable para comprender “las imágenes que el público estadunidense se ha formado en su cabeza” acerca de esta etnia en particular, a lo largo de la historia, consiste en evaluar los mensajes producidos por los medios de comunicación y valorar su enfoque y tratamiento específico. Para el caso, señala dos aspectos fundamentales:

El primero, que en todos los niveles de la sociedad, los medios de comunicación constituyen los principales difusores de noticias e información y representan la fuente más confiable de valores, entretenimiento e información. El segundo, que los mensajes generalmente tienen efectos significativos en las audiencias, sobre todo cuando se refieren a eventos, tópicos o temas sobre los cuales se tiene una referencia negativa o no se cuenta con un conocimiento o experiencia directos.1

Por su parte, Downing afirma que existen condiciones muy evidentes por las cuales los medios de comunicación tienen una fuerte influencia sobre las audiencias.

Una de ellas es que muchas veces los públicos no tienen otra fuente de información o experiencias que les proporcionen un estándar contra el cual evaluar los mensajes. Otra es que las imágenes de los medios masivos generalmente constituyen las fuentes más importantes de las que los ciudadanos aprenden sobre los hechos e interpretan los acontecimientos de la realidad cotidiana. El elemento adicional que incrementa su influencia simbólica, es que los valores e imágenes presentadas son frecuentemente recurrentes y extensivos en los diferentes medios.2

En efecto, aunque el autor reconoce que las experiencias de relación e intercambio entre los diferentes grupos étnicos crecen y se multiplican cada vez más en la sociedad estadunidense contemporánea –aportando nuevas posibilidades de diálogo e interacción cultural–, también destaca que en los mensajes masivos sobre los diferentes grupos hispanos se identifican “enfoques predominantemente negativos y repetitivos en todo momento y por parte de los diferentes medios”. Ello ha generado un imaginario simbólico de honda significación y arraigo cultural muy difícil de erradicar en una sociedad con posturas éticas muy definidas, particularmente entre aquellos grupos que ejercen mayor influencia en la directriz del país y por la importancia política y solidez ideológica que ellos le otorgan.

Revisión crítica

Durante mucho tiempo, los periódicos y las revistas fueron los medios de comunicación más importantes y, en consecuencia, los instrumentos a través de los cuales se crearon y difundieron la mayoría de las noticias, las informaciones de interés público y los puntos de vista sobre los grupos hispanos del país. A pesar de que las visiones se han modificado desde las primeras etapas, el enfoque y estructura discursiva de la prensa estadunidense sigue siendo primordialmente dogmática, estereotípica y poco objetiva respecto a las interacciones entre la población angloamericana y los demás grupos étnicos de su diversa demografía. En un estudio acerca de las raíces de los tres estereotipos más populares en la sociedad estadounidense –indio salvaje, mexicano bandido y chino ignorante–, Evan reveló en su momento que “la imagen anglosajona del mexicano como bandido fue, en gran parte, consecuencia de la política del Destino Manifiesto de los primeros decenios de siglo XIX”.3 Tras una revisión de los periódicos en inglés de California y Texas, explica:

Los eventos y circunstancias de carácter económico y político entre los pueblos que habitaban los extensos territorios mexicanos del suroeste y los colonizadores europeos buscadores de oro, llevaron a estos últimos a construir estereotipos que les permitieran justificar la conquista de la región. […] Las creencias políticas y religiosas de la superioridad angloeuropea fueron elementos de contundencia que ellos utilizaron para describir a los habitantes mexicanos y los indios nativos como fanáticos, ignorantes e incapaces de conservar sus tierras y recursos.4

Después de la conquista de los territorios del suroeste y hasta principios del siglo XX, la prensa fue dominada por el mismo patrón de discriminación y prejuicio sobre las comunidades hispanas, particularmente las mexicanas que han constituido en todo momento las de mayor presencia y significación. En otros casos, los periódicos simplemente ignoraron sus experiencias para desatender sus demandas o descalificar su actividad. En ese contexto, Williams documentó el acto más flagrante de estereotipo periodístico y condena de los hispanos:

Durante la década de los cuarenta, a partir de tensiones sociales y económicas vividas por los chicanos y los angloamericanos residentes en Los Ángeles, la prensa en inglés asumió un marcado énfasis racista al destacar en las noticias sobre crímenes la participación protagónica de individuos de esa comunidad. Los encabezados alarmistas y los reportajes sensacionalistas acusando a los mexicanos de los grandes padecimientos sociales de la ciudad, fueron parte importante de los disturbios de 1943 y sus consecuencias.5

Cobertura negativa

En décadas subsecuentes, los cambios en los parámetros profesionales del periodismo y las luchas por la igualdad de los derechos civiles, ayudaron a disminuir el racismo antimexicano en la prensa. Pese a ello, distintos analistas han documentado que la presentación negativa o discriminatoria de ellos en los principales periódicos en inglés del país, se mantuvo durante toda la última mitad del siglo pasado y permanece hasta la fecha, pese al surgimiento de una amplia variedad de periódicos y revistas en español en distintos sitios del territorio. Así, por ejemplo, el análisis de Fishman y Casiano sobre los puertorriqueños en los periódicos en inglés The New York Times, The New York Post y en español El Diario y El Tiempo, destacó:

Los primeros mostraron muy poco interés en los puertorriqueños, a quienes se referían con atributos negativos y los describían plagados de necesidades y llenos de problemas en su vida comunitaria. No ocurrió lo mismo con los diarios en español, donde se desarrollaron reportajes más positivos y orientados hacia una mejor búsqueda de soluciones.6

La cobertura negativa y tendenciosa de los méxico-americanos también es evidente en los trabajos de Cortina, quien, al comparar las noticias de inmigración y deportación en el periódico en inglés Los Angeles Times y en español La Opinión durante los años treinta, cincuenta y setenta, encontró que “las condiciones [de este grupo] son descritas con mayor humanismo y simpatía en el periódico en idioma español que los influyentes diarios en inglés”.7

Análisis más recientes manifiestan algunos cambios en el tratamiento y manejo de la información, como el estudio de Greenberg respecto a los hispanos en los diarios anglófonos de Santa Fe (Nuevo México), Tucson (Arizona), Salinas, San Bernardino, Stockton y Visalia (California). Los resultados resumen que:

Mientras las noticias deportivas incluyeron altos índices de presencia y fotografías sobre individuos hispanos de la localidad, las noticias no deportivas apenas alcanzaron una calificación aprobatoria, sólo un poco mejor que en los momentos de mayor tensión social. [Sin embargo] La cobertura editorial y las actividades de la gente hispana están muy por debajo del promedio de la población general y necesitan una atención de mayor consideración.8

Pese a ello, la evaluación más indicativa de las nuevas posturas de la prensa hacia los hispanos la proporcionan Van Slyke, Richstad y Johnson, quienes en su estudio de los periódicos Albuquerque Journal y San Antonio Express, encontraron que “los hispanos y sus temas están presentes en proporción directa con su presencia social y política y no tanto en razón de su crecimiento poblacional”. De igual forma, destacaron que:

Mientras las noticias de los individuos angloamericanos se manejan más adecuadamente y adquieren una mayor dimensión social por su mayor longitud de información y mejor colocación en los espacios del periódico, los hispanos son reportados generalmente como personas problema, vinculadas a noticias judiciales y de crímenes, trifulcas, accidentes o desastres.9

Pese a la elocuencia de estos y otros estudios en distintos sitios del territorio, las tendencias en el tratamiento editorial de los grupos hispanos en los grandes diarios estadunidenses han permanecido constantes ante la indiferencia general y el poco apoyo de las instituciones públicas. Ante ello, Charles A. Erickson, fundador y editor de la revista Hispanic Link, expresa:

La relación entre 20 o 30 millones de estadunidenses conjuntados bajo la etiqueta hispana y los principales medios impresos de la nación, se dispersa a través de un espectro que va de lo no existente a lo exótico y de lo precario a lo totalmente antagónico.10

Identifica cinco dimensiones específicas que ilustran la situación prevaleciente:

1) La prensa no permite que los hispanos sean autoridad o referencia en temas generales.

2) No admite siquiera que los hispanos sean autoridad o referencia en temas donde ellos tienen experiencia previa.

3) La prensa persiste en proporcionar a los hispanos información de interés e importancia para su bienestar y progreso.

4) No contrata suficientes reporteros y editores con experiencia o ascendentes culturales hispanos.

5) Tiende a asfixiar a aquellos hispanos que contrata.

FUENTES

1) Thomas K. Fitzgerald, “Media and changing metaphors of ethicity and identify”, en Media, Culture and Society, núm. 3, 1991.

2) J. Downing, “Ethnic minority radio in the United States”, en revista The Howard Jornal of Comunications, núm. 2, 1990, p. 32.

3) J. Evan, “Hispanis images in U.S. media”, citado en “The rise of the hispanics”, en revista Ibero Americana, núm. 2, Nordic Journal of Latin American Studies, 1992, p. 24.

4) El Destino Manifiesto, una doctrina que contrapone la modernidad protestante anglosajona al conservadurismo español y católico, justificó la predestinación estadunidense y estableció una diferencia entre elegidos y réprobos (hombres, razas y naciones), la cual justificó medidas discriminatorias y, sobre todo, acciones expansionistas durante el siglo XIX. Para mayor profundidad, véase a Ortega y Medina, “Destino manifiesto. Sus razones históricas y su raíz teológica”, Editorial Patria y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1989.

5) H. William, “La lucha de los chicanos por su reconocimiento”, citado en I. Cohen, “The rise of the hispanics”, en revista Ibero Americana, núm. 2, Nordic Journal of Latin American Studies, 1992, p. 76.

6) T. Fishman y F. Casiano, The Ethnic Press in the United States. A Historical Analysis and Handbook. S. M. Miller, Greenwood Press, Nueva York, 1979, p. 27.

7) R. Cortina, Hispanos en los Estados Unidos, Instituto de Cooperación Iberoamericana, Madrid, 1988, p. 43.

8) Bradley Greenberg, Michael Burgoon, Judee K. Burgoon y Felipe Korzenny, Mexican American and the Mass Media, Ablex, New Yersey, 1983, p. 23.

9) T. Van Slyke, R. Brysonx y M. Jonson, Hispanic Media. Impact and Influence, The Media Institute, Washington, 1989, p. 113.

10) Charles Erickson, “Latinos and the media in the United States. An overview”, ponencia presentada en la 17th Annual Conference International Communication Association, Acapulco, México, 2001, pp. 3-6.

PUEDE CITAR ESTE ARTÍCULO
DE LA SIGUIENTE FORMA:

Meyer, José Antonio, «Estereotipos discriminatarios en EU», Revista
Mexicana de Comunicación
No. 104, abr/ may 2007, pp. 50-53.

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Mayores informes: fundacionbuendia@prodigy.net.mx

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