Cacho, ley de medios, Dehesa…

Lapidiarium

 Omar Raúl Martínez

 

Lunes 18 de junio

Leo en varios diarios un notable despliegue sobre el caso Lydia Cacho. Después de librarse una y otra vez de los acosos del poder político poblano coludido con un empresario local que la demandó, sin éxito, ante los tribunales, ella y un buen número de ciudadanos aguardamos una decisión trascendental del Poder Judicial.

Sucede que una comisión investigadora encabezada por un ministro de la Suprema Corte de Justicia señala que el gobernador de Puebla, Mario Marín, pese a las reiteradas negativas de éste, siempre sí incurrió en graves violaciones a la Constitución al confabularse para detener arbitrariamente a Cacho en diciembre de 2005.

Cacho es una líder social y periodista ejemplar. En su libro Los demonios del Edén puso al descubierto las fétidas penumbras de una red de pederastia encabezada por el empresario norteamericano Jean Succar Kuri, a su vez amigo de otro empresario textilero llamado Kamel Nacif. Este último se sintió agraviado por haber sido citado en el libro-reportaje de Lydia e impuso una demanda por difamación y calumnia contra ella en Puebla, cuyo mandatario local es gran amigo del supuesto ofendido. De esa suerte, el poder político y el económico se aliaron para tramar, el 16 de diciembre de 2005, su aprehensión y traslado de Quintana Roo a Puebla bajo graves condiciones de intimidación. Querían “darle una lección”. De inmediato, activistas sociales, medios de comunicación, ciudadanos y algunos actores políticos hicieron frente a esta intentona para inhibir el ejercicio crítico de la libertad de expresión frente a un tema que muy pocos se han atrevido a escudriñar y sustentar como lo hizo Cacho. Como era de esperarse, tras azarosos litigios concluidos a principios de 2007, la activista salió absuelta. En el camino han quedado consignadas incontables denuncias de violaciones a sus derechos humanos. En septiembre pasado, la Suprema Corte decidió indagar. Es por ello que el ministro Juan Silva Meza, luego de coordinar una comisión investigadora sobre el caso, ha solicitado emitir una recomendación para fincar responsabilidades al gober precioso por incurrir en violaciones a las garantías de la periodista.

En los próximos días sabremos qué ocurre. Si bien la decisión de la SCJN no es directamente vinculatoria, sí implica una luz verde política y legal para que las autoridades correspondientes inhiban los abusos del poder y velen por la justicia.


Martes 19 de junio

Aparece un desplegado que exige justicia a la Suprema Corte Justicia en torno al caso de Lydia Cacho. Inicia con la frase: “Había una vez un pederasta que estaba protegido por sus muy poderosos amigos…” Firman más de dos mil personas, entre artistas, cineastas, periodistas y activistas. Destacan: Alfonso Cuaron, Sean Penn, Gael García, Diego Luna, Salma Hayek, Luis Mandoki, Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro, Noam Chomsky, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Denise Dresser, Sergio Aguayo, Ricardo Rocha, Humberto Musacchio, entre otros.
El referido desplegado cierra con las siguientes palabras que realmente ponen el dedo en la llaga:
El caso entre Lydia Cacho y el gobierno de Puebla ha llegado por segunda vez a la Suprema corte, gracias al llamado responsable de la Cámara de Diputados y el Senado de la República. El tema es fundamental para el país. Se está juzgando mucho más que una violación a los Derechos Humanos de una periodista que dio voz y protege a niños y niñas abusadas. Lo que está en juego es saber, de una vez por todas, si las y los mexicanos comunes tenemos alguna posibilidad de que el Estado nos proteja de los criminales que se alían con servidores públicos, esos que desde el poder ejecutivo y el judicial utilizan el Sistema de Justicia Penal para proteger redes criminales de todo tipo, incluyendo redes de pornografía infantil y corrupción de menores. […]

Exhortamos a Ministras y Ministros de la Suprema Corte a devolver a las y los ciudadanos mexicanos nuestro derecho a confiar en los tribunales. Hasta ahora, las repercusiones sufridas por las víctimas de Succar y la persecución de Lydia Cacho, parecerían dar la razón a ocho de cada diez mexicanos, que consideran inútil denunciar un delito porque las instituciones del Estado no les darán protección. Si las autoridades poblanas son eximidas de su responsabilidad, si no se reconoce la evidente existencia de redes de pornografía, abuso y Trata de menores en México, será muy difícil que algún otro ciudadano o ciudadana se atreva a desafiar en un tribunal a hombres que, utilizando el poder público, corrompen a la sociedad y fortalecen la criminalidad en México.
* * *
A las 19: 00 horas en la Casa Lamm se presenta el libro La guerra sucia de 2006. Los medios y los jueces, de Jenaro Villamil y Julio Scherer Ibarra. Asisto y veo abarrotado el patio bajo la protección de gruesas lonas. A ojo de buen cubero calculo poco más de 200 personas y se irán sumando más en el transcurso del acto.

Me encuentro y platico con los reporteros Rosalía Vergara y Daniel Lizárraga, ambos amigos de la revista Proceso. Casi media hora después de iniciada la presentación hace su arribo Andrés Manuel López Obrador. Los asistentes lo ven acercarse y unas mujeres empiezan a corear entusiastas: “¡Mi presidente legitimo!” y se eleva el grito conjugándose al tenor de los aplausos, muchos de ellos emocionados. Le hacen campo para sentarse en la primera fila junto con Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno, quizás como para diluir posibles rumores de distanciamiento entre ambos. Percibo al Peje un poco avejentado, algo más delgado.

Por lo que dicen los comentaristas, el libro de Villamil y Scherer Ibarra ofrece datos, argumentos, hechos, interpretaciones que evidencian las irregularidades mediáticas y judiciales rumbo a la elección presidencial. En esa ola de libros poselectorales, éste es el primero que trata de profundizar en los vericuetos del quehacer comunicativo. Lectura obligada.
Miércoles 20 de junio
Alexandra Jiménez (editora del Boletín RMC) y yo nos apersonamos en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, donde la AMIC y la Amedi han convocado a una mesa redonda titulada “Balance de la Ley Televisa: ¿Ahora qué sigue?” Sumamente pertinentes las reflexiones y comentarios de los expositores. Son muchas las preguntas, las inquietudes, las voces… Se ha abierto un nuevo capítulo y en él tienen que incidir e insistir más los académicos, las organizaciones civiles, los periodistas…

Me pongo la casaca de reportero y rescato “buenos deseos”, algunas consideraciones, críticas implacables y propuestas plausibles.

Alma Rosa Alva de la Selva habla de la necesidad de una nueva ley de medios de comunicación que consolide la rectoría del Estado frente a los poderes económicos; que asegure la función social del espectro radioeléctrico; que garantice un órgano regulador autónomo y ofrezca seguridad jurídica; que abra la competencia para una tercera o más cadenas televisivas; que regule la publicidad en radio y TV; que fije el derecho de réplica y el derecho a la información; que posibilite auténticos medios públicos y ofrezca optimas condiciones a emisoras culturales, así como a radios comunitarias.

Uno de los mejores especialistas en radio y telecomunicaciones, Gabriel Sosa Plata, plantea que en otros países la convergencia tecnológica se ha aprovechado para ampliar el mercado de contenidos y la pluralidad política. En México, sin embargo, se ha usado para acotar tales terrenos. Ello en parte ha sido resultado de la sordera y avaricia de los intereses mediáticos (Televisa, Telmex, TV Azteca), en detrimento de las necesidades y propuestas sociales.

Al abordar el significado de la decisión del Poder Judicial sobre la Ley Televisa, Javier Esteinou sostiene que la Suprema Corte no sólo patentizó al Legislativo y al Ejecutivo su impericia y falta de compromiso social, sino que además reivindicó la responsabilidad del Estado por encima de los poderes fácticos y veló por los principios constitucionales de interés público.

Entre otras vertientes, Javier propone crear una ley que contemple a todos los sectores involucrados; legislar sin rebasar diques constitucionales; rescatar los predictámenes legislativos y propuestas ciudadanas, e impedir conflictos de interés para evitar avances viciados como los advertidos en la Ley Televisa.

Con su persuasivo tono oratorio, Javier Corral destaca que si bien la Corte canceló pretensiones excesivas y objetivos desmesurados; si bien quitó canonjías y tratos desleales o preferenciales, lo cierto es que las condiciones de desigualdad e injusticia en el entramado mediático siguen vigentes: persisten intactas. Las televisoras continúan burlando el derecho de réplica. No se ha asegurado ningún régimen de protección de los derechos ciudadanos frente a radio y TV. No hay sistema de medios públicos con igualdad de oportunidades. Es bueno celebrar, subrayó el exsenador, pero no basta quedarse allí. Sugiere que la academia se sume con mayor ahínco a la discusión con los actores directos: políticos, empresarios, legisladores y ciudadanos para, en acción coordinada, convencerlos de remediar las asignaturas pendientes.

Ya para finalizar la ronda, Raúl Trejo Delarbre hace una fuerte critica a la UNAM, institución que como tal no se comprometió en la discusión sobre las leyes de radio, TV y telecomunicaciones. Por lo demás, coincide con Esteinou en que la Corte, al enmendar la plana al Ejecutivo y al Legislativo, se afianzó como poder autónomo. La Corte demostró que las televisoras no son invencibles y evidenció a una clase política arrodillada.

Lo que sigue, asentó Trejo, es reestructurar la Cofetel, porque los vicios de origen imposibilitan su real autonomía: sus comisionados son “autenticos personeros” de las televisoras. Sigue, asimismo, reformar en el Congreso la ley electoral para evitar la compra indiscriminada y turbia de publicidad electoral, con lo que desaparecería un frente de presión para los partidos. Sigue impulsar una nueva ley de radio, TV y telecomunicaciones a partir de documentos y propuestas ciudadanas ya existentes; y revisar la vigencia del acuerdo de la plataforma analógica a la digital, y particularmente las decisiones sobre el uso de TV digital.

Se quedan en la mesa no pocas ideas y planteamientos para la reflexión. El debate tiene que seguir. Los grupos sociales, las universidades, las entidades gremiales tienen nuevamente la oportunidad de insistir en hacer escuchar sus voces. No hay que inventar el hilo negro. Existen ya propuestas muy especificas delineadas y planteadas en los últimos años desde el entorno académico y social. Esperemos que el Congreso esté a la altura. Ya ha comenzado el segundo tiempo rumbo a la nueva ley de medios de comunicación.
Jueves 21 de junio
Veo que la prensa sigue “cacareando” el avance de la TV digital para la Ciudad de México. El llamado Consejo Consultivo de Radio y TV, integrado por intelectuales y especialistas, dio a conocer un proyecto de conformación de la estructura directiva del canal. El gobierno del DF anuncia autonomía operativa. Se proyecta la figura de un Ombudsman para proteger los derechos del público.

Este consejo en su proyecto de estructura administrativa habla de que el canal tendría un director designado por un consejo directivo, el cual deberá conformarse por siete ciudadanos de reconocida trayectoria.

Me llama la atención y me mueve a la suspicacia que dicho órgano consultivo nada diga sobre el incansable trabajo que ha venido realizando el periodista Virgilio Caballero para la creación de esa emisora…
Viernes 22 de junio
Recibo llamada telefónica de Adriana Quiroz de Valadés, viuda del escritor Edmundo Valadés. Platicamos largamente. Nos vimos y saludamos en la presentación del libro de Jenaro Villamil el martes anterior. No me extrañó verla ahí porque es ferviente admiradora y simpatizante de AMLO. Su viudez no corresponde con la juventud que proyecta en persona y su aguda pero vibrante voz. Siempre tiene pilas inagotables para charlar. Nos ponemos al día. La estimación es mutua. La conocí hace cosa de 18 o 19 años cuando Miguel Ángel Sánchez de Armas me hizo favor de presentarme al Maestro Edmundo Valadés. Miguel incluso le refirió entonces que yo era un fiel seguidor de su obra y que estaba haciendo una tesis sobre su aportación a la divulgación cuentística. (En ese momento esa era mi intención, pero la vida tomó otros derroteros). Desde entonces trabajé con Valadés en la edición de la revista Cultura Norte y más tarde en la revista de imaginación El Cuento. Fueron años inolvidables de mucho aprendizaje. Fue por aquella época que conocí a Adriana. Nuestra amistad creció cuando los acompañé a ambos en un viaje a Hermosillo y Guaymas, donde sus paisanos tributaron a Don Edmundo una serie de homenajes. Yo aproveché la oportunidad no sólo para hacer una crónica de todo ello y entrevistarlo, sino además para afianzarle mi afecto y gratitud por su confianza y apoyo. A partir de entonces hice grandes “migas” con Adriana. Y pese al vuelo de los años, hoy respiro su fraternal cercanía. La calidez de su conversación, su afecto invariable, su disposición para el intercambio, me hicieron recordar todo ésto y también una frase que más o menos dice así: la comunicación se transforma o languidece más por confianza o desconfianza que por el tiempo y la distancia.
Sábado 23 de junio
Hoy concluyó mi participación en el Diplomado de Nuevas Tendencias en el Periodismo, efectuado en el Tec de Monterrey Ciudad de México. ya habrá tiempo de compartir algunas reflexiones y comentarios sobre ello.
Domingo 24 de junio
Empecé a leer un nuevo libro de Germán Dehesa: Cuestión de amor. Aprovechando algunos pasajes de sus letras periodísticas, se pasea por sus gustos, sus amores y sus humores. Su estilo es juguetonamente inteligente. Va lo de personal a lo universal. Relata estampas de su vida para pintar algunas facetas y consideraciones que nos acicatean a los demás. Para ser franco compré el libro por curiosidad. Irregularmente lo leo en Reforma, pero sus otros títulos no habían atrapado mi atención. Algo me atrajo en esta ocasión. Mientras termino su lectura, ya subrayé algunas líneas:

–Joven amigo, no te equivoques: no estamos estudiando y adquiriendo saber para imponernos a los demás, sino para quererlos, conocerlos y entenderlos mejor.

–La vida sería aburridísima sin estos seres que con su pensamiento, sus acciones, su dignidad y su honra nos muestran que se puede y debe soñar con grandeza, para luego lanzarse alegremente a la siempre riesgosa aventura de imponerle ese sueño a la realidad y así crear para todos espacios que nos permitan conocer algún rostro nuevo de la libertad.

–Les recomiendo, queridos colegas, que estén siempre muy atentos, porque aun nuestros supuestos enemigos y nuestros propios alumnos se transforman en maestros en cualquier instante.

–Si un aprendizaje, cualquier aprendizaje, no nos ayuda a ser felices, no vale la pena ser adquirido. En esto creo firmemente. La escuela y la vida no son ríos distantes y paralelos; yo considero que corren juntos y que constantemente confunden sus aguas. La única justificación para aprender bien es saber que mediante eso voy a vivir mejor.

El siguiente es un ejemplo de cómo debe citar el artículo anterior:

Martínez Sánchez , Omar Raúl, 2007: «Cacho, ley de medios, Dehesa…»,
en Revista Mexicana de Comunicación en línea, No. 105, México, junio.
Fecha de consulta: 19 de junio de 2007.

Director de la Revista Mexicana de Comunicación, presidente de la Fundación
Manuel Buendía y profesor de periodismo de la FES Acatlán de la UNAM.
Correo electrónico: lapidiarium@yahoo.com.mx

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