Fin de una época

El Financiero, 15 de octubre de 2007  

 

Botica  

 

Las relaciones entre Felipe Calderón y las televisoras, al parecer, han entrado en una sana distancia o en turbulencia. La cuadragésima novena reunión de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), fue novedosa por varios motivos: la inasistencia de Azcárraga Jean y Salinas Pliego, de Televisa y TV Azteca; la ausencia de los principales dirigentes de Senadores y Diputados; la no aparición de los secretario de Defensa y Marina: Guillermo Galván y Francisco Saynez, más la del presidente de la Suprema Corte de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia; el que dicho encuentro no fuera transmitido en vivo, sino de forma diferida; el discurso de Calderón en el cual afirmó: “Nunca más una toma violenta de una estación o de un negocio lícito en el país” y el que en lugar de la desprestigiada Cofetel, quien negociará lo mismo el refrendo de concesiones que los nuevos tiempos será la secretaría de Comunicaciones. Los dos últimos asuntos son muy controvertibles. En el caso de los asaltos a estaciones, sobresale el Chiquihuitazo (27 de diciembre de 2002), en el cual TV Azteca se hizo de canal 40, pero algunos lo interpretan, asimismo, como un ataque a las radios comunitarias, quienes debido a la burocracia no pueden legalizarse convenientemente; mientras a Salinas Pliego no se le molesta, no obstante sus ataques al poder legislativo, hay clausuras recientes de las estaciones no comerciales. Poner a Téllez- quien afirmó que no hay monopolios ni oligopolios en la radiodifusión (sic) y el cual aseguró no se concederán nuevos permisos en este sexenio- a ser el que decida en muchas cuestiones, es entregar la iglesia en manos de Salinas de Gortari. Con todo, el pleito actual entre Felipe y la televisión es abierto y ya no habrá comidas para que unos y otros se echen porras y vivan el idilio de cerca de medio siglo. Un signo más de los nuevos tiempos, aunque la pluralidad y la democratización no se vean en el horizonte.  

Muchos candidatos, pocas novedades  

Las primeras manifestaciones de los suspirantes a la rectoría de la UNAM son una muestra clara que desean cambios, pero únicamente de fachada. Se habla mucho del envejecimiento de la planta docente, la necesidad de mantener la gratuidad en la enseñanza, darle un jalón a la investigación, acercarse a las empresas, negociar a fondo el presupuesto y hasta combatir la drogadicción entre los universitarios. Poco se dice acerca de la necesaria democratización- la junta de gobierno y muchas otras instituciones son obsoletas-, el impulso a la cultura, el fortalecimiento y pluralidad en radio y televisión universitarias, el combate a los aviadores- hay por montones- y el evitar que los grupos tradicionales sigan mangoneando en todas las esferas. Los tres principales en la contienda son: José Narro, Diego Valadés y José Antonio de la Peña, por diversas razones. Los demás juegan para situarse o esperar una sorpresa. Veremos.  

Promesas  

Hace tiempo que Felipe Calderón había afirmado que la UNAM era un semillero de delincuentes, algo en lo que coincide uno de los que aspiran a Rector al querer combatir drogadictos. Pero fuera del dislate, lo grave es que Felipe en su campaña había prometido aumentar el presupuesto a las universidades. Ello no se refleja en lo que pretende erogar el ejecutivo el siguiente año, ya que hay cuando menos quince mil millones de pesos que exige la ANUIES. Grave porque de esa manera crecerán las instituciones privadas, la mayoría patitas, como saben las autoridades de la SEP.  

Delicado, el señor  

Ante las críticas al secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, lo mismo por las madres y esposas de los sacrificados en Pasta de Conchos, por los mineros en huelga que ganan sentencias a su favor y por articulistas (Julio Hernández y Miguel Ángel Granados Chapa, entre otros), empleados del funcionario responden sin ton ni son. Cuando sonó el gong de Zhenli, el poblano que buscó oficina en Polanco, se envalentonó y luego hizo mutis. Tranquilidad y una buena selección de música, Javier.  

Insistente  

No obstante el ridículo que es su fuerte, Luis Carlos Ugalde continúa dando de qué hablar. Ahora buscó al TEPJF para que investigue por qué no se reportaron 281 mil espots del proceso electoral del 2006. Dice el Maguito que todo debe quedar en orden. No se olvide que Ugalde firmó acuerdos con Televisa y la CIRT para que le reportaran los gastos de los partidos políticos. Ahora resulta que le tomaron el pelo o el todavía presidente del IFE no hizo su trabajo. Lástima, no por él que saldrá forrado de lana, sino por sus dos jefes de comunicación: Gustavo Lomelín y Abelardo Martín, compañeros.  

Polémico  

El jueves 18, a las 19 horas, en la Casa Lamm de Álvaro Obregón 99, se presentará el libro de Macario Schettino: Cien años de confusión (Taurus). La obra es de 526 páginas. Su lectura es amena y obligada, aunque dejará con el ojo abierto a muchos. Una de sus tesis: la revolución mexicana es sólo una construcción cultural. La presentación a cargo de: Roger Bartra, Carlos Marichal y Leonardo Curzio.

  

Periodista de El Financiero y El Universal.
Correo electrónico: jamelendez@prodigy.net.mx

 El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar el artículo anterior:

Meléndez Preciado, Jorge, «Fin de época», en El Financiero,
15 -X- 2007, Cultura. 

 

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